Traducción NO autorizada del fanfic Draco's Boy de empathic siren en la plataforma fanfiction.

Llevo un año un año tratando de contactar con la autora de esta historia pero su perfil está más abandonado que Draco cuando se dio cuenta de que Harry se había casado con Ginny. Lo sé, es triste.

Al ser una traducción no autorizada, me veo obligada a pedirles su discreción. Si empathic siren aparece y me exige que borre esta traducción, lo haré sin ningún problema.

Por favor, visiten su perfil en fanfiction y denle todo su amor a la historia original, que es sin duda una maravilla. Márquenla como favorita y comenten si lo desean para darle su apoyo.


Capítulo 1: Los cuentos de la morsa, el caballo, la ballena y el león.

Draco Malfoy era un chico curioso. De manera alarmantemente, incluso para un niño de ocho años. Siempre estaba cavando agujeros en busca de tesoros, espiando a los vecinos que él estaba seguro eran piratas disfrazados y revisando el correo —el suyo y el de sus vecinos— en busca de cualquier cosa que pudiera llamar su atención. Por lo tanto, no fue sorpresa que desde el momento en que escuchó un ruido sordo, se pusiera de pie para investigar.

Un camión en movimiento de colores brillantes apareció a la vista mientras rugía por la calle. Fascinado, Draco se escondió detrás del seto de aligustre en su patio delantero para poder observar sin ser detectado. El camión se detuvo frente a la casa de al lado. Fue entonces que Draco se dio cuenta de que el viejo Sr. Culpepper finalmente se había mudado lejos. Estaba contento. El Sr. Culpepper siempre había sido extraordinariamente aburrido. Nunca recibía nada en el correo que fuera mínimamente interesante y nunca salía.

Un automóvil se detuvo detrás del camión varios minutos más tarde y de él salieron los personajes más extraños que Draco había visto nunca. Había un hombre, una mujer y un niño. Una familia, supuso Draco. El padre era un hombre grande y gordo que se balanceaba como un pato y tenía un bigote y una mandíbula que le recordó a Draco a una morsa. También había una mujer con cara de caballo. Era alta y flaca y parecía del tipo entrometida. El niño se parecía notablemente al padre, aunque más bajito. Tenía los ojos saltones y parecía deleitarse despreciando con la mirada. Era claramente mayor que Draco, así como también sustancialmente más grande. Eso puso a Draco fuera de inmediato.

Draco vio como el hombre morsa rápidamente se ponía de pie dirigiendo a los hombres de la mudanza. Era bastante burlón en sus comentarios, pensó Draco. El hombre resopló, se infló orgulloso y se pavoneó desagradablemente. La mujer con cara de caballo solo frunció la nariz y se reacomodó el suéter sobre los hombros mientras susurraba cosas indudablemente desagradables sobre los hombres de la mudanza al hombre morsa. La pequeña morsa, o ballena, como Draco había comenzado llamarlo mentalmente, se deleitaba gastando bromas desagradables, causando que los hombres de la mudanza tropezaran y casi rompieran los tesoros "invaluables" que estaban moviendo.

A Draco no le gustaba lo que estaba viendo así que dio media vuelta, dispuesto a regresar a su juego cuando vio un mechón de cabello negro escondido detrás de una caja grande y raída que se abría paso alrededor del camión. ¡Era otro chico! Acercándose más, Draco vio al niño luchar con una caja demasiado grande y obviamente demasiado pesada. La caja se deslizó del agarre del chico y aterrizó con un fuerte golpe en el suelo. El muchacho era pequeño, más pequeño que Draco, incluso, y su ropa era demasiado grande y raída. Su cabello era realmente negro y caía sobre su cabeza como una melena salvaje y peluda, estaba pálido y terriblemente delgado. Pero había algo sobre él, algo que hizo que Draco quisiera dar un paso adelante y saludar.

Uno de los hombres de la mudanza se detuvo para ayudar el pequeño niño de pelo negro, pero rápidamente fue puesto a trabajar de nuevo por el hombre morsa. Draco asumió que el niño era el hijo de uno de los cargadores, que estaba allí para ayudar durante el día. Pero entonces, el hombre morsa dijo algo y quedó claro que el pequeño niño de alguna manera estaba emparentado con el hombre morsa, la mujer con cara de caballo y chico ballena.

