Moonlight Sanctuary
Un santuario, un santuario para nosotros, para no sufrir más. Un santuario para ser libres de hacer lo que queramos, uno para vivir sin crecer jamás... una vida sin aquello que nos hace sentir mal.
Ven con nosotros, viviremos felices... ¡tan felices!...
Aquí hay luz todo el tiempo, aquí siempre estarás acompañada. Nunca te dejaremos sola, no como él.
Dame tu mano... así nunca te perderás.
Y ella lo hizo.
XxX
Prólogo
Luego de la Inundación.
El terror comenzó, hasta donde yo sé y puedo decirlo, con un barquito de papel, flotando en una alcantarilla rebosante gracias a la lluvia.
El barquito dio un cabezazo, se ladeó, volvió a enderezarse, hundió valerosamente la proa entre los remolinos y continuó su marcha, hasta llegar al semáforo que marcaba la intersección de dos calles. Aquella parte de la ciudad siempre estaba a oscuras y lucía sutilmente hostil, pero en aquella tarde de otoño se veía aún más lúgubre que de costumbre. Llovía sin cesar desde hacía ya una semana, y dos días atrás habían llegado los vientos. La corriente eléctrica se había cortado entonces, dejando a la gente que vivía en el sector sur a la luz de las velas.
Una niña pequeña, un impermeable amarillo, y unas botas azules. Una mancha colorida en la negrura de la avenida. El nombre de la niña era Kagome Momoshiro. Tenía seis años y era la niña más pequeña en la familia Momoshiro, además de la primera en muchas generaciones. Su hermano mayor, llamado Takeshi y conocido por todos en la secundaria como Momo, estaba reponiéndose de una tremenda gripe, que se había extendido entre todos los chicos de más o menos aquella edad y sector, gracias a las precarias condiciones en que estaban sus viviendas.
En ese otoño lluvioso, antes de que se iniciaran los horrores, Takeshi Momoshiro tenía apenas catorce años.
Era él quién había hecho aquel perfecto barquito de papel, que iba y venía con el viento por sobre las aguas turbias de las cloacas, y con el que su hermana jugaba en medio de la calle. Es que con su hermana no se podía negar, hacía todo por ella, aunque estuviera postrado en cama y con la temperatura cuesta arriba desde los 37 grados.
-Tráeme la parafina – Kagome recordaba cada palabra de su hermano, dichas con la voz nasal típica de la gente que está resfriada.
La niña lo miró confundida y se sentó en la cama de su hermano mayor, viendo que estaba por sumirse en un profundo sueño.
-¿Qué es eso?
-Tu sólo tráemela, está en el sótano. Aquella caja que dice... eh, la caja roja... – fue la respuesta cansina de Momo, al tiempo que movía un brazo adormilado por la larga siesta, hacia algún lugar que la niña no pudo precisar.
Sin hacerle caso a aquel evidente desvarío de parte de su hermano, Kagome se dirigió obediente hacia el sótano. No le gustaba ese lugar, en absoluto, aunque todo el mundo le decía que tenerle miedo era una tontería. Siempre que estaba en el último escalón antes de tocar el piso, le parecía ver una figura caminando entre las cajas llenas de tierra y telarañas. Tragó saliva y bajó seis de los siete escalones que la conducían al depósito, tanteando mientras tanto, las paredes, en busca del interruptor de la luz. Lo encontró al momento exacto en el que su pie encontró el suelo. Con una alegría creciente, lo accionó, pero no sucedió nada. Fue ahí cuando se acordó.
La corriente eléctrica...
Retiró la mano rápidamente y pensó en la siguiente movida que debía hacer. Podía volver arriba y decirle a su hermano: "Lo siento aniki, pero el sótano me dio demasiado miedo y decidí volver", y soportar su cara de fastidio por haberlo hecho hacer un barquito con 40 grados de temperatura en vano, y quizás también un ocasional: "¿Querías este barco o qué Kagome-chan?", seguido de un gruñido y una vista de la espalda de su hermano, lo que significaría que se había vuelto a dormir.
Como si hubiera sido invocado al pensar en él, la voz de su hermano bajó hasta sus oídos por la puerta, que había dejado entreabierta, con la esperanza de que se filtrara algo de luz a aquel tenebroso lugar:
-¿Kagome-chan, te moriste ahí abajo? – la niña se sobresaltó, pues aquella voz había interrumpido en medio del silencio, sacándola de sus reflexiones.
-No... sólo fui por un poco de agua, aniki, ahora subo – respondió la chiquilla con nerviosismo, sin bajar la guardia por si algo aparecía a sus espaldas entre aquella oscuridad y buscaba atraparla.
-Bueno, pero rápido Kagome-chan... tengo muchísimo sueño.
