Los personajes no me pertenecen, todos son propiedad de talentosísima Stephenie Meyer. Yo sólo los pido prestados para crear mis alocadas historias. Aunque desearía con todo mi corazón ser la dueña de Edward. Soñar no cuesta nada ¿cierto? ¡Gracias Stephenie por crear un mundo tan maravilloso!
Aquí les dejo mi historia. ¡Enjoy!
Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.
Arthur Schnitzler.
Primer Capítulo: La Noticia
Edward POV
Lo sabía, hoy era el día, mi día. Todo saldría perfecto.
Cerraría el trato con AmericaInk Company y le diría a mi mejor amiga que estaba loco por ella.
Así es, aunque no lo crean, yo Edward Cullen, el cobarde más grande del mundo, por fin he cogido el coraje suficiente, para decirle a la adorable y hermosa Bella Swan que estoy enamorado de ella desde la primera vez que la vi.
Y vaya que me tomo tiempo llegar a este punto, pera ser honestos, 10 años no es poco, pero eso ya no importa, es un mero detalle, estoy más que seguro que poco a poco la conquistaré y será por fin mi novia… y si jugaba bien mis cartas Isabella Marie Cullen. Dicen que soñar no cuesta nada .O no, has regresado, hare como que no te escuche.
Me levanté con una sonrisa de idiota en la cara, la que se presentaba siempre que la veía, no podía creer que hoy mi vida iba cambiar tanto con aquello, ya me imaginaba despertando junto con mi hermosa Bella, viendo indefinidamente sus hermosos ojos chocolates, acariciando su glorioso cuerpo, besando sus dulces labios…
Tranquilo Edward, aun le tienes que decir lo que sientes, o no, esa maldita voz interior de nuevo, no me vas a convencer de que ella no me va a corresponder y sufriré, estoy seguro que no será así, ella me corresponderá y seremos muy felices…… o algo así, supongo.
– No, no, no!
Edward Anthony Cullen, tienes que mentalizarte, hoy conseguirás a la chica de tu sueño y cerraras ese maldito trato para tu compañía, y por fin formaras parte de ella, serás accionista, y tu nuevo jefe.
Nada saldría mal, se podía oler en el aire.
Ósea técnicamente no había olor, pero ustedes me entienden. Bueno no importa, hagan como que sí.
Salí de la cama, y entre al baño. El hombre que vi en el espejo ya no era el mismo de ayer, ya que a pesar de tener ojeras por mi pálida piel, cosa regular en mi (es parte de mi encanto), se podía ver un brillo natural en mis ojos verdes. Ojala que eso no desapareciera hoy. De verdad deseaba mantenerlo.
Ya. Es hora de ponerme en marcha. Tendría que afeitarme, la barba comenzaba a crecer. No es que me viera mal, pero soy un alto ejecutivo por lo que no corresponde. Me puse espuma y comencé a afeitarme.
– Auch! – grité.
Mierda, sólo a mí me puede pasar esto, ¿Cómo me corto el rostro el mejor día de mi vida?
Es sólo mi triste historia. ¡Dios ten piedad de mí!
Después de terminar, y con algunos cortes más en la cara, entre a la ducha.
– ¡Mierda! – otra vez yo gritando, ¿Porque me tenía que salir fría el agua? ¿No era suficiente con haberme cortado ya?
Tranquilo Edward, esto no es lo peor que te podría pasar hoy. Bella te puede rechazar y la nueva compañía quizás no podría cerrar contigo el trato. Maldita voz, tu de nuevo tratando de sabotear mi felicidad. Mejor cállate.
Sólo te estoy haciendo ver lo podría pasar, así cuando pase no te sientas tan mal…
– Ja! Bonita manera de ayudarme.
Debo verme como un verdadero idiota hablando solo.
Corrección, eres un idiota.
– Dios no pudiste darme una voz interior más amable.
Yo soy amable, tu el idiota que no le ha dicho a su mejor amiga lo que siente verdaderamente por ella.
– ¡Pero si tú siempre me dices que me va a rechazar!
Yo sólo te digo lo que puede pasar en el peor de los casos, lo que tú hagas es otra cosa.
Dios, dame paz...
Siempre pasaba, la voz siempre estaba conmigo, no podía hacer nada contra ella era como si tuviera vida propia y su diversión este pobre infeliz.
Segundos después, terminé la ducha más helada que había tomado en mi vida, calle a la horrible voz y me prepare para salir.
Cogí mi saco y salí del apartamento lo más rápido posible. Monte mi adorado volvo y me dirigí a la oficina.
Al ver el enorme edificio en el cual trabajo, una inesperada sonrisa brotó de mis labios, ahí estaría ella, tan hermosa como siempre.
Caminé lo más rápido posible al encuentro, me moría de ganas de decirle lo que sentía, me moría por estar con ella. El león interno rugió, no podía más de felicidad.
Y cuando la vi finalmente, me sentí el hombre más feliz del planeta.
