Los Personajes de este fic no me pertenecen, a menos que el mismo fic asi lo marque. Los derechos correspondientes pertenecen a NINTENDO y a los creadores de THE LEGEND OF ZELDA. Este fic no está hecho con fines de lucro sólo es por entretenimiento y diversión.

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"Pensamientos"

Recuerdos

[***] Cambio de escena.

»Continuación de un dialogo

... (entre párrafos) pequeños cambios de escenas


"~^°^~"

Interludio del Otoño:

Crónicas de un Viento Arremolinado

"~...^°^...~"

"Descubriendo un hueco en sus recuerdos...

¿De dónde viene este muchacho y hacia dónde se dirige?"

Tsubasa Chronicles

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...

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Primera parte: Ese Mercenario

El viento que corría desde el oeste atravesó sus finos y largos bigotes.

—"Link"— pensaba mientras sobrevolaba aquellas llanuras, vastas y primigenias, como el mismo mundo.

Un Leve chillido lo sacó de sus ensoñaciones, el águila arpía aleteó con fuerza, y entonces lo recordó, tan claro como el agua…. Ese día.

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—Quiero jugo de frutas— advertí al tosco cantinero, alto, fornido pero con cara de malviviente

Me miró con cierto recelo y después tiró una carcajada.

—Disculpe señor, pero lo bebida que usted pide es muy cara por estos lugares, tenemos pulque y cerveza, elija.

—Entonces, deseo agua. — espete con parsimonia.

—Vaya, vaya— bramó, pero no con enfado sino con cierta curiosidad.

A mis espaldas se oía el ajetreo y los murmullos de aquel bar de mala muerte.

—Eres un baboso, ¿Cómo permites que un chiquillo como ese te gane?— se escuchaba la conversación. Un montón de risas toscas burlándose de algún pobre diablillo.

Suspire con cierto enfado. Las tierras del sur no eran el lugar que yo pensaba, había escuchado rumores de que en alguna época habían sido majestuosas, entonces algo verdaderamente malo debería de haber pasado para que estuvieran en ese estado precario y sarnoso.

Lo único que aquí había eran mercenarios, pero en realidad era también lo único que necesitaba, de otra forma no me explicaría por qué "yo" Tomodachi el mejor herrero de Dragonterra; majestuosa tierra de dragones, estaba en un bar de mala muerte con un montón de pringados.

Mire con cierto recelo hacia el techo, desgatado, correoso y desagradable, daba la impresión de que en cualquier momento de alguna de las muchas grietas saldrían un sinfín de insanas creaturas. Respire con parsimonia, el aire también estaba enrarecido.

—"Alcohol"— bufe de manera casi sorda, no era como si me desagradara pero el olor que ahí había era rancio.

Nuevamente escuche las risas destartaladas y me pregunte si no había llegado al lugar equivocado. Necesitaba a alguien fuerte a alguien que pudiera enfrentarlo.

—Señor cantinero— hable mientras él depositaba un vaso con agua en la barra del bar justo enfrente de donde yo estaba sentado. La costrosa silla de madera era demasiado alta y hacia que mis patas quedaran volando, me balacee un par de veces y después de reacomodarme proseguí. — Necesito hacer un contrato.

El hombre tosco me miró con cierta gracia.

—Necesito a un caza dragones. — mi voz retumbó como eco. Los murmullos del viejo bar cesaron y los mercenarios se viraron para poder encontrarme.

Uno de ellos dejó escapar una chismosa risa a la que siguieron decenas de ellas.

—Enano ¿En qué estás pensando?— me dijo uno de los mercenarios mientras se sentaba a mi lado en la barra. — Estos hombres pueden ser unos muertos de hambre pero no están dispuestos a morir. Además, ¿A quién pretendes cazar?.

Lo mire con cierto recelo, y aunque no me gustaba mucho el ambiente le seguí el juego.

—A Zilant— pronuncie con la mayor serenidad posible.

Las risas nuevamente se detuvieron.

—Esta demente— pronunció uno de ellos.

El mercenario a mi lado se retiró de manera enfadada como si hubiera dicho algo que los ofendiera.

