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VACACIONES FORZADAS
1. Primer Paso
Nieve… frío… fría nieve… frío… en mi corazón…
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Por alguna misteriosa razón la tristeza envolvió a la mansión Kuchiki ese invierno. Durante los últimos tres años el invierno había sido la época del año más añorada en la casa pues el frío los obligaba a permanecer juntos bajo la protección de la cálida chimenea… pero ese año no sucedió. Kuchiki Byakuya, exitoso hombre de negocios se disponía a subir las pulcras escaleras de madera que se encontraban en medio de la sala principal cuando uno de los sirvientes le informó que le habían llamado de la oficina como 15 veces, él solo se limitó a suspirar y pedirle al empleado que el subiera una taza de café pues empezaba a sentir los párpados pesados y lo último que deseaba en esos momentos era quedarse dormido. Subió lentamente las escaleras, como si se tratara de una marcha lenta y nostálgica, como si sintiera el dolor de la persona que lo esperaba arriba, y en parte era así. Respiró hondo antes de abrir la segunda puerta de la derecha, deseando que por un momento tras esa puerta estuvieran todos sus sueños con la misma feliz sonrisa de meses atrás, pero no. La habitación lucía aún más apagada y sombría que el día anterior. Caminó hacia la cama y solo cuando estuvo cerca pudo divisar la ahora frágil y pálida figura que dormitaba. Acomodó la silla lo más cerca posible evitando hacer ruido y cerró los ojos.
- "Volviste", le susurró una voz tan tenue que parecía apunto de extinguirse.
- "Lo siento, no quería despertarte, Hisana", respondió Byakuya tomándole tierna y delicadamente la mano.
- "¿Como estuvo el trabajo?", preguntó ella, tratando de oírse animada.
- "Bien", fue lo único que le dijo mientras desviaba la mirada, tratando de ocultar su mentira. Si ella supiera la angustia terrible que estaba sintiendo al verla desvanecerse día a día ante sus ojos sin ser capaz de hacer nada para evitarlo. Si ella supiera la culpa que esto le causaba. Si ella supiera que por esa culpa y esa tristeza había dejado de ir a la oficina desde hace ya un par de semanas y que cada mañana salía a recorrer alguno de los lugares que en algún momento le dieron recuerdos felices a los dos. Si ella supiera…
- "Rukia llamó por la mañana", haciendo un esfuerzo por sentarse, "me preguntó si me sentía bien y le dije que estaba resfriada, pero creo que sospecha algo".
- "Creo que ella debería saber de tu estado".
- "No… ella dejaría todo y vendría para aquí de inmediato", haciendo un esfuerzo por mantener la respiración, "ya hemos hablado de eso antes, Byakuya".
- "Ella me culpará cuando se entere y-".
- "Perdóname", le interrumpió ella, "He sido muy egoísta, "¿Podrás perdonarme algún día?"
- "Shhh", la calló sutilmente, "Descansa, mi querida Hisana", y la arropó observándola cada segundo, mientras ella se quedaba dormida, temiendo que fuera la última vez, la última conversación.
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En el otro extremo de la ciudad, dos amigas recorrían varias tiendas buscando una tiara.
- "¿No crees que debiste elegir una antes?" – Preguntó la más alta.
- "Si, pero…", luchando inútilmente por ocultar el rubor de vergüenza que se asomaba en sus mejillas, "Habían tantas que no supe por cual decidirme".
- "Y pensaste que sería mejor dejarlo para el último momento", con un marcado tono sarcástico en su voz.
- "Discúlpame, Yoruichi", realmente se sentía mal por poner a su mejor amiga en similar apuro, aunque sabía que existían otras razones.
Yoruichi suspiró.
- "Shaolin, hemos sido amigas desde niñas… prácticamente somos como hermanas y", respirando hondo para armarse de valor, "sabes perfectamente que no estoy de acuerdo con esto", al ver la expresión de súplica en el rostro de su amiga, "pero es la verdad".
- "Por favor, hoy no Yoruichi", suplicó mientras se detenía frente al aparador de una joyería.
- "¿Realmente estás segura de que vas a hacer? Es que… apenas y acabas de terminar la universidad y él, no es precisamente de mi agrado".
Ahora fue Shaolin quién suspiró.
- "Pero me gusta, y él me quiere también", contemplando con interés una de las tres tiaras de la vitrina, "Esto es muy importante para mi y me gustaría que por esta vez dejaras a un lado tus opiniones personales, por favor".
- "Espero equivocarme pero aún tengo ese mal presentimiento", percatándose del marcado interés de su amiga por la tiara plateado con perlas, "¿Te gusta esa?", señalándola con un dedo.
- "Si, pero, ¿Has visto el precio?", con un rastro de desilusión en su rostro.
- "Pues", sacando el móvil de su bolso, "Tal vez si converso con algunas amistades pueda conseguir que te la den a crédito", sonriendo al ver la expresión de sorpresa en el rostro de Shaolin, "No, tonta, te la pienso obsequiar como regalo de bodas, ¿No has oído eso de que la novia debe tener algo nuevo, algo usado y algo prestado? Esa tiara será lo nuevo que lleves a tu boda", sonrió al ver la expresión de gratitud y el brillo en los ojos de su amiga y deseó que su mal presentimiento no se cumpliera.
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Dos días después…
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De haber sabido que esa sería la última vez que la vería sonreír, no habría permitido que ella se durmiera, y ahora se sentía como un muñeco de cera en medio de todas aquellas personas que lloraban y se le acercaban para darle el pésame. Porque ahora y no antes, cuando Hisana moría lentamente… porque solo hasta ahora, cuando no había nada más que hacer, cuando la muerte había chasqueado los dedos para arrebatarle para siempre la razón de su vida.
