Bueno chicas, este es el primer capitulo de un fan fic basado en Edward y Bella; llamado UNBROKEN. Pero esta vez está cambiada la historia, no hay vampiros. La historia comienza de mucho antes, cuando son pequeños, bueno ustedes verán. Hay ciertos detalles que claramente cambié, no quiero que tenga muchos parecidos con la obra real de Stephanie Meyer, más bien los personajes y las relaciones entre estos. Espero les guste, acepto críticas y sugerencias. Pero sean piadosas, soy nueva en esto jaja. Un beso y un abrazo twilighters, disfruten.
UNBROKEN
Chapter1: Un mal día.
Es posible? Edward acababa de echar todo a perder, completamente todo. Era increíble la ira que comenzaba a surgir en alguna parte de mi cuerpo. Sí, creo que mi rostro lo demostraba todo, mis mejillas explotarían de lo furiosa. Él miraba espantado, pensaría que lo mataría, que lo golpearía o quizás qué. Solo por un momento me dio pena verlo tan increíblemente apenado, por reaccionar de esta manera. Se veía débil, como el niño que era.
- Bella, lo siento mucho - dijo entre sollozos.
Lo fulminé.
- ¡Que te crees niño malcriado! AH! ¿Acaso no ves? - Cada vez mi voz subía más y más el tono, solo se sentía el silencio y mi estruendosa voz, enfurecida.
- Bella, es que .. Yo, solo jugaba y-y fue un accidente .. Yo .. Perdón - Suplicaba, entre lágrimas esta vez.
- ¿Un accidente? ¿Hablas en serio? No sabes cuanto tiempo me ha llevado esto y lo arruinas, es mi pasión y te metes acá, entre mis cosas .. Para jugar? - Traté de ser lo más autoritaria posible, traté de imponer mi ventaja de dos años sobre él.
- Por favor, haré lo que me pidas. Perdóname. - Ahora si lloraba, poco le faltaba para arrodillarse. Es que acaso podía ser más tierno.
- No, no sé. No sé si fue un accidente o mera casualidad. Estoy enfadada contigo. Debería decirle a tu madre que te castigue. - No sé por qué dije esto. Quería ver cuanto más me seguía rogando.
Que cruel Bella, es tu amigo, un hermano por poco. ¡Vaya manera de tratarlo!
- Pero .. - y lloraba a mares.
- No me vengas con llantos, ándate. Estoy muy disgustada para seguir conversando. - Concluí tajantemente.
Me miró con tristeza, sus ojitos completamente brillantes por las lágrimas. Se dio la vuelta y corrió.
No quería herirlo, pero por Dios, él era tan sensible. Pero recordar que había estado jugado con su maldita pelota en mi taller de pintura, y que había roto y manchado tantas obras de arte, según yo. El cuadro que presentaría al XII Concurso de Artes en Washington, estaba preciosísimo, admirable por cualquier ojo humano. Y él lo había arruinado. Su estupida pelota, traspasó el lienzo, dejando un agujero gigante. De un solo puntapié este pequeño imbecil arruinó mi pequeño gran sueño.
Me quedé mirando entre lágrimas de amargura la pintura con todos esos colores vivos, veía lo que expresaba. Lo que yo quería demostrar: Libertad. Era una pintura de admirarse, era lo más bonito que pude crear después de dos años intentando dar vida a un lienzo. Desde los 10 años que acudía a un curso de pintura los jueves y viernes por la tarde. Al comienzo, a regañadientes iba a esas clases porque mamá me obligaba. Nunca supe si lo hacía para no tenerme en casa o porque me veía completamente sumida en el aburrimiento. Poco a poco le fui tomando un gusto a la pintura. Mi imaginación fluía y mis dedos se amoldaron a tantos pinceles como fuese posible. Terminé amando la pintura más que a mi vida. A través de ella expresaba lo que sentía.
