Disclaimer: Los personajes de Kuroko no Basket son propiedad de Tadatoshi Fujimaki, aquí son utilizados para entretenimiento sin fines de lucro. (Que si fueran míos los tendría encerrados en la habitación roja del dolor)
Holaaaaaa, bueno aquí les traigo esta adaptación del libro "Megan Meade's guide to the Mcgowan boys" a kuroko no basket. Como la voy a adaptar, no voy a tomar el libro en sí cambiar los nombres y ya. Voy a cambiar y transformar unas cuantas cosas, así que si alguien ya leyó este libro, no va a ser igual.
Antes de empezar me gustaría hacer algunas aclaraciones y advertencias:
Primero, en ésta historia hablo de donceles, lo que significa que estamos ubicados en un mundo donde el Mpreg existe.
Segundo, para unir a la Generación de los Milagros (y Kagami) en esta familia, he decidido usar a Teiko como su apellido, y sus nombres reales serán usados como primer y segundo nombre. por ej: Daiki Aomine Teiko. Tal vez no suena muy bien pero es lo que se me ocurrió.
Tercero, sé que Kagami no fue a Teiko pero, como dije arriba, es lo que se me ocurrió para unirlos a todos.
Cuarto, es muy posible que encuentren a algunos personajes bastante OoC. No tengo nada que aclarar sobre esto salvo advertirlo, porque hay muchos que no lo soportan.
Por último, esto principalmente será un KurokoxKagami, pero como aún no decido el final, tal vez haya sorpresas.
Ahora sí, si llegaron hasta aquí espero que disfruten la lectura.
Sinopsis
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Cuando tenía nueve años, Kuroko Tetsuya conoció un grupo de chicos terribles, perversos, cubiertos de helados, hijos de un amigo de su padre... los chicos Teiko. Ahora, siete años más tarde, los padres de Kuroko, médicos del ejército son enviados a Corea y Kuroko es enviado a vivir con los pequeños monstruos, quienes son mayores ahora y muy diferente a lo que los recordaba.
Vivir en una casa con siete muchachos dará a Kuroko, quien nunca ha sido besado, la oportunidad perfecta para aprender todo lo que hay que saber sobre los chicos. Y le enviará todos sus apuntes a su mejor amigo, Ogiwara.
Guía Kuroko Tetsuya de los Chicos Teiko
Observación # 1: Ser un mocoso del ejército es una mierda. Salvo que es definitivamente una mejor alternativa que mudarse a Corea.
Observación # 2: Olvida a los malvados, risueños, pequeños monstruos. Estos chicos han sido tocados por los dioses Abercrombie.
Observación # 3: Necesito una cerradura para mi puerta.
Observación # 4: Tres palabras: abdominales de acero.
Observación # 5: No me hagan hablar sobre el estado del baño. Estoy pensando en llamar a un equipo de materiales peligrosos. En serio.
Observación # 6: Estos chicos saben cómo hacer enemigos. A lo grande.
Prólogo
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— Tesuya, tenemos que hablar.
Kuroko Tetsuya bebió un buen trago de su batido de vainilla y dejó caer la pajilla de sus labios. Su corazón se dejó caer con él. Cerró los ojos firmemente. ¿Qué estaban haciendo sus padres de vuelta de la base tan temprano?
—Este es mi primer batido del día, lo juro —dijo, girando en la silla La-Z-Boy giratoria de cuero de su padre para enfrentarse a ellos. Sin embargo, en el momento en que los vio supo que no iban a hablar sobre su consumo de azúcar al día. Esto era mucho más grave.
Los padres de Tetsuya estaban de pie delante de él en el salón para nada original de asuntos gubernamentales en casa, ambos llevando sonrisas falsas de emoción. También estaban vistiendo sus uniformes de gala: su madre en una falda prensada y chaqueta verde militar con medias oscuras, a pesar de que estaban a unos cuarenta grados a la sombra de Akita, y su padre con el cuello abotonado con tanta fuerza que su cuello se estaba poniendo rojo.
—Oh Dios —dijo Kuroko.
Colocó su vaso de batido empapado sobre la montaña de bebidas a su lado y se preparó. Había sido un mocoso criado en el ejército toda su vida, así que no fue difícil para él entender lo que estaba por venir. Sólo esperaba que no fuera cierto.
—Es hora de empacar tu equipo, Pateador —anunció su padre, forzando una sonrisa bulliciosa—. ¡Nos vamos a mudar a Corea del Sur!
