Punto de quiebre

En estadística, el "punto de quiebre" es un estimador, es la proporción de observaciones incorrectas (por ejemplo, observaciones arbitrariamente grandes) que un estimador puede manejar antes de proporcionar un resultado incorrecto (por ejemplo, un resultado arbitrariamente grande).

Arbitrariamente era la palabra a subrayar en todo esto.

El valorar la situación desde una actitud arbitraria era lo que lo llevaba al momento en el que estaba ahora.

Y claro, nunca se lo hubiera imaginado. Esas son las cosas graciosas de la vida.

Desde que había comenzado aquel pequeño juego, había calculado cada una de las variables que se podían presentar en aquel enorme tablero. En las piezas principales estaba él, Joker, maestro del terror y monarca de Ciudad Gótica, y del otro lado del tablero estaba el Murciélago, el mejor detective del mundo, vengador de la noche y su séquito de niños-seguidores que lo perseguían de un lado a otro.

La diferencia entre él y la rata voladora estaba lejos de sorprenderlo, era que el Joker sabía perfectamente que de su lado del tablero las piezas eran descartables, desechables y...corruptibles.

Curiosamente, corrupción era una de sus palabras favoritas, y en eso era en lo que se había enfocado por un buen tiempo.

La corrupción es como la propagación de una enfermedad.

Comenzando, por ejemplo, con una doctora, una profesional dedicada al deber y servir. Era increíble cómo podía desviar sus objetivos con un poco de coerción. La doctora no debería haber estado intercambiando besos con su paciente por encima de la mesa...sobre todo, si dicho paciente es un interno del Hospital Psiquiátrico Arkham...o si ese paciente, es el más peligroso criminal de Ciudad Gótica.

Esa era la primera parte de la propagación, el agente patógeno debe de entrar sin ser detectado, debe de establecerse, creando un nido para cuando las condiciones sean adecuadas.

Y tenía que admitir que a pesar de no ser su estilo, había sido excesivamente divertido mover los hilos detrás del telón en Arkham. Aún hoy, estaba fuera de su alcance entender como nadie había sido capaz de encontrar el elefante rosa en medio de la habitación. Nadie había notado las cosas escondidas y ocultas a plena vista de los ojos curiosos. Y lo más gracioso, era que ni siquiera había hecho el mínimo esfuerzo por evitar que los guardias se dieran cuenta de que Harley salía con el cabello alborotado y con sus mejillas sonrosadas de cada sesión terapéutica, o que notaran las ligeras marcas oscuras en su cuello al momento de volver a su celda.

Quizás había que admitir que una parte de sí mismo estaba ansiosa por divulgarlo, por hacerles saber quién era el maestro detrás semejante operación, era un impulso primitivo que venía con el personaje del Joker. Y era ahí cuando las cosas se comenzaban a enredar, claro que, saber jugar aquellos juegos requería una inteligencia bastante desarrollada. Pero para alguien como él, había ciertas partes que, por necesidad, tenían que ser el centro de atención.

Todo era parte del plan y el Joker necesitaba ejecutarlo de la manera más perfecta posible. No podía negar que el tener que ser cuidadoso era una carga muy fastidiosa ya que regularmente un caos controlado era su manera de actuar más viable, pero varias cosas estaban en juego. Y, viéndolo del lado positivo, el juego era infinitamente divertido.

Era cierto que, cargar con aquella pesada situación era un medio de terminar con su encierro, y sí, se originaba de la necesidad de libertad más que de diversión. Pero por aquellos días había habido cierta...tensión.

Eran veces como esta, las que lo hacían pensar que nadie más que Bats en toda Ciudad Gótica era capaz de igualar su intelecto o su perspicacia.

En otras ocasiones había sido más fácil salir de ahí, ya que podía tener personal bajo su paga en las instalaciones. Pero recientemente, una alma caritativa y filántropa, léase, Bruce Wyne se había encargado de instalar nuevas reformas y renovaciones para la institución mental, provocando que el delicado sistema de control que tenía el Joker ahí, colapsara.

No dudaba que todos los cambios se daban a raíz de los problemas que habían surgido en su relación con Batso. El murciélago se había vuelto un energúmeno al enterarse de que el Joker había golpeado hasta la muerte con una barra de metal a su pajarillo. Y no lo había tomado muy bien, llegando incluso a golpear al Joker dejándolo casi al borde de la muerte y provocando la pérdida de su maravillosa sonrisa.

