Tengo obsesión por muchas cosas. Una de ellas se llama Andromeda Black. Como os comenté a algunas, finalmente me decidí. Es una historia pequeñita, un mini fic de tres capítulos. La historia la he escrito en inglés, pero he decidido mantener algunas cosas en la traducción. Como hay cosas que no se entenderían, aclaro:
Closure es el cierre de una etapa, el "dar por finiquitado" algo. Especialmente, tiene un sentido de dar por concluido algo más bien traumático
Creep (in) tiene muchos sentidos. Aquí, es algo que se presenta de forma silenciosa, con sigilo, sin que te des cuenta.
Cluster es un conjunto de estrellas; Andromeda es una galaxia.
Thanks Jenny for your bits and tips :) y culpas a Cris por convencerme anoche durante una hora en el gmail :)
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CREEPING IN (CLOSURE) - Cluster one
"Finish each day and be done with it. You have done what you could. Some blunders and absurdities no doubt crept in, forget them as soon as you can. Tomorrow is a new day, you shall begin it well and serenely..."
"Termina cada día y dalo por cerrado. Has hecho lo que has podido. Algunos errores y absurdos se presentaron sigilosamente, sin ninguna duda; olvídalos tan pronto como te sea posible. Mañana será un nuevo día, y lo debes afrontar bien y tranquilamente…"
- Ralph Waldo Emerson (1803 – 1882)
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Hoy,
Closure
Hay que cerrar la etapa.
Eso es fácil: es el último día de curso. El que marca un antes, y un después, la línea divisoria que ya le indicaba que la infancia quedaba atrás, y que ahora tenía que plantearse muchas cosas en su futuro.
Quieta, sobre el Embarcadero. Miraba el agua moverse suavemente, reflejando un día luminoso, un cielo azul que hacía brillar el lago en vivo contraste con las colinas, rebosantes de primavera.
Hasta ahora, había sido relativamente fácil. Clases, citas clandestinas, enfados, alegrías, trabajo duro, relax.
Andromeda se abrazó a sí misma.
¿Y ahora, qué?
Miró el horizonte. Tan claro, tan luminoso. Nada que ver con lo que a ella le deparaba su futuro. Un matrimonio ventajoso. Una posición social privilegiada. Y después los niños. La comodidad y la holgura económica.
Era un futuro, a su modo de ver, negro. Tan Black como su apellido. Tan incierto pero a la vez, paradójicamente, seguro, estable, predeterminado.
Alguien bajaba las escaleras de piedra, unos metros más allá del Embarcadero. Y sintió que era él; Andromeda era capaz de distinguir sus zancadas, su cadencia al andar, como si lo estuviera viendo directamente.
Dejó que los brazos de él pasaran por su cintura, y se relajó, dejando parte de su peso en él, dejando su espalda apoyada en el pecho de él. Compartiendo la carga de su cuerpo, como otras tantas veces. Que él la sostuviera, como tantas otras veces.
"¿Cómo sabías que era yo?"
Ted siempre le hacía esa pregunta. Al principio era pura inseguridad, él no podía imaginarse que sólo él tenía permiso para acercarse tanto a ella, que sólo él tenía ese privilegio.
Al principio simulaba ser uno de esos extraños fantasmas muggles, que se dedican a asustar a la gente. Y a ella, más que asustarla, le provocaba risa. Ted siempre tenía el don de hacerla reír con sus ocurrencias. Aunque no las premeditara demasiado.
Dejó que él hundiera la nariz detrás de la oreja de ella, y Andromeda se dejó querer, soltó su abrazo a sí misma, y dejó caer los brazos a ambos lados de su cuerpo, dejando que Ted la sostuviera por la cintura, dejando su equilibrio en él.
Como tantas otras veces.
"¿Y tú cómo sabías que estaría aquí?"
Ted no contestó de inmediato. Dejaba que sus manos recorrieran la piel de la cintura y estómago de Andromeda, suaves, cálidas. Y los labios buscaban el lóbulo de su oreja, la delicada piel del cuello.
"Sólo podías estar aquí. O junto a la cabaña de Hagrid."
Ella entornó los ojos.
El Embarcadero, donde se dieron su primer beso.
Junto a la cabaña de Hagrid, donde él le demostró qué era la magia en manos de un hijo de muggles.
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Ayer,
Creeping in
Hay un mundo ahí fuera que no merece su atención. Eso es lo que siempre ha oído. El mundo gira alrededor del sol. Pero el movimiento lo provocan muchas cosas: la magia. El poder. El dinero. Incluso la venganza.
"La magia mueve el mundo."
"El poder mueve el mundo."
