GRAZIE

Por fin me he dignado a publicar lo que desde hace tiempo atrás había anunciado a hacer. El Epilogo de Correspondencias. Historia de la cuál yo estoy muy muy muy agradecida a todas las personas que fueron tan preciosas de dejarme un comentario al respecto. Las cuales me motivaron a escribir esto. Sin embargo a como iba escribiendo y escribiendo, vi que esto más que un simple Epilogo, esto era una Continuación.

Me explico: trate de poner varios detalles, pues la madre de Chrome no tiene ni idea de que es Vongola, ni su importancia ni la gente que la compone así como no tiene ni noción de que opina dicha gente entorno a ella. Así que me explaye en cosas así. No quería que fuera un simple encuentro furtivo.

Así que he decidido publicarlo por partes para evitar un tedioso y extra largo One-shot que había tomado forma.

Lo que aseguro habrá será Emiko siendo Emiko. Chrome siendo Chrome. La presencia de Vongola y el caos que siempre hace, y espero no olvidar algún otro detalle que les gustase que incluyera aparte de que ambas mujeres se confronten y que Emiko conozca a sus nietos. (Si, van a aparecer)

Sin más por el momento, dejando de lado mis explicaciones insatisfactorias. Los dejo.

Y no creo que sea necesario leer Correspondencias para poder entender esta historia.

Jitomatazos, abucheos, intento de linchamiento y amenazas con armas punzo cortantes. Al final del capítulo, por favor.

Nota/Disclaimer/Negación/Aviso/etc…: Katekyo Hitman REBORNy Cía. no me pertenecen, son propiedad de Amano Akira. Esto es por mero entretenimiento sin fines de lucro.


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El orgullo, que nos inspira tanta envidia, a menudo nos sirve también para moderarla.

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Milan, Italia. Cinco años después.

Lujo y esplendor se derrochaba a gritos en el gran salón donde se llevaba a cabo la fiesta.

Llegaban carros de lujo y estos se apostaban a las afueras de la mansión del anfitrión, de estos bajaban grandes y diversas celebridades de varios campos sociales: magnates, artistas, políticos, empresarios, investigadores, miembros de firmas importantes, deportistas y demás se apiñonaban y codeaban con la alcurnia de media Europa y otros lares.

¿El motivo de la fiesta?

Ninguna en particular podría decirse, quizás meramente el celebrar la buena fortuna de la familia anfitriona, quienes querían compartir y mostrar su dicha al mundo. Quién estaba tras todo esto era el Señor Giordano Coletti, que durante su regencia al frente de su familia, todo iba viento en popa con sus negocios, sus relaciones empresariales y con broche de oro: el futuro nacimiento de su primer nieto heredero; el señor no cabía de gusto. Simplemente porque podía darse el lujo, realizo semejante recepción y aparte, para agradecer a uno que otro 'amigo' de tan buena estrella lo guiaba y lo protegía del infortunio.

El recinto que se uso dentro de la mansión era enorme; no había problema entre las mesas llenas de manjares; la gente que iba y venía por estas, que simplemente platicaba; los músicos, los que bailaban, los meseros iban y venían agraciadamente con porte entre mesas. Un mar de gente poderosa e influyente.

La noche era hermosa aunque fría, los enormes y preciosos ventanales del salón estaban cerrados y solamente las cortinas estaban alzadas para dejar al deleite la vista del hermoso jardín exterior y la Luna llena que se ya se alzaba en la oscuridad.

Emiko tenía que reconocer que rara vez había estado presente en una fiesta de tanta clase y alcurnia como esta, con gente importante de tan variados ámbitos.

Solo por lo esplendoroso del festejo, solo quizás, no estaba mostrando su disconformidad y molestia de haber sido invitada y traída casi a la fuerza a esta recepción.

Había tenido una semana muy pesada con su última película en Gran Bretaña y a pesar de que ya había sido invitada con anticipación, ya se había hecho a la idea de no asistir; todo para que casi a última hora, su esposo y el Productor de la película, la hayan prácticamente obligado a asistir de un día para otro. El exceso del trabajo, junto con lo cansado del viaje la tenía de mal humor que bien podía aún disimular.

No comprendía por qué tanta insistencia de su marido de venir, si a la mera hora en cuanto habían entrado al lugar y saludado a un par de personas, este se perdió de vista y ya tenía rato sin saber de él o que tramaba. Estaba seguro que tendría que ver con negocios, su marido no desperdiciaría una gran oportunidad como esta para encontrar a posibles socios o inversionistas, pero francamente no era para mostrarse tan emocionado o ansioso como para dejarla olvidada como cualquier cosa y dejándola sin compañía durante la velada.

