—¿Qué coño estás haciendo, Kojirou? ¡Incluso yo puedo oír el ruido!

—Lo siento Natsu. Un grupo de asesinos consiguieron acorralarme y tuve que deshacerme de ellos.

—De acuerdo, joder, lo que sea. Tan solo intenta no causar tanto alboroto. Esta misión es muy importante y no podemos permitirnos ningún fallo.

A pesar de que Kojirou no respondió Natsu esbozó una sonrisa. En el mismo instante en que había contactado con su amigo los molestos sonidos provinientes del piso inferior se habían detenido. Natsu volvió a concentrarse en sus propios problemas. La base de datos del sistema de seguridad estaba protegida por un cortafuegos de nivel A, lo que significaba que su PP no podría encargarse de el. Eso suponía un problema. Natsu no se había planteado siquiera la posibilidad de encontrarse con esa seguridad en los sistemas de la Famiglia Bovino, mucho menos tras la confirmación de Gyuudon, quien había pertenecido a la Famiglia durante casi siete años. Natsu soltó un resoplido mientras manipulaba su último diseño de notebooks de bolsillo. Había pasado la noche en vela solo para construír ese maldito aparato y si no le era útil ahora iba a matar a alguien. Tras un par de minutos la descarga se inició de nuevo; Natsu empezó a introducir códigos sin la más mínima vacilación.

Access granted.

Bingo.

Natsu se permitió sonreír de nuevo antes de ajustarse el audífono.

—Tu turno, Uri.

—¡En movimiento!

Ahora tan solo era cuestión de esperar. Su intuición todavía no le había advertido de ningún problema así que podía relajarse por el momento. Natsu se recostó contra la pared entrecerrando los ojos, limitándose a disfrutar del escándalo que las bombas de Uri estaban provocando. El plan de Roll estaba saliendo tan bien como siempre. Natsu no sabía ni porqué seguía preocupandose, teniendo en cuenta que cuando acabasen, esta sería su sexta misión cumplida con éxito. Sin sufrir ni una sola baja, altercados o heridas. Natsu se sonrió con satisfacción bajo la capucha negra; teniendo en cuenta que habían robado a dos Famiglias aliadas a los Vongola, sus actuaciones estaban siendo estelares. Quizá podrían tomarse un descanso después de esto y...

Alerta, intruso detectado. Alerta, intruso detectado.

El joven, no debía tener más de diéciseis años, salió de su estado somnoliento para tirarse encima del portátil. La pantalla se había vuelto roja y las palabras "alerta, intruso detectado" aparecían de forma intermitente. Natsu había hackeado el sistema para asegurarse de que cualquier posible contratiempo le fuese informado, pero definitivamente no esperaba tener que usarlo. Mascullando un par de insultos entre dientes Natsu regresó a su trabajo, introduciendo códigos a una velocidad que hacía honor a su fama de ser el mejor hacker del mundo. Inmediatamente activó las trampas de la planta en la que se encontraba el advenedizo, que superó toda y cada una de ellas con una facilidad asombrosa. Natsu entrecerró los ojos fijando la mirada en el punto rojo del mapa. Si sus cálculos no fallaban - y nunca lo hacían - se estaba dirigiéndo directamente hacia...

Mierda.

—Knuckles, Gyuudon, salid de la base de armamento. Alguien se dirige a vuestra posición.

—¡Pero tenemos el extrem...!

Ahora.

Para el alivio de Natsu ambos iconos empezaron a moverse en la pantalla hacia la dirección opuesta a quien fuera que los estuviera persiguiendo. Activó también los sistemas defensivos de la sala de armas antes de avisar al resto de sus compañeros de que evacuasen el edificio. Tenía la horrible sensación de que no debían enfrentarse al desconocido, quien a fin de cuentas había conseguido superar las trampas como si fueran simples baches en el camino, y además ya tenían lo que habían ido a buscar. Tanto el bazooka de los diez años como los dos trajes camaleónicos que su cliente quería. La misión podía considerarse un éxito, no había necesidad de correr riesgos innecesarios.