Pensándolo bien, hubiera valido la pena perderla si tan sólo Bats hubiera roto su código. Hubiera sido la mejor broma del mundo; el morir sabiendo que el murciélago sí era uno más de los internos de Arkham y que el grandioso Batman tenía su lugar del otro lado de las rejas como todos los demás. Pero nada de aquello había sucedido y se había encontrado a sí mismo sin la posibilidad de abandonar aquellas cuatro paredes como lo hacía normalmente.

No tenía otra alternativa, debía conformarse con la única oportunidad de escapar que se le presentaba de momento. Y la Doctora Harleen Quinzel era lo mejor que se le había presentado hasta ahora, además como una mujer poco inteligente y con un nombre bastante irónico, tenía el potencial necesario para convertirse en la llave que lo sacaría de ahí.

El detalle clave era que Harleen Quinzel, era lo suficientemente susceptible para doblegarla a su voluntad. Era una mente ansiosa por validación y reconocimiento, sobretodo, estaba hambrienta por la aprobación de una figura masculina.

¡Salve la sociedad podrida que crea padres ausentes que obligan a sus hijas a complacer cualquiera de sus expectativas!

Valiéndose de eso no tuvo que trabajar mucho para retorcer ése deseo de consentir las ideas paternales de Harley en algo aún mejor. Sólo tenía que desviar los objetivos de aquella chiquilla, quien para entonces ya estaba medio enamorada.

Y, ésa era la primera opinión emitida arbitrariamente.

Claro que las variables le habían hecho calcular sus posibilidades de una manera, y quizás, un poco demasiado optimistas, pero evaluando nuevamente le material en su cabeza aún le parecía imposible no llegar a las mismas conclusiones.

Por más que trataba de reevaluar los factores siempre llegaba la misma conclusión; la chica era como pudding en sus manos, si le decía salta, saltaba, si le decía grita, gritaba. Estaba deseosa por complacer a su nuevo "Papi".

Era un perfecto títere en sus manos, y lo único que necesitaba hacer era posar un beso en sus labios para causar que la chica se sumiera en una niebla de ignorancia. Podía apostar a que ni siquiera Ivy podía tener semejante efecto con sus pociones y químicos.

Había que admitirlo, eso sí que era un enorme empujón para su ego.

Pero al darse cuenta de que el control que tenía sobre ella era suficiente como para convencerla de meter un arma cargada a Arkham, hubo alcanzado un punto en el que estaba embriagado de poder. Harley estaba completamente loca por él, estaba seguro de que si se lo pidiera, ella se quitaría la vida.

Poco a poco la idea de una muerte como esa se volvió muy tentadora; ser la mano que le entregara el arma con el que ella misma se quitara la vida era como estar frente un pastel delicioso sin poder siquiera escamotear una mordidilla.

Pensar en el bello rostro de Harley lleno de placer al saber que estaba cumpliendo el deseo de su "Papi" justo antes de morir eran una de las imágenes que inconscientemente le hacían suspirar en las solitarias noches dentro de sus celda en Arkham.

Y al mismo tiempo supo que era hora de decir adiós.

Debía hacerlo lo más pronto posible, si no, su deseo de sangre y caos sobrepasaría su autocontrol y tendría que seducir a otra estúpida. Eso involucraba gastar más tiempo en tonterías que podría estar utilizando para molestar a la rata voladora en su lugar.

El rumor sonaba que había una pequeña ratilla voladora acompañándolo últimamente una "Batgirl", y si sus cálculos no estaban equivocados, probablemente estaba relacionada con el detective Gordon.

Ciertamente era algo triste tener que dejar atrás a un juguete tan divertido como Harley, pero los sacrificios eran necesarios para un bien mayor y un bien mayor, era salir de ahí a toda costa.

Dejar a una inconsciente Harley atada en la cama para terapia de shock era un precio mínimo a comparación del precio que debía pagar en otras ocasiones por su libertad, y por supuesto, una forma excelente para deshacerse de aquel molesto escozor que comenzaba a tomar el nombre de Harley Quinn en su mente.

Aquella mujer era una cosa demasiado dominante, cada palabra que salía de su boca salía únicamente con el objetivo de complacerlo, y lo que era aún más extraño, cada palabra cumplía con su objetivo. No había nada que ella hiciera que no le gratificara.

