Capítulo 1
Naruto se limpió la sangre que manaba de su labio partido con el puño, sonrió con arrogancia. Su contrincante yacía inconsciente en el suelo de concreto. Tomó su mochila que estaba tirada a unos metros de él, y siguió su camino de regreso a casa. El día siguiente tal vez terminara siendo expulsado del colegio por haberle despichado la vida al hijo de puta, pero valía la pena, de igual manera no era que tenía mucho futuro en el estudio, era un estudiante de mierda, seguía asistiendo a clases con tal de no verla la cara a la alcohólica de su madre.
Su estómago gruñó, habían pasado más de 12 horas desde la última vez que comió, estaba mareado y muerto de hambre. Se metió las manos en los bolsillos y siguió caminando, le temblaban las piernas, su mirada se tornó borrosa, tuvo que detenerse y apoyarse en una pared. Todo a empezó a dar vueltas, y vueltas, después todo estaba negro.
Sasuke salió de la tienda, giró la cabeza por casualidad y vio como un muchacho se desvanecía, corrió a agarrarlo, estaba sangrando. ¿Qué diablos le había pasado? ¿Lo habrían asaltado? Tanteó un poco su cuerpo buscando heridas, por suerte solo tenía la de su ceja y el labio.
—Oye, oye… ¿Niño? ¡Hey! —le dio pequeñas bofetadas, aunque de verdad no tenía ni la más mínima idea de lo que tenía que hacer en estos casos.
Varias personas se reunieron a su alrededor. Todos hablaban sobre llamar una ambulancia, pero nadie hacía nada. Sasuke pidió a su guardaespaldas que trajera un poco de agua. Juugo, su guardaespaldas, levantó una ceja a modo de pregunta, su cara le decía ¿Qué carajos estás haciendo? Se supone que tenías que estar en la reunión con la familia Hyuga. Neji no iba a estar muy feliz. Juugo suspiró y le llevó la botella, si algo tenía Sasuke Uchiha era complejo de héroe.
Naruto abrió los ojos lentamente, la cabeza seguía dando vueltas y todo era tan confuso, que volvió a cerrarlos para segundo después abrirlos nuevamente, y pestañar varias veces. Sintió las mejillas calientes al darse cuenta de la cantidad de miradas que estaban fijas en él. Un hombre alto y jodidamente atractivo lo sostenía en su brazos, trato de alejarse, pero no tenía fuerza suficiente para moverse. Estaba incómodo, pero se sentía a gusto y protegido, tal vez por eso estaba incómodo.
—¿Estás bien? —preguntó con voz profunda y masculina.
—Sí... yo... —sacudió la cabeza para despejarse. —¿Qué mierda me pasó?
—Te desmayaste —respondió sin apartar esa oscura mirada de él. Naruto se sintió todavía más incómodo con esos ojos negros fijos en él. El extraño lo miraba como si realmente estuviera preocupado por él.
—¡Genial! —dijo sarcásticamente mientras el tipo, lo ayudaba a levantarse
—No hay nada más masculino que desmayarse como una niñita.
—¿Ya estás mejor? —preguntó Sasuke sin soltar a niño, con el rabillo del ojo pudo ver a Juugo hablando por teléfono con alguien, seguramente era Neji Hyuga.
El estómago de Naruto gruñó, él se llevó la mano al estómago mientras se ponía rojo como un tomate, a Sasuke no le pasó desapercibido el sonido ni tampoco el color de sus mejillas que lo hacían parecer jodidamente tierno.
—¿Quieres algo de comer?
—No. —gruñó.
—No me malentiendas. Creo que se te bajó algo. Necesitas comer para ponerte mejor.
—Dije que no. —respondió empezando a caminar. Mala idea. Volvió a marearse y estuvo a punto de caer, pero el héroe autoproclamado; lo rodeó con sus brazos, evitando otra vez que cayera. —Gracias. —murmuró entre dientes.