Así que así estaba la gran Higurashi Emiko, en toda su hermosa y sola gloria, con una copa de vino en una mano y mirando con altivez a su alrededor. Y jamás admitiría que se sentía extraña al hallarse abandonada; todo mundo o había venido en pareja o ya se encontraban en grupitos platicando amenamente de algo, lo que fuese, lo que rodara en su presuntuoso mundo. Reconocía a varias celebridades, también en qué idioma hablaban pues había gente de muchas partes del mundo, se oía la risa y la preciosa música de fondo, pero lo que ella quería era unos analgésicos e irse a dormir ya. Poco podría importarle la dicha de la familia Coletti… Bien sabía que estaban por convertirse en un gran emporio comercial en el ramo de la industria pesquera y, quizás porque ya tenía un poco de migraña, poca utilidad podría encontrarle a una amistad con tal familia. Pero siendo la actriz principal de la última película de un afamado Productor y Director de cine, le hizo ser merecedora de asistir.

Lástima que no tuviese deseos de hablar en lo absoluto. Pero ella aún tenía su humor de perros y prefería mantenerse así apartada.

Quería irse, en verdad, pero algo más le indicaba que aún no era hora. Intuición femenina, sexto sentido, ¿la conciencia culpable y nervios crispados?

¿Qué?

A saber.

Algunas veces se sentía paranoica y sentía que en cualquier momento algo sucedería, o mejor dicho… alguien aparecería de la nada, en cualquier vuelta en la esquina, abriendo la puerta o por medio de una llamada telefónica. Como si alguien la acechara desde las sombras.

La mujer movió la cabeza para desecharse esas ideas. Le sulfuraba y odiaba admitirlo.

Todo eso había empezado desde que había leído esa maldita carta hace ya tantos años. Algunas veces se preguntaba cómo tan simple papel pudo haber puesto su mundo de cabeza por meses y aún tras años, seguía haciendo cimbrar su ser.

Ese maldito papel que por más que hubiese deseado destruirlo, algo dentro de ella la obligo a guardarlo. Emiko había perdido la facultad de dominar sus emociones y acciones. Algunas veces ignoraba que la empujaba a hacer esas cosas. Así que esa nefasta carta fue a parar en el fondo del último cajón de su escritorio, debajo de demás documentos, libretos o libros sin uso y quedando aparentemente en el olvido.

Fueron meses difíciles de asimilar las palabras escritas en ese mugriento documento, que incluso sus conocidos más cercanos se preocuparon y su marido se extraño por su peculiar forma de actuar durante la época que vino después: siempre ida, pensativa, distraída, encerrada en su mundo e incluso se le llego a notar nerviosa. El contacto con el mundo exterior le causaba pánico por alguna razón que él nunca logró entender. Emiko jamás le contó sobre la misiva de Nagi ni su contenido. Jamás le dijo que ella seguía viva, por allí y con su propia familia.

A duras penas Emiko podía entender la realidad que el mero hecho de admitirlo en voz alta, a alguien más, era como admitir una penosa falta que no estaba enterada y terminaba sintiéndose ella estúpida.

Tras entender muy lentamente que la carta tenía razón, en el hecho que sería muy fortuito o milagroso que algún día encontrase a Nagi, no había de que preocuparse por ahora.

Cada quién a lo suyo ¿No decía eso la misiva?

Pero algunas ocasiones ella no podía evitar sentir que de un instante a otro se aparecería frente a sí esa muchachita que era su hija.

La carta había sido un parte aguas en su vida, le dolía admitirlo. Pero pensar en el hecho de verlo por sus propios ojos y ver que era cierto, jodidamente cierto, sentía que iba a ser demasiado para ella.

Y el peor de los casos, si bien algunas de sus dudas respecto a lo que había sido de su hija tras su desaparición habían sido aclaradas, otras más preguntas surgieron: ¿Dónde vivía? ¿A qué se dedicaba? ¿Qué hacía?

Para agravar el asunto, y le asustaba, es que cuando ella se cuestionaba esas cosas sobre su hija, el tono de sus preguntas no solo iban acompañadas de sea mórbida e indolente curiosidad que solía tener cuando de vez en cuando se acordaba que tenía una hija y que no estaba muerta del todo (antes de recibir la carta) Ahora tintes de preocupación o consternación manchaban su mente. ¿Era genuina inquietud? ¿Por qué? ¿Su instinto materno se volvió a encender? Patrañas.

Debía ser el miedo de que sacaran sus trapitos sucios al Sol.

Esos oscuros pensamientos aún seguían a flote, aquellos que le indicaban a Emiko que no debía de fiarse de Nagi y sus buenas intenciones y deseos. No fuera que quisiera empañar su vida con escándalos.

Lo curioso es que prefería ella pensar en esa triste y nefasta posibilidad, que aceptar el hecho que realmente quería saber que era de la mujer en la que se supone debía ser su hija a estas fechas.

Y ella en semejante fiesta y seguía pensando en esas estupideces. Demonios.

Pero si solo supiera que no erraba tanto en pensar sobre su desaparecida hija en esta preciosa fiesta y todos los eventos que le esperaban por suceder a esta mujer…


Espero sea de su agrado. Dependiendo de ello iré subiendo las demás piezas.

Gracias.