1. Anuncios clasificados

Iniciaban las vacaciones de verano en la Academia del profesor Charles Xavier para Jóvenes con Talentos. Una época que significaba descanso y diversión, menos para el grupo de los X-Men, quienes sentían que el trabajo se multiplicaba sobremanera. Como muchos de los estudiantes no tenían a dónde ir, se quedaban bajo el cuidado de los habitantes de la Academia, buscando en todo momento cualquier cosa que les brindara algo de diversión. En consecuencia, los mutantes adultos eran siempre el blanco de bromas y trampas, cortesía de los poderes mutantes de los niños y adolescentes. A una semana de iniciar las vacaciones tenemos ya a Logan, Storm, Cyclops, Gambit y Jean Grey quejándose ante el profesor Xavier de la situación.

— ¡Es insoportable ya profe! — decía Logan — ¡Estos chicos no tienen para cuando parar!

— Es cierto profesor — intervino Storm, tratando de calmar a Logan —. Comprendemos que son chicos, y que en sus vacaciones quieren divertirse…

Peggo ya pasaggon los límites — continuó Gambit visiblemente molesto, mostrando mazos de cartas manchados de tinta —. Sólo miggue; ¿cómo puedo llevagg esto en una lucha? El peso de la tinta no deja usagglas pagga lanzagg.

— Y el ruido que hacen es insoportable — dijo Jean —. No puedo concentrarme en mis ejercicios mentales, y usted sabe que cuando no los hago podría aparecer Phoenix.

— Lo sé señores, lo sé — les contestó el profesor —. Esto no es nuevo, ya ha pasado en otros veranos y lo hemos controlado bastante bien. No veo por qué en éste no podamos hacerlo también, solamente debemos…

— Disculpen… — dijo una voz desde la puerta entreabierta — ¿Puedo pasar profesor? Hay algo que debo comentarle.

— Sí claro, adelante Hank — contestó Xavier, abriendo la puerta completamente con telequinesis. Todos voltearon la vista hacia Beast, quien lucía su pelaje lleno de colores.

— No digas nada bola de pelusa — le dijo Logan aguantándose la risa —. Adivinaré. Despertaste de tu siesta, te miraste al espejo… y viniste aquí.

Hank asintió mirándose el pelaje, mientras los demás voltearon a ver al profesor. Éste meditó un poco, para luego tomar la palabra.

— Está bien — les dijo al fin —. Tomaré cartas en el asunto, sólo les ruego tener un poco de paciencia.

Todos lo prometieron no muy convencidos, y salieron del despacho del profesor. En cuanto se vio solo, un globo lleno de agua se estrelló en la ventana, y unas risas infantiles se dejaron escuchar desde el jardín. Al asomarse, Xavier vio una especie de "guerrilla" de globos con agua, cuyos bandos eran liderados por Kitty y uno de los chicos de nuevo ingreso. Xavier los miró pensativo.

— Este año llegaron muchos más — se dijo a sí mismo —. Sí, necesitamos un apoyo extra.

Llevó luego su silla de ruedas hasta el escritorio, tomó papel y bolígrafo y se puso a redactar un anuncio. Cuando quedó satisfecho con la redacción, tomó el teléfono y llamó a un par de diarios estatales para publicarlo. Cuando colgó la última llamada, apenas estuvo a tiempo de detener con la mente otra andanada de globos que iba derecho a su ventana.

— Ojalá y respondan rápido — se dijo saliendo del despacho.

Durante la siguiente semana los desastres iban creciendo en magnitud y cantidad, y todos los profesores estaban atareadísimos entre disciplinar a su manera a los alumnos y darle arreglo a la escuela. Storm comentaba con el profesor la situación.

— Desafortunadamente no ha habido respuesta a mi anuncio — dijo Xavier —. Creo que el colegio no goza de popularidad entre la gente, para que alguien venga a solicitar el puesto.

— Ay profesor, no sé qué decirle — dijo Storm, enterada de lo que el profesor había hecho —. Anímese, tarde o temprano alguien vendrá.

— No sé Storm. Ya estoy dudándolo.

— Oiga profe — interrumpió Logan —, creo que los sistemas de seguridad del colegio apestan.

— ¡Logan! — le reclamó Storm — ¡No te dirijas al profesor en esa forma!

— Pero es cierto — insistió Wolverine —, y puedo probarlo. Acaban de llamar a la puerta principal, y ninguna alarma avisó de que había alguien acercándose a la Academia. Yo solo vine a avisarle que quien sea lo voy a…

— Creo que primero debemos saber de quién se trata Logan — dijo Xavier sin alterarse — ¿Podrías indagar eso por favor?

Logan se retiró refunfuñando, como siempre. Volvió en un par de minutos, y le tendió al profesor una tarjeta de visita ensartada en una de sus cuchillas.

