House at Lost

Son las 5:30 de la tarde, y el único pasajero quien no podía dormir golpeaba su bastón contra el suelo insistentemente, contando los goles necesarios para llegar a la final del campeonato en su juego de gameboy advance. Había tenido una semana en Sydney horrible, recordándose continuamente "mataré a Wilson" por recomendarle tamañas vacaciones. Tampoco hablemos de Japón. Y no fue el problema el idioma, porque claro, para House casi no existían imposibles. Pero Japón era Japón, y su casa tenía mucho más valor que un país saturado de electricidad. Lo único que deseaba en el mundo, era volver a su cómoda casa con poca comida y mucha morfina, y olvidarse del resto. Lamentablemente aún tenía que esperar. Aún le quedaba bastante del viaje, mas encima haciendo una escala conferencia incluida en Australia. Ahora miraba con aburrimiento una película que apenas le resultaba conocida, mientras un niño 3 asientos más adelante no paraba de gritar. Y es que…una de las cosas que odiaba de viajar en avión era lo increíblemente aburrido que se torna a los 5 minutos, y de lo incómodo que es. Sin contar claro, los compañeros de asiento que no te dejaban tranquilo, como el que tenía al lado. El constante ronquido de su compañero no lo dejaba en paz, ni tampoco el incesante movimiento del avión. Y mirándolo bien…

--¡Vaya vaya!... miren quién tenemos aquí —poniendo énfasis en las últimas palabras, y sacando del sueño a su acompañante-- ¿no es mi querido y anciano colega Jack? Después de tu desastrosa campaña a favor de usar calcetines largos pensé que no te volvería a ver.

--House…--lo miró con repudio—No me digas que vienes de buscar "mujeres de noche" en Australia. Y por la cara...no te fue nada de bien¡OH, perdona! Olvidé que esa cara la tuviste siempre.-le contestó sin dejar de sonreír.--¿Viniste también por mis conferencias?

--No has perdido tu pésimo sentido del humor, y de la auto humillación—dijo House alzando una ceja— Poco me interesan charlas de telettubies "disfrazados" de doctores.

"Arrgghh…maldito House. ¿Algo mejor que tenerlo de compañero de asiento?", no pensó más y rápidamente salio de su asiento encaminándose al baño.

--¡Nunca escaparás de mí, Jack! Muajajajajajajaja--- rió malévolamente.

Mientras decía esto, el hombre del bastón abría un frasco con pastillas y se echaba uno a la boca. Un poco más lejos, un hombre visiblemente gordo lo observaba.

--¿Qué, acaso nunca has visto a alguien tomando pastillas? Preocúpate por tu segundo almuerzo mejor, te llama a gritos—le gritó con sarcasmo, mientras apoyaba sus pies en el asiento de su colega. —"La mejor forma de pasar menos tiempo en el avión, es durmiendo" se dijo, quedándose profundamente dormido.

-------------------------------------

Como nunca se imaginó, ese viaje sería rotundamente distinto. En ese mismo instante, un extraño caso comenzaba a trabajar bajo sus propias narices.

Miró alrededor. Este, no era para nada el pasillo del avión que un segundo atrás había visto. Simplemente… era la nada. Y ahí estaba él, extrañamente flotando. Se elevaba hacia una luz intensa. Miraba su cuerpo, pero donde debía estarlo no había nada.

"Como no…si todo esto es la nada¿no?" pensó con desgana. Y como si el lugar lo escuchara, el ambiente cambió. Un amplio puente, cercado por frondosos arbustos hizo aparición. Luego, una hilera de gruesos pilares formaron una medialuna entre él y el puente. Se dio cuenta de que el cielo por primera vez en su vida era de un azul intenso, azul que sería incapaz de recordar.

Y al ver el final del puente, divisó un fino hilo de agua cristalina llenando lentamente una vasija.

"¿Qué demonios es este lugar? Lo único que falta es que aparezca Cuddy disfrazada de oveja y Cameron cantando" pensaba a regañadientes. Este lugar no le gustaba para nada, y a decir verdad, le inquietaba un poco.

Sin darse cuenta se vio acercándose a esa fuente, sintiéndose atraído por el extraño brillo que conservaba. De pronto imágenes, miles de ellas, cruzaron su mente. Viajaban vertiginosamente, de manera desordenada. Como era de esperar no entendía nada. Éstos, eran los recuerdos de su vida.