Cavilaba en mis ensoñaciones de pintora de doce años, y de repente ese enorme agujero en mi pintura me devolvió la ira que sentía hace cinco minutos atrás. ¿Es que no podía ser más infantil Edward? A juzgar por su edad y forma de comportarsé, sí. Edward era hermano de un compañero mío de escuela, Jasper. Sus padres se mudaron junto a sus hermanos a cinco cuadras de mi casa. Por lo cual iba a casa de Jasper continuamente por tareas o trabajos, y ahí conocí a Edward. Tenía dos años menos que yo, solo un detalle. Nuestras personalidades se complementaban de manera única, éramos grandes amigos en poco tiempo. La edad no era importante. Aún era una niña, pero admito que él siempre se comportaba de una manera más infantil. Hoy lo demostró.
- M-Ma-Mamá - No aguanté y lloraba a cantaros. Me abalancé a los brazos de mamá.
- ¡Bella! Qué sucede? Estás herida? - Su tono de voz sonaba casi resquebradizo, un poco de amargura.
Ojala hubiese estado llorando por haberme caído, algo común en mí. Pero no. Esta vez era peor, mucho peor.
- ¡Edward! Ese mald .. - Callé rápidamente, no solía maldecir, ni menos a mi edad.
- Vaya manera de tratar a tu amigo. ¿Qué pasó? - Dijo en un tono calmado, agradecí que sus palabras me hicieran sentir más calma.
- Edward rompió mi Liberté, lo estropeó jugando a la pelota - Ese era el nombre que le había dado a mi obra ahora estropeada.
- Oh, mi cielo - Me abrazó fuerte en su regazo - Pero Bella, tu tienes un don innato, estoy segura que en días podrías pintar uno parecido, inspírate.
¿Inspírate? .Me sonreía.
- Es que mamá, no entiendes! Era único, perfecto .. Estaría en el concurso. Llevo dos meses en él y 'ese' llega y lo arruina - Escupí las palabras, recordar la escena me acongojaba.
- Ya basta, Bella. Pinta otro - Lo decía con tanta facilidad mientras me acariciaba el cabello. No había nada como el consuelo de ella .. Pero ¡No comprendía mi frustración! ¿Es que acaso se comportaría igual que el pequeño Edward?
Me besó en la frente y me quedé tumbada en el sofá, viendo con mirada perdida un capitulo de dibujos animados que transmitían por televisión. Una lágrima brotaba y caía mojando el terciopelo de tan blando sofá. Las lágrimas aumentaban. No ganaría el concurso porque no habría pintura. Estupido Edward. No lo quería ver.
Era extraño, estaba pintando, trazaba líneas, formas e ideas en el lienzo. Estaba muy feliz, completa. Al lado mío, Edward me acompañaba sentado y en silencio observando como pintaba. De pronto él tomó un pincel, lo colocó al centro de la pintura y se formó un gran agujero, gigante. Me horroricé, lo empuje despavorida. Él se defendía, parece que estaba siendo demasiado brusca. Hasta que comenzó a sonar un golpeteó constante y ambos nos quedamos quietos. Sonaba cada vez más .. Me desperté con rabia, era un sueño, vaya que se parecía a la realidad. Seguía en el sofá, los golpeteos seguían .. Era el tic-toc de la puerta. ¡Claro! A esta hora venía papá a verme. Olvidé los 'problemas'.
- Bells, mi pequeña - Papá lo decía tan sonriente, tan feliz que podía palpar en el aire el ambiente de felicidad que se sentía.
- ¡Papá! Te extrañaba - Nos abrazamos. Me abalanzó en su regazo haciéndome cosquillas.
- Ay no, papá para .. Jaja .. Por favor .. Ja ja ja me desespe-ró - No soportaba las cosquillas, me desesperaba hasta el punto de pegar patadas a quien se acercase.
- Te extrañaba Bells, muchismo. Cuentame, ¿qué haz hecho? - Me seguía abrazando, pero ahora me encaminaba al 'sofá'. Aquel sofá en que había tenido aquel sueño, OH si, maldito Edward.
