Edit chapter: 02 - Julio (07) - 2013

SUMMARY

Ser la chica menos femenina de la academia no le daba bastantes oportunidades ni con los chicos que le gustan ¡Nadie la ve como una chica aparte de su hermana y su madre!... Bueno, no es como si se arreglara mucho o se esforzara por resaltar su feminidad ¡Pero no dejaba de ser mujer por ello! Después de su quinto rechazo, harta ya, ve una estrella fugaz y pide un deseo "Alguien que esté a mi lado, que me quiera como soy, a quien yo pueda querer…" ¿Sabrá Karin Kurosaki los cambios a su destino que atrajo desde el momento que tomo ese extraño gatito de pelaje blanco y ojos aguamarina? ¿Podrá aprender lo que es el amor sincero y desinteresado?

HitsuKarin|| HitsuxKarin|| Hitsurin|| TouRin


Esta cortito el capítulo, lo se Dx pero no podía dejar que pasara una semana sin dar muestras de vida, se los prometí y aquí lo tienen.

Disclaimer:; Los personajes de Bleach en anime/manga, no me pertenecen, si no a la genialosa mente de Tite Kubo-sempai máximo troll bello jeje, yo solo escribo por entretenimiento y locura eterna :D… y miren que lo estoy


Advertencia

Si no te gusta el Hitsugaya x Karin, hay una X en la esquina de tu pantalla que te llevara lejos de mi fic, por favor, evita comentarios ofensivos, aunque los críticos –con buenas intensiones y sin ofender la pareja o a la autora lunática-si son bienvenidos.

Este fic puede contener lenguaje soez, aunque siendo sinceros, hay chicos de 10 años que te dicen perores palabras.


Como perros y gato

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Estúpido deseo

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Capítulo I

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Con pasos cansinos recorría las poco transitadas calles de Karakura hacia su hogar en la clínica Kurosaki, pasando de largo todo y a todos ¡Ya no sabía dónde meter la cabeza! Mira que confesarse abiertamente, en público y en un grito al más popular de la academia era toda una hazaña… No, era la peor locura que pudo haber hecho con su gran bocota y ese espíritu tan impulsivo y competitivo que nunca aceptaba la palabra ¨cobarde¨ cerca de ella.

Tan pesarosa en sus cavilaciones estaba aquella chica de cabellera ébano, que dejó el exterior enteramente « Moh, nunca debí de haber actuado de esa forma tan impertinente » se regañó mentalmente y agitó la cabeza para así regresar a la tierra, notando que ya caminaba por el distrito comercial, cosa que no era de su total agrado; podría acortar camino, de hecho debía de hacerlo puesto que por meteré en problemas –de nuevo–, en clase, se había quedado hasta después del horario de salida, ayudando a Ulquiorra a acomodar los libros de la biblioteca. Suspiró con parquedad.

—En serio Tsuki-kun, serás muy lindo pero mira que hasta gustarle al ¨cabo demente¨ mira que en serio ¡Te compadezco! —se escuchó en las cercanías una voz femenina que paralizó a nuestra protagonista, haciendo detener su paso en seco.

«Mierda, mierda» las risas no tardaron en aparecer y con ello corroborar la ¨gracia¨ de tal broma, más sus pies no le respondían, la mantenían estática en aquel sitio, con sus ojos negro noche, abiertos de par en par y la respiración entrecortada, pues aquellos sonidos provenían del restaurante cercano a su posición.

—Bueno, pero no quiero ser cruel, Kurosaki al final de cuentas es la mejor del equipo. Si bajara su rendimiento, también lo haría el del mismo. —Una tranquila pero burlona voz se escuchó en respuesta entre las burlas.

—¡No me digas que te gusta! ¿Piensas aceptarla? —otra vez, pudo reconocer la nueva voz que sonó, al igual que las otras.

—No digas tonterías Yaku, mira que solo tratar de imaginar al cabo y a Aka-kun me parece insoportable. —Reconociéndola, colocándole rostros a aquellos sonidos, era la hermana gemela del mencionado, llamándole la atención por sus palabras.

—Suena descabellado, pero no mal. Aunque no. Tampoco tanto Anoku, pero algo parecido sí.

—¿A qué te refieres Akatsuki? —otra persona, una chica de tonos fríos por sus agudos, como si casi nunca pronunciara palabra, aunque de hecho así era.