—Cuidado con sus palabras— advirtió el tabernero

—Son reales— pronuncie sin el menor dejo de miedo y con la voz firme.

Los murmullos nuevamente se amotinaron en la taberna, pero eran ajenos a mis comentarios, los mercenarios habían vuelto a sus andadas. Escuche como varios muebles crujían, nuevamente se estaban peleando, al parecer por alguna que otra babosada.

—¿De verdad quiere encontrarlo?— preguntó la voz enfrente de mí.

—Sí, estoy dispuesto a pagar lo que sea.

—Entonces ¿Por qué no le pregunta a ese muchacho?

Me vire ligeramente sobre el eje de mi silla y por fin pude verlo. Un curioso joven hylian vestido con atavíos verdes. – "Que raro"— pensé, estaba muy lejos de sus tierras.

— ¿A ese?— pregunte con incredulidad y voz ofendida— Necesito a un matadragones no a la carnada.

—Carnada. — repitió con cierta malicia y una sonrisa burlona adornada de dientes amarillentos.

De pronto los mercenarios se habían reunido en un curioso circulo, en el centro estaban el joven hylian y un monigote muy bien fornido.

—Pelea

—Pelea

—Pelea

Se escuchaban las voces a coro.

—Niño bonito vas a lamentar haber aceptado el reto— decía el hombre.

El joven hylian no decía nada sólo erguía una sonrisa burlona.

—Van a matarlo— dije con cierta desgana. Quién sabe en qué pensaban los mercenarios que siempre se estaban peleando, y por cosas tan insignificantes, bastaba que uno de ellos empujara a otro para que comenzaran un combate a muerte.

El tabernero rio ante mi comentario.

—Mire bien señor peludo.

Entonces no tuve opción y mire la pelea. El monigote se abalanzó contra el joven hylian, el chico dio una ágil rodada y le pateó el trasero, el otro se fue de bruces debido al peso de su desproporcionado cuerpo.

Las risas se escucharon en toda la caverna.

—Anda Mamut, ¿Vas a dejar que el pringado te gane?

La voz hizo que aquel monigote se levantara casi como resorte. Miró al joven hylian y se le abalanzó de nuevo.

Nunca antes en mi vida había visto una agilidad como esa, ¿Quién era este joven muchacho?, se notaba que era un gato salvaje, dio un salto y cayó sobre la cabeza de su oponente haciendo que este besara el suelo con una pasión casi desmedida.

—Maldito mocoso— gruñó el otro sumamente enojado.

—Ay no ¡Mis sillas!— refunfuñó el tabernero que todavía se encontraba mi lado.

El rudo monigote había tomado el mueble para intentar golpear al chico, pero el joven se escabullía burlonamente, de un momento a otro despareció como si hubiera sido humo y volvió a reaparecer para meterle una zancadilla, la silla salió volando sin dirección alguna y me agache antes de que pudiera tocar mi cabeza, el tabernero también salió hecho un lio hacia un lado mientras profería blasfemias a causa de los destrozos en su establecimiento.

Entonces la cosa se puso seria, el animal grande sacó una espada y con ella amenazó al chico.

Los mercenarios comenzaron a abuchear de modo divertido.

—Vaya— escuche que gruñía uno que se había apartado un poco— ¿Qué no dijo que lo haría papilla solo con sus manos?

—Ya vez como es este tipo, yo ni loco me metía con este monstruo.

—Pero… ese chico.

La conversación se quedó a medias, los contrincantes se habían abalanzado uno sobre el otro, el joven hylian parecía ir directo a la muerte pero entonces me percate de algo, un ligero deslice y después cuando estuvo por debajo le dio una patada en la mano a aquel monstruoso hombre, la espada salió volando y él se echó para atrás riéndose a carcajadas.

— ¿De qué se ríe?

La pregunta se extendió entre los espectadores, era cierto que le había quitado la espada pero su oponente seguía ileso.

—Vaya— murmure con asombro.

Y después como si mis palabras hubieran sido parte de una revelación todos siguieron mi mirada.

—A donde fue a tirar la espada— dije con ganas de reírme cuando vi el arma clavada en el techo, la hoja había rasgado uno de los soportes del candelabro que iluminaban la estancia, se balanceo de manera indecisa y después un fuerte crak resonó en toda la taberna.

