Prólogo
¿Qué significa la eternidad para un vampiro?
Para algunos significa una constante tortura en un mundo de dolor y soledad, la nada misma, o lo que es para muchos: una maldición noche tras noche.
Pero para otros… para aquellos que han encontrado a alguien con quien compartirla, se transforma en una felicidad constante y eterna como nuestras vidas, si se les puede llamar así claro, podría decir sin temor a equivocarme que es la más grande bendición que puede llegar a existir, y eso es porque el solitario corazón de un vampiro puede llegar a amar tan o más intensamente que el de un ser humano, o cualquier otra criatura existente, eso lo sé perfectamente ya que fue precisamente lo que me sucedió la primera vez que la vi, un sentimiento tan fuerte e intenso que apenas si cabía en mi interior, haciendo arder todo mi ser y estremeciendo por completo mi universo, todo unido a un deseo de estar con ella por y para siempre, hasta el mismísimo ocaso del tiempo, junto a ella… junto a mi amada Christine.
Mi nombre es Raziel y soy el primogénito de los lugartenientes de Kain, el solitario monarca coronado a sí mismo, amo y señor de todo Nosgoth, mi maestro, a quien he servido fielmente por un milenio, mi edad, y eso es mucho tiempo, pero no me quejo ni me arrepiento, al contrario ya que gracias a eso la conocí.
En estos momentos me encuentro sumergido en un profundo y extraño sueño, el sueño de evolución, pero esta vez todo fue muy repentino… primero me encontraba en una junta con mi señor Kain y mis hermanos al interior del santuario de los clanes y luego tras un fuerte mareo todo se volvió negro, creo recordar una triste mirada de parte de Kain pero no podría estar seguro de si fue real o solo un sueño. Tal vez alguien cargo conmigo ya que lo siguiente que recuerdo es estar en mis aposentos, los cuales se encuentran al centro del territorio de mi clan, y ver el preocupado rostro de Christine junto a mí, ahora continúo dormido pero es extraño como todos los recuerdos de mi vida vienen a mí en este momento, de mi vida como vampiro claro, ya que de mi existencia anterior no sé nada, salvo que obviamente fui un humano, tal vez debe haber pasado mucho tiempo desde mi muerte humana y mi renacimiento vampírico, como para no recordar nada de esa vida, nada salvo un detalle, algo tan mínimo que ahora ya ni siquiera le doy importancia, se trata de unos ojos …unos brillantes ojos que parecen arder en llamas, con una extraña expresión, entre el más puro y salvaje odio y el dolor y tristeza más profundos que jamás he visto en criatura alguna. Hubo un tiempo en que esto me atormentaba mucho, demasiado, sin embargo ya no me interesa, pues eso pertenece a otra vida, a otro tiempo, los cuales nada tienen que ver con quien soy ahora, ni siquiera me interesa saber quien fui en ese entonces o que hice como para que alguien me dedicara una mirada como esa, eso pertenece al pasado y allí se quedará.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que me dormí, tal vez varios días o semanas, la última vez que abrí los ojos todo mi cuerpo se encontraba cubierto por una extraña membrana, como si a mi alrededor se formase un capullo o algo similar, mi cuerpo se siente extraño, de todas las veces que he evolucionado esta es la primera vez que las cosas se dan de esta forma, hasta cierto punto me atemoriza un poco… pero, sin importar lo que pase, sé que ella se encuentra a mi lado, está junto a mí a cada momento que pasa.
Mi Christine, recuerdo la noche en que la conocí como si hubiese sido ayer… en ese entonces yo tenía alrededor de 250 años, era relativamente joven, incluso puede decirse que en muchos aspectos era un vampiro inexperto ya que no dominaba muchas de las habilidades que poseo ahora, para los humanos eso es mucho tiempo, pero para nosotros se trata de la nada misma.
Capítulo Primero:
"EVOCACION"
Esa noche apenas si se veía la luna, puesto que la densa niebla que envolvía todo el lugar lo impedía. A lo lejos podía oírse una carroza o tal vez más, aun se encontraba muy distante pero lo más seguro es que se tratase de la carroza que transportaba a su objetivo y alguna escolta pero eso no sería un gran problema, tenían un plan que por ningún motivo podría fallar, lo habían preparado desde que se enteraron del viaje de esa persona y habían cuidado cada detalle, hasta el más mínimo.
Al pasar por el cañón iniciarían el ataque puesto que allí no tendrían ninguna escapatoria, la idea era capturar con vida a Lady Christine Valkier la futura esposa de Lord Allan Riedel, amo y señor de la gran Ciudadela Humana, levantada ya hace mas de cien años como una manera de defenderse de los vampiros que asolaban Nosgoth, y más que una ciudad era en realidad una fortaleza de altos muros y profundos fosos imposibles de penetrar para cualquier vampiro.