— Tenga — le dijo al profesor —. Pero qué tipo tan raro. Me dijo que lo anunciara con usted, y que solamente entraría si usted lo permitía. Me dio esta tarjetita en lugar de decirme quién era y qué quería. Vaya pedante.

— Ay Logan — dijo Storm volteando los ojos —. Eso es una muestra de educación, no es pedantería. Aunque admito que hacía mucho que no veía esa clase de educación.

— Ni yo — dijo Xavier extrañado —. Vengan, esto hay que verlo.

Se dirigieron al recibidor, a entrevistarse con el misterioso personaje. Por el camino, Xavier le comentó a ambos que cuando Logan les dijo que llamaban a la puerta él quiso saber de quién se trataba usando sus poderes mentales, pero no había logrado nada, cosa que le extrañó aún más que el hecho de que ninguna alarma detectara al visitante. Al llegar a la puerta, Xavier se dio cuenta del por qué Logan decía que era un tipo pedante, en tanto que vio a Storm quedarse boquiabierta ante la visión que daba el recién llegado. Era un caballero vestido a la usanza inglesa, portando un traje de casimir impecablemente limpio y planchado, con corbatín oscuro al cuello y un sombrero tipo bombín en la mano, peinado de raya en medio para disimular un par de entradas en su cabeza, y un bigotillo algo ralo pero afeitado muy correctamente. Miraba el mundo a través de unas gafas antiguas de cadena, sujetas a un botón de su chaleco. Su mirada era adusta, de ojos algo caídos al igual que sus párpados, y su gesto no se inmutó en lo más mínimo al presentarse.

— Buen día, señorita y caballeros — dijo en tono cortés —, ¿estoy hablando con el profesor Charles Xavier, director de esta Academia?

— Así es, estimado señor… — dijo Xavier echando un ojo a la tarjeta perforada que le entregara Logan — Willoughby, ¿es correcto?

— Correcto profesor — dijo el caballero parándose en posición de firmes —. Gérard Willoughby para servirles. Mayordomo calificado y con excelentes referencias. Discreto, servicial, eficiente y listo para empezar a trabajar señores.

— E-espere, espere por favor — atinó a decir Storm — ¿U-usted viene por… por el empleo de… de…?

— Asistente general y atención de chicos con problemas de conducta — dijo el señor Willoughby sacando un diario a su espalda, con un anuncio marcado en rojo —. Eso es correcto señorita.

— ¿Y cómo rayos evitó las alarmas? — preguntó Logan bruscamente.

— Oh — contestó el caballero sin inmutarse —, bueno, si el señor se refiere a las cámaras y los ojos electrónicos dispuestos a lo largo de la gravilla de entrada hasta la puerta principal, le diré que tienen sendos parches de goma de mascar en los lentes y los sensores respectivamente. En cuanto a la reja exterior, me temo que la encontré abierta, con el cerrojo forzado.

— ¡Ay no, los chicos! — dijo Storm de repente — ¡Logan, alguien ha entrado, hay que proteger a los…!

— Sin embargo — continuó el caballero, acallando a Storm con un gesto de la mano —, me he tomado la libertad de buscar y encontrar a los culpables del dicho estado de sus dispositivos. Helos aquí.

Diciendo y haciendo, Willoughby echó la otra mano a su espalda, y la trajo de nuevo al frente halando las orejas de Kitty y del chico nuevo, que pusieron caras de arrepentidos cuando estuvieron ante el profesor. El caballero continuó explicando.

— Estos pequeños estaban ocultos al lado del enrejado — dijo Willoughby calmadamente —. Estaban comiendo algo, me parece por el olor que eran galletas. Comentaban entre ellos cómo burlaron la seguridad usando sus facultades, y como consideré que eso no era correcto les llamé la atención. Al no hacer caso, decidí traerlos ante la máxima autoridad de esta Academia, a lo cual intentaron resistirse, pero finalmente están aquí.

— Vaya — dijo Xavier mirando a los chicos — ¿Y bien, tienen algo que decir en su defensa?

— N-no… No profesor — dijo Kitty mordiéndose los labios —. Sólo queríamos divertirnos un poquito.

— Todo tiene un límite Kitty — dijo Xavier en tono grave —. Ahora vayan a mi despacho, hablaré con ustedes en un momento. Storm, Logan, les ruego los acompañen hasta mi despacho por favor, los alcanzaré en un momento. Antes quisiera cruzar unas palabras con el señor Willoughby en privado.

Los cuatro obedecieron, retirándose al despacho del profesor a esperar a que él los alcanzara. Todavía pasaron varios minutos para que el profesor y el visitante llegaran, y no fue sino hasta que entraron que las caras de los chicos reflejaron un dejo de esperanza de que no fueran castigados tan severamente, como lo decía el gesto de Logan. Nada más entrar, Xavier se dirigió directamente a los chicos.