Así es. Allí estaba. Kuroko entró en caída libre. Sus órganos internos se volvieron sin peso y comenzaron a flotar por el interior de la cavidad de su cuerpo. Se aferró a los brazos de la silla con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos, sólo para no vomitar.
—¿Qué? —soltó Kuroko. Su voz sonaba muy distante.
—Ha pasado un tiempo desde que fuimos trasladados, ¿cierto? —dijo su padre muy casualmente—. Esto debería ser emocionante.
¿Emocionante? ¿Había estado probando las máscaras de gas por toda la base hoy? ¿Cómo puede alguien pensar que él estaría entusiasmado con esto? Kuroko se había estado mudando durante toda su vida. Él había nacido en Rammstein, Alemania, en una de las mayores bases militares japonesas en Europa. Cuando tenía cinco años, justo en el momento en que había hecho su primer amigo, su familia había sido trasladada a Turquía. Después de unos años allí jugando al fútbol con los chicos y aprendiendo turco de su mejor amiga, Medha, otra transferencia había surgido, enviando a Kuroko al país que siempre había pensado como su hogar por primera vez en su vida. A lo largo de toda la escuela media Kuroko se había mudado, desde Hokkaido a Kioto de ahí a Fukuoka. Él no había estado en ninguno de esos lugares durante el tiempo suficiente para hacer amigos de verdad.
Pero aquí, en Akita, Kuroko finalmente había encontrado un hogar. Había pasado por tres grados completos aquí. Estaba en un equipo campeón de fútbol en la interhigh. Acababa de recibir su permiso de aprendiz. Tenía un verdadero mejor amigo, Shigehiro Ogiwara. Y este año, en el primer día de escuela, iba a hablar con Yukio Kasamatsu. Finalmente, por fin iba hablar con él. Él incluso tenía un atuendo todo escogido y había practicado el saludo trescientos cincuenta y un veces delante del espejo. Se suponía que este iba a ser el Año de Kuroko.
¿Por qué sucede esto?
—¿Tetsu? ¿No vas a decir nada? —preguntó su madre.
Sí, voy a decir algo, pensó Kuroko, poniéndose de pie. Le dio la espalda a sus padres y se quedó mirando por la ventana, abrazándose y agarrándose de los lados de su camiseta en sus puños. Esto estaba tan mal. Tetsuya siempre había sido el hijo perfecto. Él nunca les respondía mal. Nunca dejaba saber a sus padres si estaba deprimido o enojado, o que pensaba que una de sus muchas, muchas reglas no era justa. Nunca los había desobedecido ni una vez en su vida. Y él era el único doncel en la escuela que no se paseaba alrededor de la base con unos pantalones ajustados y una camisa con el vientre al descubierto como estrella pop. ¿No se dan cuenta sus padres lo bien que lo han tenido?
Mientras Kuroko miraba por la ventana hacia el césped perfectamente cortado, los canteros impecablemente mantenidos, se sintió como cuando siempre hace bien todo antes de que empezara a vomitar. Y fue como si una fuerza externa estuviera trabajando en él; sabía que no había ningún modo de detener lo que estaba a punto de suceder.
Se dio la vuelta y miró directamente a sus padres. Contuvo el aliento.
—No voy a ir.
Le tomó cada onza de coraje que tenía sólo para decir esas cuatro palabras, y una vez que estaban fuera, no podía creer que las había dicho. Nadie se movió. Kuroko estaba teniendo una experiencia fuera del cuerpo. Como el año pasado cuando se había tambaleado en la banca después de sufrir una conmoción cerebral en el juego de la semifinal de la interhigh. Como si fuera consciente de lo que estaba pasando a su alrededor, pero en realidad no era él que estaba allí.
—¿Cómo dijiste? —dijo su padre.
—No voy a ir. No me voy a mudar a Corea del Sur —dijo Tetsuya, todavía incapaz de creer que las palabras habían salido de su boca. Su madre y padre intercambiaron una mirada. Parecía que tampoco creían que fuera Kuroko el que estuviera en la habitación con ellos.
—Lo siento,Tetsu. Sabemos que esto es duro para ti —dijo su madre—. Pero sólo vamos a estar allí durante dos años y luego volverás a Japón para la universidad de todos modos.
Dos años. ¿Dos años? ¿Qué clase de persona pone la palabra "sólo" frente a las palabras "dos años"?
