Capítulo 1
Keldarion, el príncipe heredero del Bosque Negro, entró al alba a la habitación de su hermano para encontrarse con que todavía estaba durmiendo. Negando con la cabeza y sonriendo con pena, Keldarion se acercó a la cama y movió el bulto que había debajo de las sábanas.
"Despierta, enano. Ya es hora del entrenamiento con espada."
No hubo respuesta. Keldarion entrecerró los ojos y luego gritó:
"¡Arriba, perezoso! ¡El sol ya ha salido!"
Exceptuando algunos murmullos, Legolas siguió sin despertarse. Los ojos de Keldarion brillaron con malicia y, sin previo aviso, agarró las sábanas y tiró de ellas, dejando al descubierto a Legolas. El príncipe finalmente se agitó y miró a su hermano, medio dormido.
"Vete" –gruñó antes de coger una almohada y cubrirse la cabeza con ella. Volvió a dormirse en cuestión de segundos.
"Qué perezoso" –se quejó Keldarion en voz baja.
El príncipe suspiró y miró por la habitación en busca de otra forma de despertar a su hermano. Sus ojos se posaron en la tina de baño recién preparada oculta detrás de la puerta medio abierta y una gran sonrisa se extendió por su rostro.
Legolas estaba soñando con una bella princesa de una tierra lejana cuando se despertó de repente al notar que un par de brazos lo elevaban en el aire. Incluso antes de poder protestar, los brazos lo soltaron de repente y aterrizó en la bañera con un sonoro chapoteo.
"¡Por la sangre de Sauron!" –gritó al reaparecer en la superficie.
Keldarion se puso en cuclillas al lado de la bañera y le sonrió.
"¿Ya estás despierto?"
La única respuesta de Legolas fue seguir maldiciendo mientras observaba a su hermano a través del pelo empapado. Keldarion se limitó a reírse y se enderezó.
"Bueno, nos vemos en el campo de entrenamiento –dijo avanzando hacia la puerta-. Y no llegues tarde. Padre también estará allí, así que no te quedes dormido en la bañera. Nadie estará vigilando por si te ahogas."
Keldarion cerró la puerta justo a tiempo para evitar la pastilla de jabón que voló hacia su cabeza.
"¿Lo tiraste en la bañera?" –preguntó Thranduil, elevando una veja.
Keldarion le devolvió la sonrisa.
"Por supuesto. Es más rápido."
El rey del Bosque Negro se rio y volvió a concentrarse en el entrenamiento de su hijo menor con Linden en el centro del campo. Los movimientos de Legolas eran suaves pero fuertes. Sin embargo, su habilidad con la espada podía mejorar aún más. El rey dio un paso hacia adelante durante una de las pausas.
"Legolas, ahora que has machacado a este vejestorio… -bromeó Thranduil, haciendo reír al comandante-. ¿Qué te parece una ronda conmigo?"
"¿Contigo? –Legolas evaluó a su padre de arriba abajo juguetonamente-. ¿Otra ronda con otro vejestorio? ¿Está seguro, amable señor?"
"Ooo…" –corearon Keldarion, Linden y los guerreros del Bosque Negro, fingiendo estar horrorizados.
"Te lo has buscado, querido hermano –dijo Keldarion, riéndose-. Sabes que padre es el mejor espadachín que has conocido."
"Lo sé –respondió Legolas, poniendo una expresión altiva-. Pero yo soy más joven y más fuerte."
"Oh, ¿en serio? –dijo Thranduil mientras aceptaba la espada de Linden-. Muy bien, elfling. Veamos si te tragas tus palabras."
Los demás aplaudieron sin dejar de reír, disfrutando del juego entre padre e hijo. Luego observaron en silencio cuando pusieron sus espadas en guardia. Obviamente, los dos tenían una fuerza y habilidad excepcionales.
Thranduil cargó, mientras Legolas lo esquivó. Entonces el príncipe lo atacó, pero su padre logró bloquearlo. El rey lo intentó otra vez con una estocada baja, pero Legolas saltó ágilmente hacia atrás, aterrizando suavemente sobre sus pies solo para encontrarse con el siguiente ataque de su padre. El príncipe bailaba bloqueando la espada de Thranduil con la suya.
"¿Cansado, padre? –bromeó-. ¿Quieres un descanso?"
"¿Quién, yo? –respondió Thranduil, sonriendo-. ¿Y tú? ¿No quieres rendirte?"
Legolas sonrió.
