La Radio
Disclaimer: Los personajes de Magi the Labyrinth of Magic no me pertenecen, son de su autor respectivo.
Pareja: EnAli (Kouen x Alibaba).
La noche era cálida, cálida en el sentido de que sentía que su pecho le ardía; pues, considerando el horripilante frío que hacía a esas altas horas de la noche, la punta de su nariz se le entumecía, pero su cuerpo lo sentía caliente. Tan caliente como si se hubiese dado un baño en una tetera hirviendo. ¿Cómo no estarlo? Estaba teniendo una cita con Ren Kouen, después de muchos intentos por conseguir su amor, lo había conseguido.
Alibaba era un muchacho astuto, pero también algo ingenuo, pensaba Kouen. Y quizá era eso lo que le había llamado la atención desde un comienzo. De pasar a ser el vecino que le podaba el jardín todas las mañanas, a su subordinado de la compañía y de subordinado a amante había sido un gran escalón. ¿Quién lo diría? No tenía idea cómo pasó, pero debía considerar que se trató de un milagro...
O tal vez pura mala suerte.
Pensó que llevar a Alibaba al cine como primera cita había sido la idea más estúpida de su vida. Claro, no hablaban nada y la película había sido un asco.
—En serio... ¿Los Minions? —preguntó Kouen, exhausto de ver tanta payasada de hora y media en una pantalla.
—Bueno... era lo que había en la cartelera... —susurró, cabizbajo y apenado—. ¡¿Pero qué esperabas?! —cambió su tono de repente, Kouen suspiró—. ¡A ti tampoco se te ocurría nada!
—Te avisé con anticipación sobre nuestra salida, no me eches la culpa. Debiste haber pensado en algo.
—¿No se supone que el que invita es quien debe tener algo planificado?
—Lo de la cita fue TU idea. Por lo tanto es tu responsabilidad. Si no te gusta a dónde vamos pues piensa en algo mejor para la próxima.
Alibaba bufó por lo bajo, molesto por esa actitud tan indiferente de su novio. Pero rápidamente la rabia cesó al darse cuenta de un detalle que hizo que los dos abrieran los ojos al mismo tiempo.
—El auto... —susurró Alibaba.
El auto de Kouen estaba hecho pedazos. Las ventanas rotas, sin retrovisores y lo peor de todo...
—La radio... —murmuró el otro.
—¿Qué? —Alibaba se acercó rápidamente al automóvil y empezó a inspeccionar el interior—. ¿Esa radio fea?
—Más respeto con mis cosas —Kouen frunció el entrecejo.
Alibaba no entendía por qué un hombre tan adinerado como Kouen seguía conservando una porquería en su propio auto.
—Pero le faltaba un botón —dijo Alibaba.
—Todavía funcionaba.
—Solamente el AM —reprochó.
—A veces daban música decente.
—¡Era música religosa!
—O clásica.
—El USB tenía chicle pegado.
—Nadie lo ocupaba de todas formas.
—¡Deja de justificar la ineficiencia de tu radio!
—Me la regaló mi difunto hermano.
Alibaba tragó duro y guardó silencio. Sabía lo difícil que era perder a alguien cercano, como cuando su mejor amigo de infancia murió de pulmonía. Tristes recuerdos.
—Está bien, quizá algo podamos hacer para encontrarla... Tal vez la reparen y la vendan en alguna feria —sugirió Alibaba tranquilamente en un intento de consolarlo.
—Nah, era una basura —respondió el otro sin remordimiento—. Seguramente es una señal de mi hermano para que me compre otra.
—¡¿Cómo llegaste a esa conclusión?!
No hubo respuesta. Kouen levantó los hombros y le dijo a Alibaba que se subieran al auto. Ya después encontraría a los culpables por osar robar su hermosa radio. Pero no se esperó que al echar andar el auto, sintió que uno de sus neumáticos aplastó algo por debajo. Sabía lo que era.
El 'crack' le dolió hasta en el corazón.
—Esos malditos delincuentes. Una radio tan valiosa y no se la pudieron llevar... —dijo Kouen a regañadientes, mirando la pobre radio destrozada como tortilla bajo el neumático.
—¡¿Y ahora te quejas de que no se la llevaron?! ¡Quién te entiende!
Y nadie podría entenderlos nunca.
Fin.
No sé qué hago con mi vida.
Dedicado a mis amigas de mi kokoro *_*