—Bueno, esto es lo que pienso. Creo que si ella se sintiera feliz, fuera más amable con todos, su desempeño subiría y el salón no tendría que soportar su mal humor.

—Explícate ya Fujioka, aunque creo que ya se a lo que te refieres. —El tono seguía en los mismos niveles de temperatura, gélido, aunque esta vez fue un chico.

—Ya, ya Yukino. —Trató de apaciguarlo la primera que cuestionó sin inmutarse a aquella medio iracunda y congelada voz del mencionado se comenzaba a desesperar.

—Me refiero a darle alas. Como si fuera un pingüino o una gallina con alas, pero sin poder volar ¡Y mucho menos olvidar el deseo de surcar los cielos! ¿Entienden? —ese fue el límite de la chica de cabello negro carbón.

Karin Kurosaki no sería la burla ni el sujeto de pruebas del juego de nadie ¡Menos de aquel idiota! Todo lo que pudo haber sentido en aquel momento por ese chico repulsivo Akatsuki Fujioka, sin duda había desaparecido y nunca de los nuncas, volvería pero…no podía evitar sentirse mal, el chico que planeaba usarla había sido su ¨amor platónico¨ un año entero que llevaba de tres en la preparatoria, desde principios de segundo hasta ahora, a inicios de tercero, que abría los ojos y está de sobra decir, que se sentía como una total idiota.

Tragó pesado y viró sobre sus talones, prefería mil veces un rechazo que a ser utilizada, pensó entonces en aquello mientras volvía sobre sus pasos para ir mejor por el camino largo, aunque de alguna manera, se sentía mal pero no sabía de cual… ok si, el hecho de ser rechazada a ser una marioneta le parecía mejor idea, a sus ojos Hisagi, Yukio, Kai y Kira, eran mucho más hombres que el idiota de Akatsuki « Ellos al menos tienen los pantalones para un rechazo y no un estúpido juego ».

Bufó pesado mientras seguía caminando ahora por la zona residencial, menos transitada aunque lejos de casa, pero no mucho, más su atención se centró en la caja de cartón cerca de un poste de alumbrado, al cual se acercó para hallar dentro a un gato: pelaje negro, elegante, con grandes, burlones y expresivos ojos amarillos. Pasó saliva lentamente y acercó su mano a su lomo, acariciándolo un poco, recibiendo un ronroneo de parte del animal, quien se levantó sobre sus cuatro patas.

—Oh, ya veo. Eres una gatita y no un gato. —En ese momento casi le da un ataque al corazón al notar como el gato asentía a sus palabras, más salió de su sorpresa al ver como de un salto se alejaba de ella, haciendo a la azabache resoplar ligero y recargar su mejilla sobre su mano. —Bueno como quieras, pero aquí te dejo un par de galletas… supongo que te pueden gustar.

Dejó entonces un paquete a medio terminar dentro de la caja donde momentos antes se encontraba el animal de pelaje negro con toques violáceos, suspiró, se puso de pié y se alejó del lugar con la dirección retomada hacia su casa, donde seguro su hermana gemela le llamaría la atención por no llegar a tiempo a la comida de la casa. Una vez se alejó unos pasos, el gato bajó de nuevo a la caja y comió de las galletas, más sus sentidos la alertaron de pasos que se acercaban, asomando su cabeza encontró a un hombre aparentemente alto, con sandalias, cabello rubio, ojos azules y sombrero a rayas.

—Oh, así que aquí estabas Yoruichi. Dime ¿Cómo te va? —habló animado el hombre a la criatura, colocándose de cuclillas a la caja, notando las galletas —. Vaya, vaya… parece que alguien fue amable contigo.

—Déjate de tonterías Kisuke. —Una voz con un deje de masculinidad sonó y atrajo la total atención del hombre, dirigiendo su vista a cruzarla con la del felino. —Por el momento solo la observaré… veré si vale la pena como performer loyalprimero, después nos ocuparemos del resto. Ahora vamos a casa, las galletas sabrán mejor con un poco de leche.

—Como tú digas. —El gato subió al hombro del de ojos azules, quien comenzó a caminar por la calle sin aparente rumbo. —¿Ya sabes donde esta?