El monigote tonto y desorientado miró para ver de dónde provenía el sonido y lo último que vio fue como el candelabro se le caía encima.

Por unos instantes el ambiente quedo en silencio.

Parpadee un par de veces y después nuevamente la estancia se llenó con risas burlonas.

—Nada mal— me aventure a hablar sabiendo que eso delataba que en un primer instante me había equivocado. — ¿Quién es el hylian?

— ¿Hylian?— parecía no haber entendido el término.

—El chico rubio— aclare.

—Es. El demonio Rubio Ojiazul.

— ¿Demonio?

—Es el hijo del mismo diablo. ¿Ya vio sus orejas puntiagudas?

El aludido se acercó a la barra y se sentó a mi lado, lo mire detenidamente, no parecía un diablo, de hecho lo viera por donde lo viera era un hylian común y corriente, aunque estando así de cerca se notaba que si tenía condición para las batallas.

El tabernero ofreció una copa de vino, pero cuando el joven rebuscó en la barra desvío los ojos hacia otro lado.

—Que bien— clamó al tiempo que se hacía con mi vaso de agua.

—Eso no era tuyo— gruñó el otro.

—Ya se, que importa— clamó en tono poco serio.

Nuevamente lo mire de reojo, él también me miró de forma curiosa. Moví los bigotes tratando de inspeccionar su aura, pero de alguna manera el corazón de este chico se había envuelto en un misterio. Esos ojos azules….

¿Alguna vez los había visto en otro lado?

Negué ante el pensamiento pues era la primera vez en esta vida que nuestras miradas se cruzaban.

— ¿Vas a limpiar eso, cierto?— gruñó el tabernero sacándonos a ambos del extraño letargo.

—Claro que no, que asco… mmmm, creo que aun respira, déjalo que se levante solo.

—Me debes dinero demonio.

—Cóbraselo al imbécil que esta tirado, él comenzó la pelea.

—Pero si acabo de escuchar que fue un reto. — bramó nuevamente.

—Si como sea, ¡Ah!, ¡cierto!, casi se me olvidaba.

Buscó curiosamente con la mirada y después se levantó para acercarse a uno de los mercenarios, era otro monigote aunque no tan fornido como el que yacía en el suelo, el sujeto se estremeció y se alejó un poco al sentir al joven a esa distancia, pero el hylian lo ignoró y sin decirle nada le arrebató un látigo que llevaba en el cinturón.

Con cierta maestría lo hizo bailar hacia el techo y de manera asombrosa pude ver como esa primitiva arma se enredaba alrededor de la espada, le dio un tirón y recuperó aquello que él mismo había clavado en el techo.

—Tskk— lo escuche refunfuñar al tiempo que le tiraba el látigo a su dueño— que porquería, pero bueno es mejor que nada— dijo mientras salía de la taberna con paso lento y hasta casi perezoso.

—Me quedo con ese— advertí de forma burlona.

—Cuidado señor peludo no vaya a ser que quede maldito, recuerde, es el hijo del diablo.

—Es un hylian común y corriente— dije antes de hacerme con mi alforja y salir por la puerta.

[***]

Era tan extraño que hasta cierto punto comprendí porque aquel hombre mugriento no sabía ni lo que era un hylian, después de todo era una raza del norte, muy muy al norte.

— ¡Oye Hyliano!— lo llame pero siguió caminando como si nada.

Le seguí de cerca, el rumor de sus botas contra la aridez del piso era lo único que llenaba mis oídos.

— ¡Hey hylian!— volví a gruñir, esta vez me valí de presencia y le corte el paso con mi cuerpo

Se detuvo en ese preciso instante, unos ojos fríos como el hielo me atravesaron hasta el alma, no sabría explicar lo que sentí en aquel momento el pelaje entero se me había erizado pero mi voluntad se mantuvo firme al recordarme a mí mismo que precisamente era un ser como él al que necesitaba.

Un viento gélido me atravesó los bigotes, era como si el tiempo se hubiera detenido, pero pronto y pese a todo me vi obligado a cortar de golpe aquel contacto visual tan penetrante.