—¡Chico! —Espetó el hombre morsa—. ¡Ocúpate de tus asuntos! Toma tus cosas con fuerza ¡No tendré pequeños perezosos insoportables como tú arruinando la mudanza!

El chico suspiró y se frotó las muñecas.

—Sí, tío Vernon —respondió en voz baja.

La morsa, el caballo y la ballena se burlaron en dirección al pequeño niño de pelo negro antes de volverse y entrar en su nueva casa. La puerta se cerró detrás de ellos bruscamente, dejando al chico solo. El pequeño chico de cabello negro suspiró de nuevo y se inclinó sobre la caja, tratando de agarrarla con más firmeza para poder mantenerla en sus pequeños brazos. Draco se acercó más, pero a pesar de toda su curiosidad y su intención de conversar sobre la búsqueda de algún tesoro, temía saludarlo. Al final, simplemente observó al pequeño niño de pelo negro recoger la caja y caminar lentamente por el sendero.

Una vez que la puerta de la casa del viejo Sr. Culpepper se cerró, Draco corrió de inmediato a su casa. Con un golpe en la puerta trasera, corrió a la cocina.

—¡Mamá! ¡Mamá! —gritó, saltando de emoción.

Narcissa Malfoy se salió de la cocina, con una sonrisa serena en su rostro.

—¿En serio tienes que gritar, Draco? —preguntó ligeramente—. Creo que los Johnson pudieron escucharte durante todo el camino. ¿Y qué te dije sobre cerrar la puerta de un portazo?

Ignorándola, Draco se apresuró a relatar su emocionante historia sobre la nueva familia de al lado.

—... y hay otro niñito, mamá. Un pequeño niño de cabello negro. ¡Más pequeño que yo! Llevaba cargando una gran caja el solo y la morsa...

—Cuántas veces debo decirte —le reprendió Narcissa—, que no debemos referimos a las personas con nombres de animales.

Draco puso los ojos en blanco, molesto porque su madre había interrumpido su historia.

—Pero escucha, mamá. El niño pequeño, el niño de cabello negro, no se parece en nada al resto. Parece agradable. ¡Voy a hacerlo mi amigo!

Narcissa se rio entre dientes y tiró de Draco en un abrazo.

—Lo harás ¿Dijiste hola? — preguntó con esperanza.

Draco trató de zafarse del afectuoso abrazo de su madre: tenía ocho años, después de todo, y era demasiado grande para ser abrazado.

—Todavía no. Tengo más investigaciones que hacer primero —, evadió.

La sonrisa de Narcissa vaciló.

—Estoy segura de que es un chico muy agradable, Draco. Podríamos ir juntos a saludar. Hornear unos bizcochos de chocolate y llevarlos mañana. ¿Qué te parece?

Draco se alejó, paseó un poco de un lado a otro y retorció las manos. Nervioso.

—No —, dijo lentamente. —Realmente tengo que investigar más—, dijo en voz baja, claramente sin intención de conocer al que sería su nuevo amigo por el momento.

Narcissa asintió brevemente y envió a Draco a bañarse. Cada vez era más difícil mantener alejados a los amigos de Draco que llamaban invitándolo a reuniones de juego y fiestas de verano. Incluso sus padres habían comenzado a preguntarse qué estaba mal, a menudo preguntándole a Narcissa si Draco se sentía bien. La familia Malfoy era distinguida y, dados los eventos del año pasado, la curiosidad sobre la familia, rica y perfecta, se había multiplicado por diez. Draco no había lidiado bien con la atención repentina.

La repentina y violenta pérdida de su padre un año atrás había afectado a Draco más de lo que nadie hubiera podido imaginar. Se había refugiado cada vez más en un solitario mundo imaginario. Tenía problemas para hacer nuevos amigos y se dejaba intimidar fácilmente por los más grandes y más alborotadores que él. Sin embargo, encontrar a alguien más alborotador que Draco era una tarea difícil.

Lucius había causado su propia muerte. Se había vuelto codicioso y había caído en malas manos. Cuando uno de sus negocios se fue al diablo, quedó atrapado en el fuego cruzado y fue brutalmente asesinado. El asesinato había sacudido a la pequeña ciudad. Todos supusieron que Lucius había estado involucrado involuntariamente. Por el bien de ella y su hijo, Narcissa no estaba interesada en desmentir aquello.

