¡Hola! Seguramente no me conozcáis, ya que es el primer fanfic que escribo aquí, en este fandom. Tras leer el, en mi opinión, terrible final de Bleach, no podía quedarme con los brazos cruzados. Me gustaría escribir una historia mucho más extensa, pero últimamente no voy a poder dedicarme a FanFiction continuamente, así que debo conformarme con esto. En fin, espero que os guste.

Bleach no me pertenece, es obra de Tite Kubo.


Kuchiki Rukia no imagina las noches sin Kurosaki Ichigo y sus músculos de escándalo, así como sus abrazos y tiernos besos al despertar muy temprano. Se pregunta, una y otra vez, qué habría sido de ella sin el hombre de sus sueños; sin Ichigo. Seguramente tendría una vida aburrida y monótona, llena de tristeza y melancolía.

Todavía no asimila que estén juntos, como pareja. Hay mujeres mucho más bellas que ella. Por ejemplo: a diferencia de Rukia, Orihime tiene un cuerpo de escándalo y una personalidad amable y femenina. No entiende al pelinaranja, pero, de todos modos, está contenta con el resultado. Prefiere su vida así como está, compartiéndola con él. Pide que se mantenga así, por muchos años más.

Un día normal y corriente, la pelinegra fue de compras con Orihime. Se sintió más vacía que nunca. Las miradas y piropos que lanzaban numerosos hombres no se detenían ni un segundo, y ninguno iba dirigido a Rukia. Era la sombra de la simpática chica, opacada por ella misma.

Es por eso, que no entiende la elección de su novio y también actual esposo, así que, decide salir de dudas de una vez por todas:

—¿Por qué me escogiste a mí? —preguntó de repente, ganándose una mirada de desconcierto total por parte del pelinaranja—. Orihime es una chica preciosa y amable, una mujer perfecta...

Ichigo suspiró pesadamente, harto de los pensamientos negativos de su esposa, y la envolvió delicadamente en sus brazos, aspirando su aroma.

—Inoue no es como tú, enana —repartió besos por su nuca—. Me gustas porque eres tú.

Rukia sigue sin entender, pero lo acepta y sonríe. Aún así, la duda sigue ahí. No desaparece y el vacío en su corazón le pide a gritos una respuesta clara.

El tiempo para la pelinegra ha pasado volando, y ahora no puede creer que tenga su nuevo hijo en sus brazos. Ha heredado sus propios ojos violetas intensos y el pelo naranja travieso de su padre. Un bebé precioso con genes fantásticos, como sus padres.

Ichigo observa a su mujer y a su hijo; su familia. No se ha sentido más feliz en su vida.

—¿Quieres cogerlo? —pregunta, agotada, tras ver el rostro atento lleno de emociones de su esposo.

—Por supuesto. —dice con determinación, observando embobado a su hijo. Lo coge con mucha delicadeza, sin apartar los ojos de él—. Me gusta Ichiru.

Rukia ríe feliz, y al pelinaranja le parece la risa más bonita y sincera que ha escuchado en su vida.

—Qué original, me gusta. —apoya su opinión, sonriente.

—¿Te gusta a ti, pequeñín? —pregunta, meciendo a su hijo ya dormido—. Me encantaría si fuera como su madre también.

—¿Que sea como yo? —se señala a sí misma, sorprendida.

Ichigo sonríe, y la mira a los ojos fijamente. Sus ojos brillan como nunca.

—Adoro tu personalidad y todo de ti. —admite, sin importarle lo vergonzoso que pueda sonar.

La pelinegra aguanta las ganas de llorar por la emoción, y agradece, de todo corazón, su fantástica vida. Para Ichigo, ella es increíble.


Increíblemente OoC, pero quería hacer algo muy emotivo. ¡Espero que os haya gustado! Un abrazo muy grande y gracias por leer. Acepto opiniones y correcciones.

Bye-bye!