—Voy a morderlo hasta la muerte.—le informó Roll a traves de los cascos y Natsu sonrió.

—Por supuesto, adelante.—su cerebro tardó un par de segundos en registrar el significado completo de la frase.—¡NO! ¡Roll! ¿Acaso estás sordo? ¡Hemos acabado! ¡Ese tío ha conseguido atravesar todas las barreras de los Bovino sin perder ni un maldito segundo! ¡Roll! ¡Roll escúchame!

El sonido de la línea muerta fue todo lo que recibió por respuesta. El muy inconsciente había apagado sus cascos. Natsu suspiró con frustación. ¿Porqué nunca le hacía caso? Cada vez. Era lo mismo que sucedía en cada maldita misión.

—Owl, necesito que vayas a la sección Beta y saques al imbécil de Roll de ahí, va a conseguir que lo maten.

Owl era la única persona de ese dispar grupo en la que podía confíar ya que nunca desobedecía una orden, incluso cuando Natsu no pretendía que fuera una orden. Pudo oír su silencioso asentimiento y volvió a mirar la pantalla. Curiosamente, se percató Natsu, el punto rojo ya no podía ser detectado en la sección Beta. Recorrió rápidamente todos los hangares de almacenamiento, salas y pasillos de la Base pero...

Click.

Por supuesto. Si tenía que estar en alguna parte, iba a ser detrás de él. A veces Natsu se preguntaba si no le habrían echado un mal de ojo al nacer porque su mala suerte superaba todos los límites de la Ley de Murphy. Suspirando esquivó la bala, desconectó el PP y sacó sus propias pistolas (un par de Desert Eagles regalo de Uri), apuntándolas directamente a la cabeza del que había disparado por primera vez.

Para su desgracia el hombre había desaparecido.

Natsu apenas tuvo tiempo para tirarse al suelo, y aún así la bala pasó rozándole la capucha. Al instante siguiente se encontró a sí mismo rodando para esquivar una serie de balas y, finalmente, sintió que alguien le ponía un pie enicma del pecho. Natsu alzó la mirada. Sus ojos se detuvieron frente a una Colt 45, sostenida por un hombre vestido con un traje negro, camiseta amarilla y un fedora negro con una franja amarilla que le cubría parte del rostro con su sombra. Aún así Natsu no necesitaba verle la cara para saber quien era. Cualquier persona que alguna vez hubiera tenido algo que ver con la mafia lo conocía. Aunque no se permitió ni siquiera pensarlo, durante una fracción de segundo Natsu se vio a sí mismo muerto.

—Creía que el mejor asesino del mundo no se juntaba con los de menor categoría.—dijo, en cambio, con una sonrisa burlona solo oculta por el pasamontañas.—El Noveno por fin se ha cansado de tu egocentrismo?

Reborn ignoró su burla haciendo un disparo de advertencia a su lado.

—¿Quién eres?

—Soy el Doctor.

Su mofa solo le consiguió una patada en el pecho que le hizo chocar contra la pared.

—Si no te gustaba el Doctor Who podrías habermelo dicho. Lo hubiera entendido.—le comentó casualmente Natsu haciendo una mueca de dolor mientras se volvía a poner en pie, sin apartar la mirada de su enemigo.

Natsu no era idiota y tampoco pretendía ganar, ese no era su objetivo en el encargo. Pero sí necesitaba tiempo, era lo único que le hacía falta. Natsu se concentró en analizar los movimientos del asesino antes de dibujar una sonrisa confiada. Ambos se miraron durante unos segundos antes de enzarzarse en la pelea.