Eso no había sucedido jamás, a lo largo de su vida había tenido múltiples juguetes que lo mantenían entretenido durante un rato, pero no el suficiente como para que realmente comenzara a considerarlos.

Lo extraño era que con Harley, había sucedido algo diferente.

Durante su tiempo juntos, se había acostumbrado a ella; a su adulación, a su admiración, a su completa entrega, era como su propia esclava personal, y lo más curioso era que no tenía que apuntar un arma en su frente para que obedeciera, ya que ella misma lo hacía por su voluntad. Ésta idea había comenzado a tomar forma en su mente...quizás, quizás...

...Si Bats podía tener todas las mascotas que quería, ¿Por qué el Joker no podía tener una?...

Sería mentir el decir que no lo había considerado.

Pero hasta aquel punto, Harley Quinn se había transformado en un objeto a sus ojos y eso era demasiado complicado, porque al ser un objeto, comenzaría a sentirse posesivo de él y por lo tanto, implicaría tener que soportar situaciones innecesariamente complicadas.

La vida se trataba ser reírse y ser feliz un buen rato, el Joker veía como su deber tomarse la libertad de hacer lo que quisiera y el cargar con las complicaciones de una mujer no era una de ellas.

Cuando Frost le hacía entrega de aquella gabardina de piel de cocodrilo púrpura, tuvo que dedicarle un segundo más a aquella mujer que dejaba atada en la cama y a pesar de ponderarlo un poco más, llegó a la misma conclusión.

Lo que había entre ellos, jamás funcionaría.

O al menos eso se dijo así mismo durante algún tiempo.

Los días posteriores a su escape no los podría definir con claridad, varias eran las ideas que se colaban en su mente cuando trataba de recordarlas. El tumulto de imágenes, de explosiones, músicas y sangre era muy confuso para descifrar. Podía recolectar la idea y la sensación placentera, mezclada con un poco de...¿Desconcierto?...Quizás había comido algo que no le había caído bien...por supuesto no echaba de menos absolutamente nada.

Pero poco se había preparado para lo que surgió un tiempo después.

Aún hoy, era demasiado complejo devanarse los sesos pensando y cuestionándose, cómo hizo Harley para dar con él, meses después de su escape.

Quizás Harley había aprendido una cosa o dos de su compañía en Arkham, o quizás Harley poseía...cierta cualidad observadora.

Y aún con estas teorías, en aquel momento el Joker había considerado como una molestia innecesaria ponerse a pensar cómo era que una Doctora respetable, se encontraba viva y airosa después de uno de los atentados más catastróficos y destructivos que el Instituto de Salud Mental Arkham había soportado y siendo este a un caos que al mismísimo Bats le había costado cinco días en controlar con ayuda del Departamento de Policía de Ciudad Gótica.

Incluso le pareció redundante el ponerse a pensar cómo es que había dado con él, rastreando hasta su más mínimo movimiento.

Todo aquello parecía poco importante cuando la mujer se encontraba parada frente a él. En la misma habitación, en una de las casas de seguridad más secretas que tenía a su disposición.

Pero sí recordaba pensar una cosa.

Entre la pesada atmósfera lúgubre, caótica de aquella habitación y entre las nubes de su memoria podía estar seguro de haber pensado; aquella mujer estaba loca.

No parecía darse cuenta de que nada de lo que pasó allá en Arkham había sido real, que el Joker la había engañado, que no era capaz de sentir nada, que todo era una mentira y que lo que sentía estaba bastante lejos de lo que podía denominar "amor por ella".

No la necesitaba.

No la deseaba.

Ni siquiera le dedicaba un segundo de día en el pensamiento.

Pero no había tenido tiempo de descifrar como sucedió lo siguiente. Si fueron las manos de ella las que lo llevaron a él a derrumbarse sobre ella en la cama o si fueron las manos de él las que la azotaron fuertemente contra la pared guiando sus largas y deseables piernas para que se enlazaran en su cintura mientras embestía fuertemente en su interior.

Harleen Quinzel había sucumbido ante la contaminación que era el Joker, estaba totalmente infestada.

La mujer estaba absoluta, completa y perdidamente loca.

Y lo que le causaba rabia era que para él no existía nada más placentero que éste conocimiento.

