Cada capitulo será una viñeta sobre el personaje de Theodore Nott, podrán tener cualquier género y advertencia :D Para la comunidad 30Vicios.
Diclaimer: Harry Potter no es de mi propiedad, le pertenece a J.K Rowling.
Notas: Planeaba algo divertido con esta palabra, pero me salió todo lo contrario: drabble medio tristón XP
Palabras: 487
Chocolate
Lo siente mucho antes de que la primera voz entrecortada exclame "¡Dementores!". Sabe que están allí antes de que den la voz de alarma y los susurros asustados comiencen a oírse. Imposible no saberlo.
El aire se vuelve helado, causando una cortante corriente que le oprime los pulmones. Trata de respirar sereno, pero su cuerpo lo traiciona. La oscuridad es espesa y el desigual andar de los dementotes inunda sus oídos. No precisa si su corazón late más lento o más rápido. Se esfuerza en mantener la conciencia pero sabe que la va perdiendo poco a poco. La realidad se vuelve irreal, es ilusoria. Se va alejando más de sí mismo, sólo el frío es notable. Le hiela los huesos, le paraliza las extremidades. Su visión se nubla.
Se siente desgraciado. Imágenes, recuerdos de niñez, arremeten salvajemente contra su mente, siendo incapaz de domarlas se deja agobiar por ellas.
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Su padre, viejo pero fornido, sostiene en alto su varita. El pequeño Theodore le observa, sin que él repare en ello, por una abertura de la puerta del sótano. Jamás ha estado allí, tiene prohibida la entrada, pero la curiosidad es más fuerte y más en un niño cómo él. Su padre está borracho, muy probablemente no tiene cuidado alguno en sus actos. El hombre apunta la varita, murmurando al mismo tiempo un hechizo, hacia una mujer andrajosa y drogada que yace tirada en el suelo, poco antes su padre y otro hombre se han encargado de atormentarla y humillarla. La maldición impacta en ella, una joven pero desgastada muggle. La tortura hasta que el dolor se vuelve inhumano y ella pierde todo sentido. Está muerta.
Theodore deja escapar un grito ahogado. Jamás ha debido de contemplar aquello. Es un error, pero ya es demasiado tarde. Su padre repara en él, de su cetrino rostro se plasma una consternación absoluta. Se aproxima a Theodore, lo abraza toscamente y lo conduce a su habitación en medio de los temblores y llantos del niño. Lo desmemoriza pero, aunque su padre no se da cuenta, no es suficiente.
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Abre los ojos. El malestar ya se ha ido, los dementotes se han marchado y en su rastro sólo quedan rostros sudorosos y asustados. Theodore debe de tener un aspecto fatal porque una chica de un curso mayor le pregunta si está bien mientras le ofrece una barra de chocolate.
Él aún no se recupera por completo.
-Toma, el chocolate te hará bien –dice afable.
Theodore la acepta. No vacila en comerla aunque no disfruta de su sabor, tampoco se interesa en lo demás que están a su alrededor –Los otros chicos de cursos inferiores que están en el compartimiento, la chica ni mucho menos a los amigos de éstos que vienen a comentar el suceso como si hubiera sido un espectáculo. Pasa el resto del viaje cabizbajo, ido.
Lo recuerda, lo sabe, no se miente
Jamás será suficiente.
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