—Tengo su aroma, no será problema. Después de mi tazón iré a vigilarla, aunque tendré cuidado, es precavida y observadora, a simple vista se dio cuenta que era mujer y de que asentí.

—Empezando por ahí, ya suena interesante, aparte de mí, solo Tessai se dio cuenta de tu sexo a simple trato. —Su mirada demostraba interés, más la ocultó en la sombra de su sombrero.

—A eso súmale que fue amable, que aparentemente es bastante compleja… pero bien, deja averiguo más y te cuento Kisuke. Soy una fate, no una bruja. Así que no molestes.

—¡No he dicho nada!

—Te conozco, se cuando buscas o pides más información, tu mirada lo dice todo.

Efectivamente, cuando la azabache llegó a su casa, la primera en recibirla –y vaya forma –, fue una chica un par de centímetros más baja que ella, con una sartén en la mano, cabello castaño claro casi rubio, largo hasta la cintura solo unos centímetros más largo que la de color ébano, sujeto en dos trenzas, ojos parecidos a los de la que llegaba recién, con curvas bien colocadas, sobrepasando la medida de las chicas de la edad, con una feminidad y amabilidad obvia… aunque en ese momento lucía enfadada ¿Quién era la chica? Yuzu Kurosaki, hermana gemela de Karin.

Después de diez minutos de sermonearla con que la comida era en familia y debía hacer todo lo posible y más por llegar a casa a la hora, un ¨saludo¨ por parte de su peli negro padre –en explicación simple sería lo siguiente: Isshin Kurosaki saltó a tratar de abrazar a la oji ágata alta y esta lo recibió con una fuerte patada que lo mandó a estrellarse contra la pared donde un poster gigante con la fotografía de una hermosa mujer de cabello castaño, dulzura sonrisa y físico envidiable, con la leyenda de "Masaki forever" en él–, quien al no ser saludado de manera reciproca, lloriqueó porque su hija no lo quería y se estaba volviendo como el ¨tarado¨ de su hijo mayor.

Mientras el mayor de los Kurosaki lloraba a mares frente al poster de su difunta esposa, las hermanas se encontraban en la mesa, Karin comiendo tranquila –en lo que cabe de su carácter–, y como si nada y su melliza sirviéndole alegre; al terminar, la chica de cabello carbón subió a su habitación, antes el cuarto de su hermano mayor Ichigo Kurosaki, donde se dejó caer sobre la cama junto a la ventana y resopló contra las cobijas, tenía que pensar que haría a partir de mañana, tendría que hacer un enorme uso de su fuerza de voluntad para no partirle la cara a ese tarado peli morado y sus sequitos sin cerebro… bueno no a todos…

—Estupideces —susurró al colchón y se levantó para notar que comenzaba a oscurecer, así que optó por tomar una ducha para disminuir la tención que se le había acumulado en los músculos y olvidar el asunto que la mantenía estresada: lo mejor sería simplemente ignorarlo, tratarlo como el resto, si no es que peor, aunque ¿Qué escusa pondría a su declaración?

¡Claro! Podría decir que apostó con alguno de sus amigos a decir aquello, bueno, se lo diría a uno de los contados que podría considerar sus verdaderos amigos, aunque siempre se la pasara discutiendo con él claro, a Hanakari Jinta, ese loco peli rojo, gracias a ese chico podría zafarse de sus palabras a lo grande, eso sí, tendría que hacer un enorme uso de su fuerza y del orgullo Kurosaki que a ella y a su hermano mayor los caracterizaban desde siempre para volver a ser tomada en serio y temida, ese orgullo y fortaleza por los que siempre terminaba envuelta en una que otra pelea y la había dejado ganarse el ¨lindo¨ título o apodo de ¨Cabo demente¨ cortesía de en parte su apellido y la otra parte era a su actitud pero…

Si, existía ese pequeño e insignificante pero, qué era lo que jodía toda su existencia y era la simple y sencilla razón de que Karin Kurosaki era, es y será una chica de pies a cabeza, aunque su actitud no fuera enteramente de una, más o menos en su casa podía comportarse un tanto ¨diferente¨ a lo usual, claro todo cortesía de su querida hermana melliza y el recuerdo de su difunta madre Masaki Kurosaki, las únicas dos personas en la tierra –pues incluso en este entorno de ¨personas¨ no contaba a su hermano mayor ni a su propio padre –, que sobre cualquier cosa la trataban y obligaban a comportarse como lo que a su sexo correspondía: incluso mientras la progenitora de los Kurosaki vivía, la oji ágata fue obligada a tomar clases de baile y canto a gusto de su madre y a cambio de que la dejara entrar al equipo de futbol soccer de la primaria.

