Hey, sep... no es Coffee Shop... pero mhñe~ Espero poder terminar esta historia.
Disclaimer: Cazadores de Sombras y sus personajes no me pertenecen, todo es obra de Cassandra Clare. Esta obra es ficticia, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Inspirada en la canción Troublemaker - Olly Murs
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"Primera"
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Sí había algo que Magnus detestaba más que esperar a una persona más de una hora, era tener que esperar a una persona más de una hora bajó el sol de mediodía. No es que fuera caprichoso, aunque realmente si lo era, solo que le molestaba el sol cuando no tenía lentes obscuros a la mano, sus ojos se volvían extremadamente rasgados y le daba un aspecto gracioso que él detestaba.
Soltó un suspiro extremadamente largo a la vez que miraba en dirección contraria al sol. Extrajo, con demasiada dificultad, su celular de la bolsa delantera de su pantalón, sus dedos pasearon por la pantalla hasta dar con el último mensaje recibido, en el que su amigo le avisaba que llegaría tarde, excesivamente tarde. Y ese mensaje había sido recibido hace un par de minutos. Gruñó mientras guardaba su celular en la misma bolsa del que lo extrajo. Dio una patada al aire antes de empezar a caminar.
Metió sus pulgares a las bolsas delanteras de su pantalón mientras gruñía de nuevo. Era obvio que no esperaría bajo el sol, primero muerto. Sacó las manos de los bolsillos y se enderezó, estar encorvado no lo hacía ver bien mientras caminaba. Solo le tomó unos segundos más de caminar para llegar a una cafetería, la conocía lo suficiente como para saber donde se encontraba sin necesidad de ver el camino.
Abrió la puerta al mismo tiempo que una chica buscaba salir, ella llevaba las manos ocupadas con una bolsa de la cafetería en la mano derecha y un vaso grande de té en la izquierda. Magnus se hizo a un lado dejando pasar primero a la chica, le regaló una sonrisa y entró al recinto. Se dio cuenta, casi al instante en que entró, que hacía tiempo no visitaba ese lugar, habían cambiado las mesas, antes eran blancas y ahora eran negras, y las paredes ahora tenían unos cuantos dibujos abstractos. Le gustó la nueva apariencia.
Tomó asiento en la mesa más cercana a la puerta, casi enseguida sus manos tomaron el frasco de azúcar sobre la mesa y comenzó a jugar con este. Su mirada se dirigió al ventanal que daba hacia la calle, desde su asiento podía tener una vista privilegiada del lugar donde había estado hace unos minutos, podría ver cuando su amigo llegara. Se acomodó en su asiento y su mirada se dirigió esta vez al mostrador, un chico, el cual le daba la espalda, estaba dejando un par de cosas en el mostrador, un momento después sus hombros se elevaron para después bajar rápidamente, había suspirado, tomó la charola vacía del mostrador y dio media vuelta.
Bastaron cinco segundos para que el cerebro de Magnus le dijera que nunca había visto a ese chico atender en la cafetería. Magnus recordaría a un chico como ese. Era alto, casi de su estatura, cabello negro, piel pálida, labios delgados y ojos azules. Era totalmente su tipo y él siempre recordaba a las personas que eran su tipo.
El chico parecía estar hastiado del trabajo, la forma en que las comisuras de su boca caían mientras se mordía el labio inferior le daba un aspecto cansado. Le vio dejar la bandeja en el mostrador y, en cuanto se dio cuenta que él era un nuevo cliente, se dirigió a su mesa, sus manos se habían adentrado a las bolsas de su mandil para sacar una libreta y una pluma. Magnus le regaló una sonrisa enorme de oreja a oreja cuando estuvo frente a él.
– ¿Gusta ordenar?
La voz del chico le sonó tan acorde a su físico que sintió su cuerpo dar un respingo. Era casi perfecto.
– ¿Qué debo pedir para poder quedarme sentado a ver por la ventana? –preguntó con una sonrisa ladina.
–Eso depende.
– ¿De qué?
El chico comenzó a garabatear algo en su libreta.
–Dependiendo de lo que pidas es el tiempo que te dejaran quedarte.
Magnus siguió sonriendo y en algún momento el chico le estaba devolviendo la sonrisa.
– ¿Qué tal un vaso de agua?
–Entonces solo tendrás un minuto para pedir algo más o te echarán a patadas.
Magnus soltó una risa.
–Un jugo de arándano y cualquier cosa dulce –pidió el moreno. Había empezado a buscar el gafete con el nombre del chico.
–Te sugiero que te lo comas despacio –exclamó el chico mientras escribía el pedido en su libreta.
Magnus arqueó una ceja al no encontrar el gafete en el cual vendría el nombre del chico. Alzó la mirada y se encontró con unos ojos azules mirándole inquisitivamente.
