- ¡Vamos arriba! ¡Rose, Hugo, levantaros o llegaremos tarde! -Gritaba desde el piso de abajo de la casa una Hermione Weasley algo nerviosa y estresada. Se había tenido que levantar má pronto de lo normal aquella mañana y todo por que su hija mayor, Rose, iba a comenzar a asistir a Hogwarts, la Escuela de Magia y Hechiceria a la que ella había ido con su marido y amigos años atrás. Y ahora iba a ir por primera vez su queridisima hija. ¡Estaba más emocionada ella que la Rose misma!

Aunque eso no era del todo cierto. Rose estaba emocionada, pero odiaba tener que madrugar y era consciente de que ello iba a ser un gran problema para las clases en Hogwarts. Por fin, con fuerza de voluntad, se levantó de su suave y cómoda cama y bajó al piso de abajo, donde estaban en las escaleras su hermano menor Hugo, con un osito de felpa en una mano y al pie de las escaleras su madre, Hermione, con las manos en cada lado de su cintura.

- ¡Vamos, vamos! -Cogió al pequeño Hugo de la manita y pasó un brazo por los hombros de Rose, mientras se dirigían hacia la cocina.- ¡Este es un gran día para los Weasley!

Al entrar en la cocina se encontraron con Ronald Weasley leyendo el diario el Profeta, con una taza de café en la mano. Ya todos estaban vestidos y preparados menos los niños. Se sentaron a desayunar sus tazas de leche con chocolate en polvo y los bollos que recientemente había horneado Hermione.

- Menudos vagos estáis hechos, yo a vuestra edad ni siquiera dormí la noche anterior a este día de lo nervioso que estaba por llegar a Hogwarts, ¡no se a quien os pareceis! -Bromeó Ron, mientras le preparaba el chocolate en polvo en la leche al pequeño Hugo, el cual era la viva imagen de su padre. Pelirrojo, pecas y ojos azules.

Rose también era muy parecida a su padre, pero todos decían que tenía los rasgos de hermione. Su cabello era hondulado, no enmarañado como el de su madre a su edad, sino con perfectas y bonitas ondulaciones. Su cabello era de color cobrizo, más tirando al anaranjado que al castaño claro, su nariz era respingona, llena de pecas y sus ojos eran de un profundo color azul, con algún destello grisáceo.

- No es que no esté nerviosa, simplemente pienso que madrugar debería estar prohibido. -Comentó Rose, con un bollo en la boca.

- No hables con la boca llena -La riñó Hermione, mientras se huntaba una costada en mantequilla y se la comenzaba a comer.- Y debes de mentalizarte pues en Hogwarts no voy a estar yo para ir a despertarte, debes de madurar.

- Bueno, siempre estaran mis compañeras de dormitorio y Albus para despertarme. -Dijo, encogiendose de hombros. Albus, además de ser su primo, era su mejor amigo, siempre estaban juntos y siempre se contaban todo. Y ambos iban a comenzar su primer año en Hogwarts ese día. La pelirroja no podía estar más feliz.

Una vez hubieron acabado de desayunar, recogido y vestirse y arreglarse los niños, toda la familia Weasley-Granger se reunió en el salón. Rose ya había hecho su baúl, con todo lo que necesitaria, además de sus uniformes, libros, varita y demás.

Todos se metieron en la chimenea del salón y Ron fue el que lanzó los polvos Flu mientras exclamaba.

- ¡A la Estación de Londres!

La noche anterior, la pareja Weasley habían acordado que la mejor forma de partir hacia allí sería con los Polvos Flu pues ellos habían decidido irse a vivir a Escocia, y no en Inglaterra como el resto de la familia. Querían vivir en un lugar tranquilo, además, por el trabajo de hermione en el ministerio de criaturas mágicas estar cerca del lago Ness le venía la mar de bien.

Al aparecerse en la estación, no tardaron en divisar a los Potter. Ginny se encontraba de la mano de Lily, la pequeña y pelirroja de los Potter, muy parecida a su madre. Harry se encontraba hablando con Albus el mediano, de cabello azabache y ojos verde como su padre, Harry le estaba dando consejos mientras alternaba alguna que otra advertencia a James, el mayor de los hermanos Potter, un chaval que iba a empezar su tercer año, de sonrisa pícar y traviesa, pelo castaño oscuro y bonitos ojos azules. Era todo un torbellino, e innumerables veces habían llamado a Harry y a Ginny a la dirección de Hogwarts para hablar de sus fechorias con su primo Fred, del mismo curso y casa que James, Gryffindor.

- ¡Eh, Harry, Ginny! -Gritó un poco Ron, alzando el brazo para ser visto por los Potter. No tardaron en reunirse ambas familias y ponerse a hablar de este nuevo año que les esperaba.

- ¡Estoy tan ilusionada, Al! Seguro que será genial, ¿verdad? -Decía Rose, a Albus, con los ojos brillantes de la emoción.

- ¡Y que lo digas! Espero que quedemos en la misma casa...

- ¿Pero que dices, tonto? ¡Está claro que ambos seremos Gryffindor!