No había otra manera de poner las cartas en la mesa, el Joker era inmensamente feliz sabiendo que un trozo de la sociedad, la representación de la más pura honradez que había en ciudad Gótica estaba a su merced. El pensar que una psiquiatra, símbolo de aquello en lo que Bats tanto se apoyaba, justicia y moral, gozaba revolcándose en el lodo con el Joker, nada más y nada menos que el símbolo de la perdición misma.

Y desde ahí las cosas se complicaron más.

Se estaba divirtiendo y se estaba divirtiendo mucho con la idea. No tenía nada de malo seguir con la diversión, quizás en un futuro sería útil, quizás en un futuro Batso lo encerraría en Arkham nuevamente y el Joker podría seguir teniendo a su llave personal a su disposición. No tenía nada de malo alimentar las deluciones mentales de aquella mujer, ni apaciguar a el extraño impulso de lujuria que lo recorría cada vez que la veía.

Además venía con muchos beneficios, Harley era un tabú. Era una cajita de sorpresas que le sorprendía cada día más. Algunas veces aparecía en los momentos más extraños del día.

Ella misma había ideado incontables maneras de escabullirse para ir a dónde él estuviera, para pasar aunque fuera unos cuantos segundos en su compañía, llegando a burlar al su propio equipo de seguridad.

Y esto lo llenaba de emociones diferentes, rabia por la incompetencia de sus hombres, furia por aquella mujer que no dejaba de seguirle, y sobre todo un incomprensible deseo de arrojarla contra la superficie más cercana y devorar su cuerpo con el suyo. No había manera de explicar cómo cada molécula de su ser vibraba a mil por hora cada vez que tenía aquel cuello expuesto a su merced.

Además Harley lo había soportado en sus peores noches.

Algunas veces, el Joker no se percataba cuando Harley estaba ahí. Había noches, noches oscuras y lúgubres que ni siquiera él mismo podía recordar. Noches en las que la pesada carga era demasiado, en las que ni siquiera Bats era capaz de llenar el vacío. Harley ni siquiera parpadeaba cuando enfermo de ira, el Joker lanzaba y destrozaba todo fuera de su habitación.

Harley ni siquiera se movía de su lugar, no hablaba, no parecía respirar, sin embargo su presencia...estaba ahí...quizás Harley pensaba que su presencia ahí era necesaria. Quizás aún fuera de Arkham, veía todo aquello como una especie de terapia.

Era inútil ya que una mente como la de ella, nunca iba a comprender. No iba a comprender cuando tus mismos pensamientos son los que te intoxican.

Y Harley seguía ahí.

Harley era una mezcla que no alcanzaba a comprender

Y quizás esos fueron los orígenes de la idea de que Harley podía convertirse en una complicación necesaria. Y simplificando el asunto, si las cosas se salían de sus límites solo había que encontrar una manera de controlar la situación jalando del gatillo.

Pero, para ser honestos pocas veces pensó en jalar el gatillo por aquellos días.

Era difícil hacerlo cuando la chica era un torbellino de fuego personificado. Podía hacerlo enfadar en un segundo, provocando que su cuchillo más próximo estuviera centímetros de clavársele en lo más profundo de su perfecta caja torácica y al siguiente desear que abandonara su bata blanca y su fachada de doctora por un buen revolcón en la cama.

Alcanzando a un punto en el que, cuando no estaba pensando y maquinando furiosamente en cómo matarla, estaba ansioso preguntándose dónde estaba en cada segundo del día. Llegando incluso, a cazarla entre los callejones más oscuros de Gótica sin poder soportar la incertidumbre de no saberlo. Mientras que el resto del tiempo no podía hilar un pensamiento coherente ya que estaba muy ocupado penetrándola hasta lo más profundo de su ser o con ella montándolo frenéticamente en cualquier recámara polvorienta que le sirviera como guarida para la ocasión.

Aún cuando ella estaba pegándose a él como una lapa bajo las sábanas, siempre había tenido en la mente la intención de ponerle fin a todo aquello.

Pronto las personas a su alrededor no tardarían en darse cuenta de que una despampanante rubia siempre se encontraba cerca de su acto. Incluso los mismos hombres bajo su mando comenzaron a ver a Harley como una presencia ocasional en la guarida.

Podrían tratar de lastimarla.

O poseerla.

El Joker no podía permitir que nadie que no fuera él la lastimara.

Si Harley iba a morir, sería de su propia mano.