"El dinero mueve el mundo."
"La venganza mueve el mundo."
Ser Black es tener todo eso.
Ser Black es hacer que el mundo gire.
El argumento es contundente. Es sencillo. Es irrefutable.
Andromeda sabe utilizar la magia. Sabe que los hechizos a los menores están prohibidos, pero sabe que su padre es lo bastante influyente y poderoso como para que las amonestaciones ni siquiera lleguen a ser cursadas. Y tiene dinero, el suficiente como para que no hiciera falta preocuparse de repetir zapatos en meses, o regatear más o menos juguetes.
Es fácil crecer teniendo esas verdades universales como tarjeta de visita. Es fácil comprender entonces el mundo, con esa perspectiva. Es muy sencillo, es muy reconfortante.
Andromeda es feliz.
Guarda la carta con cuidado, no quiere que se manche, ni quiere que se arrugue. Sabe que siempre tiene que ir impecable. Que el mundo tiene los ojos puestos en ella, en sus hermanas. En su familia. No quiere defraudar, quiere ser feliz.
Andromeda quiere hacer felices a los suyos.
"Narcissa, querida, recoge el correo que ha traído Thor." Avisó Druella desde la sala de música.
Su mamá, Druella, tenía una voz bonita. No solía gritar a menudo, y Andromeda procuraba imitarla. Había que comportarse como una dama. Incluso Bellatrix, que siempre era muy ruidosa, no chillaba. A veces ponía voces, y hacía como si recitara. Y Andromeda se reía mucho, porque Bellatrix es graciosa y hace reír. Tiene una voz bonita, como mamá.
Narcissa también tiene una voz bonita. A menudo piensa que sus hermanas tendrían que probar cantar.
Andromeda sigue peinando a su muñeca, mientras piensa en su pequeño mundo.
Sus hermanas podrían ser lo que quisieran. Como ella misma. Pero ser cantante no entra en los planes de ninguna, es impensable. Tienen una voz bonita, sí. Pero es que a mamá le parece una profesión de "cabareteras muggles."
Las de baja estofa tienen profesiones, porque no les queda más remedio. En su familia las mujeres no necesitan trabajar. Merlín… ni siquiera los hombres. Andromeda puede soñar ser sanadora en San Mungo. O profesora en Hogwarts. O regentar una tienda de moda en el Callejón Diagón.
No sabe qué es una cabaretera. Pero no importa. No es lo importante la profesión, es que nunca lo ha sido; lo importante era el adjetivo. Muggle:
Muggle es la palabra prohibida. No es que Andromeda piense en ella continuamente, más bien al contrario. Es tan irrelevante, que no existe. Pero a veces aparece de improviso, sin darte cuenta. Como ahora, pensando en las voces de su familia.
Muggle es a lo que ninguna puede aspirar.
Realmente ninguna ha visto a un muggle de cerca. Andromeda tiene mucha imaginación, le gusta leer, y le gusta escuchar historias de Bellatrix. Bellatrix sí que podría haber sido cualquier cosa, pero es Black, y las Black, ya lo sabe, no tienen profesión. En su entorno, en las historias de Bellatrix… en su imaginación, en definitiva, muggle es alguien con los dientes negros, la voz ronca, verrugas y espinillas en la piel. Tienen el pelo a mechones, sucio, y visten con harapos.
"Y huelen mal".
Eso lo decía mucho Bellatrix.
Normal, muggle debe de ser "sucio", muy sucio. Siempre evitan verlos, no les hace falta. No sabe cuántos hay en el mundo, pero debe de ser muy malo, si su familia tan perfecta no quiere tener ningún trato con ellos.
"Y no saben hacer magia".
"Andromeda¿quién es Mary Poppins?"
Andromeda deja de vestir a su muñeca con hermosas túnicas que cambiaban de color. Mira con calma a su hermana, Cissy, mientras sostiene en la mano a la rubia muñeca y su vestido azul. A unos metros, Narcissa se sienta en el sofá, y deja con delicadeza el correo en la mesita, listo para que papá lo vea en cuanto llegue de ver a los abuelos Pollux e Irma.
La rubia niña recoge El Profeta y lo mira con desgana. Y ve de soslayo a Andromeda y su muñeca vestida de azul.
"Me gusta el rosa, Meda."
"A mí me gusta azul." Contesta la mayor de las dos, mirando orgullosa los tonos celeste y cobalto del traje de la muñeca.
"No, rosa." Narcissa se acerca la muñeca, y activa el hechizo del vestidito para que cambie de color. A continuación, el vestido tiene un hermoso tono rosa y detalles en grados más oscuros.
