Hola a todos :3
Bueno, esta vez vengo con long-fic bastante ameno. La historia inició por el desafío propuesto de una fan de SasuSaku en otro foro llamado Cemzoo; donde, por cierto, también pueden encontrar esta historia a nombre de Kuroi Sakura. Igualmente en deviantART, por KuroiSaku.
Les dejo una ficha técnica para que se den una idea general de la historia.
Autor: KuroiiSakura.
Título: Tornasol.
Pareja: Sasuke x Sakura.
Summary: Tornasol: Materia color azul y tonos rosáceos. Tornasol: Luminiscencia y constante cambio. Tornasol: el más complejo de los colores. Tornasol: El acredite cambio de tinturas. Tornasol: La fusión del rosa y azul en un mismo espacio.
Tipo: Long-fic.
Clasificación: T.
Advertencias: Universo alterno. Inclusión de un OC. Posibles insinuaciones o lime en algún capítulo. Lenguaje moderadamente inapropiado (pongo muy pocas groserías, pero aún así advierto).
Género: Comedia, romance, drama, general.
Disclaimer: Naruto no me pertenece. Es propiedad de Masashi Kishimoto.
Tornasol.
Capítulo uno: Azul.
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El molesto y escandaloso sonar de un celular interrumpió el pacífico silencio formado en ése momento. Abrí los ojos de golpe; el extravagante sonido me había asustado de más.
Sin siquiera mirar al buró, busqué a tientas el objeto causante de semejante teatrito. Sentí algo cuadrado vibrando sobre mi mano, ¡lo encontré!
—¡¿Qué?! —exclamé molesto ya que había abierto el celular. En realidad, ni siquiera me fijé quién era.
—¡Teme! —Escuché un estruendoso grito del otro lado de la línea— ¡Teme, ¿dónde estás?!
Bufé fastidiado mientras me pellizcaba el entrecejo con los ojos cerrados.
—¿Qué joder quieres, Naruto? —solté secamente.
El mencionado comenzó a reír de manera desenfrenada, asustándome un poco. Aunque, en cierta forma, comprendí lo que le estaba pasando y, sobre todo, el estado en el que se encontraba.
—Dobe. Estás borracho, ¿verdad?
—¡De lo que te has perdido, teme! ¡No la estamos pasando de maravilla y TÚ, grandísimo idiota, NO ESTÁS AQUÍ! ¡Hahaha!
De nuevo su risa estúpida y desenfrenada salió a flote, dejándome casi sordo —tomando en cuenta también que el ruidajo del lugar en donde él se encontraba, era enorme—.
—Usuratonkachi —musité en un gruñido—. Te he preguntado que qué jodidos quieres, ¡responde!
—¡Nada, nada en especial! —sus gritos comenzaban a provocarme una fuerte jaqueca.
—Entonces déjame en paz y ya ve a tu casa. Mañana hay escuela, ¿lo has olvidado?
—¿Colegio? ¡¿Escuela?! ¡Qué va! —vociferó rudamente—. ¡Hoy sólo quiero tomar!
Por tercera ocasión, Naruto comenzó a reír como un loco y yo, sin mayor paciencia, le colgué. No pasaron ni dos minutos cuando mi celular comenzó a molestar de nuevo, pero esta vez, ya le había puesto en el modo silencio; nada ni nadie volvería a interrumpir mi reposo a altas horas de la madrugada.
—Hmph, sólo quiero ver cómo va a estar mañana —susurré para mis propios oídos, sonriendo con sorna—. Pobre dobe…
Y sin más que argumentar, cerré los ojos para quedarme profundamente dormido.
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Ahora, el sonido de un autobús pitando fue el supresor de mi plácido descanso. Esta vez no abrí los ojos de golpe, únicamente comencé a moverme de manera perezosa bajo las sábanas de mi cama. Me quedé así unos momentos y, cuando por fin abrí los ojos, me di cuenta de que ya era de día.
