A/N: Esta historia ha estado rondándome en la mente por días... Así que pensé, ¿y por qué no darle una oportunidad?
Todos sus reviews son bienvenidos, así que siéntase libres de opinar y comentar si les gusta este giro en la historia. Tengan paciencia, las cosas pasarán poco a poco.
"Zootopia" y todos sus personajes son propiedad de Disney.
La tranquilidad nocturna de la ciudad fue rota de forma sorpresiva por una camioneta, acelerando a fondo a través de las desiertas calles. Pisándole los talones, un auto patrulla iba en su persecución, dejándole claro que no podría huir.
-¡A todas la unidades!- se escuchó a una firme voz por el radio. -Tenemos un 3-18; camioneta negra en fuga en dirección de Tundratown. Todos los vehículos a los alrededores, favor de reportarse en la zona.
-¡Confirmado!- exclamó una voz en respuesta a los poco segundos. -¡Agentes Hopps y Wilde en persecución de los sospechosos!
Aunque tan solo llevaban un año siendo compañeros, Judy Hopps y Nick Wilde se habían ganado la fama de ser "un dúo explosivo". A pesar de que el Jefe Bogo encontraba sus métodos de investigación cuestionables y sus decisiones imprudentes, no podía negar que eran efectivos. Incluso, los podría considerar entre sus mejores agentes y se los comentaría... Si le importara, claro esta.
-¡Hopps, Wilde!- la voz de Bogo se escuchó fuerte a través del radio. -¡Mantengan precauciones! Esos sujetos son sospechosos de ser miembros de una de las bandas de traficantes más peligrosas de Zootopia.
-Tranquilo, jefe- le respondió la voz de Nick, con su acostumbrada actitud. -Usted déjelo en nuestras manos.
-¡Tú enfócate en conducir!- exclamó su compañera, arrebatándole el radio.
-Relájate, Zanahorias. No hay forma en la que esos tipos...
-¡Cuidado!
Nick dio viro el volante de inmediato, haciendo al vehículo girar bruscamente cuando estaba apunto de estrellarse contra una pared en una curva cerrada.
-¡Debí conducir yo!- bufó Judy. -¿En qué estaba pensando?
-¡No es momento para eso!
Mientras ambos compañeros discutían, varios vehículos oficiales se les unieron en la persecución y pronto la camioneta se encontró rodeada y obligada a detenerse. De inmediato, Judy y Nick bajaron del vehículo, dispuestos a no perder ni un segundo.
-¡Ríndanse y salgan del vehículo!- exclamó la coneja, levantando su arma en alto sin titubear.
Todos sus compañeros oficiales se mantenían igualmente con la guardia en alto, sin embargo solo Nick y ella se aventuraron a acercarse a la camioneta de los sospechosos. Sus ocupantes permanecían dentro y, gracias a los vidrios polarizados, era imposible saber a ciencia cierta que estaba ocurriendo ahí dentro. Eso no hacía más que provocar una sensación de adrenalina a la joven coneja.
-¡Ya oyeron!- exclamó Nick tras unos segundos de silenciosa tensión, cuando ya estaban a menos de un metro de distancia. -¡Salgan y tal vez consideremos tenerles piedad en la corte!
La puerta del conductor comenzó a abrirse lentamente y Judy fue la única que alcanzó a distinguir el cañón de un arma.
-¡Cuidado!- exclamó, más ya era tarde.
Los siguientes momentos pasaron tan rápido que fue como ver imágenes congeladas en el tiempo: ese corpulento rinoceronte disparando, Nick respondiendo de igual forma, varios oficiales corriendo a derribar al criminal; un agudo dolor en su abdomen, el golpe al caer pesadamente contra el pavimento, el ambiente volviéndose borroso con tantas luces y sonidos de las patrullas.
-¡Judy!- la voz de su compañero sonaba lejana. Ni siquiera sintió su tacto cuando la tomó gentilmente entre sus brazos. -¡Tranquila, Zanahorias! Vas a estar bien...
Quiso hacer un comentario sobre lo tonto que era pedirle "estar tranquila" en un momento como ese, pero su voz no respondía.
Sin perder ni un instante, Nick la subió al asiento del copiloto de la patrulla más cercana que encontró. En cuanto estuvo ante el volante, el zorro aceleró a fondo, importándole poco estar rompiendo todo el reglamento de tránsito. De reojo miraba con preocupación como los ojos violeta de su compañera comenzaban a opacarse y no dejaba de parpadear, a punto de rendirse al cansancio.
-¡No!- exclamó con fuerza, sobresaltándola ligeramente. -¡No es el momento para quedarte dormida, coneja boba!
Las llantas derraparon al frenar frente a la entrada de urgencias del hospital. Judy apenas y se percataba del movimiento que había a su alrededor mientras su compañero la llevaba en brazos.
-¡Ayúdenme, por favor!- exclamó Nick con desesperación.
En cuestión de segundos, el zorro se vio rodeado por médicos y enfermeras, quienes le ayudaron a colocar delicadamente a la herida en una camilla.
Lo único que Judy percibía de todo lo que sucedía en derredor suyo era esa pata peluda y cálida, aferrada a la de ella.
-Nick...- ni siquiera podía estar segura si lo había dicho o tan solo lo había pensado. -No te vayas, Nick...
Pero después de unos momentos esa pata la soltó, dejándole una sensación de frío vacío y miedo.
-Nick...- trató de gritar, más su voz era un susurro.
-¡Judy!- escuchó su voz en la distancia. -¡Tienes que pelear, coneja boba!
Al zorro lo habían detenido unas enfermeras, indicándole que no le estaba permitido accesar a esa área. Pero él no podía evitar pelear; necesitaba asegurarse de que ella iba a estar bien.
-¡No puedes dejarme, Zanahorias...!- fue lo último que pudo gritar antes de caer de rodillas al suelo, sintiéndose impotente.
-Nick...- Judy no sabía donde estaba, solo que había demasiado movimiento a su alrededor y eso la hacía sentirse mareada. Le colocaron algo en el hocico y su respiración fue más calmada de forma repentina.
Mirando la brillante luz blanca frente a ella, el último pensamiento que paso por su mente antes de perder el conocimiento fue la voz de su mejor amigo, llamándola.