¿Es que acaso lo repetirías todo el día Bella? Edward acá, Edward allá. Intenté hacer un lado el tema, y volver a ensoñarme con mi padre. Le conté banalidades, que estaba estudiando mucho, me gustaba aprender. Que en mis ratos libres salía en bicicleta con Jessica y Jasper. Evité nombrar a Edward. Para él, siempre todo iba bien, no le contaba dilemas . Bah, qué dilemas tendría yo siendo tan pequeña. Ahora tenía uno, mi pintura hecha trizas.
Charlie me miraba admirado, como siempre. Como un padre mira orgulloso a su hijo, después de haber dicho la primera palabra en toda la vida. Yo era su adoración.
- ¿Y cómo va lo de la pintura? - Dijo curioso. Le gustaba molestarme y decirme: 'Eres mi Leonarda Da Vinci'. Me causaba risa y vergüenza?.
Sentí la ola de disgusto cuando dijo 'pintura'. Solo asentí dando a entender que todo iba bien. No quería contar la historia amarga de la mañana.
- ¿No le contarás a tu padre? - Gritó mamá desde la cocina.
Tenías que abrir la bocota mamá. Fruncí el ceño.
- ¿Qué sucedió? Bella dime, es algo grave? Respóndeme, ya! - Su tono era mucho más preocupado que el de mamá cuando me hacía el mismo interrogatorio. Mucho más.
- Nada, solo que un amigo rompió el cuadro que pintaba para el concurso - Me estremecí. Pero no lloré.
- Ouh, mi niña. Si quieres te compro los materiales para que vuelvas a comenzar en la pintura - Papá era mucho más comprensivo, aunque no encontraba lógico que comprándome los materiales resolvería esto. En tres días era el concurso, no había chance de crear algo parecido a lo que pinté.
- No, papá no. No es necesario, no alcanzo a .. que más da. No importa papá en serio - Suspiré. Dentro de toda la pena que tenía, intentaba tranquilizar a Charlie, no quería que fuese un peso. Pero sabía que rechazar su opción, lo haría sentir culpable.
- Bella, no seas así. Me gusta verte feliz, eres feliz pintando. Acepta esto, soy tu padre. Tómalo como un regalo - Me miró con dulzura.
Ahh, no podía con papá. Un regalo? De qué serviría, solo por pintar, no concursaría. La frustración dominaba el Picasso que llevaba dentro. No quería trazar nada sobre el papel por un buen tiempo.
- Esta bien - Miré hacia el costado.
El timbre sonó. Era Phill, un chico que ayudaba a mamá en el gimnasio. Lo invitó por cortesía, siempre decía que era un buen tipo, amable. Algo así como su amigo. Un amigo que había hecho en el gimnasio.
- Hola - Sonaba muy alegre mi madre. ¿Por qué reaccionaba así? ¡¿Qué?! Mi mamá llevaba su pelo acomodado en un trenza, bonita. Sabía hacer peinados bonitos, conmigo experimentó todos los peinados habidos y por haber. Okay, ¿desde cuando ocupaba labial y se encrespaba las pestañas? No entendía.
- Hola - contestó Phill, tomando por la cintura a mi mamá. Mis ojos parecían platos.
- Oh, Phill .. Te presento a mi ex esposo y a mi pequeña Bella - ¿Pequeña? No soy tan pequeña, quise justificar.
- Hola - Charlie saludó a secas. Pude percibir su poca amabilidad.
- Hola, un gusto - Ese tal Phill se veía despreocupado por la reacción de mi padre. Era muy jovial. No tendría más de treinta años, quizás menos.
- Asi que tu eres la pequeña Bella - Otra vez con lo de pequeña, estaba punto de cumplir trece quise gritar - Hahaha eres bonita.
Me sonrojé, y sonreí.
- Hola Phill - Mientras le saludaba con un mezquino beso en la mejilla.
Había un silencio incomodo, mi madre con su carismática personalidad logró romperlo, con risitas nerviosas. Algo no calzaba aquí.
- ehm, pasen a la mesa, por aquí Phill - Esperen, esperen. Mi mamá era demasiado amable con él. Me caía bien, pero sentía que me estaba perdiendo de algo. Oh si.