Trató por los métodos más convencionales deshacerse de ella, pero ¿Qué se supone que hacía en aquellas situaciones?

Por muy cómica que fuera la rutina del "No eres tú, soy yo" aquella mujer no iba a desistir tan fácilmente, después de todo una camilla de terapia de shock y unos cuantos voltios directos a los sesos no la hicieron desistir, mucho menos lo iba a hacer un discurso como esos.

Trató de dejarla a su suerte, quizás de aquella forma le entraría en su diminuto cerebro que ella no significaba nada para él, que aquellas fantasías de vestidos blancos, casas con empalizadas blancas y mini-vans no se iban a hacer realidad jamás.

Incluso trató de mandar una única y definitiva señal de su despreció haciendo que sus puños dejara huellas moradas en su piel, pero nada de aquello parecía tener el más mínimo efecto en Harley.

Al verla parada frente a él apuntándole con un arma en la cabeza amenazándolo para que no la dejara, milagrosamente la idea perfecta de matarla llegó a su mente.

Harley había sido la única mujer en el mundo que había logrado llegar hasta el punto de que él mismo Joker se preguntara si se estaba volviendo loco, provocando una genuina risa por parte de él. Y por esa sencilla razón Harley tendría el privilegio de morir en dónde él había nacido.

Y por suerte ella no lo decepcionó.

Por su propia iniciativa Harley se había arrojado al tanque de químicos poniéndole fin a su propia vida.

Había sido hermoso, una belleza y una obra de arte contemplarla mientras caía y una ola de satisfacción corría por su cuerpo. Había tantas cosas poéticas en aquella muerte.

Tanta felicidad.

El "punto de quiebre" un término utilizado en medicina para describir el momento en el que una enfermedad se convierte en epidemia y se vuelve incontrolable. Es el instante en que la gráfica del fenómeno se dispara sin mayor explicación.

Debió haberlo sospechado, debió haber considerado un detalle muy importante: Harley tenía el mismo efecto que un narcótico.

Una vez adicto por siempre serás un adicto.

El Joker, un adicto al caos se había vuelto adicto al caos personificado.

¿Y qué hay más complicado que eso?

Curiosamente la realidad podía empeorar aún más.

Quizás el quiebre habría sido cuando se había arrojado cabeza abajo al tanque de químicos o quizás al sacar a Harley inconsciente de aquel depósito de sintéticos.

En el mismo lugar que lo vio nacer se había condenado a sí mismo nuevamente.

Aquella mezcla de químicos que una vez se había adueñado de él, ahora también corría por las venas de Harley. Ambos compartían la mismas sustancias toxicas que contaminaban sus mentes.

Ahora ya no era el Joker contaminando a Harleen Quinzel, ahora Harley se había convertido en un virus por sí misma y esta corría como parte de sus mismas venas.

Esta nueva Harley no era nada para lo que hubiera estado preparado jamás.

Cuando se inclinó sobre el cuerpo inerte de la chiquilla para darle vida nuevamente, pudo darse cuenta de que ésta no era la doctora. Aquella mujer que sostenía en brazos, no era la misma chica con la que había estado durante tanto tiempo, sino una persona completamente diferente. Al ver la mirada que le dedicó la chiquilla un sentimiento de repugnancia lo invadió.

No era su querida doctora.

Una vez que arrojó el cuerpo de la mujer en uno de los sofás de su ha-hacienda, no le volvió a dedicar un solo pensamiento durante dos semanas, sintiéndose completamente indiferente ante el destino que pudiera depararle a aquella mujer.

Esta nueva Harley corría el peligro de enfermar por los químicos, o corría peligro de que las sustancias corrosivas hubieran ocasionado algún daño a sus órganos vitales, incluso en su misma ha-hacienda rondaban hombres de mal corazón y malas intenciones que podían aprovecharse de la mujer semidesnuda que estaba en la planta baja.

Y secretamente el Joker deseaba que así fuera, deseaba con todas sus fuerzas que sus pulmones colapsaran del daño provocado, deseaba que alguien de sus hombres la violara, deseaba que el aliento le abandonara para siempre.

Aquella mujer no tenía ningún derecho de vivir en el mismo cuerpo que su doctora, creía que estaba en su derecho de llevarse a alguien que era de su propiedad, de arrebatarle la diversión que aún le quedaba por disfrutar.