Recordó todos los años de su vida. Observó a sus padres y a su escuela también. Miro su antigua universidad, y a sus "queridos" compañeros. Su trabajo en el hospital, y "al resto de los doctores" como le gustaba llamarlos. Logros y errores. Vio sus recuerdos como nunca quiso hacerlo.

Se detuvo. Estaba frente a ese extraño centro. Sin comprenderlo, su ser comenzó a formar parte del líquido. Su alma, se apagaba en esa fuente…

¡CRASH!

House miró alrededor. La fuerte sacudida del avión saco del sueño a todos los pasajeros. Las alas del avión comenzaron a entrar en llamas, cayeron las mascaras de mareo…el doctor no entendía nada. Se enderezó de su asiento. El avión comenzó a retorcerse y a aullar como nunca antes se imaginó. Las azafatas corrían a sus asientos de seguridad, mientras las madres desesperadas tapaban los oídos de sus hijos. El doctor seguía sin entender nada.

"Si hasta hace un minuto atrás…" pero no, ahora volvía a la realidad. Sin saber bien por qué, el avión presentaba problemas y caía en picada. Con la fuerza que reunió se escondió entre los asientos, esperando.

¡BOOOOOOM!

El avión se partió en dos. Lo último que recordó fue la sensación de estar cayendo en un profundo foso… como un foso sin fondo y al viento silbando con fuerza en sus orejas.

-------------------------------------------------------------

El melodioso sonido de un mar tan tranquilo, se mezclaba con los susurros de los altos árboles. Los pájaros antes apostados tras unas rocas ahora aleteaban nerviosos, expectantes de un escenario horroroso.

Lenta…incómodamente, un sonido alterno surgió de la nada, rasgando la quietud del lugar. Como miles de navajas cayendo, formando parte de una orquesta sin principio ni fin, una bola de fuego emergió de los cielos cayendo con fuerza. Los pájaros se fueron y el mar rugió temeroso cuando fierros de acero se incrustaron contra la blanca arena y la tupida selva.

El fuego se esparció en todo el extraño artefacto, logrando explosiones de vez en cuando. Entre los escombros, figuras de hombres intentaban salir. Uno de ellos intentaba ayudarlos, mientras una mujer embarazada gritaba. La desesperación reinaba en aquel lugar, y nadie entendía que había sucedido, ni cómo se habían salvado.

Bajo una puerta chamuscada, Jack miró entre la gente

¡Maldita sea¡Dónde te metiste, House!—gritó bajo el crepitar del fuego.

Ya no importaba… muchos debían estar muertos. Incluso él. Sin dejar de pensar en eso, siguió ayudando a sacar los heridos.

------------------------------------------------

En la espesura del bosque, rodeado de fierros chamuscados y retorcidos, el doctor Gregory House recuperaba la conciencia. Era extraño sentir la quietud del bosque cuando antes solo hubo gritos. Tales preocupaciones fueron cesando, dando paso a un dolor intenso en su muslo.

"¡Juro que mataré a Wilson!" se maldijo, y con el mayor esfuerzo posible busco su bastón. Llevaba el pelo desordenado y su ropa entera rasgada, pero no le importaba. Estaba en la mitad de la selva, y debía salir de ahí cuanto antes y saber que demonios ocurría.

"¡Porqué llegue hasta aquí y no me morí antes!" se dijo. Desde el accidente que su dolor se había agudizado mucho más, repercutiendo en su humor y sus acciones. Con trabajo, se levantó del suelo y buscó algún otro sobreviviente.

"Si por lo menos le hubiera robado mas vicodin a Foreman… ¡y ahora no encuentro mi bastón!" apenas le quedaban unas cuantas pastillas y sin bastón le resultaba muy difícil movilizarse. Se echó una pastilla a la boca y siguió caminando. Para él, el haber llegado aquí fue un castigo de Dios. Y sólo por haberle empatado tiempo antes.

--¡Hey!— grito al divisar entre los árboles oscuras sombras —Excelente… y ahora me vuelvo loco.

"Pensemos…pensemos bien. Si viví yo, debe haber más sobrevivientes¿no? Obviamente, estúpido House" se respondió con un deje de ira. Lo único que alcanzaba a recordar era al avión partiéndose en dos…separándose en distintas direcciones. "Maldita sea…estoy solo, con un terrible dolor en mi pierna izquierda y sin bastón" se dijo.