—Maldito seas, Lucius —, murmuró mientras se ponía de pie y comenzaba a preparar la cena. Había dejado a su esposa y a su hijo vivir con la vergüenza de sus acciones y los había dejado enfrentarlo sin él.

Los días como esos lo hacían mucho más difícil.

Draco estaba merodeando por su recatado patio trasero y se escondía detrás de la myrica mientras miraba al ahora familiar pequeño niño de cabello negro cavar en el jardín de al lado. Había estado observando a su presa durante varias semanas, desde que se mudó. Siempre estaba en el jardín. Trabajando. Solo. La mujer con cara de caballo —tía Petunia escuchó que la llamaba— salió y le dijo algo mordaz al chico de cabello negro. Eso era todo lo que parecía ser capaz de hacer. Decir cosas mordaces. El chico de pelo negro simplemente asintió, como siempre lo hacía. Sus ojos estaban abatidos y cautelosos mientras se arrodillaba en el macizo de flores y continuaba desherbando.

Durante tres semanas, Draco había estado investigando, observando. En todo ese tiempo, nada le había dado alguna indicación de que el pequeño niño de pelo negro fuera como la ballena, la morsa o el caballo. El cabello del chico estaba tan desordenado y salvaje como siempre. Le recordó un poco a la melena de su Leo Leo Lion. Draco estaba encantado. Ese chico, el pequeño león, porque eso era lo que Draco había decidido que era, era la cosa más hermosa que había visto en su vida. Más allá de ser pequeño y estar adorablemente despeinado, su piel tenía un dulce rubor de timidez. Sus ojos, más verdes que la hierba, brillaron cuando sonrió, aunque Draco descubrió que su pequeño león rara vez sonreía.

En ese momento, Draco decidió que ese muchacho no solo sería su amigo, sino que también sería su chico. Jugaría con Draco, haría lo que Draco dijera y nunca, nunca se iría. En su mente, Draco y su chico ya habían jugado cientos de juegos, habían compartido secretos profundos y habían conspirado juntos en numerosas investigaciones.

Sonrió al escuchar la melodía familiar que el pequeño niño tarareaba mientras trabajaba. Varios minutos después, el pequeño león soltó una risita cuando una mariposa aterrizó en su mano. Lentamente levantó la mano y dejó que las alas de la mariposa se reflejaran en la luz del sol. Draco pensó que lo había oído hablar con la mariposa, diciéndole cuán hermosa era y cuánto deseaba poder volar también. Un segundo después, la mariposa agitó sus alas y se fue suavemente. En un ataque de impulsividad que Draco nunca antes había visto de él, su pequeño león se puso de pie y persiguió a la mariposa, riendo suavemente y sonriendo mientras lo hacía.

La persiguió durante bastante tiempo, eventualmente, saliendo fuera de su vista. Draco se acercó para encontrarlo e inadvertidamente rompió una ramita. El pequeño león detuvo bruscamente su persecución y se giró ante el sonido. Draco fue descubierto. Los niños se miraron durante un largo momento. Finalmente, el pequeño león miró fugazmente hacia su casa y se mordió el labio antes de volverse hacia Draco. Dio unos pasos hacia delante, acercándose a Draco. Después de un momento de vacilación, le dio una pequeña sonrisa y un pequeño ademán.

—Hola —, dijo en voz baja.

Draco se adelantó también.

—Hola —, dijo Draco.— ¿Cuál es tu nombre? —preguntó, con la cabeza inclinada hacia un lado, analizando a su chico.

El chico le dio otra mirada fugaz en su nueva casa.

—Err, Harry. Mi nombre es Harry —, dijo tan suavemente, tan tímidamente, como antes.

Harry. Draco pensó que ese nombre le iba bien a su nuevo amigo.

—Hola, Harry. Soy Draco —, dijo mientras se acercaba, de repente sintiéndose más audaz que en mucho tiempo. Se sorprendió cuando Harry retrocedió nerviosamente. Parecía terriblemente asustadizo, no muy leonino en absoluto. ¿Quizás era un león cobarde, entonces? Eso le quedaba bien a Draco. Le gustaba ser el protector.

Draco avanzó lentamente.