Natsu esquivaba, se agachaba y bloqueaba cada bala o golpe que lanzaba Reborn, limitándose a esperar una oportunidad para contraatacar. Aunque en apariencia no hubiera ninguna Natsu sabía que incluso el mejor podía comenter un ínfimo error que pasaría desapercibido para cualquier otra persona. Pero Natsu no era cualquier persona. Fue al agacharse para evitar un disparo a la cabeza que lo vio: Reborn iba a mover el brazo derecho para darle un puñetazo en el costado, dejándo durante medio segundo su propio pecho al descubierto. Natsu se dejó golpear antes de apoyar las manos en el suelo, girar sobre sí mismo y darle una patada en las costillas. Cuatro cosas diferentes pasaron al mismo tiempo en ese momento.

Uno, Reborn tuvo que retroceder un paso por la fuerza del golpe.

Dos, alguien gritó "Natsu".

Tres, se escucharon dos disparos.

Cuatro, una nube de humo blanco y varias explosiones cubrieron totalmente el pasillo durante varios segundos.

Cuando el humo se disipó Reborn estaba solo de nuevo. El asesino observó fríamente el pasillo antes de agacharse para recoger su sombrero, ahora con un agujero de bala en el centro. Le sacudió el polvo antes encaminarse a la salida con una leve sonrisa de satisfacción. Aunque aún le faltaba mucho por aprender, y Reborn sabía que Natsu era consciente de que si hubiera querido matarlo podría haberlo hecho, el asesino tuvo la certeza de que ese grupo iba a ser una buena fuente de entretenimiento. Al menos merecería la pena intentar reclutarlos. E incluso aunque se negasen eran lo suficientemente buenos como para que matarlos le concediera algo de satisfacción personal.


Tsuna contuvo un bostezo mientras se forzaba a sí mismo a atender. Nezu era uno de los peores profesores de la historia, y la noche anterior había sido mucho más compleja de lo que esperaban en un principio. Balanceándose entre la vigilia y el sueño Tsuna miró a sus dos amigos. Yamamoto estaba utilizando el libro matemáticas para dormir sin que se diesen cuenta y Gokudera...bueno, Gokudera estaba siendo Gokudera y no se molestaba ni en fingir que prestaba atención. Tsuna rodó los ojos divertido antes de volver a mirar a la pizarra. Una ecuación tan sencilla que podría resolverla con solo echarle un vistazo. Tsuna se dejó caer encima del pupitre cerrando los ojos. Justo cuando se había puesto lo suficientemente cómodo como para dormir en el pupitre su móvil vibró. Tsuna lanzó un bostezo adormecido antes de abrir un ojo perezosamente para leer el contenido. Hemos investigado lo que nos pediste. Está en Namimori. Tened cuidado. Tsuna no tuvo tiempo ni de procesar el mensaje cuando la puerta de la clase se abrió de golpe. El chico levantó la mirada con algo de reticencia. Al instante se arrepintió de haberlo hecho.

—A partir de hoy tendremos un profesor en prácticas en el aula.—dijo Nezu sin percartarse del repentino cambio en la actitud de tres de sus alumnos.—Se llama Reborn.

Si Tsuna hubiera sabido en ese momento el caos que estaba a punto de inundar su vida habría salido corriendo sin mirar atrás.

PRÓLOGO

El primer encargo que recibieron fue robar un valioso colgante de la mansión de la Famiglia Cavallone. En ese entonces los Dark Reapers, el nombre que le concederían al grupo en el futuro, todavía no estaban formados oficialmente. Eran tan solo tres chicos con demasiado talento y tiempo libre, que habían comenzado a labrarse una reputación por su cuenta. Natsu era considerado el mejor hacker de la historia, Kojirou uno de los mejores espadachines jamás vistos y a Uri se le conocía con el sobrenombre de Smokin' Bomb por su increíble puntería con las bombas. Su cliente les encargó reunirse e infiltrarse en la mansión juntos, alegando que sería una misión un tanto díficil para un grupo de niños inexpertos como ellos. Lo cierto es que consiguieron superar sus expectativas; no solo salieron invictos, sino que los lazos que se habían formado durante la misión les hizo quedarse juntos.