—Yo…- la voz se me había quebrado sin explicación alguna

—Sólo una vez en la vida alguien me llamó de esa manera… y ese alguien también quería matar a Zilant.

— ¿Qué?— no pude evitar balbucear la pregunta, aquel tono gélido en su voz también sonó como un siseo peligroso.

—Y tú no eres un dragón, ¿Qué eres?— apremió. Esta vez su mirada se volvió sumamente curiosa, la sensación de peligro que sentía aun latía en mis instintos, y sin embargo mi cuerpo no pudo moverse. Con cierta parsimonia se acuchilló hasta mi altura examinado con ojos expresivos, ojos curiosos, ojos con sed conocimiento.

En ese momento lo supe…

No era como los otros mercenarios.

Pese a su condición quizás careciera de muchas cosas, excepto quizás una; la ignorancia.

—Yo…— me aclare la garganta, el miedo se esfumó con el silbido del viento, de alguna manera entendí que no deseaba matarme. Claro y si hubiera podido, pues a pesar de todo yo también me guardaba mis sorpresas, un paso en falso y seguro le soltaba un conjuro de fuego entre ceja y ceja— ¿A caso eso importa?— proteste.

Volvió a ponerse en pie de manera inexpresiva, bajo la sombra de sus propios pasos reanudó su camino.

—Oye—Replique cuando me ignoró de nuevo.

—No estoy en servicio. No me interesa. No tengo ganas.

Contestó por adelantado a cualquier pregunta que estuviera por hacerle.

— ¿No te interesa?, no estoy seguro que esas palabras quepan juntas en el vocabulario de un mercenario.

Soltó una risilla, su expresión parecía demasiado relajada, mientras andábamos el camino nos llevó a una encrucijada, no había señalamiento ni tampoco se oteaba en el horizonte alguna señal que revelara la naturaleza de cada uno de los caminos. Aun así él prosiguió como si nada.

Seguí sus pasos curioseando en cada una de sus acciones.

— ¿Quieres matar al dragón?— habló. Su vista parecía perdida del escenario — es imposible.

— ¿Cómo sabes que es imposible?

—Solo los dragones matan dragones.

— ¿Quién dijo esa tontería?, es una leyenda y nadie lo ha comprobado, aunque cierto es que nadie ha querido matar un dragón en siglos

— ¿Quién lo dijo?...Un Dragón mismo

Me detuve en seco no parecía estar bromeando.

—Ella también dijo que el capricho humano a veces puede llegar a la estupidez extrema.

— ¿Ella?

—Y de cualquier forma. ¿Qué tienes tú que pueda interesarme?

—Bueno, no sé, quizás una espada que no sea una porquería— recalque con mucha confianza.

Se detuvo por un momento, nuevamente miró el arma que le había quitado al monigote, alzó una ceja y con desgana la arrojó al suelo.

—Ciertamente. Es una porquería.

Y se fue. Simplemente siguió su camino. Ese día aprendí dos cosas, la primera era una que tarde o temprano aprendería que a los mercenarios o les serbias o les estorbabas, que su alma libertina sólo afianzaba lazos con sus propios intereses y que su mente utilitarista no se dejaba arraigar por superficiales sentimientos.

Con cierta tristeza mire la espada.

Un trabajo demasiado mediocre, una hoja sin filo y sin alma.

La otra cosa que había aprendido era que ese mercenario hylian tenía unos ojos verdaderamente rapaces, ojos que sabían ver a través del valor de las cosas.

[***]

El camino de aquel día terminó en Khor, antigua ciudad esteparia ubicada en el suroeste de aquellos en parajes, había escuchado historias sobre este sitio, databa de la época posterior al declinamiento y por lo que calculaba hondaba en más de una centuria.

Era el lugar perfecto para hacer un contrato, ese joven hylian me interesaba mas no lo suficiente como para quedarme tras sus pasos toda una vida. Una última mirada sugerente y un rechazo altivo y cortante fue lo último que cruzaron nuestras miradas, decidí brincar por mi propio camino y probar suerte en alguna otra parte.