La voz de su hermano denotaba que no estaría despierto mucho tiempo más, así que la niña decidió dejar sus miedos para otro momento y comenzó a revisar todos los estantes con extrema velocidad, hasta que encontró una caja rojiza, con unas palabras inscriptas que no alcanzó a leer por la falta de luz y de tiempo. Poco le interesaba lo que decía el rótulo de la caja a la menor de los Momoshiro, por lo que tomó la caja y subió lo más rápido posible los siete escalones que la separaban del pasillo. En un momento creyó ver una mano blanca deslizarse hasta su tobillo derecho, pero lo retiró rápidamente y siguió con su desesperada huida de la oscuridad.
No estuvo tranquila hasta que llegó al pasaje que conectaba a todos los dormitorios de la casa. Le echó una última mirada a la oscuridad, y creyó ver alguien subiendo, así que cerró la puerta rápidamente, emprendiendo una desesperada carrera hasta la habitación de Momo.
Cuando llegó, no le sorprendió ver a su hermano casi dormido, semi-sentado en un montón de almohadas y bajo una capa asfixiante de frazadas. Tuvo que carraspear varias veces para que al fin despertara de su sopor, y cuando lo hizo, le dedicó una mirada entre enfadada y fastidiada.
-Pensé que habías mudado tu dormitorio allá abajo – dijo con tono burlón, arreglándose un poco más para no estar tan cómodo que fuera a dormirse mientras hablaba. - ¿trajiste la parafina?
La pequeña le tendió con firmeza la caja roja y Takeshi la tomó con su mano izquierda, cortando con la mano derecha, un cubito de lo que había dentro con el cuchillo con el que su madre le había pelado una manzana.
-No te habrás asustado ahí abajo¿verdad Kagome? – rió un poco el chico, mientras que la pequeña ponía cara de ofendida.
-Claro que no, yo soy una niña muy valiente – protestó la chica mordazmente, casi en un susurro, mientras observaba al muchacho poner el pedacito de parafina en el cuenco vacío de las cáscaras, para luego introducir un fósforo sobre aquel pequeño cubito luego. - ¿para qué es eso aniki? – preguntó la pequeña, viendo el procedimiento con atención con sus ojos violáceos extremadamente abiertos.
-Hay que impermeabilizar el barco, así no se hundirá cuando lo mojes... – murmuró, y la parafina comenzó a derretirse, hasta hacerse una masa líquida y viscosa.
Momo introdujo un dedo en la sustancia, retirándolo casi al mismo instante, con una sonrisa apenada.
-Está caliente. – se disculpó.
Kagome movió su castaña cabeza, en señal de que aquello no le importaba en lo absoluto, y siguió mirando a su hermano realizar su labor concienzudamente, pues unos momentos después, Takeshi hundió su dedo nuevamente en el cuenco y comenzó a untar los costados del barco con la enjundia, que se fue secando, adoptando una tonalidad opaca y lechosa.
Al terminar, entregó el bote a su hermanita con mucho cuidado. La chica tenía los ojos brillantes y sonreía abiertamente.
-¡Gracias aniki! Ahora mismo iré a probarlo – susurró la chica, en un tono completamente alucinado. Para ella, ese era el barquito de papel más hermoso del mundo. – lamento mucho que no puedas venir.
Y lo lamentaba. Su hermano podía ser un poco gruñón o algo egoísta, pero siempre tenía buenas ideas y al final, siempre era ella la que usaba todos los juguetes. Se encaminó hacia la puerta para irse, pero algo la detuvo.
-Ten cuidado – le dijo la voz de su hermano detrás de ella.
Kagome frunció el entrecejo. Esas muestras de preocupación o seriedad eran raras en Takeshi, que siempre parecía estar de buen humor.
-Claro aniki¡adiós! – y salió, cerrando la puerta tras ella.
La música de Para Elisa, sonaba en sus oídos semi-ensordecidos por la enfermedad, desde el piano viejo de la sala. Durante mucho tiempo recordaría esa como la marcha fúnebre con la que vio a su hermana menor salir por última vez.
Porque Takeshi nunca más la vio entrar.
Kagome Momoshiro fue encontrada flotando en las alcantarillas, mutilada y sin el barquito que tanto le había costado hacer a su enfermo hermano. La mitad de su impermeable amarillo furioso se encontraba teñido del carmesí líquido de la vida, y su extremidad izquierda era nula. Su cuerpo se encontró tres días después del hecho.
La única persona que había visto algo de aquel sangriento crimen, había dicho que únicamente había visto a través de la ventana, a aquella misma niña, retorciéndose y gritando, aullando por ayuda, con una de sus manos metidas dentro de la alcantarilla y con una figura extraña a sus espaldas. Cuando bajó para auxiliarla, la niña ya no se encontraba allí.
