Este fic se me ocurrió un día en la piscina y me he decidido a escribirlo. Aún tengo varios fics y serias dudas sobre si gustara, solo espero que así lo haga. Y bueno, solo deciros, que el fic es algo… fantástico. Seres imaginarios podrían aparecer, pero no sé yo si ponerlos…
Bueno, he aquí, el primer capitulo.
Capitulo 1: Una Ilusión
Silencio. Es lo que necesitaba. Silencio. Y era lo que en ese momento tenía. Un adorado Silencio. Un instante, unos momentos, en lo que no había nada, ni nadie. Tan solo burbujas de aire en sus oídos que la impedían oír bajo el agua. Un momento, en el que no había ningún "¡Necesitamos más empanadas!" ni ningún "Necesito que me laves esta camisa" Tan solo ella y su mundo. Mientras se mecía por debajo de las olas de un calmado mar, y disfrutaba del viento y el sol.
Estaba en una playa desierta. Totalmente sola. No era verano. No había ningún turista que molestase.
Decidió salir del agua a tomar el sol, ¡no todos los días iba a la playa! Aunque ya le gustaría.
Él se acercó hacía el lugar donde había visto la figura de una mujer. La mujer que le cuidaba, bañándose en las cristalinas aguas del mar. Últimamente se escabullía muy a menudo a la playa y los dejaba preocupados en casa. Bueno… el niño estaba preocupado, él solo estaba… esperándola. Pensando en que ella estaría bien para poder seguir ocupándose de él y de que le dejase suficiente solo para planear su venganza. Pero si ella no estaba abajo, no podía pensar en la venganza, y por consiguiente, no estaba tranquilo.
Caminaba por la playa desierta a la que ella se había habituado a ir. En ese momento salía del agua, seguramente con intenciones de tomar el sol.
Un momento, ¿¡Eso que salía detrás de ella era una larga y roja cola de pez!? Parpadeó varias veces y se frotó los ojos. No, solo era el bañador, una falda color rojo sangre. ¿¡Y eso de ahí delante!? ¿¡Era una mera tela que cubría su parte superior!? No, tan solo era la parte de arriba del bañador. Con unas mangas que llegaban hasta el codo.
Vale, sus ojos le estaban pasando una mala pasada. Le había visto una cola de pez con sus respectivas aletas. Le había visto una fina tela a modo de camisa para taparse la parte de arriba. ¡Ni que fuese una sirena! "Demasiados cuentos de hadas" La Sra. Lovett le contaba cuentos a Toby y alguna vez él mismo los había leído. Eso sí, completamente solo. No fuese que le descubriese y quedase en un ridículo del que no podría salir. Seguramente, era debido a la arena, que se le habría metido a los ojos y no le dejaba pensar con claridad, fribolismo y lógica.
Se acercó lentamente. Y se fijo en el cuerpo de ella, asegurándose de que no tenía nada de lo que había visto cuando ella salía del agua. Ilusiones, eso eran, ilusiones. ¿Cómo iban a existir las sirenas? ¿O los dragones? Estupideces. Pamplinas.
-¡Sr. Todd! ¡Que curioso verle aquí! –dijo algo nerviosa.
Él subió la mano por su brazo hasta su cuello. Había visto algo más. Unas hendiduras. A modo de branquias… ¿¡Branquias!? ¡Branquias!
-Sra. Lovet… ¿¡Me puede explicar que es esto!? –le dijo alarmado, mientras seguía estudiando los finos cortes del suave cuello de ella, que se contraían al tacto de él, para al segundo volver a abrirse, como buscando algo.
-Son… unos cortes… -dijo temerosa-.
-¿¡Unos cortes!? ¡Sra. Lovett! ¡No intente engañarme! ¡La he visto!
-¿Me ha visto… que? –pregunto con el temor pintado en la cara.
