Los personajes utilizados en esta historia son propiedad intelectual exclusiva de Tite Kubo de la serie de Bleach y no me pertenecen.
Esta historia contiene a Ichigo en CROSS-DRESSING, incluye MUCHO LEMON y algunos toques de SADO-MASOQUISMO EXTREMOS.
Si lo anterior no te molesta y quieres leer una sensual historia Grimmichi con Ichigo en cross-dressing, en unas apasionantes sesiones de amor con la Sexta Espada: Grimmjow Jaegerjaquez y un tinte de sado-masoquismo y bondage en aquellas sesiones de amor, esta historia con ligeros toques dramáticos y de angustia, pero con un FINAL FELIZ, ¡ES PARA TI! ;)
¡POR CIERTO! En esta historia me inspiré en varias imágenes de posiciones, ropas y cosas por lo mismo, pondré un *asterisco y subrayaré las palabras claves de las cosas especificas que usan los personajes, si quieren saber cuales son pueden verlas en mi perfil, lamentablemente fanfiction no permite hipervínculos, pero pueden verlas antes de leer para tener una referencia.
Sin más que decir. ¡Qué seas bienvenido y disfrutes tu lectura!
Esta historia Grimmichi esta escrita con todo mi amor, mi corazón, mi esfuerzo y mi empeño, pensando en una de las personas más hermosas que he conocido en mi vida. Para ti mi bella amiga que sabes perfectamente quién eres, he aquí el inicio de esta larga historia que aún continuo escribiendo, con todos y cada uno de los detalles que tú querías leer. Cada palabra que pongo en ella, cada dialogo y narración y el giro de los eventos que ocurren en ella es sólo para que tu la disfrutes, pero si alguien también disfruta todo aquello que escribí sólo para que a ti te guste, me sentiré feliz también.
Mi querida amiga, muchas gracias por existir en este mundo, gracias por todas tus palabras de aliento y la paciencia que me das día a día, pero sobre todo por tu amistad que es uno de mis más preciados tesoros. Te quiero mucho amiga linda, con todo mi corazón, para ti entonces el inicio de esta historia, que he titulado:
Promesa de Amor
Grimmjow x Ichigo
Escrito por Loreto W
Capitulo 1:
El Encuentro
Era de noche en la ciudad de Karakura y la oscuridad reinaba completamente en cada rincón de su enormidad. El cielo se veía de un intenso color oscuro y en él, no había una sola estrella capaz de iluminar. La oscuridad envolvía todo a su paso con un basto manto y ni siquiera la luna, que siempre iluminaba el cielo nocturno, se podía apreciar, pues yacía oculta tras numerosas nubes impidiendo que cualquier posible rayo de luz se filtrara y alejara esa tenebrosa oscuridad….
El viento soplaba fuerte y gélidamente remeciendo con ímpetu y furia los árboles de toda Karakura, al mismo tiempo en que congelaba todo a su paso. En la atmosfera se podía sentir la fría humedad de aquella pesada noche, una humedad y vientos tan congelantes que calaban incluso hasta los huesos…
En una horrible calle del Distrito de Hueco Mundo, el peor distrito de la ciudad, conocido por sus pandillas, la violencia que se vivía día a día y la completa decadencia de lugares de mala muerte que nadie en su sano juicio osaría visitar, así como diversos burdeles que ofrecían a prostitutas baratas que hasta el hombre más miserable podía comprar, un hermoso y humilde joven de 17 años de edad caminaba con temor y miedo por aquellas calles repletas de basura, semen, condones desechados y orina, además de estar atestadas de borrachos, putas, animales muertos y otras cosas y personas imposibles de descifrar debido a la penetrante oscuridad…
El nombre de aquel desafortunado, pero guapo joven era Ichigo Kurosaki, una hermosa belleza de 17 años. Poseía un hermoso, brillante y sedoso cabello color anaranjado. Su cabello era tan deslumbrante y hermoso que podía opacar al sol más quemante de verano.
El bello joven de profundos ojos almendrados color marrones, tenía una exquisita piel bronceada que le sentaba de manera fabulosa, medía 1,75 y lucía unas hermosas y torneadas piernas largas que le acompañaban su complexión atlética, pero proporcionada y un trasero respingado que cualquier jovencita moriría por tener y cualquier hombre penetrar. Ichigo eran tan bello y atractivo que era imposible no suspirar con tal solo verle debido a la belleza que el hermoso joven representaba en su totalidad.
Entre toda la inmundicia e indecencia del distrito de Hueco Mundo, Ichigo Kurosaki era sin dudas lo más hermoso y pomposo de las oscuras calles. No obstante, los pensamientos de ese precioso joven eran otros…
- Tengo que llegar a casa, tengo que llegar a casa – Repetía una y otra vez el bello joven en voz alta y en un inútil mantra por mantener la compostura y darse ánimos, pues estaba más que aterrado al caminar por aquellas calles. Para él que era un luchador, prácticamente un busca pleitos y el cual sabía perfectamente como propinar un golpe, dejar a alguien inconciente y luchar contra toda una pandilla con tal de proteger y salvar a un amigo, la oscuridad que prácticamente le cegaba en aquella noche y aquellas calles desconocidas por las cuales estupidamente se había obligado a si mismo a atravesar, le tenían aterrado.
Ichigo vivía en el centro de Karakura y había escuchado que el distrito de Hueco Mundo, cercano a la ciudad en la que vivía, era un lugar al que nadie en su sano juicio osaría entrar.
Sin embargo, jamás en su vida pensó que la situación fuera tan grave, y ahora se encontraba ahí, completamente aterrado y al borde de entrar en pánico ante todo aquello que sus ojos habían contemplado en las pocas cuadras del largo recorrido que aún le esperaba…
El nauseabundo olor del lugar llegaba como una bofetada a sus fosas nasales, daba pasos inseguros al caminar temeroso de pisar algo indebido. Había visto a mujeres siendo tomadas en grupo por diversos hombres, había visto lo que parecía ser cadáveres de indescifrables animales.
Aquella noche había visto demasiadas cosas horribles y todo eso era más de lo que el joven pelinaranja podía soportar, y como si eso no fuera poco, el frío congelante que sentía y la escasa ropa que llevaba puesta sólo aumentaban su temor, su pánico y le hacían lamentar su propia estupidez al haber tenido la "brillante idea" de tomar un atajo, sabiendo de los riesgos que aquello implicaba, y sólo por el simple hecho de llegar pronto a su casa.
- Tengo que ser fuerte, tengo que ser fuerte – Continuaba Ichigo caminando a paso inseguro rápidamente en aquella intimidante noche. El viento gélido le hacía tiritar, sus mejillas siempre llenas de color, estaban pálidas e intentaba abrazarse a sí mismo en un vano intento por mantener su poco calor corporal, pero sus pocas ropas no se lo permitían, pues su trabajo le obligaba a portar ese inusual y vergonzoso vestuario que siempre lucía al terminar su turno a media noche…
La preciosa belleza pelinaranja llevaba puesto un hermoso *vestido sin mangas sostenido con unas delgadas tiras de gasas y blondas negras y blancas. Aquel vestido, marcaba y delineaba perfectamente su delgada cintura, pues el vestido para dar una mejor terminación a la silueta, en la parte delantera, el atuendo estaba hecho de tal manera que llevaba una cinta cruzada que imitaba un corset, debía amarrarse al cuello y creaba en el pelinaranja, la ilusión de tener un perfecto par de redondos y atractivos senos para quien le viera.
La ligereza de la tela y la hermosa caída del simple, pero sensual vestido con un faldón de tres capas con vuelos de encajes blanco y gasa negra como el color de todo el conjunto, entregaban una sensualidad incomparable a esa perfecta pieza de ropa, que hacía que cada movimiento que el joven pelinaranja daba al caminar fuera mucho más erótico y sensual.
Por otra parte, la tela fina y transparente del vestido que cubría su cuerpo y que le quedaba corto permitía ver su virilidad cubierta humildemente por una hermosa *tanga negra de encaje que junto con sus piernas largas cubiertas simplemente por unas eróticas *medias de red negras y los *tacones altos que llevaba en sus pies, completaban el atuendo que a los ojos de cualquier predador, como los de uno que le observaba desde hace mucho tiempo en la oscuridad, hiciera que Ichigo se viera delicioso, sensual e invitador y que por supuesto, con justa razón tiritara de frío en aquella noche de peligro.