Ni el barquito, pues este había tomado un rumbo propio entre las desagües de la ciudad, navegando animadamente por entre las aguas turbias y ennegrecidas por la suciedad. Dio una vuelta a la derecha, otra a la izquierda. Vacilaba y hundía la proa; a veces se llenaba de agua, pero no se hundió. Siguió su camino hasta llegar hasta los límites oficiales de la ciudad.
Y allí sale de esta historia para siempre.
XxX
Que ciudad tan aburrida...
El muchacho llegó a su nueva escuela. Hacía dos días que había llegado desde América, y en su mente, las palabras de su prima, 'Esta ciudad será de lo más entretenida para ti, Ryoma-kun' parecían burlarse de él. Sí, había tanta diversión como en un funeral. Un funeral donde una niñata molesta parloteaba todo el día.
Bufó con perceptible molestia. Para coronar la lista de cosas fastidiosas de aquella ciudad, hacía un calor insoportable, que hacía que todo su cuerpo se llenara de sudor y se sintiera pesado y pegajoso. Caminó unos cuantos pasos hacia ningún lado, como observando el lugar, aunque no tenía ningún interés en los árboles alrededor de la escuela. Sus guías eran poco más que deficientes. Una de coletas, muy molesta y con voz de mandona, hablaba demasiado; y la otra, una pelirroja con unas estúpidas trencitas que la hacían parecer una niñita de cinco años, no hablaba nada. Ya quería que lo dejaran en paz desde hace tiempo, pero al parecer la escuela era demasiado grande.
-...y el club de tennis – hubo una ligera pausa, que el chico agradeció con toda su alma. -¿Nos estás escuchando, Ryoma-kun? – dijo la chica de coletas con las manos en jarras y una sonrisa inacabable en sus labios.
-Para nada – contestó él, pensando que la frase tendría que haber sido '¿Me estás escuchando?', y se volvió hacia un lado bruscamente, con tal mala suerte que chocó con algo o alguien.
Miró hacia arriba, pues la cosa con la que había chocado era muy alta. Quizás un poste de luz o algo por el estilo. 'O un chico...' pensó para sí, al ver que aquel era un muchacho fornido y moreno, con uno o dos años más que él, cabello negro, ojos violáceos y expresión fría. Lo miró con un semblante tan atemorizante que el menor retrocedió un paso inconscientemente, se sentía como siendo analizado. Como si aquellos ojos amatistas pudieran ver a través de él. El ambiente estaba completamente tenso, y parecía que todo se había congelado gracias a aquella mirada penetrante, que lo estremecía hasta el último rincón de su ser. Hasta la pequeña de coletas se había callado de repente.
-Mocoso... – murmuró el chico de cabello negro, volviéndose a su camino nuevamente, y dejando al chico Echizen un poco cohibido, pero de alguna manera interesado.
Había algo en aquel chico que era especial. Le hacía sentir curiosidad, pues a su alrededor había un aura extraña, como de misterio, hasta pensaba que tenía cierto atractivo.
Un amago de sonrisa se instaló en su rostro, para luego desaparecer. Ya hacía tiempo que
Se volvió a ambas niñas, que se miraban de manera demasiado cómplice para su gusto, una con determinación y la otra con algo de miedo aún en su cara.
-¿Quién...?
-Ryoma, no te acerques a él – por primera vez, la chica de las trenzas le habló directamente, interrumpiéndolo. – es peligroso. – agregó a modo de disculpa.
El chico de ojos mieles fulminó a la pelirroja con la mirada y luego tomó un sorbo de su Ponta, sin darle mucha importancia.
-Pero yo pregunté quién es – replicó, con un brillo peligroso en la mirada, aquel brillo que significaba que el muchacho no se iba a rendir hasta sacarles, por voluntad o contra ella, el nombre del muchacho con el que había chocado.
Las dos chicas se miraron nuevamente como si esperaran esa respuesta por su parte, por lo que él bufó, y ellas lo miraron otra vez.
-Pues si tanto te interesa saber... – titubeó la chica que había hablado durante todo el día. – su nombre es Momoshiro Takeshi... pero no te conviene involucrarte con él. – el chico sólo levantó una ceja en señal de que no comprendía aún. – pues... era un chico muy bueno según nos contaron– comentó.- pero al parecer cambió luego de lo de su hermana pequeña...
Echizen seguía con la ceja alzada, como esperando la continuación de la historia, pero esta no llegó, por lo que tuvo que preguntar:
-¿Y la niña...? – le dio el pie con fingido aburrimiento, pero la verdad eso se ponía bastante interesante.