El ruido era cada vez más claro, eso significaba que estaban muy cerca de caer en la trampa, si todo salía a la perfección la persona que los contrató sabría recompensarlos muy bien, no sabían para que quería a la chica pero eso no les importaba, solo deseaban el dinero, esa era su única motivación.
Después de algunos minutos el plan de los bandidos ya se estaba llevando a cabo y tanto la carroza como la comitiva se encontraban acorraladas.
- ¡¿Qué sucede?! – preguntó la joven al notar que la carroza se detenía violentamente.
- ¡Nos están atacando! – respondió uno de los guardias – Manténgase dentro de la carroza, nosotros nos encargaremos Lady Christine – añadió mientras se disponía a luchar, sin embargo los bandidos los superaban en número y poco a poco los guardianes fueron cayendo.
- ¡No puedo soportar esto! ¡Están muriendo! – dice la joven mientras empuña una espada y se dispone a salir.
- ¡Lady Christine no puede hacer eso! – la frena un joven soldado que iba junto a ella.
- ¡Suéltame Néstor! – le grita la muchacha - ¡¿Cómo me pides que me quede aquí sin hacer nada mientras ellos, mis guardianes, tus compañeros, aquellos que me han visto crecer mueren ante mis ojos?! – le dice con furia en la mirada – ¡Yo también se luchar, así que saldré a ayudarlos! – concluye la chica algo alterada.
- Nuestra misión es protegerla, acompañarla en todo, y si esa es su decisión… estoy con usted – concluyo también el soldado quien se encontraba deseoso de ayudar a sus amigos, pero a la vez atado por el deber, sin embargo las palabras de su joven señora lo habían dejado impresionado ya que era la primera vez en su vida que veía a Lady Christine perder la calma.
Así que sin perder más tiempo ambos se unieron a la lucha, pese a la diferencia numérica.
- ¡Ella es! ¡Recuerden que debemos llevarla ilesa! – ordeno el que parecía ser el líder de aquellos tipos.
Mientras esta lucha se llevaba a cabo, nadie se dio cuenta de que un extraño joven observaba todo desde cierta distancia, prendado no solo de la belleza de la chica sino también de su valentía por luchar a pesar de que se encontraban en clara desventaja.
Si bien ya llevaba algún tiempo vigilando a la muchacha esta era la primera vez que la veía luchar, de hecho ni siquiera se lo imaginaba, su apariencia tan delicada no daba señales de que fuera una guerrera, apenas si alcanzaba el metro sesenta, pequeña comparada con él que media casi un metro ochenta, de piel blanca, pero no tanto como la de él, tenía el cabello castaño, el cual caía en ondas por sobre sus hombros hasta llegar a la cintura y unos ojos de color azul, "como debía ser el cielo durante el día", pensó el joven.
Odiaba entrometerse en asuntos humanos, sin embargo no lo pensó dos veces cuando, al ver que su guardián caía y se disponían a llevársela a la fuerza, se presentó frente a ellos dispuesto a defenderla, así se lo había prometido a su señor, protegerla pero sin ser visto, aun que en este caso no había nada que pudiese hacer si quería salvarla tendría que ser visto, luego asumiría las consecuencias de esto.
- ¡No! ¡Néstor! ¡Suéltenme! – grita Christine al ser sujetada mientras trata de ayudar a su guardián, pero en ese preciso momento el tipo que la sostenía calló muerto, dejando ver al misterioso joven que sostenía una espada entre sus manos dando a entender que él había sido quien le dio muerte.
- ¡Lady Christine! – gritó Néstor para llamar la atención de su señora, a lo que esta corrió a su encuentro.
- ¡Néstor, ¿estás bien?! – preguntó muy preocupada la chica.
- Si, no se preocupe no es tan grave, no moriré por esto – le responde su guardián – Por favor, ¡huya! – le pide.
Mientras tanto el otro joven se ve rodeado por los bandidos a los que mira con total indiferencia.
- Vete muchacho si no quieres morir – amenaza aquel que parecía ser el líder.
- ¡Tú no eres nuestro objetivo así que lárgate! – le dice otro de ellos.
- Maté a uno de sus compañeros, ¿y me dicen que me valla? – pregunta el joven en tono indiferente – que extraños son – comenta mas para si mismo que para el resto.
- Estamos demasiado ocupados como para preocuparnos por un desdichado como tú – agrega el tipo.
Mientras esto sucede Néstor insiste en pedirle a su señora que escape, ya que él no estaba en condiciones de seguir protegiéndola, además no conocía las intenciones del recién llegado.
- Por favor escape ahora que están distraídos – le insiste otra vez.
