En el Barco Parte I

Se encontraba ahí en el bar del barco, viendo como todos los caballeros presentes hablaban de negocios y presumiendo sus gordas carteras.

Solitario, en una esquina intentando pasar desapercibido, vistiendo con cachucha bufanda y una gabardina oscura, iba con su tercera copa de whisky. No es que quisiera hacer ese viaje, tenía bastante tiempo de no visitar el viejo continente, sólo que esta vez pese no haber elegido la vida como un Grandchester, y el tener presente que hacia algo de tiempo se había jurado no volver a ver a su progenitor…

Se encontraba ahí rumbo a su natal Inglaterra, pensando que, durante su juventud sentía resentimiento y enojo con quien debió amarlo pero que nunca lo comprendió, sin embargo la vida y la experiencia nos hace reflexionar que el perdón no es un alivio para con quien estamos enojados, es un alivio para nosotros mismos, y ahora que había recibido noticias de que el Duque de Grandchester estaba muy enfermo y agonizante, el orgullo y el rencor era un peso del que se quería separar.

Ya lo había experimentado con Eleanor Baker, mucho tiempo atrás, pero gracias a ella a SU Candy, gracias a esa pecosa se había logrado separar de esas cadenas con la llave del perdón.

Sumergido en sus cavilaciones, dentro del bar escuchaba las conversaciones de los caballeros, cuando una voz le resultó familiar:…

–Pero que gusto señor Cornwell hace poco tiempo que no nos vemos–

–¡vaya señor Thompson que gusto, no imagine encontrarlo aquí ¿como ha estado? –Bien ya sabe en viaje de negocios, las secuelas de la guerra nos han traído bastante trabajo, considero que también esta usted por viaje de negocios–

– Claro señor Thompson–

Y bien Cornwell tenemos una charla pendiente ¿recuerda? sobre nuestras diferentes opiniones en económía–

– Así es Sr. Thompson–

-Cornwell ¿sigue con la descabellada idea de desaprovechar importantes relaciones limitando los créditos?–

–Así es Sr. Thompson aun sigo en la idea de que la agricultura americana esta tenido problemas importantes y pronto habrá una caída en el precio del trigo, y por consecuencia problemas con sus exportaciones y su producción, así mismo nuestro equipo esta analizando la situación sobre la exportación de algodón la cual también predecimos se verá en aprietos muy pronto –

-Pero Cornwell al parecer le hace falta mayor experiencia-

– Como verá Sr. Thompson por la salud de nuestros bancos, estamos analizando rigurosamente la situación de los créditos pues los problemas en el sector exportador se trasladarán a los pequeños productores que posiblemente queden en endeudamiento con los bancos y…..

Mientras esto sucedía el solitario caballero de la esquina, escuchaba claramente la conversación, y pensaba

– ¡Archie esta aquí! vaya como ha pasado el tiempo, ja ja ja creo que siempre pensé que llegaría a ser de esa manera, pero creo que Archie se ve un poco desaliñado, ¡incluso fue mi imaginación o se cargó almendras y nueces a su bolsillo de manera tan sutil! ¿Oh tendrá noticias de Cand?y-….

Cuando la pecosa apareció en su pensamiento, llegaron imágenes de los viejos días en el San Pablo, el recuerdo de ese triste día de nieve, y fue ahí cuando la inquietud fue mayor.

Se dispuso acercarse a Archie, saludarlo y si se presentaba la oportunidad quizá preguntar por Candy, esta acción era contraria a su necesidad de estar en el anonimato, cuando escucho…

–Cornwell, Cornwell, Cornwell, al parecer su equipo y usted pueden ser muy obstinados, ja ja ja Oh ¡por cierto! pero déjeme felicitarlo Cornwell supe que será papá muy pronto–

–Oh sí muchas gracias – decía el ojiazul, mirando constantemente en el piso tratando de encontrar algo. El señor Thompson lo notó y le preguntó

–Oh Sr. Cornwell ¿busca usted algo? –

- Oh no, no, ehh solo necesito un poco de aire si me disculpa tengo que retirarme-.

– claro Cornwell ja ja ja dicen que los mareos incluso pueden ser síntomas que se le contagian al padre- ja ja ja ambos rieron.

– Con su permiso señor Thompson me retiro–

Terry se sorprendió y dijo para sí mismo – vaya va a ser papá–, ¿se habrá casado con esa chica tímida la amiga de Candy?; Pero cuando se ponía en dirección a Archie, un hombre se interpuso en su camino, y Archie desapareció de su vista rápidamente.

Salió a buscarlo pero no lo encontró, la vista en el pasillo del barco era muy difícil ya que el frio y una espesa niebla cubrían casi todo, seguía el camino, mirando hacia cada uno de los salones que se encontraban, pero no logró ubicarlo.

Mientras tanto en uno de los salones del barco una dama de hermosos ojos verdes, se encontraba soplándose rigurosamente con su abanico,

– Oh basta Candy produces demasiado aire y me da mucho frio–.

- Vamos Paty siento que me sofoco aquí adentro, mejor iré a tomar un poco de aire fresco–

–Candy afuera no es aire fresco es aire ¡helado!–

Jajajaja ambas damas rieron, –esta bien Candy, pero que sea solo un momento,! Sabes que no puedes darte el lujo de pescar un resfriado!–

–¡Paty pero que abuela eres! ¡se te olvida que soy una excelente enfermera!.–

–si lo sé Candy pero eso no te hace inmune a los resfriados–

Candy se levanto del exquisito mueble en el que se encontraba y salió, respiro profundo, levanto muy alto sus brazos y luego exhalo.

– ¡Ah pero que bien se siente!, es verdad hace frÍo, pero en estos momentos me sienta de maravilla– miro a su alrededor y no alcanzó a ver casi nada, su mente viajó a aquel momento en el que vio a Terry por primera vez, de hecho el clima era exactamente igual, o así parecía, puso sus manos en el barandal y miró de frente la oscuridad del océano. Recordó los días del Colegio San Pablo, la separación esa vieja noche de nieve, y recordó, que, cuando lo vio creía que era el fantasma de Anthony, Anthony… ese nombre… últimamente la estaba haciendo pensar mucho.

El castaño se detuvo en uno de los pasillos a contemplar la tranquilidad oscura del mar, miró de reojo por el pasillo, y se quedó paralizado¨! Candy, esa mujer es Candy, se le parece tanto!, se acercó más pues la densa neblina le impedía ver claramente, , quizá el deseo de verla le hacia esa ruin jugada, era tan parecida, blanca cual la nieve, sus largas y negras pestañas que adornaban armoniosamente esos enormes ojos verdes, su pelo rubio y alborotado. el cual lo llevaba recogido por unas horquillas, hacian que sus dorados rizos se movieran al ritmo del frío viento al igual que su vestido.

Se acercó más a la dama, no sintiendo para nada el peso de su cuerpo, el frio que sintió en sus manos, era un frío de nervios, sentía una fuerte taquicardia conforme avanzaba, pensando que quizá esa imagen desaparecería de un momento a otro, pero los nervios se iban intensificando conforme se acercaba y la imagen se hacía más nítida, estaba a unos metros de distancia, cuando la rubia sintió una presencia y volteó.