- Desearía estar en casa con Karin, Yuzu… y el viejo – Mencionó Ichigo abrazándose inútilmente una vez más y en ocasiones soplando sus manos congeladas para intentar darse calor. Tenía ganas de llorar, aquella situación en la que se encontraba, las cosas que había visto, el gélido frío de aquella noche y las miradas libidinosas, las propuestas indecorosas y manoseos, además de los silbidos y obscenidades que más de un borracho le había susurrado o gritado, le hacían sentirse vulnerable y querer salir huyendo de todo aquello.
¿Por qué había aceptado aquel trabajo? Se recriminaba Ichigo mentalmente, sin querer aceptar la triste realidad que le había llevado a aquella situación desesperada en la que no le había quedado más remedio que aceptar la propuesta del sombrero loco como le llamaba, un hombre mayor de cabellos rubio ceniza, que le había ofrecido un trabajo en una tienda de antigüedades en ese distrito.
La paga del trabajo no era tan buena como esperaba, pero era suficiente para mantener a sus hermanas Yuzu y Karin, y pagar unas cuantas deudas mientras su viejo se recuperaba en el hospital de una complicada enfermedad que el maldito seguro médico no cubría.
Ichigo, en vista de la imperiosa necesidad, se había visto obligado a dejar la preparatoria, abandonar a sus amigos y ahorrar todo el dinero que podía para cubrir los gastos de sus hermanas y los de su viejo cargando así con toda la responsabilidad de sus hermanas, el deber de protegerlas y velar por ellas. Precisamente por lo mismo, como nunca antes, Ichigo se sentía sumamente desvalido, vulnerable y desprotegido. Siempre había sido un protector y su fortaleza y resiliencia siempre le habían caracterizado, pero el hecho de que el aniversario de la muerte de su madre había sido tan sólo hace unos pocos días, le había vuelto a traer aquellas dolorosas y amargas memorias que siempre le lastimaban y le torturaban como en la forma en la que se sentía ahora.
- Mamá, si tan sólo estuvieras aquí, no me dolería tanto el saber que papá está en el hospital, no quiero perderlo como a ti – Expresó el pobre pelinaranja compungido y dolido ante el terrífico pensamiento de perder también a su padre.
El cara de cabra, podía ser molesto y bromear con él siempre, pero a pesar de todo le amaba por el simple hecho de ser su padre, ahora que su padre estaba en el hospital, Ichigo era el hombre de la casa por lo mismo sin dudarlo aceptó el trabajo que Kisuke Urahara le había ofrecido, aún cuando eso significara usar ese estupido traje que tanto aborrecería, pero que según el sombrero loco atraía a los clientes y por mucho que odiara admitirlo era cierto. Eso pensaba Ichigo cuando de pronto fue súbitamente interrumpido.
- Vaya vaya vaya miren nada más la belleza que tenemos aquí - Mencionó una rasposa voz cerca del oído del hermoso joven pelinaranja, que al sentir un horrible aliento contra su rostro y como una descarada mano tocaba su trasero, no pudo más que sobresaltarse al contacto de aquello.
- ¡¿Qué demonios? – Expresó Ichigo al sentir como el hombre de la nada levantaba su vestido y le tocaba manoseándolo varias veces. Cuando volteó su rostro para ver a su atacante sintió el fuerte aliento a alcohol de un viejo que para su desgracia no estaba solo, pues estaba acompañado por cinco gorilas que medían por lo menos 2 metros de alto y se veían sumamente musculosos.
Los tipos tenían mala pinta, estaban llenos de heridas, parches y cicatrices y en ese momento al verlos, Ichigo tuvo la certeza de una cosa: Aquellos hombres eran matones, asesinos, probablemente violadores y abusadores y estaba seguro que si no huía de ahí cuanto antes, le golpearían y violarían hasta matarle.
- ¡Suéltame maldito! – Gritó Ichigo con todas sus fuerzas, golpeando fuertemente con su mano la mano de su repulsivo atacante, pero antes de que pudiera prepararse si quiera para defenderse, sintió como un de los hombres sujetaba firmemente su muñeca inmovilizándole y otro le mantenía abrazado por la espalda aprisionándole fuertemente contra su cuerpo y restregando lo que Ichigo podía distinguir perfectamente como una enorme erección.
- ¿A dónde crees que vas precioso? ¿Crees que vamos a dejar que te marches sin jugar contigo? – Le decía otro de los sujetos acercando sus manos a su pecho para intentar tocar los inexistentes senos de Ichigo.
- ¡Déjenme ir! – Suplicaba el pelinaranja, intentando mantenerse firme ante aquella situación, si tan sólo no hubiera tomado ese atajo, si tan sólo no hubiera decidido ir con su vestuario de trabajo y se hubiera cambiado, nada de eso estaría pasando.
¿Por qué Dios le odiaba de aquella forma? ¿Acaso no era ya suficiente la tortura al recordar la muerte de su madre? ¿Estar ahogado por deudas causadas por la cuenta del hospital que tenía a su padre pendiendo entre la delgada línea de la vida y la muerte? ¿El haber dejado la preparatoria? ¿Haber abandonado a sus amigos y todo lo que hasta ese entonces le llenaba de alegría? ¿Por qué tenía que encontrarse en semejante situación? Se maldecía mentalmente el muchacho, deseando poder llorar y derramar lágrimas que desde hace mucho tiempo se negaban a salir de sus ojos. Mientras trataba de asimilar todo aquello y sentía otras manos que se sumaban a las que ya le tocaban, desesperanzándose más por querer escapar cuanto antes, y como si fuera poco, la ropa que llevaba le impedían combatir como el guerrero que era.
- Ni lo pienses preciosura, grita todo lo que quieras muñeco, pero vamos a divertirnos contigo – Le decía el principal viejo, mente maestra de todo aquello. Ichigo estaba atrapado, estaba perdido, estaba atemorizado, se sentía perdido, desolado, devastado, y vulnerable.
Aquellos sujetos iban a violarle, lo sabía, lo podía sentir en la respiración agitada del hombre que le lamía el cuello, olía sus cabellos, aspiraba su aroma y también en la erección que se rozaba contra la delgada tanga que le cubría el trasero, además de las manos de todos los hombres que le tocaban con descaro en partes inimaginables. Ichigo quería largarse de ahí, pero como un prisionero sin esperanzas, le tenían bien inmovilizado.
¿Qué podía hacer en semejante momento? Desesperado intentando pensar racionalmente, llegó a la conclusión de que si no quería ser lastimado lo mejor era rendirse. No importaba que le pasara, tenía que ser fuerte, ser fuerte por sus hermanas, por Yuzu para Karin por su viejo que le había confiado el cuidado de sus hermanas como el hombre de la casa.
Si Ichigo perecía ahí, sus hermanas quedarían solas y era su deber protegerles como el guardián que era. Cerrando sus ojos y resignándose a su fatídico destino, sobre todo cuando sintió una navaja y el filo de esta que probaba su cuello, espero que desgarraran sus ropas, bajaran su tanga, le abrieran las piernas y comenzaran a violentarlo y abusarlo. No obstante, nada de aquello pasó, antes de que pudiera reaccionar a lo que estaba sucediendo, fue cuando todo ocurrió…
En aquella escena, apareció un increíblemente sensual y varonil hombre de 1 metro 86 de alto. Al verlo, Ichigo quedó prácticamente sin aliento, aquel hombre era el hombre más atractivo, sexy, sensual, erótico y arrebatador que Ichigo había visto en su vida.
El hombre tenía cabello de un inusual, pero intrigante color azul eléctrico. Los iris de sus ojos eran de un intenso y penetrante color azul cielo, casi del mismo color que unas marcas azules que tenía bajo sus ojos y que hacía que estos, se vieran mucho más intensos y amenazadores. Además el increíble hombre portaba una chaqueta negra sin abotonar que le llegaba a la mitad de la espalda, lo que permitía ver su perfecto torso descubierto, sus admirables y bien formados abdominales, su vientre plano, y sobre todo una sensual cicatriz que se extendía por todo su pecho y constituía la sola imperfección que marcaba su escultural cuerpo.
El peliazul, a los ojos de Ichigo, era prácticamente sexo andante… si ser jodidamente atractivo fuera un delito, el pelinaranja tenía la total certeza de que ese hombre tendría cadena perpetua, pues tenía el escultural y perfecto cuerpo de un Dios griego, pero que incluso sobrepasaba la belleza exuberante del mismo Adonis, pues ese pecado andante y sueño húmedo era la sexualidad y el atractivo mismo hecho hombre.
- ¡Oigan ustedes! ¡¿Qué mierda creen que están haciendo? – Rugió feroz el misterioso y sensual hombre que había dejado a Ichigo embelesado por su gran atractivo.