Bufé decepcionado por no poder dormir un poco más de tiempo y miré mi celular para enterarme de la hora. ¡Eran las ocho y media de la mañana!
Salté de mi lecho como si trajera resortes en los pies y me dirigí al clóset.
—¡Demonios! —gruñí sacando el uniforme y tomando mi toalla.
Se me había hecho tarde por no haber escuchado la alarma de mi celular. Y ¡claro! Todo por culpa del baka-dobe-usuratonkachi de Naruto.
Sus estúpidas llamadas de la noche anterior me habían hecho ponerle el modo vibrador a mi celular y, por eso mismo, la alarma no sonó, si no que se manifestó con el modo vibrador… ¡Maldito dobe, ahora sí que lo mato!
Entré al baño corriendo y abrí la llave del agua caliente. Rogaba por que la temperatura del líquido se regulara en un santiamén, pero como el calentador había estado fallando desde la semana pasada, lo que pedía parecía más un milagro que nada.
—¡Argh! —grité completamente exasperado.
Golpeé la llave del agua con furia y comencé a desvestirme con la puerta abierta, sin siquiera fijarme en lo que hacía.
La entrada al colegio era a las nueve de la mañana, pero con el tiempo que me cargaba, de seguro llegaría muy tarde.
Aventé mi camiseta a un punto cualquiera en el espacio de mi baño, haciendo lo mismo con el bóxer. Entré al chorro del agua y…
—¡Aghh!
Era demasiado fría.
Sin poder hacer más, me mojé bien la cabeza y la enjaboné con shampoo.
Total, terminé de bañarme ocho minutos antes de que dieran las nueve; estaba perdido. Ah, ¡pero claro! salí de la regadera con mucho, mucho frío. Podría decir que llegaba al punto de casi romper mis rodillas cuando caminaba, de lo congeladas que estaban.
Pero, pudiendo quebrarme o no, debía llegar puntual a la escuela; aunque mi caso ya estuviese completamente perdido.
Nunca en mi vida había querido romper con ése récord de perfección en puntualidad que me caracterizaba; ¡nunca! Pero en ése momento, todo era culpa del idiota de Naruto, ¡merecía ser golpeado hasta que mi sed de venganza se curara!
Sí. debía hacerlo pagar por todas mis desgracias matutinas.
Corrí a mi habitación a agarrar mi mochila. Metí un par de cuadernos de las materias de ése día y de nuevo emprendí carrera escaleras abajo.
Ni siquiera me dio tiempo de desayunar, ¡nada! Ésa mañana sería de lo peor…
Tomé unas llaves y salí de mi casa muy acelerado. Saqué mi cartera de la mochila y paré un taxi rápidamente, le indiqué que me llevara al instituto de Konoha.
Partimos de inmediato y, gracias al cielo, el tráfico estaba relajado; calles despejadas, nada pesado, por lo que llegué relativamente 'rápido' —en quince minutos—. No sé ni siquiera cuánto le di al taxista, sólo sé que le aventé más o menos entre cuatrocientos y quinientos yenes*. Sí, se los aventé; ni siquiera se los di en la mano.
Salí del taxi corriendo. Sinceramente ya me había acostumbrado a ir a la carrera ése día en especial.
Como pude, saqué mi celular, mirando la hora: las nueve con trece minutos. Bueno, ya de menos no había llegado tan tarde. Pero, por supuesto, nada suprimía el hecho de que mi impecable récord de puntualidad ya se había quebrantado.
Continué mi galope en dirección a mi salón. Como pensé: ya estaban en clase. Precisa y desgraciadamente, había llegado tarde en la clase de la directora Tsunade.
Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.
Pocas personas lograban intimidarme y, sin duda alguna, Tsunade-sama era una de ellas.
Me paré con temor y pesar en el marco de la puerta. Toqué de manera leve. Todos los del salón —chismosísimos, por cierto— voltearon a verme con asombro y claro está que Tsunade no fue la excepción.