Se veía hermosa, su largo y hermoso cabello color caoba, caía en forma de ondas por su delicada silueta, traía un traje formal gris, con una falda que realzaba sus perfectas y bien torneadas piernas y su pequeña y adorable cintura. Era un pecado andante. Mi pecado andante. Conclusión: ardería en el infierno.
Apenas me vio sonrió, en sus ojos había un hermoso brillo, que nunca antes había visto, y que hizo acelerar mi corazón de una manera frenética.
A lo mejor sabía lo que pasaría hoy día, a lo mejor estaba tan ansiosa como yo, a lo mejor siempre lo estuvo esperando, siempre supo que estaríamos juntos, que tarde o temprano yo tomaría el valor necesario para decirle mis sentimientos.
Dios, esta mujer me quiere matar.
Ja, ja, ja – rio la voz - Hay ilusos, y estas tú…
– Edward, llegas temprano hoy.
¿Me habló? Dios, ¿qué le digo?
– ¿Cómo?
– Que llegaste temprano – repitió
– Lo sé, tengo muchas cosas que hacer.
En realidad mucho no tenía que hacer, pero para tan sólo verla, valía la pena el viaje y la molestia.
– Me lo imaginaba, aquí te dejo tu agenta con tus compromisos del día de hoy.
– Gracias Bella, no sé qué haría sin ti. – No había verdad más verdadera que esa, valga la redundancia. Lo siento, mi cerebro no procesa lo suficiente por las mañanas, además ella no ayuda lo suficiente con ese cuerpo de perdición.
– Es mi trabajo, además sabes que adoro trabajar para ti.
Ojala que eso no sea lo único que adores de mí, no es suficiente, no me conformaré con ello mi ángel – pensé.
– Yo también te adoro – susurré.
– ¿Disculpa?
– Que no lo haya dicho en voz alta por favor, por favor…
Muy tarde idiota, ¡lánzate! Ya empezaste, no cuesta nada seguir confesándolo.
Es muy temprano, no hay un ambiente adecuado, nada romántico, no quiero que sea así. Ella será la madre de mis hijos, con ella envejeceré, se merece lo mejor.
Si tú lo dices…a veces eres tan melodramático. ¿No pensaste nunca en ser actor?
Es la mejor opción.
Espero honestamente que en este tiempo nadie te la quite.
Ni lo digas, pero ha todo esto ¿desde cuando tan amable?
Siempre lo he sido.
Si claro, y yo le dije a Bella que la amaba el primer día que la vi. Y sólo hago este teatro porque estoy aburrido de la rutina.
La ironía no es lo tuyo
Creo que me estoy olvidando de algo.
Pues de ella Einstein. Tan grande y tan bobo.
Maldita voz, tenía toda la razón, Bella me estaba mirando con una mueca extraña, aún así se veía hermosa.
Tranquilo tú puedes superar esto, no es como si le hubieses dicho que la amas, solo le dijiste que la adorabas, actúa tranquilamente, sonríe. Mantenlo natural.
– No nada. Puedes retirarte – que me crea, que me crea… ¡por favor!
– Gracias – contestó titubeante y algo ¿triste? Y caminó hacia la puerta. Al llegar a ella se dio la vuelta.
– Hey Edward, tengo que contarte algo, a la salida te lo digo. – El momento perfecto, aquí mi oportunidad, me dije. El momento ha llegado.
– No hay problema, pero podríamos ir a comer juntos mejor, y ahí me lo cuentas, además yo también tengo algo que decirte.
O más bien confesarte, me dije a mí mismo.
– Me parece genial. Nos vemos. – y me sonrió. Esta mujer no sabía lo que hacía con una simple sonrisa. Era letal.
Me pase toda la mañana de informe en informe, revisando los últimos detalles para la presentación que tendría en la tarde, cuando termine no podía sacar de mi mente a Bella. Tan sólo faltaban unas horas para que la viera, y le confesara mis sentimientos, tenía una extraña sensación, entre miedo y ansiedad, ansiedad porque no hallaba la hora de decírselo, porque a pesar de todos los años que lo oculte, ahora lo quería gritar a los cuatro vientos, y miedo por su respuesta, la verdad es que no sabía lo que me respondería, y eso me daba terror, el ver mis sueños destruidos y lo que es peor: perderla, ya que no podía concebir la vida sin ella. Eso es lo que me acobardaba. Y lo supe el primer día que la vi, tan frágil y bella, que inconscientemente me atrajo y quedé unido a ella, prometiéndome que la protegería ante todo y estaría para ella durante toda mi vida, en ese entonces era una promesa inocente, viéndola tan sólo como una amiga, casi como una hermana pequeña, pero aquel sentimiento fue evolucionando con el paso de la adolescencia y transformado en una pasión avasalladora, de la cual no pude escapar, y no es que no lo haya intentado, porque cuando adolecente lo hice, pensado ingenuamente que la olvidaría, pero no llegue a ningún lado, ya cada vez que estaba con una mujer distinta me la imaginaba a ella en su lugar, era enfermizo, lo sé, pero era la única manera de apagar el fuego que ella producía en mi. Así que después de bastante tiempo en negación, decidí que no sacaba nada con esa actitud, y lo acepté, acepte que estaba completamente y irrevocablemente enamorado de Isabella Swan.