La pura verdad muchas veces prefería estar en su casa, más ahora que su hermano se había mudado para vivir solo, ya que la casa se quedaba solitaria con solo las hermanas como habitantes, dejándola con la posibilidad de incluso usar faldas sin que nadie en absoluto le hiciera burla, pasar un tiempo agradable con Yuzu, divertirse sin preocupaciones ¡Realmente todo sería mejor su de nuevo tuviera once años! Vaya que el crecer era difícil de asimilar ¿Cuándo había dejado que su más grande pasión pasara a segundo plano y su corazón comenzó una exhaustiva búsqueda para hallar a su dueño? Al salir de la ducha se vistió con una de esas pijamas que la castaña de su hermana le había regalado en alguno de sus cumpleaños ¿Oh fue en navidad? El punto era que ese fue un obsequio de Yuzu, un conjunto de color negro en dos piezas donde la blusa consistía en una mediana de tirantes con el detalle de un balón bordado en la esquina inferior derecha, además un short ajustado y corto del mismo color que su blusilla, que dejaba lucir sus largas, firmes y finas piernas; secó su cabello un poco, lo peinó en una trenza larga para que no se enredara, pues gracias a que era sumamente largo llegando al final de su espalda, el arreglarlo durante las mañanas era muy pero muy exhaustivo.

Una vez terminó con su aseo personal observó a la ventana y notó de una manera extraña que un par de ojos amarillos la observaban « ¿Pero qué demonios? ¡Es la gata! » pensó y corrió a la ventana, más al abrirla de golpe y de nuevo ver hacia el sitio donde ¨notó¨ al felino, su sorpresa fue mayor a no verlo, ni si quiera en los techos vecinos, oh en la calle ¡Nada! Oh se estaba volviendo loca, oh paranoica… debía tomar un buen sueño enriquecedor, era lo que necesitaba, pero no lo hizo, se quedó en la ventana, el cielo estaba un tanto despejado, al menos ciertas partes se podían observar, mientras revisaba con atención extra normal el cielo nocturno, pudo divisar un extraño destello pasajero « Una estrella fugaz… ¿He?... Creer en ellas de vez en cuando, no parece tan mala idea » se dijo a sí misma y sonrió de lado, comenzando a hablar sola.

—Deseo… si tuviera que pedir algo en todo el firmamento no sería que mi madre volviera a la vida, volver a tener once años… lo único que ahora pienso, por más idiota que suene es… Que deseo a alguien que esté a mi lado, que me quiera como soy, a quien yo pueda querer… si, ese es mi deseo.

Negó con la cabeza, eso hasta para su hermana, pensaba que luciría bastante cursi, color rosa, así que sin más se alejó de la ventana, la cerró con cuidado y se tumbó a los brazos de Morfeo, esperando a que el correspondiera el abrazo.

Una semana, toda esa maldita semana se la había pasado de lo peor, aparte de sentir que la seguían –cosa que si sucedía, pero la agilidad del minino no la dejaba nunca notarlo, no después de la primera noche donde casi la descubre –, varias chicas se acercaban a felicitarla por tener el ¨valor¨ de confesar tan abiertamente sus sentimientos, se estaba cansando de ello, por lo que siempre respondía con un "Fue una apuesta, no se emocionen" y se iba, tan fría como su peli naranja hermano mayor, además convencer al peli rojo le había sido casi imposible, terminando por usar la última táctica que le quedaba: solicitar auxilio a la prima de este, pues Ururu desde que entró a la preparatoria, logró conseguir una enorme seguridad, llegando incluso a ser tan temida como ella, por algo era también de sus pocas amigas sinceras.

