Cuidar Niños no es fácil Mucho menos uno con una fuerza sobrehumana y unos grandes ojos azules mas profundos que el mar. No podría contar cuantas veces dejé pasar alguna de sus travesuras, él solo tenía que mirarme arrepentido y me tenía en el bolsillo.
Pero esta vez no lo dejaría misma rutina de nuevo.
Alfred estaba sentado frente a mi, mirando enfurruñado la cena de apariencia normal pero que muchos considerarían un veneno peligroso. Patrañas, mi comida no es tan mala.
- ¿que te parece? Esta delicioso, ¿verdad? -
- si... - sonreí con pesar al escucharlo. El tono de voz muy forzado para sonar alegre hablaba por si solo. Lo vi levantar el cubierto y revolver un poco la comida, en cualquier otro momento le habría regañado. "No se juega con la comida" habría dicho, pero estaba preocupado. Volvió a mirarme y esta vez probó un poco. Lo vi contener una mueca. - No esta tan mal
Me cubrí el rostro con las manos, habían pasado solo unos días desde que lo había encontrado en aquella tierra desierta. Aun podía sentir que mi corazón no digería el susto cuando lo vi jugando con ese enorme búfalo, haciéndolo girar como si de papel se tratara.
La alimentación no fue problema en ese momento, Francis estaba cerca y se encargaba de eso. y ahora Alfred era toda mi responsabilidad y no había comido nada. Entendí por que el Idiota del vino se había mostrado renuente a irse.
- Hermano... -
La voz dulce me hizo apartar las manos para mirarle. Sus ojos azules mostraban miedo. Me sentí tan inútil ¿como era posible que no pudiera hacer algo decente para alimentarlo? No quería perderle. Si yo no era capaz de cuidarlo tendría que cederlo a alguien más. Francis seguro lo alimentaría bien pero no quería que le quitase su inocencia y terminara convirtiéndolo en un pervertido exhibicionista como él.
- Es horrible, lo sé... - me levanté y me acerque a acariciarle el cabello. - Debes comer algo, mañana iré a comprar comida a otro lugar pero por ahora tendrás que conformarte con esto. -
Lo escuche suspirar pero antes de que tomara el cubierto lo hice yo, tome un poco de comida y moví la cucharita como si fuera un avión.
Al menos logré hacerlo sonreír un poco.
