Sangre.
Había sangre por todas partes.
No podía escapar.
No podía evitarlo.
Incluso él estaba cubierto de esa deliciosa sangre.
Era una bonita noche de invierno en la academia Cross, todo estaba cubierto de un manto blanco pues había estado nevando en los últimos días. Sin embargo, no todo estaba tan cubierto de ese manto blanco. Zero soltó un grito mientras se despertaba sobresaltado y se incorporaba al mismo tiempo en su cama, en su dormitorio de los Dormitorios del Sol. Una vez se hubo calmado, sin embargo su respiración seguía agitada, se llevó una mano a los ojos y se mordió el labio inferior, ocasionándose así hacerse una pequeña herida con uno de sus colmillos.
No podía seguir así. No debía seguir así.
Hacía ya tres meses que había vencido a Rido Kuran. Pero eso no era lo que exactamente le preocupaba ni lo que le quitaba el sueño. Sino que hacía ya tres meses que Yuuki, su Yuuki, había sido convertida en una vampiro Sangre pura y para colmo se había ido con ese maldito Kaname Kuran.
Zero no podía estar más molesto. No podía estar más desesperado.
Aunque en un principio se había prometido que iba a dejar de pensar en Yuuki como esa compañera, esa amiga, que desde la muerte de sus padres había estado siempre ahí con él, y que iba a verla como un cazador como él debería verla, una presa y una aberración a la vida humana.
No podía. No podía ver de esa forma a Yuuki.
No a la hermosa, inocente, pacifista y maravillosa de Yuuki.
Sin embargo todo había pegado un cambio tan drástico que ni él se lo podía creer. Hacía tres meses que no dejaba de tener pesadillas por las noches, si es que dormía. Horribles pesadillas en las que acababa matando a Yuuki, o bien mordiéndola y absorviéndole la vida hasta fallecer o bien con un arma de cazador.
Una parte de él le decía que hacía bien en pensar de esa forma tan fría pues Yuuki era en realidad una vampiro Sangre Pura, y lo peor de todo es que era una Kuran, hermana menor de Kuran. Esa parte le decía que debía de rastrearla, encontrarla y pegarle un tiro en la cabeza, y luego despedazar al maldito de Kuran, al maldito que se la arrebató con solo una mordida.
Si, lo torturaría, le daría la peor tortura que a un vampiro se le pudiera dar y luego lo mataría, de la peor manera que a un vampiro se le pudiera dar.
Se la tenía jurada, bien jurada.
Pero, por otra parte, aún quedaba dentro de él el anélo, la fascinación, el amor. Yuuki Cross había sido esa chica que lo abrazó y lo limpió cuando llegó a la casa de Kaien Cross, esa chica que siempre le sonreía aunque ella no estuviera bien. Esa chica que se preocupaba día y noche por él. Esa chica que se había sacrificado tanto por él, que le había ofrecido tanto su ayuda y preocupación como su sangre. Por él. Para que Zero viviera.
Yuuki era, básicamente, las ganas de vivir de Zero.
Se había planteado mil y una veces el suicidio en aquellos tres meses. Pero siempre le paraba algo. Yuuki. Siempre era ella. Siempre aparecía en su mente, en sus recuerdos, los esfuerzos y sacrificios que hizo por mantenerlo vivo y que no cayera en el Nivel E. Y por eso mismo, se prometió que no iba a abandonar su vida de aquella forma, que como le había prometido, algún día iría a por ella y le daría caza. ¿La mataría? ¿Sería capaz? En un principio lo tenía claro, que debía de quitarle aquella horrible y sucia vida de un vampiro a alguien tan puro y bueno como lo era Yuuki. Ahora ya no lo tenía tan claro. Su subsconciente le decía que en verdad, la Yuuki Cross no había muerto, y la Yuuki Kuran no se la había comido como ella le dijo aquel día. ¿El por que dijo eso? No lo sabía. Pero estaba convencido de que su Yuuki seguía siendo la misma.
Se vistió con ropa de calle. Se puso unos pantalones vaqueros y una camiseta gris, junto con su gabardina marrón, pues estaban en invierno y hacía frío. Se enfundó su pistola, la Bloody Rose, y salió de los dormitorios Sol.
Había sido llamado al despacho del director por un asunto urgente de la Asociación de Cazadores, según le había informado el director. Así que hacia allí se dirigía. No había tiempo que perder. Había estado esos tres meses sin ninguna misión de la Asociación, ni siquiera sin matar algún vampiro. Todos se habían marchado de la academia por lo que la clase nocturna se había disuelto. Sin embargo, había algo en el interior de Zero que le decía que algún día volverían, tal vez no los mismos, pero volvería a haber una clase nocturna lo tenía seguro y más con los ideales del director.
Desde que el Director, Kaien Cross, había sido nombrado Jefe de la Asociación de cazadores, Zero iba algo más tranquilo para hablar con él y ésta vez, para ver la misión que le asignaría. En el fondo, creía que no le mandaría matar a Yuuki, por lo que se quedaba tranquilo, de forma inconsciente. Aunque nunca se sabía.