- ¡No te interesa mocoso lárgate de aquí y déjanos follar a esta perra en paz! – Gritó en respuesta el viejo que había sido el primer atacante de Ichigo.
- ¿Qué has dicho? ¡Ni lo pienses viejo!– Y sin seguir debatiendo con una agilidad casi inhumana, el misterioso peliazul se lanzó al ataque y en un rápido movimiento usando tanto sus piernas como sus puños, tomó los brazo de aquel viejo, los pasó por su espalda y los dobló en un doloroso movimiento que hizo que se escuchara un sonido de huesos rotos y aquel hombre que ahora yacía prácticamente agonizando de dolor en suelo, diera un sonoro grito agónico, pues el peliazul le había arrojado duramente al suelo luego de romperle los brazos y propinarle un fuerte golpe en el estomago.
Ichigo por su parte, no podía creer lo que sus ojos veían, el sensual Adonis había derribado no sólo a ese desagradable hombre, sino también al tipo que le había tenido prisionero y había estado rozando minutos antes, su erección contra su trasero.
- ¿Quién de ustedes hijos de puta es el siguiente para moler a golpes? – Preguntó desafiante el ojiazul, esperando que algunos de esos putos humanos respondieran antes de que decidiera perder el control y despedazarlos mutilándolos ahí mismo pedazo a pedazo para beber la sangre de cada uno de esos hijos de puta que habían osado poner sus manos sobre la preciosa belleza de cabellos naranjos que era su presa, ya que él, Grimmjow Jaegerjaquez, era nada más ni nada menos que un vampiro, una elegante criatura de la noche para algunos y un sanguinario depredador para otros.
No obstante, sólo Grimmjow sabía bien quien era, era todo aquello que los putos humanos pensaban de los vampiros, pero al mismo tiempo, mucho, mucho más que todo aquello que decían. Y en el caso de este particular vampiro, desde hace mucho tiempo que había posado sus penetrantes e intensos hipnotizantes ojos en el precioso joven pelinaranja que se encontraba a unos cuantos metros de él.
Grimmjow había vivido durante incontables años, había presenciado con sus propios ojos la transición de diferentes eras, había participado en guerras, había sido testigo de numerosos conflictos y muchas otras cosas, ya que como la criatura que era, sabía y conocía perfectamente hasta que punto esa puta y jodida raza humana era capaz de llegar con tal de lograr sus objetivos.
Grimmjow odiaba a todos y cada uno de los malditos humanos que contaminaban el mundo en el que vivía, podía escuchar en algunos, los pecaminosos pensamientos impuros que tenían, podía sentir la envidia, los celos, la maldad carcomer los corazones de las personas, él sabía mejor que nadie las atrocidades, violaciones y crueldades que todos los humanos cometían día a día, estaba harto de esa mierda de vida. Sin embargo, debido a su inmortalidad no tenía otra opción más que vivir.
El atractivo vampiro, había intentado buscar en alguna de esas criaturas mortales, durante centurias, a alguien que pudiera saciar su hambre, su curiosidad, y fuera digno y merecedor de compartir la vida con él: Grimmjow Jaegerjaquez, Sexta Espada o mejor dicho, el sexto vampiro más poderoso que existía en todo el mundo y líder de los "Arrancars", comunidad de vampiros que existía en Karakura.
El Sexta buscaba desesperadamente a alguien que pudiera ayudarle a llenar el puto hueco que existía en su interior, ya que no era más que en un ser vacío que si bien poseía corazón y sangre que fluían por su interior, el órgano que poseía era prácticamente inútil debido a que desde hace miles de años había dejado de sentir alguna cosa al ser un muerto en vida.
Para Grimmjow, su vida desde hace mucho tiempo se había vuelto solitaria, por lo mismo había intentado todos los medios de conseguir a alguien que estuviera dispuesto a renunciar a su mortalidad y compartir la eternidad con él. Desafortunadamente, de los hipócritas humanos, hombres y mujeres que había conocido, de los que se había enamorado y a los que había llevado a su cama y follado, y que además supuestamente también le amaban, ningún hijo de puta había aceptado permanecer con él por siempre, lo cual había hecho que se quedara solo transformándose en una bestia sedienta de sangre, de peleas, de violencia, de masacres y muertes, pero sobre todo de rencor y venganza por ese puto mundo de criaturas que tanto odiaba…
Odiaba a todos y cada uno de los humanos, las mujeres eran unas perras que una vez que le veían caían rendidas a sus pies, le buscaban por su fortuna o por su atractivo y una buena follada, pero ninguna estaba dispuesta a renunciar a la mortalidad y pasar su vida con él. Por otra parte los hombres que le había cautivado se sentían tan atemorizados por su naturaleza que cuando se enteraban de esta, salían arrancando o intentaban inútilmente matarlo. Por lo mismo, para este vampiro, ningún jodido humano valía la pena.
Por donde fuera que caminara, a donde quiera que fuera, por cualquier lugar y parte que recorriera siempre escuchaba pensamientos egoístas y repletos de impurezas. Creía y pensaba firmemente que la humanidad estaba condenada y no había en ella una sola alma que pudiera valer la pena para él, por lo mismo cuando llegó a esa conclusión y quiso salir a cazar humanos para matarlos sólo por diversión fue cuando Grimmjow fucking Jaegerjaquez lo vio, el ser más increíblemente hermoso y maravilloso en el que nunca antes había posado sus penetrantes ojos…
Desde aquel preciso instante en que los cautivantes e intensos ojos azules de Grimmjow se habían posado sobre la esbelta, atlética y delicada figura de un asombrosamente sensual muchacho pelinaranja, con un rostro de ángel, un gracioso seño fruncido, pero con la sonrisa y el rostro más increíblemente bellos que había visto en los putos milenios en los que había estado viviendo, supo inmediatamente que aquel precioso joven humilde, pero con un corazón bondadoso y un gran carácter, había cambiado todos y cada unos de los pensamientos negativos que tenía respecto a la raza humana.
Aquella noche en que le vio por primera vez cruzando aquellas calles, se había decidido a seguirlo y desde entonces noche tras noche había vigilado cada uno de sus pasos, cada uno de sus movimientos, se había convertido en su stalker, y de ese modo había llegado a conocer no sólo a las hermanas del pelinaranja y a su padre, sino también la lamentablemente vida de aquella belleza que era capaz de sacrificar su propia vida, alegría y comodidad con tal de velar por aquellos seres a los que amaba…
Para un vampiro con miles de años de vida como Grimmjow, acostumbrado desde tiempos inimaginables a la codicia, la maldad y todos los aspectos negativos de la humanidad, Ichigo había sido como un intenso rayo de luz entre toda aquella mierda de pensamientos egoístas y gente despreciable que no valía la pena…
La hermosa belleza de ojos marrones le había demostrado que aún existían seres que valían la pena, había conocido a su familia y había sido testigo de las tristezas, esfuerzos y sacrificios del hermoso pelinaranja que día a día luchaba por sacar adelante a su familia. Por la misma razón se había mantenido oculto hasta ese entonces, en el que aquellos hijos de puta habían amenazado con lastimar a su presa y el jodido humano del cual, sin desear admitirlo, se había enamorado. Porque sí, Grimmjow fucking Jaegerjaquez, Sexta Espada, el vampiro más poderoso del mundo y líder de los "Arrancars" se había enamorado de una hermosa belleza de hermosos, decisivos y profundos ojos marrones…
- ¡Oye! ¡Cuidado! – Escuchó de pronto Grimmjow por primera vez, la suave voz de la bella criatura que tanto había llegado a amar y que se dirigía sólo a él, y en ese momento fue cuando salió de su ensoñación y se percató de cómo tres de los hombres que habían intentado herir a su presa se aproximaban a él. En un ágil movimiento Grimmjow esquivó las patadas y puñetazos que iban dirigidas, con una furia inexplicable, hacia donde estaba.
- ¿Es todo lo que tienen, basuras? – Mencionó con sarcasmo y sorna el poderoso Arrancar, dando ligeros saltos para esquivar cada uno de los ataques de esos patéticos y jodidos humanos y preparando sus puños para molerlos a golpes y aplastarlos como moscas.
- ¡Hijo de puta! ¡Esta nos las pagaras! – Le gritó uno de los tres sujetos que restaban del grupo, chasqueó sus dedos y acto seguido, al oír el chasquido sus compañeros sacaron de sus bolsillos navajas y cuchillos para atacarle, ante tal acción Grimmjow no pudo más que reír por la debilidad de toda esa basura.