– ¿Se te ofrece algo más?
–Tu nombre.
Las mejillas del chico se tiñeron ligeramente de un rosado pálido que le sentaba de maravilla. El moreno tuvo que reprimir las ganas de lamerse los labios. La pluma que el otro estaba usando volvió dentro del mandil a la vez que sus manos se encargaban de jugar con las esquinas de la libreta.
–Dependerá de la propina –murmuró el chico dedicándole una pequeña sonrisa.
La sonrisa de Magnus se extendió aún más, si es que eso era posible.
El chico dio media vuelta mientras repasaba las cosas que acababa de anotar en su libreta, una chica recogía un par de platos sucios de la mesa de enfrente donde un sujeto sonreía mientras mascaba un chicle y se mecía en la silla. Magnus pudo observar que la mano del tipo se movía inquieta, como si estuviera decidiendo su siguiente movimiento, y él sabía lo que eso significaba.
Su mesero se adelantó unos pasos para ayudar a la chica a recoger los platos pero lo hizo en el momento inadecuado, el sujeto se había decidido y con un impulso levantó y dejó caer su mano, aunque era obvio que su objetivo era la chica que había estado recogiendo las cosas, su mano terminó en el trasero del chico. El sonido que la nalgada recibida provocó hizo que varios comensales voltearan para saber que había ocurrido, el chico incluso trastabillo por un segundo, casi choca con su compañera, la cual se había ido casi corriendo de la mesa.
El sujeto soltó una risa ahogada mientras seguía balanceándose en la silla, Magnus miró a su mesero, este se había dirigido al mostrador sin voltear atrás, tomó una de las jarras de té helado que había para atender más rápido los pedidos y dio media vuelta regresando sobre sus propios pasos. Miró al sujeto que le había golpeado, su boca se torcía en una sonrisa excesivamente fingida, estiró el brazo como si fuera a llenar el vaso pero en lugar de eso dejó que la jarra se vaciara sobre la mesa para después vaciarse completamente sobre el tipo. Específicamente sobre sus pantalones.
Magnus no pudo evitar soltar una carcajada, les dio una mirada a las demás personas, todas tenían una expresión de completo asombro, y eso solo hizo que él quisiera reír aún más fuerte.
Vio que el dueño del establecimiento salía del mostrador para ir hacia la mesa donde se había armado todo el alboroto. El tipo se había levantado para tratar de secarse los pantalones y parte de su camiseta. El dueño le miraba apenado para después mirar a su trabajador como si quisiera sacarle los ojos en ese mismo instante. Tomó un momento antes de que el comensal dejara de maldecir mientras intentaba en vano secar un poco su ropa.
– ¿Qué pasó aquí? –preguntó el dueño. Su voz era fuerte y clara.
–Este imbécil me tiró la bebida encima.
El mesero se cruzó de brazos.
–Porque este idiota me golpeó el trasero.
De un momento a otro empezaron a haber gritos de todas partes, la mayoría de los comensales miraban el espectáculo, dejando que sus bocas formaran un círculo perfecto. El sujeto había comenzado a alzar un poco más la voz y sus manos daban manotazos en el aire, como si estuviera haciendo un berrinche.
La situación era tan cómica que Magnus tuvo que reprimirse demasiado para no explotar de risa ahí mismo.
– ¡Ya basta! –Gritó el dueño parando los gritos– ¡Estas despedido!
El chico miró a su jefe con los ojos como platos, pero esa expresión solo duró unos segundos, en seguida empezó a desanudarse el mandil para después arrojárselo a su, ahora, ex jefe. El tipo que lo había golpeado lo miraba sonriendo.
–A la mierda con todo esto –exclamó el chico.
Se acercó al mostrador para después rodearlo, tomó rápidamente sus cosas y se dirigió a la puerta. Le regaló una mirada de asco al tipo que había causado su despido.
–Dicen que si te dejas los pantalones mojados se te hace más chica.
El sujeto abrió los ojos como platos y se miró los pantalones con horror. Magnus se mordisqueó los labios para no reír descontroladamente. El chico que había sido su mesero salió del lugar de una manera bastante decente, el comensal había ido corriendo al baño y el dueño solo pedía a los demás clientes que no tomaran en cuenta ese espectáculo. Después de unos minutos todo se había calmado, aunque las personas seguían murmurando sobre lo ocurrido.
Diez minutos después Magnus solo se preguntaba si alguien le tomaría el pedido de nuevo.
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Bien, eso es todo por ahora, espero subir pronto el siguiente capitulo.
Dudas, aclaraciones o simples felicitaciones son bien recibidas, si dejan un review seré extremadamente feliz.
¡Muchas gracias por leer!