Tocó a la puerta del despacho y el director le dijo que podía pasar. Al entrar al despacho, Zero lo encontró asando pescado con sus típicos atuendos, dos coletas y esa misma cara de tonto mientras agitaba el abanico enfrente del pescado que se estaba haciendo en ese mismo momento.
A Zero le cayó una gota por la nuca. Ese hombre nunca cambiaría, ni siendo Jefe de la Asociación.
- ¡Oh, Kiryuu-Kun, me alegro de que mi querido hijo esté tan pronto por aquí!~
- ¡No soy su hijo! –Exclamó el aludido ya comenzando a molestarse.
- Buen, bueno~ No nos pongamos así ya tan pronto. Ven. –Le indicó el director Kaien, apagando el fuego que estaba calentando el pescado y lo puso en un plato con dibujos floridos, donde ya había otro pescado ya hecho y aun caliente. Se sentó en su asiento acolchado, dejando el plato en el escritorio e indicándole a Zero que se sentara en la silla enfrente suya. Cogió un pescado y comenzó a comérselo, maravillado por el sabor.- ¡Come~Come~, Kiryuu-Kun, no me seas tímido!
Zero bufó, conteniendo su enfado y frustración por aquel hombre tonto una vez más. Nadie se podría imaginar seguro lo importante que este hombre era en realidad. Sin embargo, Zero hizo caso, se sentó enfrete de Kaien e incluso cogió el otro pescado, dándole un bocado y sorprendiéndose de lo rico que estaba.
- ¿Rico eh? Normal~ La comida de un padre siempre es la mejor~
- ¡Que no usted no es mi padre! –Hizo una pausa y cogió aire, calmándose por tercera vez.- En serio director, dígame para que me ha traído aquí.
Kaien Cross se puso de golpe más serio, y le di otro bocado a su pescado.
- Verás… Ahora que soy Jefe de la Asociación, yo soy quien asigna en parte misiones a los cazadores, ¿verdad? Bien, pues hace unos días nos llegó un pequeño trabajo donde se requerían unos cuantos cazadores para controlar y vigilar una especie de baile que los vampiros quieren organizar…
- Vaya al grano, Director.
Kaien no observó por encima de las gafas. Conocía a Zero tanto como a Yuuki, y sabía que aquello que le iba a decir no le iba a gustar nada, pero él quería que fuera Zero quien hiciera este trabajo, aunque le doliera. Kaien siempre hacía o decía cosas que ha Zero le dolían, pero en el fondo, lo hacía por su bien aunque él n lo supiera.
- Desde que Yuuki fue convertida en una vampiro Sangre Pura, con todo lo que ha pasado no ha tenido tiempo de ser presentada como es debido a la sociedad de vampiros. Verás, lo vampiros tienen sus leyes y sus tradiciones, y más aun si se trata de Sangres Pura. Ahora que Kaname-kun maneja el consejo de Ancianos no deberíamos de preocuparnos por mucho, por lo que me dijo que iban a organizar una fiesta donde acudirían muchos nobles e incluso algún Sangre Pura para presentarles a Yuuki. Ya ves, así es como lo hacen los vampiros, como si fueran la realeza. Aunque, bien mirado, los Sangre Pura si que son la realeza en el mundo sangriento de los vampiros.
- Me niego a hacer algo como eso, Director, soy cazador de vampiros, no niñera de nadie. –Le contestó el peliplateado, mientras se lavantába del asiento, dejando las espinas del pescado en el plato y dándose la vuelta hacia la puerta.
- No es un petición, Kiryuu-kun, sino una orden del Jefe de la Asociación de Cazadores. –Le recordó Kaien, con una voz serena.
Zero no podía creerse lo que le estaba pidiendo el director. Le estaba pidiendo, o no, mejor dicho, ordenando, que fuera a vigilar una fiesta de chupasangres donde estaría también Yuuki, donde la vería, donde todos sus males saldrían y donde la herida escocería más.
Salió deprisa del despacho del director. Kaien no fue a buscarlo pues sabía que Zero iría si o si, que no tenia opción.
Zero volvió a su dormitorio y estuvo allí el resto del día. Pasando como pasaba cada día, a base de pastillas de sangre y sumergido en recuerdos, rabia y tristeza.
La academia Cross no podía dar clases tras los destrozos de la batalla contra Rido, pero la asociación de cazadores había estado esos tres meses ayudando a reconstruirla por lo que ya estaba casi lista para darles la bienvenida de nuevo a los estudiantes de la clase Diurna, la única clase que habría pr le momento. Aunque no notarían la diferencia, pues ya se encargaron de ese día borrarles todos los recuerdos sobre la clase nocturna, a todos los alumnos menos a una, Wakaba Yori, la amiga de Yuuki según podía recordar Zero.
Yuuki no quiso que le borraran la memoria a Yori pues quería seguir siendo su amiga y estaba convencida de que tarde o temprano volverían a verse, además de que Yori no sería capaz de contarle a nadie lo de la clase nocturna, de la existencia de los vampiros. Así que todo el mundo quedó en que no habría problemas.
Ya entrada la noche, el director le dio un sobre a Zero de la dirección en que habían decidido organizar la fiesta los vampiros.
Suspiró al salir de la academia Cross. Aquella sería una larguísima noche.