- JAJAJAJAJAJAJA ¿cuchillos, navajas? ¿Es todo lo que tienen? Tsk… ¡Me parece bien!, pero ¡si creen que pueden derrotarme entonces vengan! – Mencionó desafiante el Sexta y al pronunciar esas palabras los hombres se le lanzaron encima. Ichigo por su parte, quien hasta ese entonces había contemplado absorto la interacción del misterioso y atractivo desconocido con sus atacantes, no pudo más que permanecer en silencio sin salir de su asombro.
El muscular y atlético Adonis era increíblemente habilidoso con sus puños, el hombre sabía pelear pues se movía ágilmente como una pantera al acecho de sus presas y aunque parecía tener un estilo callejero dada la naturaleza de sus movimientos, Ichigo no podía dejar de pensar un solo instante en que el glorioso ser frente a él no parecía humano.
Aquel pensamiento que había cruzado por la mente de Ichigo cobró más fuerza cuando atónito, vio como los hombres le hacían cortes al Sexta, pero para su asombro o quizás el cansancio de las emociones vividas en el día, el cansancio extremo de sus ojos para asimilar si lo que veía era o no cierto, o en su defecto el hecho desconocido de que Grimmjow podía usar magia para curar instantemente sus heridas, contempló atónico cómo en el momento en que los hombres laceraban la perfecta piel del escultural ser frente a sus ojos con cuchillos y navajas, cortándola, ésta comenzó a regenerarse al instante.
- "¿Qué demonios?" – Pensó Ichigo, sin dar crédito a lo que veían sus ojos, aquello tenía que ser una ilusión pues no había forma de que aquella regeneración que había visto fuera cierta ¿o sí? – Pensaba estupefacto y antes de que pudiera continuar con el ritmo de sus pensamientos, se sorprendió al ver como en rápidos movimientos, demasiado rápidos y prácticamente inhumanos para su agrado, Grimmjow noqueaba a cada uno de los bastarlos que habían estado a punto de violarle, pero no sin antes propinarle golpes lo suficientemente dolorosos para manchar sus propios puños y ¿lamer la sangre de los sujetos?
El joven pelinaranja tragó duro ante aquella escena, no sólo Grimmjow se regeneraba de sus heridas, sino también ¿lamía la sangre de sus enemigos con lo que parecía ser deseo y hambre? Parecía disfrutar el sabor metálico de aquella roja sangre que manchaba y llenaba sus propias manos. Ichigo se sintió un poco sorprendido por la acción del hombre, tenía una velocidad inhumana, podía regenerarse de las heridas que le inflingían en su cuerpo, y lamía y disfrutaba de la sangre de sus enemigos como si se tratara de un…
- "Vampiro" – Pensó Ichigo sintiendo como de pronto todo su ser se congelaba estupefacto ante la conclusión a la que habían llegado sus pensamientos. ¿Podría ser posible que ese hermoso ser frente a sus ojos, demasiado bello, atractivo, rápido e inusual pudiera ser una criatura mitológica como un vampiro? ¿Podría ser posible de que estuviera presenciando tal ser mitológico frente a sus propios ojos?
Si Ichigo lo analizaba más profundamente todos aquellos pensamientos tenían sentido, después de todo, el mismo había presenciado con sus profundos e intensos ojos de un hermoso color chocolatado, aquella pelea, aquella agilidad, la flexibilidad, el poder que emanaba del hombre frente a él y su aura misteriosa y peligrosa que al mismo tiempo le hacían lucir tan feroz e imponente como una pantera al asecho de una presa, pero de ahí a pensar que pudiera ser un vampiro, ¡un vampiro! Era otra cosa…
Ichigo quiso abofetearse en aquel momento por el ridículo pensamiento que había cruzado por su mente, ¡¿un vampiro? ¿A quién intentaba engañar? Aquello era humanamente imposible. ¿No?, eso pensaba el pelinaranja cuando de pronto abrió sus ojos grandemente al recordar algo que había oído en las noticias y algo que sus dos hermanas le habían comentado…
- "Mierda" – Pensó Ichigo, cuando recordó al hombre de las noticias hablar de los innumerables misteriosos crímenes que habían estado ocurriendo en el distrito de Hueco Mundo.
Las noticias hablaban de un asesino en serie que tenía la particular fijación por desangrar a sus victimas hasta la muerte, perforando sus cuellos con dos marcas, dos agujeros muy similares a como serían los colmillos de un vampiro, los cadáveres estaban tan secos que médicos especialistas en materia forense habían determinado que aquel modus operandi no podía ser causado por un simple humano.
- "Mierda" – Volvió a repetir Ichigo en su mente, sintiendo el pánico apoderarse completamente de cada célula de todo su cuerpo, su corazón latía desbocadamente acelerado, sus manos sudaban, el frío le invadía como si de pronto hubiera sido consciente de la congelante noche y la frialdad nocturna, el ímpetu del viento y la falta de ropa que le causaban todas aquellas sensaciones de pavor que sentía en ese momento.
Cuando el misterioso hombre sonrió sicopatamente enseñando todos y cada uno de sus dientes en una perfecta sonrisa sádica el joven pelinaranja quiso salir arrancando por el intenso pavor que le decía en su mente una y otra vez "huye si no quieres morir y ser una victima de ese mortal hombre", Ichigo los vio, vio con sus ojos cafés abiertos al máximo por el asombro, dos caninos visiblemente notorios en la boca del atractivo hombre frente a sus ojos, perfectamente formados, alargados y que no podían ser otra cosas más que…
- "Colmillos" "Mierda" – Temió Ichigo, sin saber que hacer, sus hermosas piernas cubiertas con perfectas medias de red, temblaban sin poder controlar sus movimientos involuntarios, sus palmas seguían sudando y no dejaba de tragar una y otra vez por el espanto que sentía ante toda aquella situación y el frío, el frío era tan intenso, tan penetrante, tan intolerable que sentía como la sangre de su cuerpo se había congelado en ese mismo instante.
- ¡Oi! ¡Oi! – Escuchó Ichigo, apenas saliendo del transe en el que había caído prisionero cuando el hombre frente a sí, comenzó a caminar hacia donde se encontraba dando pasos predadores. Quizás era su imaginación, pero aún así quería salir arrancando en ese mismo instante. Su mente y sus instintos seguían diciéndole que debía huir de ahí cuando antes, pero…
Dios, aquellos ojos azules de ese cautivante hombre le tenían hechizado y como en un trance cuando cometió el error de ver en aquellas profundas e hipnóticas gemas que eran los hermosos zafiros que el hombre tenía como ojos, supo que sería incapaz de dar un solo paso.
Los ojos del desconocido eran de un color azul tan único y bello con diversos matices azules, que Ichigo estaba sin aliento. La belleza de ese hombre, la peligrosidad de sus movimientos, la intensidad de su mirada, el aura misteriosa y poderosa que emanaba le tenían congelado como una presa inmovilizada por el miedo esperando a su depredador para acabarle.
- ¡Oi cabeza de zanahoria! ¡¿Estás bien? – Expresó el Arrancar, tratando de sacar a Ichigo del trance que había hecho que quedara en semejante estado catatónico, y quien hasta hace unos minutos se encontraba dándole su merecido a esos hijos de puta que habían osado tocar a su deliciosa presa.
Para Grimmjow, el sólo pensamiento de aquellos hombres posando sus manos en el hermoso muchacho del que se había enamorado con el tiempo que le llevaba observándolo en las sombras, le había ocasionado un profundo sentimiento de posesividad y por la misma razón, automáticamente su instinto asesino, que cada día intentaba controlar con todas sus fuerzas, había despertado.
Quería despedazar a esos bastardos que habían tocado lo que muy pronto reclamaría como suyo, quería matarlos, cortarlos con sus propias garras, despedazarlos con sus manos y secarlos con sus colmillos hasta que no quedara una sola gota de sangre en sus cuerpos y sufrieran el dolor de morir deshidratados al sentir su sangre secándose y sus cuerpos torturados por el placer del sadismo que en sus años como bestia sedienta de sangre le habían caracterizado, pero para su desgracia no había podido llevar a cabo su idea de torturarlos, despedazarlos, mutilarlos y desangrarlos pues su fresita estaba presente.
No obstante, el odio que le habían generado y que había desencadenado que sus instintos mas bestiales salieran a flote era demasiado, por eso considerando las circunstancias, se dejo llevar por la furia que le había invadido y simplemente les golpeó una y otra vez con sus propios puños, los pateó hasta dejarlos inmóviles en el suelo y cuando estaban arrastrándose como gusanos intentando vanamente buscar alguna vía de escape, los tomó de las solapas y comenzó a golpearlos con más saña desfigurando sus asquerosos y patéticos rostros.