—Hagamos un trato, te compró un combo de Mc Donald's y te lo comes de camino al hospital.
—Estoy bien. —dijo sintiéndose débil, y hombres como él no podían permitirse un momento de debilidad, o terminarían comiéndote vivo.
—Solo necesitas unos puntos en tu ceja.
Naruto se llevó la mano al rostro. —La fiesta se pone a un mejor, el hijo de puta me arrancó el piercing.
Sasuke rió un poco. —Vamos, mi carro es aquel.
Señaló un Mercedes negro. Con que tenía plata, pero debió suponerlo desde el principio, después de todo estaba usando un traje que no parecía nada barato, ¡qué decía! Era un Mercedes-Benz, por supuesto que era caro.
—No tienes que hacerlo.
—No puedo simplemente dejarte ahí. —hacía un buen rato los chismosos se habían dispersado, dejando al niño a su suerte, pero claro que él no iba a hacer lo mismo.
—No tengo como pagarle.
—No tienes que hacerlo.
—Pero...
Sasuke suspiró impaciente, cuanta terquedad y siendo tan joven.—Mira, quiero y puedo hacerlo. Déjate de tonterías y vamos.
Naruto se dejó guiar por el hombre que todavía podía ser una clase de psicópata que estaba engatusándolo para luego poder matarlo y sodomizar su cadáver. Entraron en el carro, sintió el cuero crujir bajo de su trasero. ¡Wow! El motor ronroneó y minutos después estaban recorriendo las calles.
Sasuke le ofreció un pañuelo, lo miró confundido porque no entendía para qué coño se lo estaba dando, él presionó la tela suavemente en su rostro. —Para detener la hemorragia.
—Gracias. —quitó la mano de Sasuke y sostuvo el pañuelo con su propia mano.
—¿Cómo te llamas?
—Naruto.
—Bien, Naruto. ¿Qué fue lo que pasó?
Se encogió de hombros. —Una pelea en la escuela.
—¿Cuántos años tienes?
—16.
—¿Tus padres?
—Mi mamá debe estar trabajando —mintió, lo más seguro era que su mamá estuviera inconsciente sobre su propio vómito. —Y el donador de esperma, desaparecido.
—Entiendo. —le sonrió. —Luego de que te den unos puntos, puedo llevarte a casa.
—No, gracias.
—Pero, me gusta...
—Dije que no, ya ha hecho mucho. —habló más brusco de lo que debería, pero de verdad no quería aprovecharse más de él.
—Ok.
Pasaron a Mc Donald's. El hombre dijo que podía pedir lo que quisiera, así que compró dos hamburguesas, una Coca-Cola grande y un McFlurry. Cuando llegaron al hospital, lo atendieron apenas llegaron, la enfermera fue amable, le hicieron unas cuantas radiografías y luego de unas horas, tenía dos puntadas en la ceja, el estómago lleno y al parecer, un nuevo amigo.
Le entregó su tarjeta a Naruto para que lo llamara en caso de que necesitara algo. Y en verdad deseaba que lo hiciera, por alguna razón necesitaba protegerlo, era un deseo que nacía desde la parte más profundo de su ser. No lo entendía, pero tampoco lo cuestionaba. En estas cosas, nada tenía sentido, no importaba cuando intentaras buscarlo, jamás lo hallarías.
Cuando llegó a su casa, Naruto seguía estando en su cabeza.
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—¿Desea algo de comer, señor? —preguntó la señora que se encargaba de la limpieza.
—No, muchas gracias.
Entró a su cuarto, se desnudó para tomar una ducha caliente. Necesitaba relajarse un poco. Lo mejor de su día, había sido estar con Naruto en el hospital mientras le suturaban la herida, su día fue horrible y el extraño humor del chiquillo, le había sacado más de una sonrisa.