Su querida doctora. La única que le había inspirado el impulso de saltar tras ella.

A las dos semanas siguientes el Joker pudo olvidar aquel asunto por completo resignándose a que tenía que acabar con la vida de Harley ya que había sido un experimento fallido, por lo que saliendo de su encierro le toco presenciar una de las escenas más hermosas que jamás había visto en su vida.

El suelo de la planta baja estaba manchado de rojo y había cráneos pulverizados por cada paso que daba, por lo menos podía entrever entra el batido de vísceras y huesos rotos que había por lo menos de cuatro a cinco cadáveres regado en el suelo, y en medio de aquella masacre estaba aquella chiquilla.

Tenía el aspecto de una súcubos; con las mismas ropas quemadas con las que la había abandonado ahí días antes, un trozo de lo que parecía haber sido una pata de la mesa de la cocina y a Frost parado a unos pasos detrás de ella discretamente con la misma expresión inescrutable y turbia de siempre.

Quizás la mirada de adoración que le dedicó nada más abrir, y posar sus ojos azules en su imagen, quizás las pícaras gotas de sangre que limpió con el dorso de su mano o quizás el "Buenos días puddin'" que dejó salir de sus labios.

Quizás, eso fue lo que disparó el fenómeno.

La obsesión.

Como si de un "click" se tratara, las ideas de repulsión que se habían formado en su cabeza fueron sustituidas por un incontrolable deseo de saber quién era esta exquisita criatura.

Nunca había estado realmente preparado para Harley Quinn o Harley Quinn nunca había estado preparada para el Joker.

Lo que sí era seguro era que ambos sabían que iban a conseguir montañas y montañas de diversión averiguándolo.

Cada día que pasaba era una nueva forma de probar límites, de romper barreras. No había freno para la diversión que aquella mujer traía consigo. Harley no desperdiciaba ni la más mínima oportunidad de poner a prueba su recién conseguida libertad.

Fuera de las normas sociales se encontraba en una carrera por descubrir qué tanto podía hacer, o qué más podía lograr. Y si algo había que destacar de vivir con el Joker era nada estaba bien definido, llegando incluso a probarse con el mismo Joker.

La fascinación que le causaba al hombre era palpable entre ellos, Harley era perfectamente capaz de notar cuando se estaba pasando de la raya.

Mucho antes ya lo había hecho, ninguna otra mujer en ciudad Gótica se arrojaba a los brazos del Joker y era recibida, eso ya la hacía volverse loca de la emoción.

Pero no era nada que Harleen Quinzel no hubiera logrado ya, Harley tenía metas más grandes, e incluso inmiscuirse en la vida del Joker no solo era el objetivo, sino que solo era el primer paso. Era psiquiatra y sabía cómo penetrar la mente humana, y aunque la mente del Joker fuera muy complicada, no dejaba de permanecer con un origen humano.

Regresando a lo básico pudo encontrar que se basaba en instintos.

Era sencillo apelar a su lado posesivo, el hombre se volvía un energúmeno si tan sólo otra persona le ponía un dedo encima. Y era un deleite saber que podía captar su completa y rapta atención con tan sólo desearlo.

Claro que había consecuencias. Ciertamente el tener la habilidad de manipular la atención del Joker tenía sus bajas. Como el hecho de que él se volvía iracundo al darse cuenta de que una vez más había asesinado a sangre fría a un valioso "asociado" que podía traerle mucho dinero, poder, o medios para provocar desastres que llamaran la atención de Batsy.

Cada vez que Harley se salía de su línea había consecuencias terribles para ella. Sí, era doloroso, pero cuando Harley se encontraba curando sus heridas, raspones y ojos morado frente al espejo, entre la nube negra que era el revoltijo de ideas en su mente, se hacía la promesa de que no volvería a suceder.

Puddin' no le pondría una sola mano encima de ella.

El Joker no era como cualquier hombre, pero ya estaban en un punto diferente al de un inicio. Antes, Harleen Quinzel estaba siempre detrás del Joker, buscando y recogiendo las migajas que él quisiera darle. Pero Harley estaba trabajando para ponerse a su nivel.

Podía seguir su ritmo de vida, podía ser igual de impredecible, igual de salvaje que él, podía pelear con Batsy tan bien como él, e incluso podía hacerle frente mano a mano. Era igual de inteligente, despiadada, y desvergonzada que el Joker.