Pasaron varios días antes de convencerme a mí mismo que a cualquiera que le dijera tomaría mi propuesta como una broma bien pensada. Gruñí de enfado. ¡Mercenarios ignorantes!, me acicale los bigotes tratando de quitarme la furia, ¿Acaso me tomaban por imbécil?

—Odio ser pequeño— espete para mi propia gracia.

Y como muchas otras veces en el pasado trate de apaciguar mi cabeza recordándome que quizás pronto todo terminaría. Si conseguía la escama realmente todo terminaría…

Fue una noche fría en inicios del Otoño. Los wolfos aullaban y el sereno carcomía, el viento se había callado de forma tan súbita que no puede evitar sentir escalofríos, nuevamente se me erizó el pelaje, había cierta resonancia de magia en al ambiente, algo que nunca antes había sentido. Asome por la ventana que daba a los callejones, Khor estaba muerta, solitaria como un pueblo fantasma, cierto presentimiento se instaló en mi alma mientras volvía al cuarto que había rentado.

Crujidos de pasos se escuchaban a la distancia, y de pronto se cortó el silencio. Un siseo peligroso resonó entre la penumbra de aquella noche.

—Lo quiero muerto— escupió las palabras en un tono envenenado.

Alcé las orejas, nuevamente asome por el resquicio de la ventana. Una sombra reptida se había posado en el centro de las callejuelas enseñando los dientes, la hilera de alabes resplandeció bajo la luz plateada de aquella solitaria luna.

Entorne la vista.

Un Lizalfo. Tan verde como la esmeralda y los bosques de mi natal Dragonsterra, no era un ejemplar que pudiera observarse en cualquier sitio, impresionante, mi mente divagó en monólogos tontos hasta darse cuenta de que pensaba incorrectamente sobre la creatura. El rugido de su voz volvió a hacer eco entre el mutismo de la noche.

Impresionante. Si. Y también terriblemente peligroso. No repare en ello hasta que mi vista se topó contra el tatuaje que estaba grabado en sus escamas.

—Dodongos..— susurré. Algún mercenario tonto debía de haberlo hecho enfurruñar de mala manera.

Pronto el Lizalfo se vio acompañado de su comitiva, eran al menos veinte hombres, el líder del grupo ordenó que se dispersaran, por unos instantes la efímera calma volvió al corazón de Khor mismo, debí haber vuelto a dormir pero esa noche el viento había vuelto con presagios, no estoy muy seguro de por qué pero salí por la ventana sin pensarlo, aspire el desasosiego, el instinto me gritaba que regresara ,pero de alguna forma algo incluso más grande que eso me obligó a dar un salto hasta el siguiente tejado.

Mis pisadas se volvieron silenciosas, el repiqueteo de de la carrerilla de los dodongo se escuchaba a la distancia, me escurrí como las mismísimas sombras, ser un animal taciturno a veces ayudaba, me detuve, no sabía porque pero sentía el corazón acelerado, el sonido del crujir de una rama hizo que agazapara las orejas, había otra presencia cerca, cierto olor me resulto conocido, una sombra fugitiva pareció escurrirse a los edificios de enfrente.

Debía de haber vuelto…

¿Por qué sentía que había una extraña voz en mi cabeza?

Un sentimiento ajeno de melancolía.

De pronto me pareció ver a la diosa en lo profundo de mis memorias. Estaba alucinando, eso era seguro. No entendía porque me había colado a la parte alta de la atalaya antigua, bajo mis pies descansaba la única biblioteca en toda la comarca.

Pensé. Recordé. Mientras más tiempo pasaba en Khor, había algo que no encajaba en mi entendimiento, el joven hylian solía vagabundear por aquí seguido, una tarde mientras reposaba el pelaje al sol, un curioso pensamiento había pasado por mi memoria; "quizás le gustaba este sitio"… pero la tontería se había desvanecido tan fugazmente como había llegado, no era posible que un ser de su calaña se sintiera cómodo en un lugar culto.