—Sasuke —musitó bastante sorprendida, pero retomó su postura imponente en un abrir y cerrar de ojos—. ¿Por qué has llegado tarde?
Como pocas veces en mi vida, sentí la vergüenza invadir mi cuerpo, ¡no podía decir que me había quedado dormido! No. Eso sería un suicidio social, además de motivo de constantes burlas por parte de todo el mundo y yo, Sasuke Uchiha, no estaba para esas boberías.
Me limité a fulminar a Naruto con la mirada, cosa que la directora logró captar de inmediato. Suspiró con desgano y se pellizcó el entrecejo.
—Está bien, pasa.
Y, como efecto de su autorización, pasé al salón por completo.
Me dirigí a mi pupitre sin mirar a nadie. Solamente le dediqué una mirada de odio incomparable al dobe, antes de sentarme. Acomodé mi mochila, entonces, y tomé asiento.
Saqué el libro de biología y lo coloqué sobre la paleta de la banca. Abrí en la página indicada —que por cierto, la supe por mirar el libro de Kiba, el chico de al lado mío—, dedicándome a leer para ponerme al corriente de la clase.
La mencionada pasó sin contratiempo alguno y, como siempre, Tsunade-sama nos dejó kilos y kilos de tarea.
Ah, claro. Había olvidado mencionar que la hora completa de clase, los de mi alrededor se la pasaron cuchicheando cosas y mirándome. ¿Cómo lo supe? Sencillo: sentía sus miradas. Y por supuesto, en alguno de esos susurros distinguí la voz de Naruto. ¡Cómo quería pararme y ahorcarlo con mis propias manos!
Gruñí por lo bajo mientras Tsunade se iba del salón y todos se levantaban de los pupitres, simplemente para desentumir las piernas. Sentí una presencia fantasmal acercarse a mí. Me quedé con la mirada gacha, intentando controlar mi ira, cuando vi que aquella aura era causada por Naruto, quien había posado sus dos manos sobre la paleta del pupitre.
—Teme… ¿por qué demonios has llegado tarde?
Mi sangre hirvió. ¡Todavía tenía el descaro de preguntarme: '¿Por qué?'! Golpeé la mesa de la banca con el puño y subí mi mirada hacia su rostro. Debo aceptar que me dio miedo; estaba completamente demacrado. Pálido y con ojeras, se notaba que la estaba pasando mal.
—Porque cierto dobe me ha llamado a las tres de la madrugada para 'presumirme' que estaba en una 'divertida' fiesta de la cual no me interesaba saber ni un poco. ¡Ah, sí! Y por culpa de aquél estúpido dobe, puse modo vibrador en mi celular; lo demás no quieres saberlo… ¿o sí? —respondí con extremo sarcasmo y llamas de furia en mi mirada.
Naruto tragó saliva y sonrió de manera boba, como era su costumbre.
—Lo siento —musitó rascándose la cabeza.
—Hmph, vete al diablo.
Dirigí mi mirada a la ventana e hice una mueca.
—La estás pasando mal, ¿cierto, dobe?
—Ni te imaginas, la cruda me está matando.
Sonreí. Ya de menos, él también estaba sufriendo en serio.
—¿Y? ¿Qué esperabas? Yo te lo advertí —dije en tono de regaño.
—¡Ha! —Rió un poco sarcástico— Pero no me arrepiento. Debiste haber ido, teme; te perdiste de mucho.
—Me importa un comino, odio las fiestas.
—Amargado.
—Déjalo, Naruto-kun. Sabes que Sasuke siempre ha sido así.
El último diálogo me sacó de quicio. Bueno, no exactamente, pero odiaba que él siempre diera por el lado de Naruto.
—Tienes razón, Sai —dijo el rubio con un leve asentimiento de cabeza.
Sentí una segunda presencia tras de mí y volteé con desgano.