- Si hago eso será contigo, no pienso dejarte aquí tirado – Se encontraba muy preocupada por su guardián, él había dicho que no era grave, era una herida en el hombro, pero sangraba demasiado además se notaba que ya ni siquiera podía enfocar bien la vista. A pesar de que él era seis años mayor que ella se habían criado prácticamente juntos, él fue quien le enseño a pelear, en secreto claro, y lo quería como si fuese de su familia, no podía simplemente huir y dejarlo tirado a su suerte, además estaba ese otro joven que acababa de llegar, esta no era su pelea y se estaba arriesgando demasiado.
- ¡Vamos muchacho lárgate! ¿O tantos deseos tienes de morir? – agrega otro de los sujetos.
- ¿Morir? Ja ja ja – rio el joven como si se tratase de alguna broma – Los únicos que morirán esta noche serán ustedes – y tan pronto como dijo esto blandió su espada y se lanzó al ataque.
Uno a uno fueron cayendo los bandidos, aquel joven era demasiado rápido y fuerte, Christine se encontraba muy sorprendida mientras sostenía a Néstor el cual sin poder resistir mas había perdido el conocimiento.
Sin embargo ella no podía creer lo que veía, aquel pálido joven era mucho más poderoso de lo que aparentaba, eso le pareció muy extraño, parecía tener unos 27 años, su contextura física era más bien delgada aunque de musculatura definida, muy pálido, no recordaba haber visto jamás a alguien con ese color de piel, el cual se acentuaba aun mas con el color de su cabello, negro, largo y recogido en una cola en su nuca, y dejando caer algunos mechones a ambos lados de su rostro hasta casi la altura de los labios, los cuales traía de color negro, esto hacia que su rostro se viera aun más delgado y pálido, sin embargo lo que más llamaba su atención y a la vez la ponía nerviosa eran sus ojos, fríos, amarillos, recordaba haber visto unos ojos de ese color en el mausoleo de su familia, no sabía a quién o a que pertenecían ya que la observaban desde las sombras, pero poseían miradas muy distintas, aquellos parecían ser de algo muy antiguo y estaban cargados de melancolía y paternalidad, por alguna razón la hacían sentir segura, ese era uno de los motivos por los cuales ese era su lugar favorito. Y al contrario, los de este joven eran mucho más fríos y agresivos, la asustaban pero a la vez la hacían sentir extrañamente atraída, no sabía porque. De lo que si estaba completamente segura era de que jamás había visto a algún humano, vivo, con ese color de ojos y tenía sospechas de lo que podía ser. De pronto uno de los tipos la toma como rehén.
- ¡Si te acercas abriré su garganta! – dice colocando su espada en el cuello de la muchacha, la recompensa ya no le interesaba solo quería sobrevivir a costa de lo que fuera.
El joven gira lentamente hacia aquel sujeto mientras deja caer el cadáver de uno de sus compañeros, no estaba agitado, ni siquiera sudaba, estaba cubierto de sangre pero no era suya sino de sus desafortunadas víctimas.
- ¡Suelta tu espada ahora! – ordena aquel tipo mientras el joven solo lo miraba inexpresivo.
- ¡Por favor no lo hagas, vete de aquí, tú no tienes nada que ver en esto, huye! – le pide la joven quien a pesar de que tenía sospechas sobre la naturaleza de aquel muchacho, no estaba completamente segura y ya no quería que más personas fuesen lastimadas tratando de protegerla. Esto provoco que el antes inexpresivo rostro del muchacho dejase ver un atisbo de curiosidad.
"Valla, ¿se preocupa por mi? Ja, pero si ni siquiera me conoce, no tiene idea de quién o que soy. Bueno no sé porque me preocupo, ya llevo mucho tiempo vigilándola, debí saber que reaccionaría de esa manera" pensaba el joven mientras deja caer su arma, para satisfacción de aquel tipo.
- ¡Ja! ¡Sin tu espada ya no eres la gran cosa! – dice el bandido mientras otro de sus compañeros que aun sobrevivía, ataca al joven por la espalda dejándole un profundo corte.
- ¡No! – grita Christine mientras ve como el joven cae de rodillas producto del repentino ataque. Trataba de forcejear pero el tipo era más fuerte que ella, estaba preocupada, ¿Qué tal si sus sospechas estaban erradas? No podía ver la expresión del joven ya que su cabello le cubría el rostro en estos momentos.
- ¡Ahora remátalo! – ordena el primero sin embargo su compañero se detiene justo antes de asestar el mortal golpe, pues el cuerpo del joven que sangraba en abundancia de pronto comenzó a convulsionarse, alzó el rostro y… ¡Estaba riendo!
- ¿Que te sucede, acaso estás loco? – pregunta el sujeto que le propino aquel corte, no entendía como podía reírse en una situación así.