Dejó que el agua cayera sobre su cuerpo. Tomó su pene y empezó a masturbarse, como hacía cada vez que se duchaba, pero está vez, el rostro que apareció en su mente mientras lo hacía, no fue el de Gaara, su pareja, sino el de Naruto. Fueron sus ojos azules como el cielo, sus labios que prometían ser suaves contrastando con la dureza de su rostro, fue el rubio quién lo hizo probar un pedazo de cielo.
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Naruto se encontró con su mamá dormida en la cama. La casa olía a Tronex de limón, y sorprendentemente estaba limpia. Al parecer, su madre, tuvo visitas ese día. Siempre aparentaba estar bien cuando alguien iba a visitarla, estaba sobria, duchada y oliendo a ese perfume caro; la casa era limpiada a fondo, y en la cocina había algo delicioso.
Entró a su cuarto, tiró su mochila al piso, se quitó el uniforme del colegio para ponerse una pantaloneta negra y acostarse en su cama. Pensó en llamar a Sasuke y agradecerle nuevamente su ayuda, pero, uso su cabeza por primera vez, era mejor si se mantenía lejos de él, ya que era un maldito problema para cualquiera que estuviera a su alrededor.
—Naruto, Naruto. —su madre lo sacudió salvajemente. —Muévete, maldita sea.
Bostezó y se rascó un ojo con el puño mientras se sentaba. Ni siquiera recordaba haberse quedado dormido. Cubrió un nuevo bostezo con su mano, enfocó a su madre para ponerle atención.
—¿Qué pasa? —preguntó tratando de despertarse.
—Necesito que te vayas.
—¿Qué?
—Vete.
Naruto miró la hora en el reloj que tenía en la mesita de noche. —Son las
11:56 de la noche, mamá.
—Él viene para acá. Sabes que no te soporta. Necesito que te vayas, si estás aquí va a enojarse y no venir más.
—No me importa. —volvió a acostarse.
Kushina agarró a su hijo del pelo, sacándolo de la cama a la fuerza.
Naruto deseo darle un puñetazo, pero ella era su madre.
—¡QUÉ TE LARGUES! NO QUIERO VERTE AQUÍ. ¡VETE! ¡MALDICIÓN!
Naruto se levantó del suelo. Tomó su sudadera negra, se calzó unas converse viejas que estaban en las últimas, agarró su mochila y salió de su casa maldiciendo tanto como pudo.
Caminó dos cuadras y dobló en la esquina. Faltaba poco para llegar al "Parque de Piedras", que era una zona verde con hamacas, un mini-tobogán y demás jueguitos para niños, se sentó en una de las piedras gigantes que adornaban el lugar, sacó su cuaderno de dibujo, y comenzó a hacer lo que mejor sabía.
Luego de unos minutos, se dio cuenta que estaba dibujando a Sasuke. Su cabello negro despeinado, sus ojos oscuros, su sonrisa arrogante, las facciones de modelo, el tipo debía tener mujeres y hombres persiguiéndolo.
De su mochila sacó la tarjeta donde estaba grabado su nombre y su número de teléfono. Sasuke Uchiha. Él le había pedido que lo llamara, pero no estaba seguro de hacerlo. Guardó sus cosas y caminó un rato, estaba haciendo frío esa noche, no tanto como otras, pero si lo suficiente como para hacer que le castañearan los dientes. Se detuvo frente al teléfono público, sacó unas monedas de su mochila y… Nada. No lo llamaría.
—¿Naruto? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Karin, su prima.
—El novio de mi mamá va a llegar y me sacó de la casa. —lo dijo con total frialdad, ya estaba tan acostumbrado que no le dolía una mínima mierda.
—Volvió a tirarte a la calle. —gruñó la mujer. —Pero que mierda tiene esa mujer en la cabeza. Vamos a mi casa, puedes dormir en el sofá.
—Gracias.
—Somos familia, idiota. No tengo más opción.
—¿Dónde estabas? —le preguntó para iniciar conversación.
—No te importa.
No siguió preguntando ni trato de hablar con ella. Karin era así, una perra odiosa con la que podía contar a veces.