La sangre había salpicado en su cara y a medida que las gotas iban cayendo las recibía con su lengua y con su boca abierta deleitándose con esa sangre que quisiera o no era el puto elixir capaz de controlar su insaciable hambre producto de su jodida vida inmortal, una vida que siempre había aborrecido, pero que al conocer al pelinaranja había cobrado sentido…
- ¡Oi cabeza de zanahoria! ¿Estás bien? – Repitió nuevamente el Arrancar dejando atrás aquellas memoria, y cuando aquel apodo logró llegar a los oídos del pelinaranja quien hasta ese entonces había estado demasiado abstraído en las sensaciones de temor que sentía, Grimmjow sonrió al ver como esas palabras tenían el efecto deseado y sacaban a la preciosa belleza de cabellos naranjos de su estado de shock.
- ¡No me digas cabeza de zanahoria! ¡Tú, bastardo! – Exclamó furioso el pelinaranja, odiaba ese maldito apodo, por supuesto el arrebatador hombre peliazul no lo sabía, pero cada vez que lo escuchaba le hacía hervir la sangre incluso mucho más que cuando le llamaban "fresa". Por esa razón, cuando escuchó cómo el hombre lo repetía dos veces olvidó todo el miedo que sentía y con pasó seguro y firme, avanzó hasta caminar donde se encontraba el vampiro y lo encaró tomándolo del cuello de su chaqueta.
El sensual vampiro quien observaba cada pasó de su presa, se sorprendió grandemente al observar como el muchacho se acercaba a él con paso seguro, los ojos del pelinaranja brillaban con una intensidad indescifrable, pero podía distinguir en ellos, ferocidad, pasión, decisión y entereza. Oh… como amaba esos ojos del pelinaranja, tan llenos de vida, tan llenos de expresiones, tan llenos de emociones….
Cuando el pelinaranja le sujetó del cuello de su chaqueta que sólo le llegaba a la mitad de la espalda Grimmjow no pudo más que esbozar una sonrisa al ser capaz de sentir ante la cercanía, el delicioso aroma a fresas del shampoo que provenía de esa belleza que quería reclamar como suya.
Ichigo, se llamaba el muchacho, Grimmjow llevaba demasiado tiempo observándole para saber como se llamaba esa hermosa fresita que le cautivaba y enamoraba cada vez más, el único puto ser de esa mierda de mundo que le hacía sentir que el corazón que llevaba en su pecho no estaba del todo muerto, algo particularmente irónico para un ser como él…
- "Ichigo" – Pensó el Arrancar, y agregó en sus pensamientos aquello que no podía evitar sentir respecto a la preciosa fresita.
- "Eres tan jodidamente hermoso Ichi que quiero besarte, devorarte, hacerte mío y follarte cada día para que sepas a quien vas a pertenecerle toda tu vida"
Pensaba el Sexta, expresando sus deseos más profundos con el hermoso ser que le había cautivado apenas había posado sus ojos en él, y sin poder controlar sus deseos, las sensaciones, los sentimientos, las reacciones que su propio cuerpo experimentaba ante la peligrosa proximidad con ese ser que tan intensamente deseaba y que le hacía sentir una humanidad que pensaba que había perdido hace muchos años cuando por primera vez se había convertido en esa criatura que tanto aborrecía, fue que el Sexta Espada, le abrazó.
Grimmjow pasó sus brazos delicadamente, suavemente, gentilmente por la espalda del muchacho dirigiéndolos a la estrecha cintura de este, remarcada por el vestido que usaba, y la aprisionó acercándole a su cuerpo, atrayéndolo contra su pecho, y pillando por sorpresa al muchacho de tal modo que este en un auto reflejo le soltó del agarre de sus solapas y poso las manos en su propio pecho desnudo tocando con sus palmas aquella cicatriz que había adquirido hace muchos años.
- ¿Tienes frío, Ichigo? Tu cuerpo está temblando, fresita. – Le preguntó el Sexta al pelinaranja con una dulzura, con un anhelo, con una preocupación y con una voz suave y varonil casi en un susurro, pero tan cargada de innumerables sentimientos profundos y bellos, que Ichigo no pudo más que sonrojarse ante las acciones ejecutadas por ese hombre.
Primero le provocaba con un aborrecible sobrenombre, luego de la nada le abrazaba atrayéndolo hacia su cuerpo, permitiéndole sentir una calidez exquisita e incomparable que comenzaban a hacer arder todo su cuerpo entumido por el miedo que apenas si podía recordar haber sentido aquella noche, y lo más impactante de todo, aquel desconocido sabía su nombre y le decía "fresita" como si se conocieran desde hace mucho tiempo, como si fueran amigos, como si fueran conocidos o compartieran una intimidad única que le daba derecho al vampiro de llamarle de semejante manera.
El hermoso pelinaranja, apenas si podía asimilar todos los acontecimientos que habían ocurrido aquella noche, las cosas abominables que habían contemplados con sus ojos, el ataque que había sufrido por parte de unos hijos de puta que yacían inconscientes en el suelo y cubiertos con su propia sangre, la terrible realidad de que se había topado con nada más ni nada menos que un verdadero vampiro y también el hecho de que dicho vampiro mortalmente peligroso le tenía ahora abrazado, en un abrazo firme, protector, calido.
Aquel sensual hombre mortal que apenas había conocido esa noche, ahora le protegía dulcemente con sus brazos y le susurraba aquellas palabras con una voz varonil tan suave y cargada de sentimientos maravillosos, que penetraban hasta lo más profundo de su alma, y por lo mismo Ichigo no podía más que recargarse contra ese cálido pecho que el desconocido amorosamente le ofrecía.
- "Se siente tan bien estar así" – Pensaba Ichigo en su mente, aforrándose más al Sexta, hundiendo más su rostro en el fornido y perfecto pecho de ese hombre que con sus brazos le llenaba de una calidez tan grata e inimaginable, que podía recordar la dulzura y el amor de su madre en aquellos brazos que le protegían de manera posesiva y amorosa. No podía entender cómo es que aquel milenario y arrebatador vampiro sabía su nombre y francamente no le importaba en lo absoluto, tampoco entendía como a pesar de todo lo que había contemplado esa noche, ahora en ese momento podía sentirse tan cómodo y tranquilo…
Ichigo tenía muchas interrogantes en su mente, interrogantes que dudaba que lograran tener respuestas. ¿Era ese hombre realmente un vampiro? Era la que más plagaba su mente en aquel momento, ¿sabía ese atractivo hombre que él ahora estaba consciente de la que podía ser su verdadera naturaleza? No lo sabía, y en ese momento supo que lo mejor era pretender que ese hombre era simplemente un humano, pues la agradable sensación de reconfortarse en aquel cálido pecho, dada las emociones vividas, era demasiado intensa y adictiva.
Ichigo no quería hacerle sentir a aquel hombre que él le rechazaba, pues al contrario, a pesar de su reacción de furia inicial, Ichigo estaba profundamente agradecido con aquel hombre que había aparecido como un salvador en su momento de aflicción y le había salvado no sólo de un horrible destino, sino que también, en ese momento le ofrecía un confort único que no podía encontrar en sus hermanas, la soledad de su habitación o el tenebroso camino que le esperaba rumbo a casa.
- Estás demasiado frío – Escuchó que le dijo ese hombre que le hacía sentir tan protegido y seguro y antes de que pudiera reaccionar o quejarse por perder la calidez tan grata que hasta hace unos momentos había sentido, sintió como el apuesto hombre se quitaba su chaqueta de cuero negro y la depositaba sobre sus hombros.
La calidez de aquella prenda de vestir y el aroma varonil y exquisito de aquel hombre invadieron por completo sus sentidos, llenándole a su vez de una calidez y un confort que entibiaron no sólo su cuerpo, sino también su propio corazón.
- ¿Te sientes mejor ahora? – Le preguntó el desconocido, tomando su mentón y mirándole firmemente a los ojos. Ante tanta consideración y preocupación, Ichigo no pudo más que sonrojarse al darse cuenta de que estaba siendo tratado como una damisela, pero aquellos gestos tan dulces, considerados y tiernos le hicieron sentir halagado, y provocaron que deseara llorar en aquel mismo instante ante tanta bondad.