Ya era medio día, el momento había llegado. Y estaba listo. Era ahora o nunca. Mire el reloj, apenas habían pasado 5 minutos. ¿Por qué no ha venido a buscarme aún? ¿Estará muy ocupada? ¿Habrá escapado?
¿No serás un poco demasiado paranoico?
Quizás tengas algo de razón.
– ¿Edward? – una dulce voz llamó.
No había marcha atrás. La felicidad por fin tocaría mi puerta. La fantasía se transformaría en realidad.
– Aquí estoy. ¿Nos vamos? – sonreí.
– Sí, estoy lista – respondió después de parpadear bastante.
– ¿Estás bien? – pregunté algo preocupado por su reacción.
– Sí, no pasa nada, sólo me entro algo en el ojo. ¿Nos vamos?
– Sí, sígueme. – salimos de la oficina, y después de saludar a una gran cantidad de funcionarios por fin estuvimos fuera del edificio. Camine rápidamente a mi volvo. Yo y el tiempo no éramos muy buenos amigos, además la ansiedad me mataba.
– ¿Iremos en tu volvo? – pregunto Bella.
– Pues sí, he reservado en un nuevo restaurant y queda un poco lejos de aquí. ¿Te importa?
– Para nada – respondió extrañada.
– Entonces señorita súbase – le abrí la puerta.
– Tú siempre tan caballero.
– Carlisle me mataría si no lo fuera, además una princesa como tú, no merece menos.
– Ella se sonrojo con mi cumplido y me regalo la más hermosa de las sonrisas.
Adoraba cuando se sonrojaba, era como si la pequeña niña a la cual jure proteger saliera a la superficie nuevamente, no me malinterpreten, amo todo lo de la adulta Bella, especialmente su cuerpo, que esta de ataque a todo esto, pero la ternura que destilaba de pequeña fue lo primero que me cautivo de ella.
Me estacioné lo más cerca que pude de la entrada de restaurant. No quería que caminara mucho, hacia bastante frio y se podía resfriar.
– Edward, el lugar es hermoso – dijo mi Bella cuando nos sentamos en nuestra mesa.
– No tanto como tú – el rosto de mi princesa era un poema.
– Grr-acias – dijo completamente colorada.
– ¿Deseas algo en particular? – pregunte dulcemente.
– Emmm. Tengo deseos de canelones.
– Mmm. Delicioso, quiero lo mismo.
El camarero, que a todo esto era muy joven, se acercó a pedir la orden segundos después.
– Señores ya se han decidido por algún platillo.
– Sí, me apetece canelones y para beber vino. – respondí. El camarero asintió. Luego se dirigió a mi princesa, recorriéndola con la mirada. Maldito mocoso pervertido, la ola de celos me ataco, juro que si no fuera un caballero y mayor que él, lo hubiese desmembrado.
Seguro.
Tonta voz, no te quiero oír más, este es mi momento. No lo arruines.
No es necesario, tu siempre lo haces.
Bueno en eso tienes razón, te la concedo.
– Lo mismo que el caballero, muchas gracias. – contestó mi ángel.
– No hay de que señorita. Estoy a su completa disposición, no dude en llamarme si necesita algo. – le respondió el mocoso sugerentemente.
– Gracias, que considerado de tu parte, te puedes retirar. – le dije molesto.
El camarero pidió permiso y se retiró un poco molesto con mi actitud. Sinceramente no me importo demasiado, el había intentado coquetear con mi mujer, y no iba a salir ileso de eso. Isabella era mía y no permitiría que un mocoso pre púber me la quitara, eso sería el colmo.
Esperamos pacientemente la comida mientras hablábamos del día de hoy. Cuando los platos estaban en la mesa, respire profundo y tome el suficiente coraje para hablar.
– Bella… - dije.
– Edward tengo algo que decirte… – me corto rápidamente antes que continuara.
– ¿Sí? - era un caballero, por lo que la deje hablar.
– Me caso – dijo nerviosa y mordiéndose el labio.
Sentí 20 pianos cayéndome en la cabeza. ¿Qué? ¿Se casaba? ¿Y yo no era el novio?
Ups, no quería decir esto, pero te lo dije. Que va, seamos honestos, si lo quería decir. - Rió la voz
En el peor momento de mi vida sólo podía pensar dos cosas. La primera: que era el iluso mas grande del mundo y la segunda: que hoy no era mi día.
Continuará…
N/A: Espero que les haya gustado la historia, como soy primeriza, no me vendría mal un review. Mal que mal son 7 hojas. Por lo que… ¡Aprieten el sexy botoncito verde!
Nos vemos en el próximo capítulo.