Mamá olvido por completo la presencia de Charlie y la mía, qué pasaba?. Papá carraspeó para hacerse sentir presente. Mamá notó que nos había olvidado.
- Oh, perdón .. Charlie pasa - El trato de mamá a papá era distinto al que había visto recién con Phill, bueno mis padres no se llevaban bien. Trataban de llevarse lo mejor posible solo por mí. Estaban divorciados hace muchos años, más bien desde que tengo memoria. Las razones aun no me son claras, solo sé que no resultó.
- Me evades .. Ah? - Respondió papá con una sonrisa irónica y un leve tono sarcástico. Parecían celos disfrazados. Oh no. ¿Celos? .. De aquel tipo? Mi mamá estaba saliendo con .. OH no Bella, no pienses eso. Tu madre no sería capaz, siempre me decía que estaría solo para mí, solo para mi existencia. Nadie se interpondría.
- Charlie, qué intentas? .. Solo siéntate y come - Mamá sonaba como una adolescente enfadada, como si Charlie fuese su padre y no quisiese que arruinará la comida delante de su prometido. Así es. Esa era la escena que estaba observando.
- Ja - Sarcasmo innato de Charlie, se sentó y comenzó, OH no - Y bueno Phill, ¿Qué haces por la vida?
Miraba la escena, parada como estatua. Aun ni me acercaba al comedor para sentarme. Se veía gracioso a mi papá ser tan sarcástico y ¿celoso?
- Bella, por favor acércate y siéntate, no sean tan tímida - mamá se dirgía a mí. Lo ultimo lo dijo bajito, sabía tan bien que me costaba lidiar con visitas en casa. Me senté. Me dispuse a escuchar.
- Soy personal trainner, aunque bueno estoy buscando otros horizontes - Miró a mi mamá, mi cara era de espanto. Mamá se veía nerviosa, solo comía y le sonreía a Phill.
- OH, un deportista .. Yo soy policía - Contestó papá imponiendo ese orden y liderazgo que denotaba su profesión - Jefe de policía, para ser más preciso - Alardeaba.
Reí. Mamá miraba con odio a Charlie.
- Oh, ya sé a quien acudir en caso de asaltos - Ahora era Phill quien saco un extraño tono a sarcasmo - Que bien, la pequeña Bella, debe estar bien protegida. - Ahora me miraba a mí.
Ay no, es que cada vez que te dirijas a mí me diras 'Pequeña Bella'? . Mis mejillas se sonrojaron. Reí nerviosa.
- Ella es mi adoración, mi Bells - papá contestaba con el pecho inflado y yo cada vez más sonrojada.
- Y cómo encontraste mis ravioles, Phill? - Mamá interrumpió la guerra de preguntas y respuestas desafiantes de Charlie.
- Mmm, cocinas de maravilla - La miraba con un brillo especial. Era extraño que mamá ¡Cocinase tan .. Bien! .. Siempre pedíamos comida, lo suyo no era la cocina. Para nada.
- Gracias - mamá miraba a Phill con el mismo brillo.
Papá miraba su plato, diciendo algo entre dientes.
El almuerzo, algo tardío porque ya eran las 16 HR, fluyó de la misma forma, preguntas y más preguntas interrumpidas por el carisma de mamá para evitar el tenso momento.
Me ofrecí para lavar los platos y servir el postre. Me sentía incomoda en una conversación de grandes. Al rato, llegué con los postres. Y mamá se levantó de la silla, tomó la mano de Phill y me alerté.
- Bueno, ehem, los tengo aquí porque son las personas más importantes de mi vida .. - Su mirada se dirigió a mí, se sentía bien.
¿Personas importantes en su vida? ¿Eso incluía a Phill? ¿Hace cuanto lo conocería y yo no sabía? Esto me molestaba un poco, se supone que compartimos todo.
- Ya suéltalo - Phill pedía ansioso.
- Bueno, Bella .. Charlie - Sonreía nerviosa - Phill y yo estamos saliendo.
¿Qué? OH, no. Mis pensamientos no eran erróneos. Ellos tenían algo. Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas. Se supone seríamos mi madre y yo siempre juntas en esta casa. Solo dos mujeres. Me sentía rara.