—No, no voy a ir —dijo Tetsuya, sintiéndose más valiente cada segundo que su padre no explotaba contra él—. No pueden hacerme esto. Esta es mi vida y... ¡y quiero vivir aquí! ¡Con mis amigos! Quiero decir, ¿qué pasa con el equipo de fútbol? Y... ¿y la fiesta de graduación? Y...
Su voz se apagó.
¡Yukio Kasamatsu y sus hoyuelos perfectos!
—Tetsu…
—¡Estoy harto de esto, mamá! No me gusta mudarme. Simplemente no quiero hacerlo más. ¿Por qué tengo que hacerlo?
El padre de Tetsuya respiró hondo. Sus fosas nasales flameaban mientras él dejaba escapar el aire. Él y la madre de Kuroko se miraron de nuevo, comunicándose en silencio, así como hacían tan a menudo.
—Bueno, hay una otra opción —dijo su madre por último. Tetsuya apenas se atrevía a tener esperanza. —¿La hay?
—Tu padre y yo… tenemos que ir —dijo su madre, jugueteando con su anillo de bodas—. Pero si realmente quieres quedarte...
—¿Me puedo quedar con Shige? —soltó Kuroko.
—No... No —dijo su padre—. Los Ogiwara ya tiene las manos llenas. Ya lo sabes.
Kuroko lo sabía muy bien. El hermano mayor de Shigehiro, Yato, se había graduado y se había ido a la Academia Naval, para gran disgusto de su "Ve al Ejército" papá. Su movimiento había liberado a cabo un poco de espacio en las casa de tres habitaciones de los Ogiwara, pero Shigehiro, que también era doncel, todavía compartía una habitación con el único hermano doncel que tenía, y el mayor de sus dos hermanos menores aún estaba enclaustrado en el sótano.
—Entonces, ¿qué?
—Bueno, tu padre estuvo hablando con Shirogane Teiko ayer por la noche —dijo su madre.
—¿Shirogane Teiko? —repitió Kuroko, estupefacto. El señor Teiko era el viejo amigo de su padre en la escuela de medicina.
—Él dijo que él y Akemi estarían encantados de cuidar de ti, mientras tu padre y yo estamos en Corea del Sur —continuó su madre, como si no acabara de enviar a la cabeza de Tetsuya a girar—. No pensamos que sería algo que te interesara. Después de todo, Corea del Sur es una oportunidad increíble para una nueva experiencia cultural. Sin embargo, si… te sientes fuertemente...
— Shirogane Teiko —dijo Kuroko otra vez.
—Sí. Shirogane Teiko —dijo su padre rotundamente—. ¿Estás bien?
¿Sus padres estaban dementes? ¿Estaban certificadamente locos? En primer lugar querían enviarlo al Lejano Oriente, y después sugirieron mandarlo a la casa de los Teiko en Tokio, para vivir con todos esos…
—A los chicos les llevará un poco de tiempo adaptarse, pero estoy segura que todos ustedes se llevarán muy bien —dijo su madre.
¿Chicos? La mente de Tetsuya fue inundada con imágenes de niños. Niños a quienes le faltaban dientes, la cara embadurnada con helados, sus ojillos redondos riéndose de él cuando lo llevaron detrás de su casa para ver a su nuevo "cachorro" y luego lo enlazaron a un árbol y lo colgaron al revés. Cabello grasiento, piernas rechonchas, niños pequeños malvados. Niños con gusanos en sus bolsillos que consumían chicle del suelo y tiraban de su cabello.
—¿Cuántos de ellos es que son, otra vez? —preguntó Kuroko mientras se sentaba temblando en el borde del sofá. Su madre y padre reflexionaron sobre esto.
—Siete en el último recuento, creo —dijo su padre—. Cerca de toda una camada.
Sí. Cerca, pensó Tetsuya.
Por supuesto, ya no serían unos pequeños de manos sucias y llenos de manchas de barro, ¿cierto? La mayoría de ellos habían estado alrededor de su edad la última vez que los vio hace siete años, lo que significa que ahora serían —trago saliva— adolescentes.
Kuroko empezó a sudar. Los adolescentes varones eran aún peor. Chicos manchados de barro a los que podía darle una paliza en la cabeza con un bate de wiffleball. Así fue como él había conseguido que retrocediera finalmente el regordete, de abundante cabello Kagami —el peor de la manada— la última vez después del incidente. Pero chicos adolescentes… esos a quienes no podía manejar. Con dieciséis años de edad y aún no había tenido ni una sola conversación funcional con un chico de su clase. ¿Cómo iba a vivir con siete de ellos?