Fue entonces cuando decidieron empezar a actuar como un grupo. A lo largo de las cinco siguientes misiones fueron uniendo a más miembros a su equipo. Para cuando se dirigieron a la mansión Bovino ya eran siete, y de alguna manera todos sabían que era el número que tendría que haber sido desde el principio. También fue en esa misión cuando su reputación comenzó a tomar forma en el mundo de la mafia. ¿Porqué? Muy sencillo. No solo habían conseguido robar una de las armas más importantes de la Famiglia, sino que además habían salido con vida de un enfrentamiento con el mejor asesino del mundo, Reborn. Esto provocó que sus servicios fueran requeridos muchas más veces, y también hizo que el grupo tuviera que enfrentarse al asesino de los Vongola en demasiadas ocasiones para su gusto. Para su vigésima operación como un grupo, ahora conocido como Dark Reapers, todos y cada uno de ellos había tenido al menos un enfrentamiento directo con Reborn, si bien sus huídas habían sido fruto de su suerte más que de su habilidad. Aunque se considerasen rivales del asesino incluso ellos reconocían que su nivel era inferior al de ese maldito asesino.

Así que, teniendo en cuenta que su último contrato había provocado que volvieran a infiltrarse en una de las bases de los Vongola, y sabiendo, como sabían, que Reborn era el mejor asesino de esa Famiglia, su reacción podría ser calificada de normal. Por que, ¿qué otra cosa estaría haciendo un asesino experimentado en su instituto sino fuera porque los habían descubierto? Tsuna, Yamamoto y Gokudera no tenían ninguna respuesta a esa pregunta, ni tampoco estaban seguros de querer saberla. El resto de las clases fueron un suplicio para los tres, que aunque estaban intentando fingir que no pasaba nada no podían evitar dirigir miradas casi suplicantes al reloj. Tsuna había empezado a mandar mensajes al resto de los miembros de su equipo con todo su disimulo, y en cuanto sonó el timbre que marcaba el fin de las clases los tres salieron volando del aula. No se detuvieron hasta llegar al piso/base que habían alquilado hacía unos cuantos meses.

Por suerte el resto ya se encontraba allí.

—¡Sawada estaba EXTREMADAMENTE preocupado!—Ryohei los recibió con un grito ensordecedor.

—Baja el tono o te morderé hasta la muerte, hervíboro.—y Hibari de inmediato se puso en guardia sacando sus tonfas.

—Yare, yare...—empezó a decir Lambo pero fue interrumpido por una bomba de Gokudera.

Yamamoto intervino de inmediato para calmar el ambiente mientras Tsuna se llevaba una mano a la frente con frustración. Era por esa misma razón que intentaba no juntarse con todos al mismo tiempo. Estaba harto de tener que pagar las restauraciones.

—¿Ya estáis tranquilos o necesitáis algo más de tiempo para actuar como niños de cinco años?—finalmente, tras varias explosiones, disparos, amenazas de ser mordidos hasta la muerte y un par de lloriqueos por parte de Lambo, se habían acomodado cada uno en su sitio. Tsuna estaba de pie apoyado contra la pared, una mirada seria había cubierto sus ojos habitualmente dulces y tranquilos.

—¡¿Porqué tengo que sentarme al lado del chiflado del béisbol?!—una mirada de Tsuna bastó para que Gokudera dejase de quejarse.

—Tenemos problemas mucho más graves que ese ahora mismo, Hayato.

—Si el asesino nos ha encontrado lo morderé hasta la muerte.

—¡Estoy de acuerdo con Kyoya AL EXTREMO!

—Si usas mi nombre otra vez te morderé hasta la muerte.

Ryohei ignoró la amenaza y le pasó un brazo por los hombros a Hibari con actitud amistosa, ganándose un golpe en la cabeza que lo hizo caer hacia atrás. Tsuna se cruzó de brazos golpeando impacientemente el suelo con el pie. Gokudera y Yamamoto se pusieron en el medio para evitar más peleas.