Toda su vida había estado plagada de tristezas, penurias, desgracias y muertes. Siempre luchando desde pequeño, protegiendo a sus hermanas de abusones, siempre dando lo mejor de sí como el "hombre de la casa" del que su amada madre siempre estaba orgullosa, siempre soportando el entrenamiento y los ataques de su padre para poder volverse más fuerte y tener el poder de luchar para proteger a todos aquellos que amaba.
Ichigo siempre había sido el héroe y el protector de cada uno de los seres que amaba, su familia, sus amigos, todo aquel ser débil e inocente que necesitara de alguien fuerte que le protegiera, pero esta vez, aquella era la primera en que se permitía libremente el poder sentirse vulnerable y ser el débil.
Toda aquella carga que había acumulado desde que su padre se había enfermado finalmente estaba comenzando a afectarle y ahora ese hombre llegaba a su vida derrumbando la poca fortaleza que había logrado construir con el tiempo, traspasando todas sus barreras y dejándole en tan semejante estado vulnerable.
- ¿Estás bien Ichigo? – Le volvió a preguntar el preocupado Arrancar a esa hermosa fresita que lucía un exquisito sonrojo en sus mejillas y parecía abstraída en sus pensamientos con sus ojos cerrados, aún aferrándose a su pecho como si su vida dependiera de la calidez que emanaba su propio cuerpo.
Sin poder evitar sus acciones y permitiéndoles plena libertad, Grimmjow acarició, con la yema de los dedos de su mano derecha, suavemente la sonrojada mejilla derecha de Ichigo sintiendo la agradable calidez de esta, y apreciando con sus pupilas el hermoso tono carmín que las adornaba.
Ichigo era tan hermoso que quería abrazarlo y llevárselo a su castillo, para desgarrar sus ropas, desnudarlo completamente, amarrarlo al poste de su cama, y besarlo, probarlo, devorarlo, saborearlo, lamerlo, chuparlo, pero sobre todo desvirgarlo y hacerlo suyo, clamarlo como parte de su propiedad, ponerle un collar de cuero que dijera "Propiedad de Grimmjow Jaegerjaquez" y poseerlo en cada sentido de la palabra, follándolo una y otra y otra vez hasta que su semilla cubriera cada parte del cuerpo de Ichigo y su esencia se impregnara en la tersa y bronceada piel de la belleza que era en su totalidad el pelinaranja.
- Es… estoy bien – Respondió a penas en un susurro dicho pelinaranja, aún con aquel sonrojo cubriendo encantadoramente sus mejillas y observando con detenimiento las profundas lagunas que eran las orbes cerúleas del desconocido, pero sobre todo sintiendo la mano de este acariciar con dulzura y suavidad una de sus mejillas.
El desconocido era tan cálido y le hacía sentir tan protegido, que nada más le importaba, sólo la paz que ese hombre le entregaba a su alma. Si el hombre era un vampiro o no, francamente para ese momento le daba ya lo mismo, lo único que le importaba en aquel momento era el latir acelerado de su corazón que le hacía sentir más vivo que nunca, y las emociones a flor de piel que ese hombre despertaba en él…
- Grimmjow… Grimmjow Jaegerjaquez… recuerda el nombre fresita, porque muy pronto haré que lo grites de placer – Le dijo sensualmente el Arrancar en un tono tan seductor que hizo que Ichigo se estremeciera al sentir la implicancia de aquellas palabras.
- "Grimmjow Jaegerjaquez" – Repitió mentalmente Ichigo, pronunciando cada silaba lentamente en su mente y repitiéndolo en un mantra, el nombre le sentaba perfectamente al peliazul, era como él, poderoso, difícil, mortal y misterioso…
- Grimmjow… - Dejo salir el joven pelinaranja sin darse cuenta que inconscientemente había dejado escapar aquel magnifico nombre de su boca…
Grimmjow sintió como su corazón, órgano que creía muerto, latía con fuerte ímpetu cuando la hermosa fresita pronunció su nombre en un casi suspiro. Escuchar su nombre salir de aquellos labios y la tentadora boca que poseía su fresita le hacían excitarse de sobre manera. Cómo adoraría poder escuchar su nombre salir de aquella misma boca, pero en otras circunstancias mucho más placenteras y pecaminosas.
Sí, podía imaginarse perfectamente el cuerpo desnudo de Ichigo recostado sobre su cama de dos plazas completamente expuesto y abierto para él, esperándolo para saciar sus instintos más salvajes y primitivos para penetrarlo y hacerlo suyo, envestirlo, con pasión, con furia, con desenfreno, abrir sus piernas al máximo y devorar cada parte de esa piel tentadora que pedía a gritos ser devorada por alguien como él…
- Grimmjow… - Repitió una vez más Ichigo, pero esta vez no sólo para poder escuchar en sus propios oídos el nombre de aquel ser que le había cautivado con su atractivo y magnificencia en aquella oscura y fría noche, sino más bien para poder hacerle una pregunta que había estado rondando en su mente desde hace muchos minutos.
- ¿Cómo es que conoces mi nombre? – Le preguntó el joven pelinaranja, aún con ese hermoso sonrojo en sus mejillas, pero esta vez alejándose un poco de la cercanía del Sexta, para poder abrochar aquella chaqueta y cubrir con el su torso, una de las zonas más afectadas por la inclemencia de la noche debido a la forma en la que estaba confeccionada su vestido.
- He estado observándote, Kurosaki Ichigo… tú serás mi presa... serás mío, Ichigo… – Le dijo de pronto Grimmjow al pelinaranja, impidiéndole al muchacho que se separara de él, atrayéndolo una vez más hacia su cuerpo y juntando sus labios con los de él. Ichigo abrió los ojos sorprendido, al sentir como los labios suaves y gruesos de Grimmjow se posaban sobre los suyos, quería protestar contra aquella acción del peliazul. No obstante, cuando abrió su boca, grande fue su sorpresa al sentir una atrevida lengua invadiéndola.
La lengua de Grimmjow había penetrado su boca y traviesa y juguetona recorría cada parte de su cavidad bucal aprisionando además su lengua, devorándola y succionándola de la misma forma que succionaba sus labios, aquel movimiento de Grimmjow había sido tan rápido y repentino que le había tomado completamente por sorpresa, en especial porque Grimmjow había osado robarle su primer beso. Grimmjow por su parte no podía más que disfrutar del exquisito sabor de su fresita que torpemente intentaba alejarse y evitar que el mismo devorara su lengua.
Para Grimmjow, el sentir a Ichigo tratando de forcejear torpemente oponiéndose a su invasión le hacían querer sonreír y follar ahí mismo al puro y casto joven que era su fresita, pues en ese simple acto de ferocidad y dominancia al besarle había comprobado lo que ya pensaba desde que había posado sus ojos en el pelinaranja, que el muchacho era un virgen totalmente inexperto, que él, más que complacido se encargaría de desvirgar e introducir al pecaminoso y erótico mundo del placer, la lujuria y el deseo carnal, dominios que el sensual vampiro había pulido perfectamente con el transcurrir de los años que había vivido…
El beso de aquellos dos seres fue largo y prolongado, más que un beso, ambos seres se habían enfrascado en una completa y total candente batalla de lenguas. Ichigo en su intento por detener aquel beso que comenzaba a encender en llamas su cuerpo, estiraba su lengua intentando recuperar el aliento, lengua que sin perder un solo segundo el Arrancar se empeñaba en atacar y chupar con su propia boca.
Cuando Ichigo intentaba vanamente abrir su boca para protestar y decirle que se detuviera y le dejara respirar, Grimmjow hábilmente se lo impedía introduciendo su lengua acallando, no sólo sus palabras, sino también ahogando sus gemidos, y en uno de esos momentos fue cuando Grimmjow aprovechó la inexperiencia del joven pelinaranja y la usó a su ventaja para saborear en su totalidad cada rincón más profundo y recóndito de aquella boca que le pertenecería para toda la vida.
Grimmjow le besó con ganas, devoró su lengua con deseos y mordió, chupó y succionó su boca con una voracidad imparable que hizo que el pelinaranja gimiera por la intensidad con la que Grimmjow le probaba con deseo.
- Ahh – Gimió el joven pelinaranja al sentir al vampiro chuparle su labio inferior con una succión tan intensa que no pudo más que dejar escapar un gemido mientras intentaba recuperar el aire que había perdido durante tanto tiempo y sentía como sus piernas comenzaban a flaquear.
Aquel beso, no, aquella lucha de lenguas había sido demasiado intensa para un joven virgen como él que había recibido demasiado para su primera vez siendo besado, más aún por una criatura que desbordaba sensualidad y lujuria como Grimmjow Jaegerjaquez.