Rechiste ante el pensamiento, sus ojos azules vagabundeaban en mi memoria. También me estaba volviendo tonto, era obvio que no era un mercenario cualquiera. No debía juzgar al libro por su portada, y hablando de libros…

Nuevamente la sobra salió de su escondite, perdí su presencia a los pocos segundos, desapareció como un fantasma en el viento, era como si nunca hubiera existido, en los rincones aledaños percibí como el lizalfo y sus acompañantes cambiaban de rumbo sus pisadas.

La persecución enardecida pareció terminar a los pocos minutos, y sin embargo la curiosidad seguía instalada en mi alma. Odiaba ser un animal pequeño, pero ¿Quién dijo que todo el tiempo era malo?, aproveche mi anatomía flexible para escurrirme por uno de los ventanucos. Adentro me recibió una oscuridad casi perpetua, me deslice con cuidado por las salientes de la estructura.

—Cielos…

El susurro recorrió como un eco el sitio, ahí adentro era más grande de lo que pensaba, después de un rato logre distinguir el laberinto creado por los libreros. Extraordinario, no había tenido oportunidad de que los guardas de la antigua Khor me dieran el paso a esta zona, disfrute por un momento de mi hazaña antes de sentirme como un ladronzuelo, aunque después de todo no pensaba llevarme nada ¿Qué daño podría hacer si echaba un vistazo?

Baje al piso, recorrí la sala, en realidad no había nada interesante, sólo textos sueltos, retazos de historias que parecían quebrarse nada más al tocarlas, debía ser el folclor de la Khor antigua, los pergaminos originales que ya habían sido trascritos y ubicados en las salas previas.

Realmente nada nuevo aunque pese a todo destilaba un sentimiento de cariño, quizás esta era la única ciudad del sur que tenía aprecio por su propia historia. Vagabundee siguiendo el olor de los papeles viejos, y de pronto, sorpresa. Había una luz en la estancia del al lado.

Todo ahí parecían ser mapas, al parecer alguien había encontrado la sección de cartografía, la luz fugitiva se deprendía de una pequeña vela ubicada en una mesita de lectura, con diestro salto subí al sitio. Tal como lo pensaba, más mapas de Khor y las cercanías, algunos libros de biología que obviamente no pertenecían a este subterráneo, pase de largo eso cuando mis patas accidentalmente pisaron algunos papeles. Eran afiches, cada uno de ellos ilustraba rostros algo desagradables, no era difícil darse cuenta que algunas de las identidades pertenecían a los dodongo, esa piel tostada y esas sonrisas chuecas los delataban, no eran para nada discretos.

Solté una risilla curiosa.

—Vaya caza recompensas.— musite de manera muy baja inspeccionando nuevamente la pequeña lista que ahí se había tendido. Bingo… había uno recién marcado con rojo, debía ser el que había visitado a las diosas aquella noche, seguramente el mercenario lo había matado, aunque, de pronto realmente sentí miedo como si un presentimiento se hubiera cernido en mi alma.

"No debo estar aquí", fue lo único que pensé de pronto, estos hombres eran peligrosos, el ser que los buscaba debía serlo aún más y si él o el Lizalfo volvían no quería que me encontraran con las manos en la masa. Dispuesto a irme retrocedí un paso, no sé por qué pero de pronto tropecé con un libro, me levante a regañadientes, no podía creer que no hubiera visto la enciclopedia, la esquina de la mesa estaba oscura como boca de lobo fue una sorpresa que mis ojos se toparan con algo que de verdad no había previsto.

Mi corazón se detuvo, ¿por qué tenía aquí esto?, empuje el volumen hacia la luz para cerciorarme de lo que veía, no era extraño que el libro hubiera sido abandonado abierto sobre la mesa, pero ¿Por qué este libro? Y.. ¿Por qué en esta página?

Era un libro de biología cualquiera, pero su poseedor lo había dejado marcado justo en el ramo de mi especie. ¿Era coincidencia?, no, no podía ser verdadero, cierto escalofrió recorrió mi espalda, el recuerdo de esos ojos azules volvió a quemarme como el hielo. Ya no quería estar en este sitio debía dar la vuelta, debía….

Debía. Y no podía. ¿En qué momento había llegado?, no había sentido, oído u olido su presencia.