—Está bien —, dijo Draco, como si hablara con uno de los conejos salvajes que solía encontrar en la propiedad de su padrino, — No estoy tratando de lastimarte —. Seguramente eso era lo que Harry pensaba que Draco tenía la intención de hacer. Después de todo, Draco era más grande que Harry y los niños más grandes dañaban a los más pequeños. Draco sonrió tranquilizadoramente y se sintió instantáneamente cálido cuando Harry le devolvió la sonrisa.

La puerta trasera de la casa del Sr. Culpepper se abrió de golpe.

—Chico —, espetó tía Petunia,— ¿dónde estás?

Harry suspiró y automáticamente giró hacia la casa. Después de unos pocos pasos, Harry le lanzó una rápida mirada a Draco quién sonrió tímidamente y se despidió con un movimiento de manos.

Draco estuvo a punto de cantar victoria cuando Harry le devolvió el saludo.

—¡Mamá! ¡Ma-má!— Gritó Draco mientras corría a través de la puerta trasera, dejando que se cerrara detrás de él.

—Draco, cuidado con la puerta —, dijo Narcissa.

—Adivina qué, adivina qué, ¡adivina qué! —dijo mientras saltaba de arriba a abajo.

—¿Qué ha pasado, mi dragón? —, preguntó Narcissa con una sonrisa, encantada de que cualquier cosa lo hiciera tan feliz.

—¡Hablé con Harry! —Dijo Draco en un susurro dramático, sus ojos brillando con entusiasmo no suprimido.

—¿Quién es Harry, amor? —Preguntó Narcissa, algo confundida.

—El niño de al lado. ¡Ya sabes, mi amigo!

—¿Hablaste con él? Eso es maravilloso Draco. ¿De qué hablaron?

—Dijimos hola. Eso es todo para lo que tuvimos tiempo. Su tía lo llamó. No es muy amable.

—Draco, no hables mal de los vecinos.

—Bueno, ella no lo está. Solo estoy diciendo la verdad.

Narcissa negó con la cabeza, se rio entre dientes y cambió de tema.

—Bueno, cuéntame todo acerca de tu nuevo amigo, entonces. ¿Le haremos galletas? ¿Se las llevaremos?

Draco se mordió el labio.

—Todavía no. Es muy, muy tímido, mamá. Creo que es más tímido que yo.

Las cejas de Narcissa se dispararon ante la perspicacia de Draco. Probablemente no fue intencional, pero hizo que su nuevo amigo sonara aún más intrigante.

—Entonces deberías hablar con él más. Haz que se sienta mejor.

—Lo haré. Gracias, mamá —. Draco abrazó a su madre impulsivamente antes de subir corriendo las escaleras hacia su habitación. Narcissa sonrió, contenta de que fuera un buen día. Un muy buen día.

—He decidido que deberíamos ser amigos, —anunció Draco con una expresión arrogante mientras entraba tentativamente en el patio trasero del Sr. Culpepper y se dejaba caer junto a Harry. Eventualmente, tendría que empezar a pensar que era la casa de Harry. El patio trasero de Harry.

Harry se sentó sobre sus talones y se limpió sus sucias manos en los pantalones. Sus labios se curvaron con diversión.

—Lo has hecho, ¿verdad?

—Sí.

Draco se había vuelto más audaz desde el día en que se dijeron hola. Con el pretexto de hacer que Harry se sintiera mejor y menos nervioso, había empezado a seguir a Harry mientras trabajaba. Draco hablaba, hablaba y hablaba mientras Harry trabajaba y escuchaba. Draco no podía creer su suerte al encontrar a alguien tan interesado en sus historias como él.

Harry vaciló. Miró hacia la casa, como siempre. Se mordió el labio inferior. Parecía sumido en sus pensamientos. Finalmente, se volvió hacia Draco.

—Está bien, entonces. Amigos —, dijo en voz baja.

Draco estaba emocionado. Harry era su amigo, su chico.

—Vamos a jugar, entonces —, dijo Draco con una gran sonrisa. —He cavado un agujero. Estoy en busca de un tesoro—, susurró, sus ojos grises brillaban de emoción.

Harry le devolvió la sonrisa, sus propios ojos verdes chispeando de manera conspirativa. Harry comenzó a decir algo, pero fue interrumpido por la voz chillona de tía Petunia.