"Qué no…" Andromeda vuelve a cambiar el color a azul. Narcissa, sentada en el sofá, pone un mohín de disgusto, y se cruza de brazos. Se va hacia el ejemplar de El Profeta que ha dejado en la mesita.
"Meda, no me has contestado. ¿Quién es Mary Poppins?"
"Yo qué sé." Contesta Andromeda dejando la muñeca sobre la mesa y acercándose con curiosidad a su hermana pequeña. "¿Dónde has sacado ese nombre?. Nunca he oído a una familia mágica llamada 'Poppins'"
"¡Ah!. ¡Es algo muggle!" chilla Narcissa, soltando El Profeta en su especial dominical como si ardiera su piel. Acababa de descubrir qué era eso de Mary Poppins.
Andromeda lo coge con cuidado y lee que se había estrenado por fin una película en la que se basaban en la vida de una bruja que fue niñera de unos muggles, hace ya muchos años. En la foto, hay una hermosa mujer vestida de colores claros, y un parasol. Elegante, como le gustaba a mamá. Pero tenía una profesión, y eso no le haría gracia.
A su lado, hay un hombre con la cara tiznada de negro, y dos niños muy sucios, parecía que iban vestidos con harapos.
"¡Son muggles!" exclama Andromeda.
"Ya lo creo… como si no se notara." Narcissa mira la fotografía móvil, pero en blanco y negro y reprime un escalofrío. "Menos mal que no tenemos que ir donde están los muggles. Qué horror…"
Andromeda suelta el periódico y vuelve a la silla, para seguir arreglando su muñeca.
"Me encantaría que el pelo lo tuviese de otro color." Suspira Andromeda, mirando el cabello rubio de su muñeca. "Pero no me salen bien los hechizos, el del vestido viene incluido."
"Cissy, cariño¿puedes venir un momento?" Se oye a Druella a lo lejos.
Narcissa se pone de pie para ir con su madre, obedientemente.
"No importa, el mes que viene irás a Hogwarts y aprenderás a cambiarle el color." Narcissa mueve su melena rubia, muy similar a la de su madre. "Pero me gusta que tenga el pelo rubio. Es más bonito."
Se marcha y deja a Andromeda con una ceja enarcada. Vuelve sus ojos hacia su rubia muñeca, y se mira en uno de los espejos de la pared, junto a la chimenea del salón. Ella tiene el cabello castaño, suave, en cascada, y siempre recogido con cuidado por Druella. No tiene nada de malo. Los Black siempre han tenido el cabello oscuro. Pero Narcissa pensaba que el pelo rubio era lo máximo.
Se encoge de hombros, y se pregunta que tal vez otro color le podría sentar muy bien a la muñeca. Y que era cierto. Tal vez el rosa no estuviese tan mal, después de todo.
Como vestido. Por supuesto. Como color de pelo podría ser catastrófico.
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Ayer,
And creeping in
Sube al tren todavía asombrada. Había conocido a un sangre sucia. Eso quiere decir, sin género de duda, que había muggles que nacían con poderes mágicos. Por alguna extraña razón totalmente ajena a la pureza de la magia, y su esencia. Esos engendros, como los llamaban en su familia, particularmente la tía Walburga, eran lo peor de lo peor. Porque esa magia no podía ser buena. No podían generar nada bueno, si eran unos contaminados.
Había conocido al primer sangre sucia de su vida. Y lo primero que pensó fue que iba vestido de forma rara. Pero no lo vio muy sucio. Tenía el pelo más claro que el de ella, aunque no tan rubio como el de Narcissa. Y tenía los ojos marrones, aunque mucho más claros que los suyos. Y le había visto sonreír y no le faltaban dientes.
A decir verdad, era hasta guapo.
Para ser un sangre sucia, por supuesto.
Recorre los pasillos detrás de Bellatrix, que se iba abriendo paso insolentemente. Le da un poco de vergüenza, porque en alguna ocasión había llegado a hacer daño a alguien, en su impertinente caminar hacia un compartimento. Y Bellatrix no mostraba ningún tipo de remordimiento, parecía ni siquiera reparar en los daños colaterales de sus actitudes.
Escucha un sollozo, en el momento en el que Andromeda pasaba junto a una niña con coletas y piel pecosa. Se detiene, y comprende que Bellatrix, según se alejaba del vagón, le había dado un codazo a la niña de las coletas para que se apartara.
En la cara.
"¿Estás bien?" pregunta Andromeda, alargando la mano sin haberlo pensado mucho.
La niña mira con horror a Andromeda, muy parecida físicamente a Bellatrix, y se aparta de ella, por instinto y por temor.