Me quede completamente paralizado. Un clic extraño tronó a mis espaldas, el metal gélido me relamió el pelaje haciendo que casi me diera un infarto, con sumo cuidado trate de ver por el rabillo de la mirada, los ojos gélidos y asesinos del hylian se clavaron sobre mí de manera acusadora, solo hasta entonces me di cuenta de que no llevaba su típica arma, el gatillo de la pistola se acomodó en su sitio de manera amenazante, había escuchado antes de eso, pero nunca había tenido el placer de ver semejante arma con mis propios ojos, era estúpido preguntarse de donde la había sacado, aunque no parecía ser el tipo de persona que utilizara semejantes artilugios. Volvía sentir que el alma me abandonaba cuando el metal del cañón se deslizo por mi espalda, y en ese momento solo podía preguntarme una cosa, ¿sería capaz de levantar un escudo de magia a tiempo?, según decían y según había escuchado pocas cosas eran más rápidas que una bala.

Estaba muerto, pero no quería morir en ese sitio, nuevamente y si saber porque mis ojos se deslizaron hasta aquellas páginas, las litografías de los caviidaes me hicieron ruido en la cabeza, en que pensaba… solo era un animal pequeño, un tonto e inútil animal pequeño.

El eco de mi respiración asustadiza impregnó aquella sala.

"Pequeño… inútil y pequeño"

¿Cuántas veces más debía retar a la muerte para darme cuenta?, no sabía, quizá esta no era la última, la voz de la diosa retumbó en mis pensamientos en una canción antigua que había escuchado durante muchas noches. Nuevamente sin saber porque estuve seguro de que no deseaba matarme.

— ¿Qué haces en este sitio?

El susurro de su voz parecía un eco muerto en mis pensamientos.

La pregunta se quedó sin respuesta, sin saber si era el miedo el que me callaba o si todo obedecía a una lógica más simple. No sabía, no tenía idea de porque estaba en aquel sitio.

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Continuara...

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N.A: Caviidae: es una especie nativa de las altas montañas de Dragonterra (territorio ficticio, de mi propia creacion); tienen el aspecto de una cobaya, cuy o conejillo de indias, con la diferencia de que pueden llegar a medir cerca del metro de altura estando en dos patas, para más onformacion de la especie pueden leer "camino a Hyrule" o espera al capitulo dos de este mismo fanfic.

Como nota general, el protagoista de esta primera parte tiene pelaje color mostaza y ojos marrones.


Comentarios del Capitulo:

xD

Finalmente, creo que hace como dos años que prometi que traeria este extra. Antes que nada Bienvenidos, para quienes ya conocen "Camino a Hyrule" y tambien para los que no, la razon por la que no lo marque al inicio es porque al ser una precuela no es demaciado necesario conocer la historia principal, eso si, si quieren entender el resto de los capitulos a fondo les recomiendo que le den un pequeña leida a la otra historia (al menos hasta el capitulo 17)

La dinamica de este es la siguiente: *Es un min fic de tres capitulos acompañado de un One Shot que publicare por separado (despues veran porque)

*La primera parte le toco a Tomodachi, la segunda viene de la mano de Link y la tercera me tocara contarla a mi como narrador externo.

*El Segundo capitulo seguramente lo tengan a lo largo de estos meses, (seguramente a mas tardar marzo o finales de este ya este publicado)

*El tercer capitulo junto con el One shot van de la manita , pero... ok aqui esta el "pero" xD, estos no los voy a publicar hasta que en la historia principal no llegue al corazon de la capital de los dragones, (cosa que ya no esta tan lejana, pues como recordaran nustros protagonistas recien cruzaron la frontera, calculo uno caps a lo mucho de la historia principal)

A partir de esto sólo me queda decir, que difruten de esta precuela, no se precupen "El final del segundo capitulo NO sera abierto", por lo que no los hare sufrir de más con la espera. Y por ende la finalida de este fic es que pueda entenderse perfectamente por si mismo pese a que es una parte de otra historia aun mas grande.

.-.-.-.

Me resta decir que... menudo reto, no pense que fuera tan complicado volver hacia atras y resetear la personalidad de los personajes, otra vez tenemos a Link "malote" XD