—Por lo tanto, ese es el acuerdo —dijo su padre—. Puedes venir a Corea con nosotros o bien puedes quedarte en Japón , pero si te quedas aquí, te vas a quedar con los Teiko.
—¿Tengo que decidir en este momento? —preguntó Tetsuya.
—No, cariño, pero pronto —dijo su madre, inclinándose para correr la mano por el cabello celeste de Kuroko —. Nos vamos dentro de unos pocos días. —Le dio un beso en la frente de Tetsuya y éste la miró a los ojos… exactamente el mismo celeste como los del mismo Tetsuya, con sólo unas cuantas arrugas en las esquinas—. Te extrañaremos tanto, si decides quedarte.
Kuroko asintió con la cabeza aturdida.
—Pero sólo queremos lo mejor para ti, así sea lo que decidas, te apoyamos —agregó su madre.
Tetsuya tragó saliva. Esta mañana se había despertado con nada más importante que hacer que practicar su discurso de Yukio Kasamatsu y agregar la mitad de un kilómetro a su trote diario. Ahora todo el mundo se había puesto al revés.
—Gracias —dijo Tetsuya finalmente.
Su madre sonrió, haciendo parpadear las lágrimas. —Piensa en ello y háznoslo saber.
Kuroko se desplomó de vuelta en el sofá mientras sus padres salieron de la habitación. Todo por mi cuenta con siete chicos o con mis padres... en Corea, pensó Tetsuya.
De repente, huir para unirse al circo parecía una opción viable.
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foreverfighter22: ¡ya te extraño!
invisibleboy5525: Ni siquiera estoy en el aeropuerto todavía.
foreverfighter22: No puedo creer que me estés dejando…
invisibleboy5525: No por elección.
foreverfighter22: ¡Más te vale que me envíes un correo electrónico al segundo que llegues allí! ¡7 chicos! ¡Eres tan afortunado!
invisibleboy5525: No afortunado. Muerto. Estoy muerto.
foreverfighter22: Bueno... Cierto. Lo ESTÁS.
invisibleboy5525: Gracias por la charla entusiasta. Agrrrr...
foreverfighter22: ¡Oye, quizás FINALMENTE aprenderás a valerte por ti mismo!
invisibleboy5525: ¿Cuántas veces vas a decirme eso?
foreverfighter22: 5.345.654 o hasta que tú empieces a hacerlo.
invisibleboy5525:¡Fui firme con MAMÁ Y PAPÁ!
foreverfighter22: Es un comienzo, bien. He estado pensando en los chicos. ¿Recueras que el año pasado mi hermano hizo la cosa esa de la inmersión en Venezuela?
invisibleboy5525: ¿Donde aprendió a hablar español?
foreverfighter22: ¡Sí! Estuvo hablando por 2 semanas nada más que español y se volvió muy bueno con ello.
invisibleboy5525:...
foreverfighter22: ¡Bueno, esto es como un programa de inmersión de chicos!
invisibleboy5525: Entonces… ¿qué? ¿Me voy a volver muy bueno con los CHICOS?
foreverfighter22: ¡Exacto! Sabrás de lo que hablan cuando están solos. Sabrás cómo son entre sí. ¡Sabrás cómo PIENSAN! ¡Y CUANDO TODO ESTO TERMINE SERÁS CAPAZ DE ESCRIBIR UN LIBRO GUÍA SOBRE CHICOS!
invisibleboy5525: Estás demente.
foreverfighter22: ¡HABLO EN SERIO! ¡Podrás romper el código de los chicos!
invisibleboy5525: Huh. Chicos 101.
foreverfighter22: ¡Ahora me estás entendiendo! Y me ENVIARÁS todas tus notas para que yo pueda publicarlas en la web.
invisibleboy5525: Me gusta. Estoy dentro.
foreverfighter22: ¡Sabía que la harías!
invisibleboy5525: Deséame suerte. Realmente la necesito
foreverfighter22: ¡Buena suerte!
Bueno, hasta aquí el prólogo. en el capitulo uno aparecerán esos dioses de los que Kuroko habla jeje. Toda una vista para recrearse.
Espero que les haya gustado, ¡A ver que opinan!
Spence.