La ayuda de la chica de mirada dormilona, consiguió que Hanakari la tapara en su enorme metida de pata, más eso no la salvaba de los ¨intentos¨ de coqueteo de aquel chico al que podía jurar a muerte, lo odiaba con todo su ser: cabello negro, ojos purpura expresivos e únicos, según las chicas del instituto, buen físico, trabajado, alto, delgado, con facciones finas, aparentemente amable, muy buen estudiante y amigo, más con la sucia costumbre de jugar con las personas. Su último día de clase no le había ido tan bien como esperaba, se había quedado dormida en clase de historia, siendo regañada por el profesor Komamura Sajin, el cual impartía la materia con una gran pasión y quien, había utilizado sus dos borradores para levantarla.

Siguiendo con las lista de males en clase de educación física se había golpeado la espinilla y dado un golpe fuerte, razón principal por la que el maestro y entrenador Kensei Muguruma, no le había permitido participar en las prácticas por más capitana que fuera "Pese a tu resistencia y fuerza, aun eres una chica" que lo tenían que recordar solo cuando ¨convenía¨ –noten el sarcasmo –, así que, para su suerte, terminó siendo enviada a casa ¿Otro punto importante aquí? ¡Claro! Lluvia « ¡Lo que me faltaba, se nota que me quieres Kami-sama» sus pensamientos al igual que sus palabras derrochaban sarcasmo puro, mientras cojeaba por las calles de la ciudad de Karakura con dificultad por el endemoniado dolor en su pierna derecha, no podía desviar sus pensamientos de aquella sensación de ser perseguida y si, no fuera porque en el camino había pasado por la misma calle donde encontró la caja de cartón con la gata negra y no halló más que una bola de pelos blanca con rojo, no se hubiera tranquilizado… «Espera… ¿Blanca con rojo?» se acercó curiosa a observar aquel bulto y notó como se elevaba y se comprimía, como de una pequeña herida brotaba cierto líquido rojo que lo manchaba aún más.

—¡Que rayos! —aquello era un animal, un ser vivo, lo tomó en brazos sin importarle la lluvia y se echó a correr hacia su casa, más el golpe en su espinilla le punzó, haciéndola flanquear del dolor, eso debía ser una tortura… oh al menos se sentía como una.

En cuanto encontró un borde que podía cubrirlos, se refugió bajo en, dejó su mochila, se quitó su gorra roja dejando caer su cabello negro, cubriendo al gato con él, arrancó de su falda gris larga, un trozo grande que dejó aquella prenda que siempre usaba por debajo de la rodilla le quedara ahora varios centímetros sobre esta, solo para comenzar una improvisada curación: ahora agradecía esos ratos sirviendo como enfermera en la clínica de su familia, pues gracias a ello supo como curar a aquel animal pero ¿Qué lo había herido? ¿Por qué tan grave? ¡Y quién demonios había tenido el corazón para abandonarlo bajo la lluvia! Un rato de inconsciencia mientras acariciaba el lomo blanquecino con restos de sangre que aún no se le habían quitado, le llevaba a querer conservarlo, pues algo realmente malo debió haberle sucedido para quedar así y su lado maternal no permitiría que le volviera a pasar nada a aquella criatura indefensa.

Sintió como debajo de sus dedos se removía aquella criatura, un gatito blanco, macho, incomodo y adolorido –bueno, ¿Quién no lo estaría si fuera herido de aquella manera y aparte estuviera mojado? –, haciendo despertar de sus ensoñaciones a la azabache quien prestó atención a la criatura, la cual al notar las caricias de la chica, se erizó por completo, a punto de soltar un zarpazo, pero el dolor fue más fuerte, dejándolo en la misma posición y dando un gemido-maullido que dejaba al descubierto que sin duda resentía aquella desgarradora herida; levantó aquel minino su mirada pesadamente, dejando ver un par de orbes azul turquesa bastante llamativos, únicos, brillantes y sin duda enigmantes, con un deje de frialdad y dolor, más con cierta y muy débil luz de agradecimiento y esperanza ¿Qué era todo aquello? Una simple mirada y volvió a su estado de desmayo, realmente solo con mirarlo a los ojos había entendido como se sentía ese gato albino « Estas comenzando a sobrepasar todas tus paranoias y te has vuelto loca, Karin» pensó y negó con la cabeza, ya después sabría que decidir sobre su salud mental, ahora lo primordial.

