Continuación de "Influencia". (Si no la han leído, búsquenla en mi perfil, les recomiendo hacerlo antes de leer "Infierno Desatado")

Summary completo: Con la repentina traición de Yuu, Krul no está nada contenta. Ahora ella está intensificando el entrenamiento de Mika y sus demás soldados Vampiros, dispuesta a acabar con los Humanos de una vez por todas, para demostrar que los Vampiros son la raza superior. Mientras tanto en Shinjuku, los Humanos desconfían de Yuu, el Vampiro traidor, temiendo que los traicione como traicionó a su raza, mientras un pequeño grupo de soldados Humanos tratarán de enseñarle los valores importantes de tener personas en quienes confiar. Pero como todos los seres vivientes que saben de esta guerra, saben que pronto el infierno se desatará entre ambos bandos.

¿Se animan a leerla?


Infierno Desatado

Capítulo 1: Primer Encuentro


La noche cayó sobre la ciudad Shinjuku. En el castillo de la familia real había un silencio intranquilo y solamente se escuchaba el tenue silbido del viento entrar y salir por las ventanas abiertas y altas. La sala del trono estaba vacía, los pasillos de oro estaban desolados, y solamente los guardias reales estaban atentos a la peligrosa noche, porque sabían que los Vampiros podían saltar desde las sombras y que jamás lograrían ver hasta cuando los tuvieran sobre sus cabezas.

En los aposentos de los miembros de la corona, estaba la princesa de los Humanos, la joven Shinoa, que estaba sentada sobre su cama mientras se tocaba el cuello, justo en la herida que el Vampiro le había causado esta tarde.

Es apenas un rasguño, pero le es extraño tener relieve sobre su piel.

Su precioso cabello violeta le caía sobre los hombros, mientras el camisón que llevaba puesto la hacía sentir liviana y fresca. Ya era hora de dormir, pero no tenía ganas de hacerlo. Tenía un extraño presentimiento que no podría describir ni siquiera con palabras.

El viento golpeó fuerte la ventana, haciéndola dar un pequeño salto, sorprendida. Era normal que en estos tiempos haya vientos violentos, ya debería acostumbrarse. Suspiró y apartó su mano de su cuello para intentar dejar de pensar en esas cosas en las cuales no encontraba sentido seguir poniéndole atención.

Se levantó de la cama para apagar el interruptor de la luz, y cuando lo hizo, regresó a su lecho para recostarse en silencio. Se obligó a conciliar el sueño a pesar de que no quería, pero su deseo de dejar de pensar en cosas innecesarias era más fuerte. Se cubrió con sus sábanas y luego cerró sus ojos pardos, dejándose llevar a los brazos de Morfeo.

"_"

La persona que caminaba por los pasillos de los aposentos, caminaba con el mentón en alto a pesar de que no hubiera nadie cerca para verlo, sino que ya era una costumbre —y un deber— el hacerlo, porque debía de honrar el nombre de la familia real Hiiragi a toda cosa. Kureto Hiiragi era un hombre de honor, un hombre fuerte y que se preocupaba solamente por sus propios intereses, pero con el firme pensamiento que era por el bien de todos.

Tenri Hiiragi, su difunto padre, que en paz descanse, le cedió el trono cuando dio por terminaba su travesía por el mundo de los vivos. Kureto no tuvo más alternativa que aceptar el deber de ser el soberano de Shinjuku, ya que sus hermanos pequeños aún eran bastante menores para asumir el cargo de forma tan súbita.

Shinya, Seishiro, Mahiru y Shinoa, y aunque este primero sea adoptado, seguía siendo hermano de los Hiiragi.

Llegó a la habitación de su hermana menor, Shinoa. Entreabrió la puerta y echó un vistazo dentro. La luz del pasillo iluminó su rostro pacífico al dormir, con la boca entreabierta y las facciones relajadas. No sonrió, pero sí confirmó que todo estaba en orden, entonces bastaría. Cerró la puerta y siguió con su camino.

Ahora le faltaba revisar que Mahiru dormía.

Caminó hasta su habitación, escuchando como su traje largo se movía en su andar. La habitación de Mahiru quedaba a unas cuatro puertas de la habitación de Shinoa. Al llegar a la puerta, la abrió lentamente y observó a Mahiru leyendo un libro sentada en su cama. Al ver abierta la puerta, le dirigió su mirada a Kureto.

—Buenas noches, hermano —saludó la princesa de Shinjuku.

—Buenas noches.

Sin querer decir nada más, Kureto se retiró, cerrando la puerta al salir.

Ya era costumbre hacer esto. Su difunto padre lo hacia todas las noches, para asegurarse que todos sus hijos estuvieran a salvo. Kureto lo siguió haciendo aún después de su muerte, para evitar que sus hermanos sintieran el cambio que hubo de otra forma. Era cierto que no era Tenri Hiiragi, pero era su hijo mayor y sentía la necesidad de hacerlo.