- Yo no estaría tan convencido de ello, Rosie -Dijo de repente James, apoyando su brazo en la cabeza de Rose, pues ultimamente el mayor de los Potter había crecido bastante.- Que cualquiera de vosotros podría quedar en otra casa... Slytherin por ejemplo, ¿no, Albie? -Le chinchó. Le encantaba molestar a Albus y más ahora que el niño tenía ese temor de ser una serpiente. Por supuesto, James solo lo hacía de broma, no le haría gracia que su querido hermano fuera de Slytherin y estaba muy convencido de que le haría compañía en Gryfindor.

- ¡No molestes James, no pienso quedar alli..! -Le gritó molesto Albus y James rió.

En eso que sus padres los llamaron para dirigirse al anden nueve y tres cuartos, atravesando corriendo con los carros la pared correcta para acceder. Una vez atravesada, se toparon con el Expreso de Hogwarts enfrente suya y Albus y Rose se quedaron flipando. No era la primera vez que venían aquí, pues habían venido otros años para despedir a sus primos y hermano más mayores, pero esta vez era especial pues eran de ellos de quienes se despidirían los menores y padres.

Albus no dejaba de inquietarse y Harry lo notó así que se apartaron un poco para poder hablar con él tranquilamente y averiguar que le inquietaba a su hijo menor.

Mientras, Rose veía todo con emoción. Pilló a su prima Victoire en un rincón del andén dandose el lote con Teddy y rió un poco, comentandoselo a su madre y tia, quienes rieron también.

- ¡Estos jovenes!

- Si, es cierto, Teddy ya ha acabado Hogwarts, ¿No? Escuché que sacó muy buenas notas finales y ahora está en el departamento de aurores como aprendiz.

- Si eso nos dijo un día en casa, a Vic aun le quedan dos años para acabar Hogwarts, presiento que se echaran mucho de menos.

Rose dejó de prestar atención a la conversación de su madre con su tía pues su mirada de repente se topó con una muy intensa, grisácea, pero demasiado cálida. Pertenecía a un niño de su misma edad, al parecer, de cabellos rubios y bien arreglados, con flequillo corto. Y lo que más le sorprendió fue que el chico pareció también fijarse en ella. De inmedieto su rostro se tornó un tomate y odió su maldita genética, pues ella pensaba que se veía ridícula y tonta así, sonrojada.

Harry volvió junto a Albus tras hablar de las preocupaciones del menor, y junto con Ron, ambos cruzaron una mirada con el hombre rubio, alto y delgaducho de al lado del niño rubio, su padre, intuyó Rose.

El hombre rubio inclinó la cabeza hacia Ron y Harry, en señal de saludo respetuoso y Rose supo que se conocían, no es que tuvieran una buena relación pues se notaban las distancias, pero se conocían.

- Rosie, ¿ves a ese hombre rubio y a su hijo, rubio también? -Rose asintió y miró a su padre, y todos hicieron lo mismo. Hermione rodó los ojos antes incluso de escuchar a su marido hablar.- Son Draco Malfoy y su hijo, Scorpius, también empezará este año Hogwarts y seguramente irá a Slytherin. -La miró algo serio.- Debes de vencerle en cualquier cosa, notas, Quidditch, popularidad, lo que sea, ¿me oyes? ¡Tienes que patear su trasero de hurón!

- ¿Eh? -Dijo simplemente Rose, con los ojos muy abiertos de la sorpresa. Harry dejó escapar una risilla ahogada, Ginny rodó los ojos y Hermione se acercó molesta a Ron.

- Ronald Billius Weasley, si vuelvo a escuchar de tus labios algo que pueda incitar rivalidad a Rose, te juro que duermes a partir de ahora en el sofá. -Lo amenazó, seriamente.- Rosie puede hacer todos los amigos que quiera, sean quien sean.

- ¡Pero él es un Malfoy! ¡Mal-fo-y! ¿Estás escuchando Hermione?

- Claro que te estoy escuchando, idiota, mucho mejor de lo que crees y sigo pensando lo mismo.

- Es cierto, Ron, deja que Rose haga amigos sean cuales sean, sin prejuicios. -Intervino apaciguadora Ginny.

- Bueno... A mi con que no se case con un Malfoy me conformo, al menos debes de saber, Rosie, que eso le haría mucho daño en el corazón al abuelo Weasley, ¿entendido?

- S-si...

- ¡Ronald!

- Eh, eh, que ya no digo nada malo...

- Más te vale.

Rose no dejaba de sonrojarse de la vergüenza que le producían las palabras de su padre. ¿Por qué tenía que ser así? ¡Por Merlín!

Todos los nuevos y viejos estudiantes se despidieron de sus padres y familias y entraron al expreso, el cual estaba a punto de salir. Albus y Rose corrieron a pillar un compartimiento vacio para ellos solos y no les costó encontrar uno. Abrieron las ventanas y se despidieron por ultima vez de sus familias mientras el expreso comenzaba a moverse.

- ¡Os escribiremos! -Gritaba entre el alboroto Albus.

- ¡Mamá, mandame bollos! -Gritaba Rose también, reacia a abandonar el rico desayuno de su madre.

- ¡Ni hablar, Rosie! -Le gritó Hermione con una sonrisa impecable