—¡Muchacho! ¿Dónde estás? ¿Qué estás haciendo? —exclamó desde la puerta.

Harry hizo una mueca.

—Tengo que irme, Draco. Te veré pronto.

Draco asintió, triste porque había pasado tan poco tiempo con su amigo. Caminó cabizbajo hacia su casa, dejó que la puerta trasera se cerrara suavemente detrás de él y se sentó pesadamente en la mesa de la cocina. ¡Quería jugar con Harry! Todo lo que Harry parecía hacer era trabajar en ese horrible jardín.

—¿Draco? ¿Qué pasa, amor? —, Preguntó Narcissa mientras entraba en la cocina y vio a Draco abatido desplomado sobre la mesa.

—Harry no podía jugar conmigo —, dijo con petulancia.

—Oh, ya veo—, dijo Narcissa. —Tal vez no se le permite jugar con nadie hasta que sus tíos conozcan a sus amigos. ¿Has dicho hola a su tía?.

Draco se estremeció ante la idea.

—No —, dijo en voz baja. Pero, eso le dio una idea. — ¡Mamá! —Gritó mientras se ponía de pie.—¿Podemos hacerles bizcochos de chocolate y llevarlos y decir hola y todo? Podrías hablar con la tía de Harry y hacer que ella lo deje quedarse conmigo. ¡Entonces, podría jugar conmigo todo el tiempo!

—¡Disminuye la velocidad, mi dragón, disminuye la velocidad! Por supuesto que podemos hacer galletas. Las haremos esta noche y las llevaremos mañana. ¿Qué te parece?

Draco sonrió.

—¡Brillante!

Al día siguiente, Draco corrió al jardín de Harry y se dejó caer donde él estaba cavando.

—¡Mamá vendrá pronto! —dijo con complicidad.

Harry lo miró cautelosamente antes de regresar a su trabajo.

—Por qué —, preguntó.

—Para hablar con tu tía. ¡Quizás entonces te deje jugar conmigo!

Harry suspiró. Eso no iba a salir bien, lo sabía. Era mejor para todos los involucrados si él y Draco no se hacían amigos. No es como si hubiera tenido muchos amigos o hubiera tenido alguno siquiera. ¿Por qué empezar ahora? Estaba a punto de abrir la boca, cuando oyó el portazo de la puerta de atrás.

—¡Chico! —Tía Petunia llamó.

Harry cerró los ojos e hizo una mueca. Estaba seguro de que ella había visto a Draco.

—¿Sí, tía Petunia?

Draco no estaba preparado para lo que sucedió después. La mujer cara de caballo agarró a Harry por la parte superior del brazo, lo levantó y lo arrastró lejos. Draco inhaló bruscamente cuando Harry gritó sorprendido. Se acercó para escuchar lo que estaba diciendo, no le gustaba la forma en que lo sacudía como un saco de harina medio vacío.

—¿Cuántas veces te he dicho que no molestes a los vecinos? —Siseó tía Petunia con los dientes apretados mientras sacudía aún más a Harry.

Draco sabía que estaba lastimando a su amigo, y cuando vio una lágrima silenciosa caer de los ojos de Harry, se enojó muchísimo. Era su trabajo proteger a su pequeño león, después de todo. Eso es lo que se supone que deben hacer los niños más grandes. Su padre siempre le había dicho eso.

—Fui yo el que habló con él —, dijo abruptamente mientras caminaba hacia adelante.

—¿Perdón? —, dijo Petunia mientras miraba a Draco, su mano ahora sujetaba el brazo de Harry en un ángulo incómodo.

—Lo siento, señora. Yo hablé con Harry. Dije hola. Él solo estaba siendo amable. Le he estado haciendo compañía mientras trabaja en el jardín. No quise hacer causar ninguna molestia.

Harry miró a Draco con incredulidad, como si nunca antes alguien hubiera salido en su defensa. Harry hizo una mueca cuando la mujer lo apretó bruscamente antes de soltarlo.

—Lo siento, tía Petunia —, murmuró tristemente.

Petunia miró a Harry críticamente antes de volver su atención hacia Draco.

—¿Cuál es tu nombre?

—Draco Malfoy.

Una chispa brilló en los ojos de Petunia Dursley.

—¿De verdad? —cuestionó suavemente. —¿Está tu madre por aquí, chico? —preguntó mientras estiraba el cuello para tener una mejor vista del inmaculado jardín de Draco.