Andromeda pestañea.
Los Black son quienes se apartan de la gente. No al revés.
"¿Quieres un chicle de menta? Tienen cromos de fútbol."
Andromeda mira al sangre sucia. Había llegado detrás de ella, y se había detenido también junto a la niña de las coletas. Le estaba dando un pequeño paquetito de color azul y plata, y Andromeda no sabe qué decir. La niña se frota el ojo lastimado por Bellatrix, y pareció que no llora cuando ha oído esas palabras.
"No me gusta el fútbol, pero a mi hermano Timmy sí." Responde la niña de las coletas, aceptando el obsequio.
Andromeda sigue plantada delante de esos dos niños, prestando atención con curiosidad. Porque no entiende nada de la conversación. No sabe qué es fútbol.
"Quédate el cromo para él entonces."
Ted mira entonces directamente a Andromeda, y la sonríe.
Andromeda se mueve con incomodidad, y desvía la mirada. Porque siempre le habían dicho que un Black sabe de sobra. Que conoce su entorno. Que sabe que los muggles y los sangre sucia no deben respirar su mismo aire.
Y Andromeda vuelve a mirar a Ted, buscando testarudamente los granos. El pelo a trasquilones grasientos. Los dientes negros. Los ojos inyectados en sangre. El mal aliento. Los harapos. Las uñas amarillas y largas.
Ted no es nada de eso. Lo mismo lo esconde, lo oculta.
"Soy Ted Tonks." Escucha Andromeda decirle a la otra niña. Andromeda se da cuenta de que, aunque en el andén Ted ya le había dicho su nombre, no ha estado pensando en él como una persona, con nombre. Y siente un poco de remordimientos.
Mejor, Ted. Mejor que sangre sucia. Hay muchos en el mundo, y hay que diferenciarlos. Eso es. Para diferenciarlos. Nada más. No es que tengan confianza ni nada.
"Gracias, Ted." Dice la niña de las coletas.
"¿Venís a algún compartimento?" preguntó Ted con franqueza.
La mediana de las Black se queda paralizada. No puede aceptar su compañía. Tenía que ir con Bellatrix, y tenía que distanciarse de ese tipo de gente. Una niña llorona, y un sangre sucia. Aunque tenga nombre.
"Tengo que irme, Ted." Murmura Andromeda. Y se desconcierta porque se da cuenta de que ha usado su nombre, y no debe hacerlo. No en voz alta, pero ese rostro ya tiene nombre. Y se ha colado suavemente, sin haberlo visto venir.
Ted pestañea un par de veces. Y la mira con anhelo, y aceptación. Ella se da la vuelta y sigue con rapidez el pasillo del tren, buscando a su hermana mayor.
Pero se da la vuelta. No puede evitarlo; se da la vuelta y ve que Ted sigue mirándola. Y le ha lanzado una sonrisa.
Vuelve a mirar al frente. Nerviosa. Y huye de Ted Tonks.
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Ayer,
Keeps on creeping in
"Claro que puedo hacer cambiar de color la hierba. ¿Por qué tiene que ser todo verde?
Andromeda parpadea.
"Lo dices por Slytherin. Yo soy Slytherin, y me siento orgullosa. Es una Casa donde hay astucia, hay poder, hay determinación…" empieza a soltar el discurso de memoria. La tía Walburga lo decía, mamá lo decía. Papá lo decía. Tal vez el tío Orion era más dejado para esas cosas, pero siempre le había dicho que ella era muy inteligente, y que "Slytherin la acogería con ganas."
Ted se da la vuelta, y trata de trepar al muro del huerto detrás de la cabaña de Hagrid.
"…hay orden y… ¿qué estás haciendo, Ted?" Andromeda se interrumpe cuando ve que Ted está intentando trepar el muro. Que no era muy alto, tal vez metro y medio. Pero tenía que trepar…
"Quiero subirme ahí arriba."
"¿Y estás… trepando?" pregunta Andromeda horrorizada, con una expresión de repulsa y de fascinación a partes iguales.
"Sí…" contesta él. "Mis amigos en mi barrio son una pasada, pueden subirse a un muro en tres segundos…" dice, casi jadeando del esfuerzo de subir y caer torpemente, subir y caer otra vez. Esforzándose, como un buen Hufflepuff. Andromeda lo sabe. "Pero ninguno tiene una varita, y yo sí." Contesta con orgullo.
Andromeda se acerca un poco más para fijarse que Ted se aferra a los resquicios y rendijas, mete la mano y el pie donde pudiera para seguir avanzando, con gran esfuerzo, pero lo iba consiguiendo.