- No… más ah ah – Decía con dificultad Ichigo, inspirando y exhalando para recuperar el aire, y llevando su mano derecha a su pecho a la altura del corazón para intentar calmar los intensos latidos que resonaban estruendorosamente en sus propios oídos.
Esa pasión, esa intensidad, ese deseo fulminante, la ardiente pasión y sensualidad, además del fogoso deseo con el que Grimmjow le había devorado habían sido demasiados para él, y necesitaba descansar y asimilar todas aquellas sensaciones tan placenteras que le habían embargado y recorrido el cuerpo como una corriente eléctrica en el momento en que el Arrancar había juntado sus labios con los vírgenes suyos.
- No te preocupes, Ichi… Tenemos mucho tiempo para hacer esto y mucho más – Le susurró peligrosa y pecaminosamente el vampiro, acercándose a su rostro y lamiendo descaradamente sus mejillas ardientes, bajando lentamente hasta su boca para lamer un hilillo de saliva que tenía y para separarse y acercarse rápidamente a su oreja izquierda, lamerle el lóbulo de la oreja y chapárselo para seguir su camino y descender de su oreja a su cuello, y aproximarse a su yugular para darle numerosas lamidas y chupadas, pero separándose en ese mismo instante.
Grimmjow se había dejado llevar por el delicioso sabor de su fresita, sabor que había experimentado al disfrutar de los dulces manjares que eran las diferentes zonas del interior de la boca de Ichigo. Su fresita sabía a menta, a chocolates, a fresas y a canela.
Los sabores que había descubierto en la boca de Ichigo eran tan adictivos que incapaz de controlarse había querido probarle y devorarle por completo, por la misma razón, se había deleitado con el dulce sabor de sus mejillas, el embriagante sabor del lóbulo de sus orejas, pero sobre todo con el intoxicante y atrayente sabor de su cuello y de la vena yugular que se exponía en éste, y que además ansiaba perforar para succionar la dulce sangre, néctar carmín que Ichigo tenía corriendo por sus venas. El dulce elixir de vida que su fresita podría ofrecerle cargado con sabor a fresas y que el tanto ansiaba poder probar…
Cuando Ichigo sintió como aquella pecaminosa criatura de la noche se acercaba a donde estaba su yugular no pudo más que pensar que el vampiro le mordería y bebería de su sangre, pero se sorprendió grandemente al sentir como éste se separaba antes de hacerlo y le aseguraba que aquella situación se repetiría y disfrutarían de mucho más.
Ichigo ante tales palabras, no podía controlar su corazón desenfrenado, ¿cuántas veces había latido su corazón de semejante forma aquella noche que parecía interminable? ¿Cuántas veces aquel ser le había sorprendido haciéndole sentir innumerables emociones?
Ichigo ya no podía recordarlo, lo único que podía recordar era el delicioso sabor de la boca, lengua y labios de Grimmjow robarle un beso, asaltar su boca, violarla y hacerle perder la virginidad que hasta entonces había tenido en su lengua, boca y labios al haber sido profanados por aquella pecaminosa criatura de la noche.
- ¿Quieres que te acompañe a casa, fresita? – Le dijo casualmente el Sexta a Ichigo como si fuera una preguntada típica que el Arrancar acostumbrara a hacerle diariamente a su futuro amante, esperando que la respuesta del pelinaranja fuera positiva.
Ichigo por su parte se sorprendió al oír aquella pregunta del hombre, ¿Grimmjow se estaba ofreciendo a acompañarle y llevarlo hasta su casa? Ichigo no pudo más que sentirte avergonzado ante aquello, ¿cómo se suponía que debía reaccionar después de todos los acontecimientos que habían ocurrido aquella noche? ¿Qué debería hacer sabiendo que aquel hombre que tan gentilmente le había tratado era un mortal ser con el que sabía que no debía meterse si quería salir ileso y con vida?.
Los pensamientos en la mente de Ichigo se disparaban hacia todos lados, no podía negar la enorme atracción y curiosidad, además del deseo y la intriga que Grimmjow le provocaba cada vez que le veía. El hombre era absolutamente hermoso y era la perfección, la sensualidad y el erotismo hechas vampiro. Grimmjow era increíblemente atractivo en cada parte de su cuerpo. Sus cabellos azules exóticos y salvajes, su mirada depredadora, intensa y profunda, sus abdominales bien marcados, sus brazos musculosos, su sonrisa casi psicópata, incluso sus rasgos bien definidos le atraían, todo en ese hombre le hacían querer entregarse al vampiro y pertenecerle para toda la vida, pero…
¿Debería aceptar el ofrecimiento de Grimmjow y permitirle acompañarle hasta su casa? O ¿Aquello sería una locura? ¿Cuáles eran las verdaderas intenciones de ese ser mitológico? ¿Quería hacerle daño? O realmente… realmente… como Grimmjow se lo había expresado planeaba… ¿hacerle suyo y convertirle en su presa?
Ichigo no podía evitar sentir como su cuerpo lentamente reaccionaba ante la idea, si lo pensaba racionalmente, Grimmjow podía perfectamente acabar con su vida y matarle, peor aún torturarle hasta desangrarle como decían los informes de las noticias que el misterioso asesino hacía con sus victimas, pero si lo pensaba basándose en el punto de vista de lo que sentía…
No podía negar aquella atracción, aquel deseo, aquel sentimiento de querer pertenecerle, de permitirle al hombre hacerle suyo, entregarse por completo, ofrecerle su cuello, su cuerpo, cada parte de su ser, su alma, su corazón y su espíritu sólo si el vampiro quería tomarlos con tal de proporcionarle todas aquellas maravillosas y gloriosas emociones que le había hecho sentir aquella noche.
Todas esas emociones en las que había logrado sentir aquellos sentimientos que desde hace muchos años, desde que su hermosa madre había fallecido había olvidado completamente: amor, pasión, cariño, ternura, protección y dulzura entre otros.
¿Cuántos años habían pasado desde la última vez que los había sentido en su corazón? ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se había permitido olvidarse de todos y cada uno de aquellos problemas que entristecían su corazón, corrompían su alma y le destruyan en vida, desde que su vida se había vuelto una mierda y lo había abandonado todo por la seguridad y el bienestar de aquellos a quienes amaba, como era principalmente su familia?
Grimmjow en una sola noche, aquella noche de su inesperado encuentro le había traído de pronto todos esos sentimientos que había olvidado que existían en el mundo, y quería volver a sentirlos de nuevo. Quería volver a experimentar todos ellos, quería llenarse de la calidez del vampiro, volver a sentir esos protectores y musculosos brazos aprisionarle contra su cuerpo, quería volver a tocar con las palmas de sus manos ese perfecto pecho, volver a sentir las yemas de los dedos de la criatura frente a él acariciarle con esa intensa devoción y amor que le había robado el aliento.
Ichigo quería poder deleitarse día a día con la hermosa imagen de ese omnipotente ser que había aparecido en su vida y también poder probar una y otra y otra vez, esa lengua que le había conducido casi al cielo, y le había hecho sentir un placer y un deseo que no pensó jamás que podían existir en él.
¿Estaría mal si sólo por esta vez, sólo por esta vez en su vida se permitía así mismo un poco de felicidad? ¿Estaría mal si en esta ocasión deseaba ser egoísta y deseaba conocer a ese intrigante ser que de cierto modo le había vuelto a la vida cuando los problemas, las desgracias y las tristezas habían oscurecido completamente su vida? ¿Estaría bien si sólo por esta vez Ichigo se arriesgaba a dejar su típica prudencia de lado y se involucraba con ser peligroso como Grimmjow sólo por la innegable atracción que sentía?...
¿Estaría bien si sólo por esta vez? ¿Deseaba ser feliz y disfrutar de lo que nunca había tenido en su vida? Un amor puro y sincero y un deseo como el que sólo podía ver en las intensos ojos azules de Grimmjow que le miraban con… con…
¿Devoción, pasión, deseo, posesividad y? ¿Era acaso amor lo que veía en los ojos del vampiro? ¿Podía ser posible? ¿Podía ser posible que aquel majestuoso y omnipotente Adonis, pudiera albergar semejantes sentimientos por un simple, débil y patético humano como él?
Ichigo se sentía desvalido, se sentía desvalido como hace mucho tiempo no lo hacia, hasta antes de que las desgracias comenzaran a acumularse en su vida. Había asistido felizmente a la preparatoria, tenía amigos, era fuerte, capaz de derrotar con sus propios puños a cualquier pandilla que se le enfrentara o lastimara a sus amigos. No obstante, cuando las cosas habían cambiado en su vida, las desgracias se habían acumulado una tras otra, había perdido la fuerza para seguir luchando y seguir adelante, y con sus apenas 17 años había tenido que cargar un enorme peso sobre sus hombros que no le correspondía.