Abrió su mochila y acomodó sus libros en el fondo, su suéter el cual no llevaba puesto y metió ahí a la pequeña bola de pelos blanquizca, tomo fuerza de quien sabe dónde y corrió a casa, aguantando las constantes oleadas de dolor que la herida propia le enviaba a su cerebro, para así llegar pronto a su casa, lugar donde fue recibida por una preocupada Yuzu, quien de inmediato le extendió una toalla, la cual aceptó gustosa.

—Por ahora así está bien, tomaré una ducha, debo bañar a este pequeño y cuidar que no me enferme con todo esto empapado —dijo y señaló su propia vestimenta, sacando de la mochila la ¨mascota¨ que rescató de una segura muerte —. Lo dejo en el pasillo todo, tal vez bajo a cenar justo después.

Sin más ni más corrió al baño, dejó al felino oji turquesa en la toalla húmeda y le retiró los improvisados vendajes, retiró su ropa de su níveo y frío cuerpo y abrió la llave del agua caliente, sacando con el pié la ropa al pasillo, justo como indicó a su melliza, entrando con la pequeña cosa albina en brazos a la tina, limpiándolo con cuidado, pues gracias a que la temperatura era templada, no lo había despertado, lo limpió con cuidado y lo dejó descansando mientras ella también se duchaba pero con la regadera, sin desviar la mirada del ahora poco despierto animal, más bien somnoliento por así decirlo. Al terminar se enrolló con su típica bata negra con rojo y la toalla en su cabeza para exprimir el cabello, enrollando entre su misma bata al ser vivo de ojos aguamarina –importándole poco los futuros regaños de su hermana –.

Se vistió con un sencillo pijama en una pieza un tanto larga pues llegaba a un centímetro sobre su rodilla de color blanco con encaje rojo, de tirantes delgados, para después secar al animal con una toalla extra y volver a vendar su herida y dejarlo agotado, descansar sobre su cama, para al fin bajar a cenar con su hermana… sin duda había pasado mucho en un corto lapso de tiempo. Después de tomar su alimento junto a su hermana, tomó un poco de leche en un tazón y lo subió, tal vez cuando despertara tuviera algo de hambre… al entrar en su alcoba con el número ¨15¨ en la puerta notó descansando cómodamente al gato sobre su cama, más estaba consiente… flojo pero al menos consiente, eso ya era mejoría.

Con tanta distracción, mientras se acercaba sin miedo al erizado minino, ignoraba que de nuevo ese par de orbes amarillentos la observaban con atención desde la ventana, con solo un pensamiento en claro: « Todo salió como se planeó » lo único que ella desconocía era eso… ¿Sabrá Karin Kurosaki los cambios a su destino que atrajo desde el momento que tomo ese extraño gatito de pelaje blanco y ojos aguamarina?


¡Lo siento! Sé que prometí subir un capítulo de "Felicidad" cada semana, aunque no tengo la escuela ya como obligación –oh sí, no me inscribí por idiota e.e –, iré a ella para no estar como NiNi (ni estudio ni trabajo XD) todo este año perdido :3 PERO prometo tenerles varios capítulos de varios de mis fics planeados. Comenzando por este, el ganador, no quería que pasara otra semana sin publicar nada, no sé, odio que pase eso. Si encuentran horrores ortográficos avísenme, que los odio y procurare ser cautelosa con ellos.

Por ahora les dejo el inicio de esta interesante historia, espero la próxima semana ya subirles la continuación de mi otro fic HitsuKarin, si no, les subiré el primer capítulo de "La nieve la sangre y la espada" el cual ya tengo escrito jajaja… los dejo.

Edit: Al fin, me decidí a corregir este fanfic porque es con el que más me he encariñado de mis UA, además de otros que he hecho pero que no he subido por falta de tiempo (y computadora). Pero, hoy... -revisa su fecha -, dos de julio, he traido aquí la corrección de este primer capítulo. Perdonen a quienes ilusioné con el tercer capítulo -el cual... si, publicaré hoy también-. Sin más que decir, espero sus comentarios en el 3er capítulo -por la bendita regla de que no se puede comentar dos veces el maldito capítulo -, y déjenme leer que es lo que piensan de esta corrección. Sin más, gracias por su atención. Diez hojas en word con letra verdana el 11, 3783 palabras.

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¿Un reviewsito?

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Sky 'Alex' Hyuuga Hitsugaya. Lovely charm.

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n.n