Finalmente llega arriba, y se encarama a lo alto del muro, quedando Andromeda bastante debajo de su altura. Y ella se cruza de brazos.
"No me gusta que me mires desde lo alto, Ted."
Él pestañea confundido. No sabe que a un Black nadie lo mira por encima del hombro. Nadie está superior en altura. Y no sabe que precisamente, un hijo de muggles es el menos indicado para hacer eso.
"Quiero ver un lugar donde pueda cambiarte la hierba de color."
Andromeda inclina la cabeza. Y no le gusta que él quede alto, ella por debajo. Y que le varíe el color de las cosas. Que cambie su orden, su mundo. El césped debe ser verde. Es así, y punto.
"Me gusta la hierba verde."
"Te dije que cambiaría la hierba de color, y eso haré." Insiste Ted, sonriendo burlón.
"No sabes. Somos sólo de segundo. Todo el mundo sabe que los que sois muggles no sabéis hacer magia."
Ted miró hacia abajo, despacio, sorprendido ante esa afirmación.
"¿Qué es un muggle, Andromeda?"
"Pues… tú eres hijo de muggles."
"Ya me lo han dicho. ¿Pero cómo son?"
"Huelen mal…" respondió ella, pero rezumando inseguridad. "Y son… sucios. Andrajosos. Tienen…"
Ted la miraba con una ceja arqueada, y Andromeda tragó saliva. Se movió incómoda, y alzó la barbilla, pese a que él estaba sentado en lo alto del muro. Ted no demostró la misma actitud arrogante, ni orgullosa. Esbozó una pequeña sonrisa.
"¿Sabes qué me dicen a mi de las brujas?"
Andromeda se puso a la defensiva.
"No."
"Que tenéis la piel verde. Verrugas. Tenéis un caldero chorreando pociones repugnantes. Envenenáis manzanas. Habláis con espejos mágicos porque queréis ser más hermosas que vuestras hijastras. Coméis niños, y los secuestráis y los hacéis engordar para que estén más sabrosos…"
Andromeda mira con horror a Ted.
"¡Eso es mentira!"
"Sí. Curioso. El mundo se mueve por puras mentiras, Andromeda."
Ted ha colado una frase como la que le dicen en casa. Sin meditarla, sin darse cuenta, y Andromeda se queda confusa; pero Ted no le ha dicho mentiras, le ha dicho qué piensan ellos sobre los magos y brujas. La verdad sobre Ted, calando sigilosamente, sin percatarse.
Ted apunta con su varita hacia el suelo. Y el césped se volvió de un hermoso color amarillo. Como su casa. Hufflepuff. Andromeda miró el suelo, asombrada, y luego a Ted, con la boca entreabierta.
"Has convertido el césped en…"
"Es amarillo. También hay brujas que convierten la paja en oro." Mira a Andromeda con ojos brillantes, y hace una pausa. Andromeda desvía un momento la mirada, ligeramente turbada. "Apuesto a que tú eres una de esas, Andromeda." Añade Ted, con voz ronca.
Ted baja del muro dando un salto, y se queda acuclillado frente a la esbelta Andromeda. Debajo de ella, contemplándola desde el lugar que, según todos los libros, le corresponde a un hijo de muggles.
"Es amarillo, entre tanto verde. Es tuyo." Dice misteriosamente, sin levantarse, quedando por debajo y señalando el metro cuadrado de césped deliciosamente dorado. Le guiña un ojo, y Ted Tonks se marcha, silbando una extraña melodía, mientras mueve la varita en la mano y la guarda en el bolsillo.
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He puesto muchos detalles que asemejan a los magos y muggles, sin que éstos lo noten. Eso del rosa-azul-rosa, un guiño a La Bella Durmiente de Disney, donde las hadas madrinas cambian el color del vestido de la princesa. Mary Poppins, que se estrenó en agosto de 1964, cuando al mes Andromeda empezaría en Hogwarts. Y la visión de que el mundo se mueve por muchas cosas. Falta la importante: el mundo se mueve también por el amor. Por supuesto, referencias a Hansel y Gretel, Blancanieves, Rumpelstiltskim…
Hay una canción muy antigua y popular entre las niñas que dice "Tengo una muñeca vestida de azul…" es decir. Hay mucho de muggle en lo cotidiano de las Black. Es el guiño para empezar una mini historia sobre Ted y sobre todo, Andromeda. Sin dudar, el guiño ingenuo al cabello de colores, el cabello rosa… profético. El uso del presente para hablar del pasado, y el verbo en pasado para hablar del presente.
Espero que os gustara. Hasta pronto (espero) y os agradezco la lectura :)