"_"

Krul Tepes se frotó las sienes en un intento por calmarse. Ese niño se había ido, la había traicionado, ¡a ella, la que le dio de amamantar cuando más lo había necesitado! Se sentía profundamente traicionada, pero ese sentimiento duró poco, ya que comprendió que ahora Yuu era el enemigo y podría tener su venganza por haberla apuñalado por la espalda.

—Ah, te vas a arrepentir, pequeño Yuu —dijo Krul dejándose caer en el respaldar de su asiento—. De verdad que te vas a arrepentir.

La puerta de su oficina se abrió con un rechinido, Krul alzó ambas cejas y clavó su mirada en la puerta abriéndose, donde apareció una cabellera pelirroja con una sonrisita de inocencia, que bien ella conocía que no tenía nada de inocente.

— ¿Hablando sola de nuevo, mi señora? —Preguntó cerrando la puerta tras de sí y acercándose para sentarse en la silla frente a la reina Vampiro.

— ¿Qué te trae por aquí a esta hora, Eusford? —Escupió Krul mientras ponía una expresión seria en su rostro afilado.

—Me ha parecido que estás un poco alterada.

Krul frunció el ceño.

—Vuelves a decir otra idiotez y yo misma te arrancaré la cabeza.

Crowley se encogió de hombros pero no dejó su inocente sonrisa.

—Yo no voy a decir nada, tú me dirás qué te sucede, mi reina —asintió una vez—. Estoy dispuesto a escuchar todos tus delirios en este momento.

Krul suspiró, tentada para descargar su ira, pero al mismo tiempo sentía que no sería correcto comentarle de estas cosas a Crowley. Mi hijo adoptivo me traicionó, obviamente no sería algo de lo que se sentía orgullosa, pero después de todo no tenía mucho para llamarse madre de Yuu, ya que lo trataba como trataba a los demás soldados Vampiros.

Exactamente, como a un soldado, un peón en su tablero de ajedrez cuyo oponente era la Humanidad, y que por ser una pieza de menor importancia, le daba igual sacrificarla o no.

—No es nada de importancia —respondió finalmente—. No se trata de algo que incluso debería preocuparme.

—Oh, ya veo —sonrió Crowley—. Entonces me he equivocado al pensar que estarías molesta o preocupada ya que tu hijo adoptivo se ha ido con los Humanos.

Krul frunció el entrecejo.

— ¿Cómo sabes eso, Eusford?

—Ah —juntó sus palmas y siguió con su característica sonrisa—. Es que lo he visto irse de aquí, y sin su medallón Vampírico. Me ha parecido extraño, pero luego me puse a pensar, si él nació siendo un Humano, y recién acababa de cumplir dieciséis años, no ha bebido sangre Humana, por tanto…Tiene posibilidad de volver a ser un Humano.

Krul gruñó.

— ¿Sacas esas conclusiones con solo ver al mocoso irse?

—Entonces, ¿estoy equivocado?

Frunció el ceño. En efecto, no lo estaba.

—Yuu solo se ha ido, debido a que la princesa mocosa de los Humanos lo ha convencido de alguna manera —estiró sus dedos y los volvió a su lugar—. Y tú, ¿crees que quiera volver a ser un Humano?

—Es solo una teoría.

—Ya veo...

—Ah, por cierto —dijo Crowley—. Con respecto a tu otro hijo, Mikaela-kun… ¿Cuándo vas a hacer que beba sangre humana?

Eso la tomó por sorpresa.

—Eso aún no lo he decidido.

Mintió. No quería que Crowley se enterara que esa decisión caía sobre los hombros de Mika. Ella, como reina Vampiro, podría obligarlo a beber sangre humana, pero su parte de madre preocupada, le decía que debía de ser una decisión únicamente tomada por el afectado.

—Ya veo —suspiró Crowley—. Bueno, creo que eso es todo.

Eusford se levantó de su lugar y caminó hacia la puerta, la abrió y salió con el mismo rechinido que cuando entró. Krul suspiró y miró distraídamente el techo de su oficina.

—Ya tomaste tu decisión, pequeño peón.

"_"

— ¡D-Demonios!

Era perseguido, no sabía por cuantos, pero a juzgar por los diferentes pasos que escuchaba detrás de él mientras corría por el bosque de Shinjuku, suponía que eran al menos cuatro Vampiros.

— ¡No te escaparás, traidor!

— ¡Sí, ya olvídalo!

Decían los que venían por sus huesos. Yuu sabía que si se detenía, iba a morir, ellos lo matarían pero no comprendía cómo es que se enteraron se estaba huyendo de Sanguinem, pero tampoco iba a detenerse a preguntarles por eso. No estaba tan loco, aún.

Lo alcanzarían tarde o temprano, pues ellos ya son unos Vampiros completos, no como él, que todavía no bebía alguna gota de sangre humana.

Saltaba sobre los matorrales, esquivaba piedras, se colgaba de las ramas de los árboles a su altura para acortar unos segundos de camino, pero eso no sería suficiente para que sus perseguidores se rindieran. Estaba dando vueltas por el bosque en un intento por confundirlos, pero también él se estaba confundiendo, pues no conocía completamente el bosque.

— ¡No vas a escapar!