Podía divertirlo, sabía que él se fascinaba cuando ella se salía en busca de problemas justamente cuando él le había indicado explícitamente, que debía apegarse al plan que había trazado. Sabía que entre las masacres que ambos protagonizaban, el Joker se detenía para contemplar la manera en la que su bat o su mazo rompía huesos con descuido. Y cada vez que cosas así sucedían, no podía más que dejar que la ola de orgullo recorriera su espina dorsal llenándola de un placer innegable.

Hasta que finalmente, un día se dio cuenta de que lo había logrado su objetivo.

Había sido como cualquier otro, una cita, un rato pasajero de felicidad, que pronto se había visto mancillado por ésa molesta ratilla voladora. Sorprendentemente todo parecía ir de acuerdo al plan.

Bats, estaba caminando directamente a la trampa de Mr. J. Para ser el mejor detective del mundo, no sabía que estaba a tan sólo unos pasos de ser atravesado en el corazón por la banderilla de la pistola de Mr. J.

Harley no perdió tiempo, Mr. J estaba a unos segundos de dar el golpe final, podía ver como sus manos temblaban de la anticipación sobre la cacha de su arma. Su respiración de había vuelto más profunda y su risa más descontrolada, como si un chiste estuviera a punto de llegar a su punto culminante y no pudiera esperar para decir la frase final.

Sus ojos habían perdido aquel toque de caos controlado que generalmente lo inundaban y se habían puesto casi completamente blancos, perdiéndose sus irises entre sus párpados dándole una imagen aún más macabra de lo normal.

Estaba perdido.

Supo entonces, que era el momento de terminar con el juego, Puddin ya se había divertido lo suficiente. Caminó unos pasos hasta dónde se estaba llevando a cabo la pelea, y con un balanceo de su pesado mazo envió a volar Batsy a través del ventanal de cristal al otro lado de la habitación.

Su mazo hizo un ruido sordo al hacer contacto con el suelo, y Harley expulsó un pesado suspiro de alivio. Recargándose en el mango del mismo, se giró para comprobar el estado de su Puddin'.

Puddin' no estaba bien, poco a poco la risa se había calmado, y sus ojos habían vuelto a la normalidad, y por un segundo, Harley pudo visualizar cómo Mr. J le dedicaba una mirada de alivio y agradecimiento.

Agradecimiento por marcar un límite, por haberle impedido matar a Batsy. Harley sabía que a pesar de que el Joker dedicaba cuerpo y alma a la empresa de matar al murciélago, la única razón por la que su Puddin' existía era porque Batsy existía. Si en aquel momento el señor J hubiera cumplido con su propósito, no habría quedado nada de él. El cuerpo del Joker existiría sólo como un cascarón sin propósito vagando entre el caos que serían las calles de ciudad Gótica, y por lo tanto Harley Quinn dejaría de existir. Era una extraña y enferma simbiosis de la que estaba segura, el mismo Batman estaba consciente.

Pero aquella mirada desapareció rápidamente cuando la ira posesionó al hombre, producto de la adrenalina que corría velozmente por su sangre. Consecutivamente, el cuerpo de Harley fue víctima de múltiples golpes a puño cerrado, y el Joker no tardó en posicionar sus manos alrededor del cuello de ella, cortando el suministros de aire casi al instante.

La vista de Harley se nubló y pudo sentir como se perdía en una ya familiar inconsciencia. Como reflejo, el cuerpo de Harley reaccionó ante un recién adquirido y extraño instinto de supervivencia. Rápidos golpes a la zona torácica del Joker le quitaron el aire haciendo que éste perdiera el agarre que tenía sobre su cuello.

En un instante, ambas miradas se cruzaron evaluando la situación.

No era la primera vez que Harley era el blanco del maltrato físico del Joker, pero sí era la primera vez que el Joker era el receptor de un golpe por parte de Halrey. Más que por el dolor que sentía en su parte baja el Joker se había detenido por la sorpresa, la misma Quinn no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo.

Estaban en un punto en el que, lo más natural para Harley, habría sido temer por su vida. Si su conocimiento no le fallaba, y no lo hacía, el siguiente movimiento del Joker sería matarla definitivamente.

Pero Harley no temía por tal cosa. Extrañamente y en contra de lo que las voces en su cabeza le gritaban, Harley sabía que su vida no corría peligro, y lo que es más el Joker lo sabía también. Entre ambos habían llegando a esto.