Justo en ese momento la muchacha termino de confirmar sus sospechas, pues la herida en su espalda comenzó a cerrarse mientras la sangre que lo cubría era absorbida por su cuerpo. Sus ojos se tornaron de color rojo y lentamente afloraron sus colmillos.
- ¡Vampiro!! – grito aquel que amenazaba a la chica. Ella se mantenía con cierta calma ya que lo sospechaba hace bastante tiempo, solo le faltaba confirmarlo.
El joven que aun se mantenía semiarrodillado tomo rápidamente su espada y la arrojo contra aquel que amenazaba a Christine matándolo en el acto, al tiempo que giraba rápidamente y comenzaba una sucesión de golpes contra el otro tipo al cual finalmente sujeta para clavar sus colmillos en su cuello desangrándolo completamente, luego de esto arroja lejos el cadáver.
Dos o tres bandidos que aun estaban vivos pero con serias heridas, al ver esto huyeron despavoridamente. En cambio Christine solo lo miraba algo confundida ya que si él era un vampiro y estos matan humanos entonces ¿Cómo es que la había protegido?... ¡Un momento! ¿Qué haría si ahora la atacaba? ¡Jamás se había puesto a pesar en eso! En estos momentos el joven vampiro se acercaba a ella lentamente, su corazón latía muy rápidamente no sabía qué era lo que pretendía el vampiro ahora, sin embargo al pasar junto a ella solo fue para retirar la espada del cadáver que yacía a su lado, luego de esto dio la vuelta y se marchaba, cuando…
- ¡Espera! – le dice la muchacha y sin siquiera pensarlo se acerca a él y lo mira directamente a los ojos, los cuales eran nuevamente de color dorado, tan similares a los que la observaban desde que era una niña, lo extraño era que lejos de sentirse perseguida o amenazada por esto, se sentía segura ya que su madre siempre le decía que su familia tenía un ángel guardián que las protegería de cualquier cosa y en ese entonces ella creía que se trataba de eso.
Jamás le comento nada a nadie ya que una vez le oyó decir a su padre que solo los vampiros tenían ese color de ojos, que esa era una de sus características y que todos eran unas criaturas malignas que debían ser exterminadas de este mundo comenzando por Kain quien era el más poderoso de ellos y al parecer el más antiguo que quedaba pues fue el único que sobrevivió a la legendaria cruzada de Lord Moebius hace alrededor de ochocientos años, sin embargo en la actualidad Kain era prácticamente intocable, había tomado el control de casi todo Nosgoth y muy pocos humanos le conocían ya que los que tenían la desgracia de verlo no sobrevivían a menos que él quisiera.
Regresando a la realidad luego de unos momentos que le parecieron eternos sumergida en aquellos ojos, por fin se atrevió a hablar.
- Yo… solo quería agradecerte por salvarme – le dice tímidamente – ¿Podrías decirme tu nombre? – pregunta sin poder contener la curiosidad.
- Eso es algo que no te interesa – responde fríamente el vampiro – No lo hice por salvarte, solo deseaba divertirme un poco, además no soporto a esa clase de humanos – concluye y continua su camino.
- ¡Si fuese solo por eso no me hubieses protegido! – agrega la joven al momento que lo sostiene por el brazo en un impulso involuntario. No lo podía evitar sentía curiosidad por ese vampiro, tal vez su madre si tenía razón ya que a diferencia de su padre siempre le había dicho que no todos los vampiros eran malos y crueles, que así como sucedía entre los humanos, también existían vampiros buenos y malos, todo dependía del punto de vista. Repentinamente él se gira y la sostiene bruscamente por el cuello.
- ¡¿Acaso deseas morir?! – le pregunta amenazante, quería asustarla, alejarla, llevaba alrededor de cinco años vigilándola cada vez que sus deberes así se lo permitían, sin embargo esta era la primera vez que cruzaban palabras, que él se dejaba ver y aun que sonara extraño esto lo ponía bastante incomodo, endureció aun más la mirada, pero al ver a los ojos de la muchacha algo se estremeció en su interior, pues ella tenía la misma expresión que cuando la vio por primera vez, profunda tristeza.
- Mis guardianes, mis amigos están muertos y a mí me aguarda un destino peor que la muerte – termina diciendo en un apagado susurro.
Esto provocó que el joven suavizara su mirada y delicadamente la liberó aun mirándola a esos hermosos ojos azules ahora nublados con incontables lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento.
- Vete de aquí, Nosgoth no es un buen lugar para ti – le dice mientras se aleja de ella dándole la espalda, de pronto detiene su marcha.
- Raziel – dice el joven dándole una última mirada a la chica.
- ¿Qué? – pregunta ella algo desconcertada.
- Mi nombre es Raziel – repite una última vez antes de desaparecer completamente entre las sombras de la noche.
- Raziel… – repite ella en un susurro mientras observa la luna que lentamente comienza a mostrarse.
