Este fic participa en el minireto de noviembre para El Torneo de los Tres Magos del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
Disclaimer: Potterverso perteneciente a la magnífica J. K. Rowling. Mía solo es la trama.
Equipo: Murciélagos de Ballycastle
Personaje principal: Finbar Quigley, quien según el Profeta de Pottermore es el capitán de los Murciélagos de Ballycastle, y según yo (dado que no se especifica su posición), también su guardián.
Palabras: 400 según Word, sin contar notas de autor. No sé qué problema tengo yo con los límites, pero no bajo de ahí ni a tiros.
El aire zumbaba con la emoción de los vítores esa tarde. Los hinchas se deshacían las voces en potentes gritos que se mezclaban y confundían en una espesa madeja imposible de desenredar: nervios, adrenalina, agitación…
Las vistosas y fugaces figuras de los jugadores centelleaban tan veloces que dejaban tras de sí estelas azules y negras en sus supersónicos vuelos.
Los Murciélagos de Ballycastle contra el Puddlemere United. Dos equipos tan célebres y admirados… batiéndose en duelo en el campo de batalla.
Los Murciélagos arrastraban a sus espaldas 27 Ligas de Quidditch ganadas, y sus seguidores coreaban el nombre de sus ídolos con los rostros tiznados de negro y murciélagos rojos tatuados en las camisetas.
Por su parte, el Puddlemere United, pese a su longevidad, llevaba consigo solo 21 victorias… pero no faltaban los magos y brujas que rasgaban el aire con sus banderas azules con dos juncos dorados.
La tensión se condensaba sobre el rostro de cada asistente, y lo que había empezado siendo un juego entre profesionales se había convertido en una batalla de incomparable fiereza… una batalla que el Puddlemere iba ganando.
Finbar Quigley, capitán y guardián de los Murciélagos, tenía los ojos velados por pesares internos. La terrible discusión del día anterior con Clarie, su novia y futura esposa, le impedía concentrarse en el partido, y eso le enfurecía. Sacudió la cabeza y apretó los dientes al ver a Jocelind Wadcock, cazadora del equipo rival, acercarse como un bólido hacia él, sorteando con admirable destreza dos bludgers seguidas.
Finbar apretó el mango de su escoba. No volverían a marcar. Si lo hacían… Si Wadcock metía un gol más… el Puddlemere no solo ganaría esa tarde, sino que también lograría batir el récord de más goles en un partido del siglo XX.
Jamás.
Finbar alzó la cabeza orgullosamente y se preparó para defender los aros como mejor sabía. No era momento para pensar en Clarie. Miró fijamente a Wadcock.
Puedes hacerlo.
Pero entonces algo llamó la atención de Finbar: allí, en las gradas, entre la marea de hinchas, un par de ojos tristes seguían todos sus movimientos.
Clarie.
¿Qué demonios hacía ella ahí?
Y de pronto, así como había aparecido, la joven dio media vuelta y se alejó, perdiéndose entre la multitud en absoluto silencio.
Finbar comprendió.
Una lágrima resbaló por su mejilla.
Y ni siquiera oyó los gritos de victoria que lanzaron los magos vestidos de azul.
Vale, sí, lo sé, merezco tomatazos hasta la saciedad. En mi defensa alegaré que me había olvidado del Torneo por completo, y escribí esto a la una de la madrugada del último día de plazo tras estudiar dos exámenes enteritos (gracias, Griffin, por recordármelo). Cumplir, lo que es cumplir, considero que he cumplido, aunque sea con esta patata xD
Un abrazo enorme,
MA.B