La chica de coletas le echó una mirada confundida, como si no comprendiera su pregunta o como si esta la hubiera tomado por sorpresa mientras pensaba en algo importante, de todas maneras, se excusó y siguió con la historia.
-Eh... al parecer murió hace unos meses, bueno, más bien fue asesinada, aunque nadie sabe quién ni cómo lo hizo, y desde entonces comenzó a beber, fumar, apostar...
La chica de trenzas bajó la mirada, y susurró sombríamente:
-...dicen que lo hace todo para encontrar al asesino de su hermana – murmuró por lo bajo, como si sintiera mucha pena por lo que decía.
La otra asintió con la cabeza lentamente, con cara de sabia.
-Ya sabes, mezclarse con ellos... para encontrar a uno en especial – agregó con una nota de desprecio casi imperceptible en su vocecita molesta. – parece una película policial, el chico debería dejar de ver tanta televisión... la policía se va a encargar de todo, no tiene porque entrometerse, solamente entorpecerá el trabajo de los demás.
-Pero Tomoka... dicen que hay algo de sobrenatural en la muerte de la niña Momoshiro – comentó con voz entrecortada la pelirroja a su amiga, que simplemente bufó.
-No seas tonta Sakuno, los fantasmas no existen – dijo Tomoka con un tono seco que no había utilizado hasta ahora, pero volviendo nuevamente a sonar como si estuviera viendo al mismísimo Leonardo Di Caprio frente a ella. – además, Ryoma piensa lo mismo que yo¿no es verdad?.
El chico alzó una ceja y movió un poco su Ponta.
-No sé – respondió con poco interés palpable.
Sakuno fijó su mirada en él, para devolvérsela al piso.
-Tu lo dices porque eres la hija del comisario... pero en esta ciudad siempre pasaron cosas raras... – murmuró con un ligero rubor en sus mejillas a su amiga.
-No es raro que a una niña la maten aquí... esas cosas en esta ciudad pasan todo el tiempo - apuntó ella.- ¿tu qué dices Ryoma? – atacó nuevamente Tomoka con una sonrisa.
Ryoma les echó una última mirada irónica a ambas y se volteó para observar como se alejaba la alta figura de ese muchacho por entre los árboles. Quizás, a pesar de que estaba seguro de que no era eso a lo que ella se refería, Nanako tuviera algo de razón después de todo.
-Que es tarde – apuntó, señalando el reloj.
Fin del prólogo.
Notas de la autora: bueno... ténganme paciencia, este es el primer fan fiction de PoT que escribo xDD. Bueno, para los que me conocen¡si! Otra vez la loca¡eeelo!. Pero para los que no me conocen¡hola! Soy Aome Faith Jinx, pueden decirme Aome, y hace tiempo estoy dando vueltas por esta parte de agregando fics a mis favoritos. Ahora, a lo importante xD. Este fic es un AU (Universo Alternativo) que se me ocurrió re-leyendo It, de Stephen King, (muy buen libro, se los recomiendo x3) y si alguno de ustedes ya lo ha leído, notarán que este prólogo es bastante parecido al primer capítulo, del mismo nombre. Los que piensen que este va a ser un fic de It adaptado a PoT, se equivocan, la trama va bastante distinta. Lo del santuario... ya verán, va a ser algo raro, pero así escribo yo... (Faith: dibujas raro, escribes raro, eres rara... ¿algo más?) ehh... y para los que hayan llegado hasta acá, habrá shounen ai, pero no se si llega a yaoi... porque está centrada en una historia más bien oscura, mucho amor no va a haber xD de todas maneras, si no te gustan estas relaciones, no te aconsejo que leas el capítulo que viene. Y si te da un poco de cosa, pero te gusta como va la historia... yo digo que te quedes, porque mucha cabida no va a tener el amor amor este xD, pero si de todas maneras no te agrada lo del shounen ai, bueno... no estoy tratando de retener a nadie :) (Faith: mentirosa ¬¬) ¬¬''...
En fin, gracias a Kajime, mi madre virtual (o.o eso sonó weirdo xD), a DeadButterfly, o sea... 3 nah, no quiero que Dove se enamore de mi xD, y a Sylia, mi sisa rara poetisa (xDD) por betear este fic (a menos que olvide a alguien, cosa muy normal en mí... sepan perdonar gente.). En fin, la pareja principal es por ahora (d'uh) el MomoRyo (Faith: no va a cambiar, sos vos querida ¬¬) o.o ok... la pareja principal es MomoRyo xD y ya veré que agrego¡sugerencias aceptadas :)!.
En fin, supongo que nos vemos en el próximo capítulo (si es que se quedan a esperar lo que les traiga esta loca xD) ¡hasta luego, y mándenme reviews!.
Aome Faith Jinx
Guardiana del Templo.