—Buenos días, Sasuke —me saludó con su típica sonrisita.
—Hmph… Hola, Sai.
No entendía porqué él siempre era así. Inclusive, muchos llegábamos —sí, en veces acepto que debía incluirme— a la conclusión de que era un poco rarito. Por eso me fastidiaba que me recalcaran nuestro parecido físico.
—Oye, hoy va a haber una reunión en mi casa. Uhm, no sé si tú e Itachi quieran ir, ya sabes, a platicar un rato con la familia y todo eso…
—No creo poder ir, lo siento —me negué con la cabeza y volteé la mirada a la ventana.
—Ah, ya veo… —Sai hizo un gesto de extraña 'decepción'— Pero, de cualquier forma, ¿podrías decírselo a Itachi?
—Sí, yo le paso tu recado.
—Gracias, Sasuke —dijo de nuevo con una sonrisa.
—Hmph, claro…
Y se alejó de nosotros.
—Vaya tipo, no puedo creer que ustedes sean…
—Ni lo menciones, dobe —pedí alzando la mano frente a su cara y colocando la otra mano en mi frente—. No me gusta recordar ése lado oscuro de mi vida.
—¡Ha ha ha! —rió con alegría— Pero quieras o no, Sai es una buena persona, después de todo. Te ha ayudado cuando lo necesitas, ¿no?
—Hmph… pocas veces he necesitado de él —contesté con autosuficiencia.
—Tú como siempre: orgulloso. ¿No te aburre ser siempre igual?
Miré a Naruto con un gesto. Con éste le decía: 'Cállate, dobe'. Él lo entendió de inmediato y silenció rápidamente.
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El día entero de clases pasó en tiempo normal y ya faltaba muy poco para salir. A decir verdad, yo estaba bastante fastidiado.
Al parecer, el 'rumor' de que yo había llegado tarde se había extendido por todo el colegio como rayo, y los maestros que nos daban clase, no tardaron en enterarse. De hecho, todos —a excepción de uno o dos— me habían preguntado el motivo de mi retraso.
A todos les respondí con lo mismo:
"Problemas en casa. Nada grave, todo se ha solucionado."
En sí, poniéndonos a reflexionar mi ajetreada mañana, sí había tenido problemas en casa; por lo que no estaba mintiendo.
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Al fin, después de un tiempo, se dieron las tres de la tarde, tiempo de salir de clases. Salí solo y apurado. Lo único que quería era llegar a casa y descansar, para luego ponerme a hacer toda la tarea que nos habían dejado.
Saqué mi cartera y pude darme cuenta de que sólo me quedaban unos veinte yenes; ni siquiera me alcanzaba para el autobús. Haber llegado al colegio en taxi me había dejado sin dinero.
Suspiré emprendiendo camino a mi casa. En sí, no vivía muy lejos de la escuela; hacía unos treinta o cuarenta minutos caminando. Lo que me mataba, era el hambre. No había comido nada desde el día anterior por la noche y mi estómago parecía querer comerse él mismo.
Caminé lo más rápido que pude, llegando en treinta minutos a casa. Y bien, irónicamente, para mediar un día con enteras desgracias, lo que me faltaba:
Había tomado las llaves equivocadas.
¿Para qué demonios quería las llaves del patio trasero? Quién sabe. De seguro, por el tiempo, las había confundido con las llaves de la puerta principal.
Hmph, lo único que restaba: Itachi no contestaba el celular.
Resumiendo posibilidades, sólo me quedaban dos:
Esperar a que llegara mi hermano —que sabrá dios a qué hora sea eso—, o ir a la molesta reunión familiar de Sai y pedirle las llaves a mi tío…
—Demonios, odio esto —musité metiendo mis manos en las bolsas del pantalón y emprendiendo camino a casa de Sai.
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Ojalá les haya gustado. Acepto cualquier tipo de crítica, amenaza, jitomatazo, etc ;3
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