"¡No hasta que lo hagas tú!" –empujó su espada hacia abajo, obligando a Thranduil a girar y recuperar el equilibrio, y el combate continuó. Thranduil blandió su arma por debajo una vez más. Al igual que antes, Legolas saltó hacia atrás, pero su padre sabía que iba a hacer eso, así que en lugar de usar su espada, Thranduil extendió un pie y lo hizo tropezar, haciendo que Legolas cayera al suelo.
En medio de los aplausos del público, Legolas puso los ojos en blanco.
"Eso no fue una lucha justa."
Thranduil lo miró sin dejar de sonreír.
"Fuiste tú quien cometiste el fallo. No repitas movimientos, muchacho. No puedes dejar que tu oponente adivine lo que vas a hacer, porque podría usarlo en tu contra.
"Sí, padre, lo entiendo –respondió Legolas con pesar. Luego levantó el brazo-. ¿Me ayudas?"
Thranduil se inclinó a la vez que Keldarion abría la boca.
"Ah… padre, no creo…"
Con rapidez, Legolas tiró del brazo de su padre y se giró como un luchador de combate libre. En unos segundos, el rey quedó atrapado debajo de su hijo sin poder moverse.
"…que sea buena idea" –terminó Keldarion intentando contener la risa.
Legolas sonreía de oreja a oreja.
"No vuelvas a bajar la guardia frente a un oponente, o se aprovecharán de ello. Tú me lo enseñaste, ¿recuerdas?"
Thranduil entrecerró los ojos por un momento antes de dar una fuerte carcajada.
"¡Y tú aprendes rápido!"
A continuación, Keldarion y Linden los ayudaron a levantarse.
"¿Estoy desterrado del reino, padre?" -preguntó Legolas de broma mientras le daba un abrazo rápido.
"¡Lo estarás si vuelves a teñirme el pelo de rojo!"
Legolas palideció.
"¡Ay, Elbereth! ¡No lo has olvidado! ¡Fue un accidente! ¿Cómo iba a saber que los criados habían puesto tinte de henna en la botella? ¡Si alguien tiene la culpa son ellos!"
Las palabras de Legolas hicieron reír a todos.
El "accidente" había ocurrido hacía unas semanas. Thranduil se estaba bañando cuando se dio cuenta de que la botella de champú estaba vacía y Legolas fue el que respondió a su llamada urgente. Entonces el rey le había pedido a su hijo que le trajera una botella nueva. Sabiendo dónde guardaban los criados los suministros, Legolas fue a buscarla, pero se había equivocado de botella. La forma era la misma, pero el contenido era totalmente diferente. Contenía el tinte de henna que usaban las doncellas para teñirse el pelo de rojo y Legolas solo se percató de su error cuando su padre había gritado media hora más tarde. Thranduil se había dado cuenta del fallo demasiado tarde y su cabello dorado se había vuelto del color de un tomate maduro. Al igual que su cara.
El príncipe tuvo que pasar las próximas horas ayudando a su padre a deshacerse del color. El trabajo fue tedioso y, cuando por fin terminaron, Thranduil se negó a hablarle a su hijo menor durante tres días completos. Pero Legolas sabía muy bien cómo lidiar con la ira de su padre. Durante esas noches, no dejó de ir a la habitación del rey para ayudarlo a peinarse y luego masajeaba el cuello de su padre mientras cantaba baladas tristes. Al cuarto día, Thranduil, finalmente, olvidó su enfado y lo sustituyó por impresión al ver los intentos implacables de Legolas por conseguir su perdón.
De repente, el ambiente despreocupado del campo de entrenamiento fue roto por el sonido de gritos de pánico.
"¡Mi señor! ¡Mi señor!"
Un guerrero del Bosque Negro acababa de llegar corriendo con sus dos compañeros a la zaga. Thranduil frunció el ceño.
"¿Qué pasa? ¿A qué se debe el escándalo?"
Todavía jadeando por el esfuerzo, el guerrero intentó explicarse, pero estaba muy angustiado.
"¡A… asesinato! ¡Ha ocurrido un asesinato!"
Todos los presentes jadearon de sorpresa, y el rey preguntó:
"¿De qué estás hablando? ¿Qué asesinato?"
"Es Laiél y su familia, mi señor –respondió el otro guerrero, un poco más calmado que su amigo-. Fuimos a su casa a buscarlo porque no apareció esta mañana para patrullar, pero lo encontramos muerto. Y a su esposa."
Les daré una pista. ¿Les suena el nombre de Laiél de alguna otra historia? Sí, cierta persona ha vuelto