No tenía idea del tiempo que llevaba ahí de pie, frente al frío contenedor donde yacía ella, durmiendo placidamente un largo sueño. No desvió su mirada a pesar que sintió una mano apoyarse sobre su hombro… "Es hora", oyó decir pero ni siquiera entonces quiso alejar su mirada del lugar en donde ella estaba.
El camino se hizo lento y penoso. El cielo nublado solo reforzaba la sensación de vacío que lo embargaba, y las solitarias calles eran un reflejo de su alma. Seguramente en esos momentos muchas personas estarían refugiadas en sus casas, escapando del frío, felices al calor de alguna chimenea encendida. Y a pesar de sentir tanto dolor él no era capaz de derramar ni una sola lágrima… "¿Por qué?"
Observó como lentamente el motor de su vida era cubierta por capas de tierra, hasta desaparecer de su vista. "¿Acaso creían que ocultándola de su vista podrían apaciguar el dolor de su corazón?". No. No se puede borrar el recuerdo de una persona solo escondiéndola o quitándola de enfrente de uno, en verdad, se necesita más que eso. Y entonces no pudo más. Antes que todos volvieran a formarse en fila siguiendo el protocolo de ese tipo de ceremonias para pedirle que los supere, que siga adelante y demás formalismos decidió simplemente alejarse de allí, a pesar del llamado de la única persona que sufría casi igual que él.
Y aunque el más difícil fue el primer paso que daría solo, caminó. Caminó a través de la nieve en la que se hundían sus pies, tratando de huir que aquella desolación y entonces, el cielo quiso burlarse aún un poco más de él: blancos y fríos copos de nieve descendieron. Ironía. Crueldad. Que precisamente el día en que se despediría de Hisana hasta la otra vida, fuera similar al día en que la conoció. Era enero y el frío del invierno dañó su coche y tuvo que caminar en busca de un refugio y entonces sus miradas se cruzaron, bajo esos copos de nieve ella parecía aún más hermosa…
Sintió que algo le golpeó a la altura del brazo, y sus ojos se cruzaron fugazmente con otros igual de vacíos que los suyos en aquel momento. Hubo algo más que llamó su atención, pero aquella misteriosa aparición se alejó tan rápido como llegó. Tal vez su imaginación le jugaba una mala pasada. Respiró hondo sintiendo el frío apuñalar sus pulmones y continuó su peregrinación bajo la nieve, convencido de que nunca volvería a ser feliz, que nadie ocuparía el lugar de Hisana en su corazón.
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Se suponía que ese sería el día más feliz de su vida, que después de la ceremonia de rigor celebraría con sus amigos (pocos pero amigos al fin) y daría inicio una vida llena de dicha y felicidad. Su vida. Pero no fue así.
Debió sospechar algo cunado un día antes al hablar con él parecía pensativo, distraído, pero lo excusó creyendo que eran los nervios previos antes del evento de sus vidas. Debió, tal vez, escuchar las palabras de su mejor amiga, que insistía en que él no le daba buena espina, pero no lo hizo porque lo amaba. Por eso, no pudo creer que al llegar a la Iglesia él no estuviera ahí. No. Seguramente la nieve que cayó la noche anterior retrasó su llegada, o tal vez las ansias le hicieron llegar a ella más temprano, y por eso decidió dar otra vuelta, y otra y otra… hasta que finalmente se dio cuenta que él no vendría.
Entonces se sintió ridícula. Con ese vestido blanco, el velo y la tiara en el cabello. Con esa mirada de ilusión con la que esperó hasta que era mas que evidente que la habían dejado sola a pie del altar. Era tan tonta que no pudo creer que él no había llegado y entró corriendo a la iglesia, solo para confirmar que no había nadie esperándola frente al altar. Yoruichi intentó confortarla, pero ya era tarde. Podía oír los rumores y sentir el peso de las miradas puestas sobre ella. Y no pudo más. Retrocedió y del mismo modo en que entró, abandonó aquel lugar, corriendo. Solo que ahora no buscaba a aquel que acababa de romper su corazón y hacer añicos sus ilusiones. No. Ahora ella huía de la vergüenza y el dolor. Mientras bajaba las escalinatas de piedra de aquel lugar sagrado arrancó en velo y la tiara de su cabello y los arrojó con violencia, como culpándolos de su desdicha, y siguió corriendo por calles y calles.
Y aún cuando su corazón estaba destrozado, no fue capaz de derramar ni una sola lágrima. O tal vez el cielo se compadeció de ella y lloró en su lugar a través de los copos de nieve que empezaron a caer.
En ese momento disminuyó un poco el paso. Hace un buen rato que dejó de oír la voz de Yoruichi llamándola y ahora ese frío que calaba su piel parecía ser su único consuelo. Fue entonces que sintió que golpeaba algo. Miró de reojo y se encontró con unos ojos tan vacíos como los suyos, e igual de grises, y por un momento creyó que se reflejaba en un espejo. Pero no quiso ver más y siguió su camino, en medio de la nieve, con su vestido blanco y sus ilusiones hechas trizas, jurándose así misma cerrar su corazón y no permitir a nadie lastirmarla de esa forma nunca más.
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NA: Pues… es un fic con un poco de todo (se que empieza triste, pero no lo será del todo). Una parte la escribí hace semanas, pero no tenía la inspiración para concretarla hasta hoy, que sentí tanto dolor que finalmente pude escribirla como se debe.
Maryeli
06 de Agosto del 2010
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NEXT…
Segundo Paso
"¿Vacaciones yo? No, no es necesario"
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