Mientras sus amigos disfrutaban de sus vidas como adolescentes normales, el tenía que sacrificarse para sacar adelante a su destruida familia, tenía como principal obligación velar por Karin y Yuzu, sus amadas hermanas por las que daría su vida si era necesario, y debía además cumplir con el rol que su padre le había dejado a cargo, aquel papel de ser el hombre de la casa, mientras el viejo quien también había trabajado para mantenerles y sacar adelante la familia por si mismo había terminado en el hospital con una enfermedad costosa que tenía su vida pendiendo en un hilo entre la vida y la muerte.
No era más que un simple humano, no era más que un humano desdichado y debilitado por la crueldad de la vida y las desgracias que a tan corta edad le habían tocado vivir, entonces…
¿Por qué razón Grimmjow quería hacer suyo a alguien como él? Ichigo no podía entenderlo, no podía siquiera asimilarlo y sin poder evitarlo lagrimas comenzaron a descender de sus ojos, permitiendo que toda la tristeza que había acumulado durante los años que había intentado mantener la compostura y ser fuerte por aquellos que amaba, se fueran a la basura y dejara salir todas y cada una de sus emociones.
- Fresita… - Fue lo único que pudo pronunciar Grimmjow, cuando sin poder entender que pasaba en el corazón humano de su amado, y que podía estar sintiendo o pensando en aquel momento vio como cristalinas y solubles lagrimas comenzaban a salir de las orbes de su amado y descendían copiosamente por las mejillas de éste…
En un gesto suave y dulce, impropio del ser que realmente era, Grimmjow acercó su boca al rostro de Ichigo y comenzó a depositar suaves besos que le hicieron ligeras cosquillas al pelinaranja, pero que no pudieron calmar la enorme tristeza que sentía en aquel momento de debilidad y tristeza y que le martirizaban intensamente.
- Shhh no llores fresita… Yo estaré contigo por siempre – Le susurró gentilmente Grimmjow. El ver a su fresita llorando le causaba a Grimmjow una sensación agonizante, sentía como si hubieran apuñalado su propio corazón con una estaca, aquella sensación desde que había muerto y vuelto a nacer como el ser que era ahora, jamás la había sentido.
¿Acaso era por la intensidad de los sentimientos que albergaba por Ichigo? ¿Sufría su corazón de la misma forma que ese ser que le había cautivado sufría? ¿Era esa la verdadera prueba del amor real que sentía por el pelinaranja?
Desde que Grimmjow había posado sus ojos en Ichigo… sabía que le deseaba y quería hacerle suyo… sabía que su obsesión por seguir al pelinaranja a donde quiera que fuera y observarle a cada segundo de su vida, no eran normales. Jamás antes se había encaprichado como un mero humano como ahora, pero cuando vio a aquellos hombres tocar a su fresita, supo que aquel intenso odio que los hijos de puta habían despertado en él, no podían ser normales, y había aceptado lo que desde hace mucho tiempo venía negando…
La negación de que él, Grimmjow Jaegerjaquez, Sexta Espada y poderoso vampiro del grupo de los Arrancar se había enamorado de un mero humano como lo era Ichigo, pero un humano que era digno de un Rey como él en todo sentido, porque sí, además de ser uno de los vampiros más poderosos que vivían en las sombras del mundo mortal, él era además el Rey de todos aquellos seres que cómo él ocultaban su presencia del mundo de los vivos…
Y ese orgulloso, testarudo, temperamental y cambiante ser sabía bien lo que quería, quería reclamar y hacer suyo a ese joven bajo el nombre de Ichigo Kurosaki. Y hora que veía a su fresita derramar lágrimas que él jamás había derramado ni siquiera cuando estaba vivo, no podía más que sentir empatía y sentir como en ese órgano que durante tanto tiempo creyó muerto.
Grimmjow sentía puñaladas intensas y fuertes que le causaban un malestar general inusual y un dolor que contraía su pecho, el dolor que sólo podía pensar era causado por el sufrimiento que tenía su amor, su alma gemela, y el ser que añoraba fuera de capaz de compartir la eternidad con él y acabar con ese ahogante sentimiento de soledad que desde hace incontables años le habían mantenido esclavizado y prisionero de una agonía que más que su condición como vampiro era la única causante de su muerte en vida.
- Llévame a casa Grimm… por favor – Susurró Ichigo, sin poder evitar las emociones que para esas horas de la madrugada, habían comenzado a afectar las funciones de su mente y su cuerpo, ya que todas ellas habían sido demasiadas para él. Incapaz de contenerse, Ichigo simplemente estalló en un estruendoso llanto, dejo que lamentos y gemidos de agonía escaparan de su boca.
Las lágrimas que derramaba eran tan abundantes que nublaban por completo su vista. Incapaz de poder ver lo que ocurría a su alrededor y perdiendo la noción del tiempo, luchando por bloquear todo el dolor, sintió sus piernas desfallecer y habría caído duramente al suelo frió de esas tempranas horas de la madrugada, de no ser por los rápidos reflejos del sensual vampiro que le sostuvo firmemente y en un ágil y rápido movimiento le cargo en sus brazos estilo nupcial…
Grimmjow al ver a su amado colapsar luego de estallar en un agonizante llanto que enviaba poderosas dagas de dolor que se clavaban en su alma, le cogió en sus brazos con delicadeza y ternura, deseando poder protegerlo por siempre y alejarlo de todas las tristezas que pudieran manchar su pura alma…
El hermoso joven continuaba llorando desvalido, incluso en su fragilidad y momento de vulnerabilidad Ichigo lucía hermoso…
La luna que estaba oculta en el cielo por las numerosas nubes de aquella noche, pareció estar de acuerdo con esa afirmación de Grimmjow y brillando más de lo usual, hizo que sus rayos de luna, le permitieran ver a Grimmjow las angelicales facciones del humano del que se había perdidamente enamorado.
- Simplemente hermoso – Susurró Grimmjow, depositando con amor un suave y gentil beso en la frente de su ahora durmiente fresita que había caído rendida victima del cansancio y las emociones y sentimientos vividos en aquella noche en que por fin ambos se habían encontrado cara a cara. Sin esperar un solo segundo… y abrazando y estrechando de la mejor forma que pudo a Ichigo contra su cuerpo para ofrecerle su propio calor, caminó con pasó decidido dispuesto a llevar a su bella fresita su hogar y permitirle así descansar…
La noche había transcurrido lentamente y mientras los segundos, los minutos y horas continuaban pasando, Grimmjow había llegado con el hermoso bulto que cargaba en sus brazos a la casa del pelinaranja.
Como el ser nocturno que era y conociendo perfectamente la residencia de Ichigo, entró sin problemas por la ventana de la habitación de este, depositó con una suavidad envidiable al joven sobre su cama, le cubrió con la colcha de la cama y antes de que el amanecer llegara y el sol, enemigo principal y mortal de los seres como él, pudiera atacarle, besó una vez más a Ichigo en los labios y se marchó dejando a una bella fresita durmiente reposar placidamente en su cama… Susurrando un simple…
- Hasta mañana… - Y sin más que decir se fue rumbo a su castillo, con una felicidad que llenaría su alma durante muchos meses, pues aquel día había significado el inicio de una relación amorosa con su fresita que si todo salía bien podría continuar como siempre había anhelado hasta la eternidad…
Y así en aquella habitación iluminada ahora por una tenue luz de luna, un hermoso joven yacía durmiendo y descansando de las intensas emociones de aquella noche en el que había conocido a un atractivo vampiro que no sólo le había protegido de un terrible peligro, sino también que le había demostrado su amor y le había robado sin pensarlo su hermoso corazón, que muy pronto le pertenecería junto con todo su ser, alma y todo lo que representaba al atractivo e inusual vampiro: Grimmjow Jaegerjaquez…
Continuara…
Notas de la Autora:
¡Ese fue el primer capítulo de esta historia! Puede que no haya sido la mejor representación de vampiros, pero aún así la sola idea de Grimm siendo uno me parece emocionante. Por otro lado, a partir del próximo capítulo habrá lemon, será muy descriptivo y apasionante, pero no será el lemon sadomasoquista que estará incluido en la historia mucho más adelante. ¡Bueno! ¿Qué les pareció? _ ¿Les gustó? ¡Por favor déjenme reviews para saber si debo seguirla o no!