Al establecimiento de una mancuerna.

Harley sabía que si iba a morir, iba a ser a manos del Joker. Pero por alguna extraña razón, ahora sabía que no sería por algún motivo intrínseco.

Y si aquella improvisada escena no era lo suficientemente evidente como para demostrar aquel punto, los acontecimientos siguientes lo demostrarían de una vez por todas.

Cuando el Joker se vio solo por primera vez en mucho tiempo.

Cuando se dio cuenta de que por un error, la parte inmutable de su vida se había perdido, sólo por el simple error de no saber que ella no sabía nadar.

No había estado preparado para pasar alrededor de tres años sin ella, habían estadosiente años juntos en los que no habían estado separados más que unos cuantos meses ya sea por causa de ella o por causa de él.

Pero Batso no había olvidado y aún buscaba venganza por lo de sus pajarillo sin importar que otro ya hubiera ocupado su lugar. Y le había arrebatado el juguete que tanto trabajo le había costado moldear.

Sus memorias de aquellos días estaban aún más turbas que su pasado, y sólo podía estar seguro de que era un ciclo vicioso en el que su único pensamiento era encontrarla.

Y con el pasar del tiempo iba perdiendo poco a poco la esperanza; si ella no había vuelto únicamente podía ser debido a que no la dejaban volver. Harley jamás lo abandonaría por su voluntad.

El problema era saber dónde la tenían escondida.

El primer año se había limitado a Ciudad Gótica, era su imperio y si la habían encerrado ahí no tardaría en encontrarla. Pero todo había sido inútil, no había tenido éxito en su búsqueda, iracundo dio la orden de que la buscaran más allá de Ciudad Gótica. Si estaba en alguna otra pare la iba a encontrar, pero pasó otro año sin siquiera obtener un rastro.

Intimidar a Bats para que le diera una pista no había dado resultados, no importaba cuánta sangre derramara en la ciudad para reclamar lo que era suyo por derecho, la rata voladora no había cedido.

Hasta que en el tercer año muchos ya habían perdido la esperanza de volver a verla. Pronto el terror que ocasionaba el Joker dejó de ser el ojo del huracán en los periódicos de Ciudad Gótica y el hombre se retrajo en uno de sus clubes permanentemente. Y al contrario de que su nombre se perdiera entre el aire de los chismes de la población, su repentina desaparición lo había convertido en algo más místico y en lo que se denominaría sólo como a una leyenda.

Sin embargo, no estaba muerto del todo, únicamente hibernando en espera de algo que la trajera de vuelta. Muchos habían dicho que era inútil, que Batman, no la había sacado del río, sino que en realidad la había dejado ahogarse, mientras que otras versiones decían que ella sola se había ahogado atormentada por la locura con la que el Joker la había infectado.

Los rumores de la muerte del arlequín se habían intensificado aún más después del incidente de Batman y Superman en Metrópolis.

Pero hasta no ver un cadáver, el Joker no estaría convencido de la pérdida.

Llevando su relación a un punto de quiebre.


Okay, estamos haciendo esto de nuevo.

Quien diría que estaríamos de vuelta jaja. La verdad es que he estado sida en un periodo muy improductivo, cada vez que quiero comenzar algo nuevo. Mi cabeza no deja de reprocharme que me rendi, que deje algo inconcluso. Espero poder remediar lo, y enmendar también a los lectores que me seguían fielmente.

Tengan paciencia conmigo y espero tengan la confianza en mi como para seguir este nuevo proyecto conmigo.

Estoy segura de que hasta ahora parece que escribí puras porquerías. Debo admitirlo, este fic solo es experimental. Quiero probar mi narrativa un poco para ver qué tal.

Prometo que se pone bueno, tengo el fic completo y ahora solo está en edición y producción. Es difícil para mí editarlo ya que como lo escribí de un tajo, queda bien si se lee completo. Pero es muy largo por lo que preferí cortarlo en partes. No es un proyecto ambicioso, yo cuento d capítulos, dependiendo de como sienta que queda mejor.

Espero que les guste. Y si tienen dudas o comentarios más allá de un review, pueden dejar sus comentarios en mi o en mi Tumblr, (están en mi perfil) ahí es más fácil leer sus comentarios ya que tiende a perder los.