Nota: Basada en la película del mismo nombre. Algunos dialogos fueron tomados y modificados. El primer capítulo narra el personaje principal.
Mientras dormías
Bueno hay dos cosas que recuerdo de mi niñez. No recuerdo que el cielo fuera tan azul. Primero, recuerdo que estaba con mi papá. Parecía estar en un lugar distante, decía: "la vida nunca resulta como uno planeo". Ojala me hubiera dado cuenta a que se refería. Pero eso no evito que viviéramos aventuras juntos. Subía el equipaje al auto y me narraba historias asombrosas de tierras lejanas. Mientras nos dirigíamos a ningún lado en particular.
Mis historias favoritas, eran las que me contaba de mamá. Sobre su boda, frente a la iglesia donde se casaron. Le pedía que me dijera cuando se dio cuenta de que en realidad amaba a mamá. Él me decía: "Ichi, tu madre me dio un regalo especial. Me dio el mundo."
En realidad, era una esfera con luz adentro. Un globo terráqueo. Pero para un romántico como él, eso era el mundo.
Bueno…
Regresando al tiempo actual…
La primera vez que lo vi…
No me dio el mundo. Me dio 1.50 para el tren. Pero él venía todos los días. Comenzó a visitar mis vías todos los días entre las 8:01 y las 8:15. Y era perfecto. Mi príncipe encantador, de traje negro con corbata rosa. Otra veces camisa blanca y gabardina café pero con un pequeño detalle rosa.
Bueno, en realidad nunca hemos hablado. Sabía que algún día lo haríamos.
Y no sé sí estaré listo para ello.
Tengo miedo de balbucear y ofenderle.
Pero sé, que algún día cruzaremos palabras. Algún día hablaremos de amor.
Será perfecto.
No era mi príncipe azul.
Era mi príncipe rosa.
Vivo en un complejo habitacional. ¡En un maldito quinto piso! Es horrible subir cosas por tu cuenta, terminas rompiendo ventanas como me paso al subir ese estúpido pino navideño.
Ahora estaba siendo regañado por Iyami, el dueño.
Al final tuve que decirle que pagaré los daños porque ya no aguantaba sus insinuaciones para que este de novio con su hija Karako. Una marimacha que le encanta ejercitarse y decir estupideces en otro idioma. Al menos no viste de forma ridícula.
Dijo que mi sudadera morada, que siempre uso cuando no trabajo es lindo. Ella preguntó si era nueva. Lo único que tenía de nuevo eran los arañazos de mi gato. Rodee mis ojos tratando de sonar amable ya que es la hija del dueño. Dios… la odio.
Mi vida siempre ha sido: trabajo, casa y gatos.
En la actualidad no tengo familia. Solo un gato naranja que llamó Nyanko. Trabajo en la estaciones de trenes, me encargo de las taquillas cuando cubro a compañeros. Aunque realmente soy un vigilante.
Ahora mi jefe Chibita me hablaba mientras comíamos hot dogs en la fuente frente la entrada del subterraneo. Era un día que comenzaba a ser malo. Primero el idiota de los perros no entendió a que me refería con lo de un perro tradicional.
¡Era una puta salchicha entre los panes con cátsup y mostaza!
¡No hay ciencia!
¡Ah! Pero cuando Chibita le dijo lo mismo a él, sí se lo dio.
Chibita solo repetía un falso "empleado del mes". Para convencerme de trabajar en navidad. Era obvio que se iba contra mí porque no tengo familia.
Aun así.
¿Por qué he de trabajar en Navidad?
No era justo.
Lo odio.
El dinero extra debe ser bueno… espero que lo sea.
La navidad llegaba y yo solo estaba adornando el pino junto con mis ganas de cubrir. Vaya, quien diría. Ese día sería el dueño de todo un subterráneo.
Que emoción.
Qué triste.
Ahí estaba detrás del cristal del casillero con mi rostro de indiferencia mirando a las personas que cruzaban felices por la velada navideña. Como esta tonta pareja de adolescentes castaños abrazados felices para darse calor mientras se peleaban por donde pasar la navidad.
Espero que sea en el infierno.
Hola, feliz navidad –Ahí estaba mi príncipe rosa. Tenía una gabardina café que cubría su traje negro. Estaba protegido por su bufanda rosa.
Me estaba hablando y yo idiota sin saber que decir.
Me golpeaba a mí mismo por lo estúpido que era.
Ni "feliz navidad" pude decir. Pensará que soy mudo o peor, grosero.
Me regañaba por no poder hablar con él, decirle de mis sentimientos. Realmente era un idiota.
Lo miraba de lejos, en ese momento un par de brabucones y ladrones comenzaron a molestarlos. Él se quejaba y trataba de defenderse pero perdió el equilibrio, cayendo a las vías del tren. Salí corriendo de mi lugar, así como esos cobardes lo hicieron.
No lo pensé.
Salte a las vías.
Le hable, le llame pidiendo que reaccione y que no muera. Una vida nos esperaba juntos.
Grite por ayuda a quien esté cerca.
El sonido del tren me preocupo.
Lo abrace y rodamos juntos sobre las vías.
Esquivamos de milagro el tren.
Por un momento el abrió los ojos, mostrando un color negro hermoso que se encontraron con los míos del mismo color. Le dije hola.
Se desmayó.
Pronto estaba en el hospital. No querían que lo viera porque no era familiar directo.
–Íbamos a casarnos -Fue entonces que lo dije en voz alta.
Y todo comenzó.