Giró la cabeza al escuchar ese grito y se topó con unos ojos carmesí que lo miraban con burla y cierta pena. El Vampiro lo empujó, haciéndolo volar unos metros y haciéndolo rodar por el suelo, insertándose piedras en la piel y soltar quejidos de dolor. Golpeó el tronco de un árbol con su espalda, dejándole escapar el aire y mirar hacia arriba, entre las hojas de los árboles, pudo ver el cielo lleno de estrellas y apenas unas partes de las lunas.

—Basura —escupió un Vampiro acercándose a él—. Eres una basura, Yuu.

Yuu miró de reojo a los rostros que lo rodeaban. Eran cinco Vampiros. Si intentaba escapar, no acabaría vivo, pero de todas formas sentía que su vida acabaría pronto.

— ¿La reina…los envió…? —Quiso saber, al menos eso, si realmente su madre adoptiva no le tendría piedad.

—No —rió uno de ellos—. Te diremos solamente porque te mataremos pronto…Crowley Eusford nos envió, pensando que sería divertido para nosotros intentar capturarte y luego matarte —se cubrió la boca para ocultar una risa—. En verdad, fue gratificante.

Yuu tragó saliva.

—Lástima que hasta aquí llegue nuestra conversación, traidor.

Levantó su brazo, mostrando sus largas garras. Yuu cerró los ojos y esperó el impacto…Pero nunca sucedió, en vez de eso, escuchó un disparo y nubes de humo azules lo rodearon. Yuu se sintió confundido, apenas miraba algo. Escuchaba los gritos de los otros Vampiros, de agonía, de dolor, y…un rugido.

Podrían llamarlo loco, pero le pareció ver la silueta de un tigre blanco masacrando a sus perseguidores. Rugía, gruñía y les arrancaba la piel con sus afilados dientes, mientras una nube de humo blanco y azul lo rodeaba en su tarea.

Reaccionó al escuchar otro rugido del tigre, y rápidamente se puso de pie para echar a correr lejos. Aún debía de escapar. Mientras escuchaba el eco de los gritos de sufrimiento de sus antiguos colegas, sentía su corazón acelerado y la sangre bombeándole rápido debajo de la piel y a través de las venas.

Llegó al otro lado del bosque en poco tiempo, apoyándose en un árbol para no caer debido al cansancio. Aún no era un Vampiro completo, tenía sus limitaciones. Nacido como Humano, tenía sus limitaciones. Estar indeciso entre a cuál lugar pertenecer, le daba limitaciones. Suspiró pesado, tratando de no hacer mucho ruido y echó un vistazo sobre su cabeza.

El castillo de Shinjuku se alzaba, alto, imponente, frente a él. Algunas ventanas estaban iluminadas y veía algunos soldados haciendo guardia nocturna. En este momento, Yuu se preguntaba cuál sería la habitación de la princesa de Shinjuku, cuyo nombre desconocía totalmente, y que se limitaba a llamarla por su título. No necesitaba familiaridad con ella entonces, ahora si sentía que la necesitaba.

Sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Giró lentamente la cabeza a su derecha, con cautela y cierto temor. No comprendía por qué.

Se encontró con unos ojos violetas, mirándolo con frialdad, mientras una katana le apuntaba al cuello. El dueño de los ojos violetas le era conocido, demasiado familiar…

¡Guren!, pensó Yuu. Habían pasado varios años desde la última vez que se vieron. Recordó la conversación que tuvo con la princesa esta tarde…

"—Claro que no te estaba engañando, él no dejaría a la deriva una amistad como esa."

Pero el frío que encontró en sus ojos le hizo dudar. No era el mismo Guren de hace años. Todos cambiaban.

Era el primer encuentro que se tenían en mucho tiempo, y como siempre, más de alguno amenazaba la vida del otro, salvo que ahora estaban solamente ellos, nadie más. Nadie vería su muerte, ni Humano, ni Vampiro, salvo Guren y su katana, que se veía ansiosa de hundirse en su carne.

—Yuu —suspiró su nombre, haciendo que una nube de aliento saliera de sus labios—. Tanto tiempo.

No sonreía. Eso quería decir que no estaba contento, ¿o sí?

—Guren…—repitió su nombre con nervios, pero no lo haría notar.

—Si lo que dice Shinoa resulta ser verdad, entonces…—dijo apretando la empuñadura de su arma—.No te molestará que haga esto.

— ¿Hacer qu-

No pudo acabar la frase, ya que algo se lo impidió. Primero fue frío, el frío filo de la hoja de la katana, que le perforó las entrañas una vez, luego fue caliente, el cálido líquido que comenzaba a salir de su interior lentamente, sintiendo como la vida se le escapaba gota a gota. Guren retiró su espada, sintiéndose satisfecho con que Yuu no lo hubiese atacado. Lo miró de arriba abajo. Parecía estar en bueno estado.

—Con eso me bas-

Lo vio desplomarse hacia el frente. Guren lo tomó en sus brazos, soltando su katana en trayecto, preocupado, mientras escuchaba su débil respiración.

¿Qué demonios había hecho?


¡Gracias por leer!

By: Dazo.