—Reborn no es sólo el mejor asesino de los Vongola, se le considera el mejor del mundo. Ninguno de nosotros, ni siquiera todos juntos, tendríamos una sola oportunidad en su contra.—con eso el chico miró a Hibari con los ojos entrecerrados. Recordaba muy bien lo que había hecho en su primer encuentro contra el asesino.—Irie y Spanner se están encargando ahora mismo de hackear la base de datos de los Vongola, no sabemos si está aquí en una misión o porque nos han localizado, pero hasta entonces tenemos que mantener un perfil bajo. No podemos permitirnos darle motivos para desconfíar...eso quiere decir que nada de explosiones, bates que se convierten en espadas, granadas, puños extremos, ilusiones o cualquier cosa de ese estilo. ¿Entendido?

—¡Actuaremos al extremo!—dijo Ryohei volviendo a lanzar un brazo al aire, y Tsuna juró que había visto fuego saliendo de su amigo.

—También es importante mantenernos como desconocidos, Reborn se ha enfrentado a nosotros muchas veces, es lo suficientemente observador como para descubrir los parecidos que tenemos con nuestros alter ego...

—No te preocupes, Tsuna, lo tenemos todo bajo control.—le dijo Yamamoto sonriendo.

—Yare, yare...si no nos han descubierto hasta ahora, lo más probable es que solo tenga una misión por aquí. No hay de que preocuparse, Tsuna.—agregó Lambo haciendo un gesto indiferente con la mano.

Tsuna asintió levemente.

—Aún así es mejor prevenir. Tened cuidado.


—¡Mamá ya he vuelto!—Tsuna se quitó los zapatos con prisa y se dirigió a las escaleras.—¡Tengo muchas cosas que hacer así que voy a ir a mi habitación directamente!

Pero al parecer su madre tenía otros planes. Saliendo de la nada Nana apareció para agarrar a su hijo por el brazo, con una gran sonrisa pintada en el rostro. Sin saber muy bien porqué Tsuna tuvo la sensación de que no iba a gustarle nada de lo que le dijese.

—¡Tsuna! ¡Tengo una buena noticia para ti!—Tsuna fue literalmente arrastrado hacia el salón.—Mira el panfleto que tenía hoy en el buzón.—el adolescente cogió la hoja con desconfianza.

Convertiré a su hijo en el líder de la siguiente generación.

Soy joven y apuesto.

Mientras tenga un lugar en el que dormir y para comer, le daré clases gratuitas las 24h.

Tsuna miró a su madre.

Nana miró a su hijo.

...

...

...

—¡Mamá yo no necesito un tutor! ¡Tengo una media de 65 en todas mis clases!—explotó al fin Tsuna mirando el panfleto incrédulo.—¡Además esto suena a estafa! ¿Qué pasa si es un ladrón que busca una excusa para robarnos?

—Tsu, no tienes que ser tan desconfíado.—¡ni tú tan ingenua!—De todas formas ya lo he llamado. Tus notas podrían estar mucho mejor, tenemos que pensar en tus medias para entrar a una buena Universidad y...

—¡No quiero sacar mejores notas, soy feliz así!—insistió Tsuna.—¡La futura generación puede arreglárselas sin mí como su líder!

—Solo dale una oportunidad, ¿por favor, Tsu?

La discusión probablemente hubiera seguido de no haber sonado el timbre en ese momento. Resoplando, ¿había alguna otra forma en que su mala suerte pudiera fastidiarle?, Tsuna fue a abrir la puerta. Su suerte le estampó la respuesta en la cara. Ante él, con una sonrisa arrogante y los ojos ensombrecidos por su fedora, se encontraba Reborn.

—Tú debes de ser Sawada Tsunayoshi, ¿verdad?—preguntó al parecer sin notar el shock emocional del pobre adolescente.—Me llamo Reborn, y a partir de hoy seré tu tutor.

Y ahí va el pequeño prólogo, ¿bien? ¿mal? ¿horrible? xD