"¿Cómo¿En mi pierna izquierda?" se frotó una vez más "Imposible…el problema siempre fue en mi derecha. Definitivamente estoy delirando." Siguió frotándose hasta apoyarse en un árbol caído.

"Pensemos, pensemos…primero debo encontrar a más gente. Si tan sólo...aaahhh!—El dolor ya se volvía crónico— No hay ríos... ¡ni ruidos ni nada¡No puedo pensar con este jodido dolor!—vociferó golpeándose contra el árbol.

El dolor lo ensordecía por completo. Poco se daba cuenta de los ruidos de gente que se venían acercando, y que pronto lo encontrarían totalmente perdido entre los arbustos, gimiendo y pateando.

--¡Hey tú¡Sí, el campesino! Ayúdame con éste – le ordenó una joven chica a un hombre que poco le importaba ayudar.-- ¡Vamos, apúrate!

--¿Podrías dejar de patearme? Trato de salvar tu vida. —le dijo al idiota que la pateaba.

--¿Acaso tienes vicodin?

--No

--Entonces no me sirves para nada. Ey! – Abriendo los ojos- ¡pero que chica mas guapa!..cof cof cof! Necesito respiración boca a boca—le dijo con voz rasposa-- Con eso quizá me ayudes –le sugirió sarcásticamente.

--Dejémoslo. Está bien.

--¡Ey, ey¡No, espera¡Mi espalda mi pierna mi brazo¡Me duele todo!—le gritó abriendo y cerrando los brazos.

--Okey…déjame ver tu pierna primero Arghh… ¡que le pasó a eso?

--Ehm…bueno, solo me faltan un par de músculos. Nada grave.

--Ah bueno, entonces tu pierna por ahora no importa. ¿Y tus brazos y tu espalda¿No le falta algún hueso o músculo?-- Se notaba que no le creía para nada.

--Ahm…la espalda por mal dormir, y mis brazos por agitarlos tanto.

--Okey… ahora si te dejo. Hasta aquí me llegan los gritos de gente que de verdad muere. —Levantándose— ¿por casualidad no te habrás golpeado la cabeza? Escucho dentro muchos ecos. Me dicen que hay un vacío.

--Entiendo, virgen de Guadalupe. ¡Ve a salvar a más gente! Aunque pensándolo bien…dudo mucho lo primero.--

Antes de que lo pensara, un viejo hombre apoyado en dos muletas caminó entre los árboles. Tenía las piernas destrozadas por el accidente, y aún sangraba. Tuvo una genial idea.

--Discúlpeme, lisiado. ¿De casualidad no tendrá una muleta que le sobre?—

--Por supuesto no. Apenas me alcanza para arrastrarme con esto.

--¡Vamos, no sea avaro¡Confraternice con quien lleva años sufriendo lo mismo que usted!—le pidió como rezando.

-- ¡No se da cuenta de que no siento mis piernas?—le indicó mientras hilillos de sangre le caían.

--Hum... si estuviera en su propio cuerpo si, y si me molestaría. Pero como no lo estoy no me importa. Ahora¡sería tan amable de darme una muleta!—su voz ya no sonaba como la súplica tipo barney anterior.

El anciano hombre ya no respondía. Iniciaba una loca carrera hacia la libertad. House no se quedaba atrás, y apoyándose de las ramas caídas le lanzaba piedras, hasta darle en una de sus piernas y botarlo al suelo lloriqueando como un niño.

--Nadie escapa de mí¿lo sabías?—le pregunto en tono mordaz mientras le quitaba las dos muletas. —Eso te pasa por egoísta, lisiado . Ahora tendrás que pagar.

Mientras probaba sus nuevos soportes, buscaba un lugar donde estar solo, seguro y sin peligro de lisiados cercanos. ¡Ah! Y también para dormir. Un poco más lejos de ahí encontró uno de los asientos caídos del avión, con una barra de snickers aún colgando.

--Vaya que me parecen cómodos ahora. Parece que Dios me está tomando respeto—y tratando de no escuchar los gritos provenientes de la playa, se sumió en un placentero sueño.

Esta historia continuara... a no ser de que House no lo quiera,claro.