Disclaimer: Nada me pertenece, excepto ideas.

Hace mucho tiempo, que quiero hacer esto. Quiero que sea romántico sin empalagar o siquiera, sin caer en el OoC. Espero que les guste algo de esto. Dedicado a la querida amiga Kiara. ¡Espero que te guste! Se lo dedico, por que la quiero mucho y ha sido de gran ayuda en todo momento.

MariSeverus.

Kiara, este fic va para ti.


Había tenido uno de esos sueños terribles, que ella solía entender a la perfección. Que ella solía mirar desde una perspectiva y conocer lo que el futuro le deparaba.

Pero esa noche había sido diferente. Esa noche, el sueño había sido tan distinto. Sin interpretación, solamente había sido una visión. Quizá del presente. O del futuro.

Ya no tenía mensajes del pasado. Ni tampoco esos sueños sobre desgracias imaginarias que solo ella, podía ver. Ese no había sido muy feliz como podría decir, pero tampoco había sido nada espeluznante.

Por que no había ocurrido. ¿Cierto? Eso que había visto, no había ocurrido y solo era un sueño. Un simple y vago sueño.

¿O no? Soñar con aquel hombre, muriendo, cayendo. Eso tenía que ser un sueño. Eso tenía que ser una pesadilla por el estrés que sentía. Por todo lo que había ocurrido a lo largo de su vida.

Pero ya no estaba segura. Por primera vez, se encontraba sin armas y sin teorías. Por primera vez, quería alejarse de todo eso. Se había roto su última bola de cristal, antes de despertar, de encontrarse entre cuatro paredes que ya no eran Hogwarts. Nunca más serían como Hogwarts. Vivía desde hace tanto tiempo, entre cuatro paredes de cal y una pobre ventana rota, con una pésima vista.

Ya no era la misma Sybill. Ya no predecía las cosas, las situaciones. No tuvo sentido, quedarse en Hogwarts. Ya no podía educar. Dumbledore le había ofrecido el hogar, quedarse hasta cuanto quisiera.

Pero no podía. No podía mirar a los niños. Impartir adivinación había sido su vida. Se sentía ciega. Inválida, como si no pudiera caminar. No quería molestarlo. Vivir alquilada allí y no prestar algún servicio.

A primera horas de la mañana, hizo su equipaje. Su corazón se sentía como un globo. Se inflaba con sensaciones que no podía explicar y no sabía quién era ella. Se sentía asfixiada.

Pero ya era la hora de partir. No podía evitar el sentimiento, no podía colocar sus dedos sobre el pomo de la puerta. Sobre la salida hacia un nuevo mundo que nunca antes había enfrentado.

Y se vio obligada a cambiar. El paso de los días, que se hacían fríos, helaban sus pensamientos. Despertó tantas veces con el mismo sueño. Diciendo que alguien le había echado un maleficio.

Pero su único maleficio, era su soledad. El no saber hacer otra cosa.

Allí había; una nueva Sybill Trelawney.

Caminó alrededor de su cama, un par de veces. Ese sueño recurrente, tenía que significar algo. Quizá ella ya no podía interpretarlo, pero quizá Dumbledore sí podía.

Se sentó en la cama y se miró en un resquebrajado espejo. Sus gafas estaban junto a ella, en una mesilla de noche con una pata rota, mordisqueadas por las polillas. Sus pequeños ojos relucieron tras la luz del sol.

Su rostro ya no era el mismo. Estaba surcado por dos grandes manchas negras, alrededor de sus ojos. Ojeras. Su largo y desordenado cabello, era prácticamente nada. Solo una larga coleta de caballo. Sus manos se sentían como si hubiese dormido sobre ellas, por toda una eternidad. Sus anillos, dentro del cajón de la mesilla.

Ya no había nada de Trelawney, en ella.

Se levantó de la cama y su mente volvió a recrear cada pensamiento, cada sensación. Mientras ella estaba sentada allí, era muy probable que su sueño se estuviera volviendo realidad. Lo leía en todos los periódicos, la guerra avanzaba. Era muy probable que ya hubiese pisado el terreno de Hogwarts. Era muy probable que allí no quedara mayor cosa.

Ella huyó de la guerra, pero no de la guerra que llevaba en su interior. Todos estaban en guerra.

**

Caminó con mucha lentitud, por una enorme mansión ya destrozada por el inclemente paso del tiempo. Ella no estaba segura de que el sueño tuviera razón o no. Si se equivocaba, ya tampoco importaba, mejor era verificarlo.

Sabía donde estaba ese lugar, en sus sueños los había visitado. Susurraba palabras a aquel hombre el suelo, lo miraba mientras estaba dormida. No tenía ni una sola luz a su alrededor y su varita, tenía tanto tiempo sin utilizarla.

Lo mejor que había hecho, había sido alertar a Dumbledore. Al principio, se sorprendió de verla. La creía desaparecida o algo por el estilo. Seguramente, pero no podía culparlo.

Ella también se sentía desaparecida.

"- ¿Hablas de un sueño o una profecía?"

"- No estoy segura, Albus. Hace ya tanto, que no veo nada en mis bolas de cristal. Que no entiendo nada"

"- Regresa a Hogwarts, Sybill. Este es tu hogar"

"- No lo sé. Hace tanto tiempo, que ya no sé nada de mí"

"- Pero justo ahora, vas a salvar una vida"

Se quedó en silencio, mirándolo allí en el suelo. Su sueño, no era una profecía. Era una realidad. No sabía por qué había escogido comunicarse con ella, pero allí estaba.

Colocó su mano sobre su cuello, tibio aún. La sangre seca y aún cálida, manchó sus manos. Nunca había sentido nada familiar.

Susurró su nombre un par de veces, como en aquel sueño que había tenido. El último de sus predicciones, de sus raros mensajes. Lo miró allí, con una sonrisa en sus labios.

Y entonces, escuchó un chillido y algo que aleteaba a lo lejos. Se posó muy cerca y lo miró. Sus ojos entristecidos, lo miraron y se reflejó en sus lágrimas.

Severus Snape, estaba muerto en la casa de los gritos.

- ¿Podrías hacer algo?- le dijo al ave, que estiró sus alas con mucha calma, como si hubiese mucho tiempo.

Se acercó a él y lo miró, ladeando la cabeza. Una solitaria lágrima, cayó sobre su cuello. Y una solitaria lágrima, cayó sobre las mejillas pálidas y escuálidas, de la mujer a su lado.