Como si fuera una señal, la voz de Narcissa Malfoy surgió sobre la myrica.

—¿Draco? ¿Dónde estás? Pensé que ibas a esperar por mí —, gritó. Narcissa se deslizó elegantemente hacia el patio trasero en busca de Draco.— Oh —, dijo sorprendida al ver a Harry y Petunia.

Harry casi jadeó al ver a la Sra. Malfoy. Nunca había visto a una mujer tan hermosa. Bueno, a excepción de la dama pelirroja que a veces veía en sus sueños. El cabello rubio pálido de la señora Malfoy caía en suaves ondas y sus ojos azul grisáceo eran amables e inteligentes. Estaba elegantemente vestida con ropa fina que no era tan extravagante como la de tía Petunia. Sostenía una bandeja llena de algo sospechosamente parecido a galletas de chocolate.

—Hola —, comenzó Narcissa, — Ustedes deben ser nuestros nuevos vecinos. Soy Narcissa Malfoy y este es mi hijo, Draco —, dijo gesticulando hacia Draco que se había movido al lado de Harry y estaba mirando a Petunia.— Espero que no sea una molestia —, continuó Narcissa, notando la extraña mirada que su hijo le estaba dando a su nueva vecina,— Es un niño muy curioso y ha disfrutado mucho de visitarlos. He sido terriblemente descuidada al no venir antes a decir hola, Draco y yo te hemos horneado galletas para darles la bienvenida.

Narcissa le tendió la bandeja a Petunia, quien casi tropieza con sus pies en su prisa por tomarla. Empujó la bandeja a las manos de Harry y le susurró que las llevara dentro.

—Es un placer conocerte —, dijo Petunia efusivamente.— Soy la Sra. Petunia Dursley. Estamos en proceso de establecernos, como pueden ver. No sé quién vivió en nuestra casa antes, pero obviamente dejaron que el jardín se arruinara. —Petunia frunció la nariz con desdén antes de inclinarse conspiratoriamente, pensando que estaba ganando puntos con la elegante Sra. Malfoy.— Lo haré, por supuesto, llegar a los estándares apropiados de inmediato. —Se inclinó aún más, haciendo que Narcissa retrocediera un poco.— Tenemos que mostrarles a todos en el vecindario lo que se espera—, dijo en voz baja, con un gesto duro.

—Oh—, dijo Narcissa, desconcertada por la grosería de la señora Dursley. Buscando algo que decir, sus ojos encontraron con Harry cuando regresaba del interior. Era adorable y justo como Draco lo había descrito; pequeño, despeinado y tímido. Se movió en silencio y con precaución, se dio cuenta. Ella también notó que su ropa era demasiado grande y gastada; completamente diferente a la vestimenta moderna y bien equipada de la Sra. Dursley. Cuando finalmente se unió a ellos, Narcissa podía decir que estaba nervioso. Narcissa se inclinó, una cálida sonrisa se posó en su rostro.

—¿Y quién es este entonces? —, Dijo suavemente, divertida cuando Draco tiró del niño más pequeño hacia él.

—Este es Harry —, anunció Draco, ignorando por completo la expresión de asombro de Harry al ser atraído hacia Draco.— Es mi amigo. De quien te he estado hablando —, dijo Draco con orgullo.

Narcissa reprimió una sonrisa. El pobre Harry no tenía idea de en lo que se había metido, pensó. Ella le tendió la mano y dijo seriamente:

—Bueno, Harry. Es un placer conocerte.

Harry vaciló. Pero, con los empujones de Draco, tomó la mano de Narcissa y la sacudió rápidamente antes de regresar a su lugar.

—Es un placer conocerla, Sra. Malfoy —, murmuró tímidamente.

Narcissa estaba encantada. Sí, Harry no tenía idea de a qué se había postulado como amigo de Draco. De todos modos, sin embargo, trajo algo bueno para Draco, y Narcissa estaba contenta por ello. Narcissa se puso de pie, alisando la parte delantera de sus pantalones mientras lo hacía.

—Su sobrino es encantador, señora Dursley. Debe ser absolutamente un encanto.

Petunia pareció horrorizada por el cumplido.

Ni Narcissa ni Draco notaron que Harry puso los ojos en blanco y suspiró suavemente.