- Sé que la noticia ha sido sorpresiva, bastante - Decía entre risas Phill, mirando por supuesto a mi mamá - Estamos juntos. Charlie sé que ustedes .. Bueno, lo sabes. Siempre respetaré eso. No sé como desperdiciaste a pedazo de mujer, una maravilla de mujer. - Sonreía, y tomaba por la cintura a ¡mi madre!.
Muy en el fondo, sentía que el corazón de Charlie se partía en pedazos. Se resquebraja.
- Ah, vaya que notición - Los miraba a ambos - Los felicito.
Duras palabras para alguien que sentía que mamá después de todo volvería a amarlo. Pero sonó amable, después de todo él quería a mi mamá y si ella era feliz, él también lo era.
- Bella, estás bien? - Oh, gracias mamá al fin te acuerdas de tu hija.
- eh, yo .. - Me sentía triste, aun viendo a mi mamá feliz. - bueno, yo ..
No pude decir más, deje el postre de Charlie sobre la mesa y salí corriendo a mi habitación. Cerré la puerta y lloraba, lloraba a más no dar. Es que mi mamá se había guardado esto, no me contó nada. Ni siquiera una pista que me hiciera tomar esto de mejor manera. Nada. Me sentí traicionada.
Me lancé de sopetón en mi cama. Hundí mi cabeza en la almohada. Quería desaparecer. Mi madre tocaba la puerta, por suerte coloqué el seguro en la puerta. Solo quería llorar y llorar, y tener a mi madre solo para mí. Tan egoísta.
- Bella, por favor ábreme la puerta, hija no te enojes conmigo - Gritaba desconsolada - Hija, por favor, entiéndeme.
¿Entenderla?
- mamá, no quiero hablar ahora - dije con el tono más certero que pude, tratando de luchar con el nudo que se detenía en mi garganta - Hablemos luego.
No podía verle la cara, en serio no podía. Tenía que calmarme. Noté sus pasos, se alejaron de la puerta de mi habitación. Bien mamá.
- Tsss Tsss - ¿qué es eso?
Miré instintivamente hacia el lugar de donde provenía ese sonido, venía de la ventana. Lo que faltaba. No era mi día.
- ¿Qué haces aquí? - no lo miré.
- Venía a pedirte perdón, te ves más tranquila - Soltó las palabras con ternura.
- Edward, no estoy bien. Por favor hablemos mañana - Ahora miraba sus pequeños ojos verdes.
- ¿Estás así por lo de tu pintura? De verdad, lo siento - Dijo enterneciendo mi corazón
- De verdad fue un accidente, te estaba buscando. La puerta de tu taller estaba abierto, la pelota entro a toda velocidad al cuarto. Cuando entré el desastre ya estaba hecho.
- Como sea, lo echaste a perder - ahora recordaba la rabia que sentía en la mañana - Pero no estoy así por eso, tengo problemas. No quiero hablar.
Edward estaba sentado en la ventana, siempre entraba por ahí. Desde que nos hicimos amigos, llegaba a la ventana gritando mi nombre, a veces solo venía para que lo acompañara en alguna travesura.
- OH, lo siento, no quiero molestar - su voz sonaba triste - volveré mañana.
No quería perdonarlo aún. Edward siempre hacía travesuras y perdonarlas de manera rápida solo incitaba a que fuese más travieso, haciéndolo sentir inocente de sus acciones. Pero su sorpresiva visita, me alegró un poco. Solo un poco.
- okay - bufé.
Aún así quería abrazarlo. Era mi mejor amigo. Quizás un abrazo suyo podía tranquilizarme. Sus brazos siempre estaban para mí. Era más alto que yo, por lo cual sus abrazos me envolvían completa. Necesitaba esa tranquilidad. Podría ir donde Jasper, a la casa del árbol. Pero no éramos tan amigos, más bien solo compartíamos cosas estudiantiles. Necesitaba a Edward.
Definitivamente no era mi día, necesitaba que la tierra me tragara. Desaparecer.