-¡A usted! ¡En el agua! ¡Y una larga cola detrás suyo! ¿Creyó que no me daría cuenta? –estaba histérico-.
-Sera mejor irnos. Vámonos –intento evadir la cuestión. Los cortes habían desaparecido.
-No, dígame que era eso. Cuénteme que es. ¿Es lo que la trae últimamente tanto a la playa? –lo decía con un tono de voz entre la desesperación por saber, la curiosidad, el frío habitual y preocupación. Cosa que ella notó. Pero lo que abundaba era el frío en su voz. Ese inhumanismo habitual en él.
-No hay nada que contar. Vámonos –recogió las cosas y empezó a caminar hacía el camino que la llevaría a Londres.
-Esto no va a quedar así. Conseguire enterarme. Y usted lo sabe –le dijo mientras la perseguía-.
-No conseguirá nada porque no hay nada de lo que enterarse. ¿Demasiados cuentos de hadas, Sr. Todd? –le dijo astutamente. Estaba enterada de que los leía en secreto. Había notado como habían desaparecido libros de su estantería de su habitación. Pero le había preguntado a Toby y este no sabía nada. Y al día siguiente aparecían todos mientras que faltaba uno nuevo.
Decidió no contestar a la pregunta. Avanzaron en silencio por el camino. ¿Cómo iba a ser aquella mujer un ser marino? ¡Que tonterías! Ademas, había quedado en evidencia. Se había dado cuenta de lo de los libros. ¡Mierda! Pensó.
-¿Cree usted que el Juez vendrá pronto? –dijo a mitad de camino-.
-Usted y el juez… -dijo con cansancio de siempre el mismo tema-. ¡Ya vendrá! ¡Tranquilícese! ¡Viva el día a día!
-Mi día a día es matarlo. Solo quiero eso. Cuando mate al Juez, intentare vivirlo –dijo fríamente-. Hasta entonces, no pienso hacer otra cosa.
-¿Ha pensado que tal vez nunca lo logre?
-Me es indiferente –contestó secamente. Ella paseaba con una sonrisa de oreja a oreja al lado suyo. Tanta felicidad le molestaba -. ¿Por qué es usted tan feliz? ¿Por qué se esfuerza en intentar serlo en un lugar tan frío y negro como es el mundo?
-Porque, Sr. Todd, si no lo intento, siempre me quedaré con la duda de si podría haberlo sido. Y eso es nuestro cometido aquí. Intentar ser felices sobreponiéndonos a los desastres que azotan al mundo.
-Pero, eso es una ilusión. La felicidad NO existe, como NO existen las sirenas, ni las hadas, ni la magia –ella se paró en seco y le miró ceñuda, con una mueca de horror y escándalo, a la vez que sus ojos denotaban tristeza. Él se paró también y la miró a la cara mientras seguía con sus manos detrás de la espalda.
-Nunca –le señalo- NUNCA vuelva a decir tal cosa. Cosa semejante es imperdonable. Que usted no crea que la felicidad exista no significa que no lo haga. Como la magia o las sirenas. No intente convencer al mundo de sus ideas, porque solo conseguirá que le desprecien aún más. Puede que no existan Santa Claus, pero los niños son felices creyendo que existe. Una vez les quitas la ilusión, lloran. Yo misma pasé por eso y muchos lo han pasado y lo pasarán.
-Venga, Sra. Lovett. ¿No me estará afirmando que un gordo con barba y vestido de rojo baja por las chimeneas todas las Noche Buenas?
-No, no lo hago. Simplemente, le estoy diciendo, que la Ilusión nos hace ser felices, y que sin ella, seriamos todos como usted –y entonces echo a andar, mucho más rápido esta vez, mientras le dejaba allí plantado.
Es un "fic prueba" si no gusta, lo dejo o lo elimino. Por favor, sinceridad ante todo.
RR Please!!
(Aunque no guste tengo planeado subir dos fics más, una traducción entre ellos.)