— Kitty, Kenneth — dijo sin preámbulos —, saben perfectamente que la seguridad es importante para todos los que vivimos en la Academia, y eso los incluye a ustedes. No puedo pasar por alto lo que hicieron, aunque haya sido un inocente juego, pues les están enseñando a sus compañeros que aquí pueden saltarse las reglas, y eso no es correcto. Así que tendrán un castigo.

Los chicos solo bajaron la mirada, y Kitty apretaba los labios y los párpados nerviosa, esperando la sanción. Pero ambos quedaron sorprendidos por lo que dijo el profesor a continuación.

— Ahora vayan y dejen los dispositivos tal y como estaban. Su profesor Logan irá a supervisar que lo hayan hecho del modo correcto más tarde. Y pórtense bien en adelante, ¿entendido?

Todos quedaron atónitos, incluso Logan y Storm abrieron la boca por la sorpresa. Se esperaban una fuerte sanción y no solo ese encargo del profesor. El señor Willoughby se mantenía al margen, pero prestaba atención a todo.

— Storm, Logan; quédense un poco más por favor — pidió Xavier —. Quiero que sean los primeros en darle la bienvenida al señor Willoughby, desde este momento se quedará a trabajar y residir en la Academia como mayordomo asistente, ¿qué opinan?

— Oh, ehm, bu-bueno… — atinó a decir Storm, aún reponiéndose —. Pues bienvenido señor Willoughby, espero que su estancia sea agradable.

— Oh, mil gracias señorita Storm — contestó Willoughby en tono cordial, aunque su cara no cambió de gesto —, estoy seguro de que así será.

El profesor sonrió satisfecho, mientras giraba la vista hacia Logan quien sólo emitió un gruñido. Xavier le hizo una seña mientras telepáticamente le decía "se cortés Logan, salúdalo". Refunfuñando le tendió la mano con intenciones de darle un apretón bastante rudo, pero se sorprendió al ser correspondido con casi la misma fuerza por el extraño individuo, quien no parecía hacer mucho esfuerzo.

— Bienvenido pues — dijo Logan a regañadientes —. Suerte con el empleo.

— Mil gracias señor Logan — contestó Willoughby —, encantado en conocerlos.

— Bueno profesores — intervino Xavier —, ahora quisiera pedirles un favor. Me gustaría que le mostrasen al señor Willoughby las instalaciones de la Academia, así como la que será su habitación. Storm, ya sabes de cuál hablo. Él y yo ya tuvimos una pequeña conversación, y hemos acordado varias cosas, entre ellas sus funciones, principalmente la de…

— Disculpe profesor — interrumpió Willoughby, quien se había movido discretamente hacia un extremo del escritorio, donde había una gran maceta con una planta frondosa y grande. El nuevo mayordomo se agachó y, con un rápido movimiento de la mano pareció "pescar" algo en el aire, tras lo cual se escuchó un chillido y se vio un pequeño forcejeo en la mano de Willoughby.

— ¡Ay, ay, ay, ya, ya basta! — dijo una voz de niño.

— ¿Hunter? — dijo Storm — ¿Pero, cómo…?

— ¡Vamos a ver enano! — dijo Logan — ¡Déjate ver ya!

Entonces, un chiquillo de unos diez años se "materializó" al lado del señor Willoughby, quien le mantenía sujeto de una oreja.

— Puede soltarlo señor Willoughby — pidió el profesor. Al verse libre, el chico le dedicó una mirada de furia a su captor, quien no se inmutó en lo más mínimo. Luego se dirigió al chico —. Veamos Hunter, ¿otra vez espiando? Reúnete con tus compañeros que acaban de salir, y ayúdales. Después hablaremos.

El pequeño echó a correr sobándose la oreja, y salió tras mostrarle la lengua al señor Willoughby. Tras cerrarse la puerta, Xavier continuó.

— Bueno, creo que ya vieron cuál será una de las funciones principales del señor Willoughby aquí. Resulta ser que él tiene una cualidad muy útil para su oficio, es casi inmune a los poderes mutantes.

— ¡Aahh! — exclamó Storm — ¿Entonces, es usted un mutante también señor Willoughby?

— ¡Bah! — interrumpió Logan antes de que el aludido contestara — Apuesto a que no es inmune a esto.

Así diciendo, sacó y mostró sus navajas poniéndolas bajo la barbilla de Willoughby. El mayordomo ni siquiera pestañeó antes de decir unas palabras.

— Para todo hay una solución, señor Logan — dijo solemne. Logan se extrañó por la respuesta, por lo que no pudo reaccionar cuando sintió sus navajas entrar de nuevo a su mano, sujetas por la mano enguantada de Willoughby. Traía puesto un guante de cuero grueso para trabajo pesado, salido de alguna parte desconocida.

— Y ésa es otra cualidad por la que el señor Willoughby quedó contratado — explicó el profesor —. Siempre está listo para cualquier eventualidad.