Narcissa continuó, sin entender la expresión de Petunia.

—A Draco le gustaría que Harry pasara la noche con nosotros en un algún momento cercano. Mañana, de hecho. Además, sé que le encantaría que Harry pudiera venir y jugar durante el día. Te puedo asegurar que estaría a salvo. Solo somos Draco y yo, así que no hay nada que lo haga sentir agobiado. Además, te daría la oportunidad de hacer algo de tu propia huerta. Por lo que he oído, el pequeño Harry ha estado robando todo tu tiempo de jardinería —. Narcissa se rio a la ligera. Petunia se obligó a sí misma a hacer lo mismo. —Me encanta pasar tiempo en el jardín, ¿a ti no? Y ahora tendrás la oportunidad.

Petunia luchó con qué decir. A través de los chismes en la calle había aprendido que Narcissa Malfoy era la persona más importante en el vecindario. Era importante para Petunia causar una buena impresión. Pero, para hacer eso, iba a tener que dejar que Harry saliera de la casa. Por periodos prolongados de tiempo. Para divertirse, por como sonaba lo que Narcissa había dicho. Finalmente, su orgullo y avaricia social ganó.

—Sí, creo que estaría bien —, dijo con dulzura empalagosa.— Harry es mucho más ... inmaduro que nuestro hijo Dudley. Y Dudley, como la mayoría de los niños pequeños, juega un poco brusco, demasiado para el pequeño Harry. Sin embargo, me atrevo a decir que él y Draco se llevarían bastante bien. Estoy de acuerdo en que podría ser bueno para Harry pasar tiempo con un nuevo amigo.

Harry escuchó todo lo que su tía decía en estado de shock. No podía creer que tía Petunia lo dejara pasar tiempo con los Malfoy. En su última casa, apenas lo habían dejado salir del armario debajo de las escaleras

—¿Puede venir esta noche? —Draco preguntó emocionado.

—Draco, —le amonestó Narcissa.— Puedes jugar mañana. Estoy segura de que a su tía no le importará —. Su voz era ligera.

—Sí, por supuesto —, dijo Petunia con una sonrisa apretada. Se decepcionó al perder su fuente de trabajo gratuito en el jardín, pero el potencial beneficio social lo compensó con creces. Por alguna razón inexplicable, el hijo de Narcissa, tan hermoso y elegante como su madre, le había gustado Harry, un pequeño erizo desaliñado y harapiento. Bueno, eso tendría que cambiar. Pero por ahora, simplemente tendría que permitírselo.

—Maravilloso —, dijo Narcissa. —Te veo mañana, Harry. Ven cuando quieras. De hecho, únete a nosotros para el desayuno. Voy a hacer los panqueques favoritos de Draco, con trocitos de chocolate. Siempre hay mucho para compartir.

Harry miró hacia arriba y hacia su tía, quien asintió con la cabeza, antes de decir gracias y que le gustaría mucho.

Petunia y Harry vieron como Narcissa y Draco regresaban a su casa, Draco charlando sobre su nuevo intento de encontrar un tesoro. Una vez que Petunia oyó que cerraban la puerta, se giró hacia Harry y lo agarró por los hombros, clavándole las uñas al hacerlo. Ignorando su quejido de protesta, ella lo sacudió con fuerza.

—NO debes decir nada sobre lo que sucede en nuestro hogar, ¿me entiendes, muchacho? ¡Nada!

Harry sabía exactamente a qué se refería y asintió en silencio, tragando espesamente.

—Bien —, espetó antes de soltar sus hombros.— Ahora, haz tus tareas y sé rápido —, ladró antes de girar sobre sus talones y caminar hacia la casa

Harry suspiró y volvió a su tarea de deshierbe. Miró hacia la casa Malfoy y sonrió cuando vio una cabeza rubia ya familiar asomando por la ventana. Draco le sonrió a Harry y se despidió. Quizás las cosas serían diferentes allí, pensó, con la esperanza por primera vez en mucho tiempo.


NOTA: La myrca es una especie de arbustito que se usa para los jardines.

Si les gustó comenten mucho. Si veo que apoyan éste proyecto subiré dos capítulos diarios, sino, bueno, no voy a dejarlo pero sólo subiré de uno en uno. Son treinta y uno 3.