¡Hola a todos! Este es mi primer fanfic de TWD, anteriormente se me habían ocurrido algunas ideas pero nunca llegué a concluirlas xD ¿Alguna vez quisieron estar dentro de la serie y pertenecer al grupo de Rick? Yo también.
Tomo como base el último capítulo de la temporada 6 y el primero de la 7, a partir de ahí la trama será distinta (en parte porque no han salido los demás capítulos y porque no he terminado de leer el comic xD).
Vamos a ello. Espero que les guste. ¡Hasta pronto!
Los personajes de The Walking Dead no me pertenecen.
BIENVENIDA AL GRUPO
Capítulo 1: El grupo deshecho.
Corría tan rápido como me lo permitían mis piernas. Las lágrimas empañaban mis ojos y las limpié con furia. No sabía hacia donde iba, ni por qué motivo. Sólo quería salir de ahí. Uno de esos monstruos chocó conmigo y me hizo caer. La parte inferior de su mandíbula estaba deshecha y tenía las tripas de fuera. Se acercó haciendo extraños sonidos y retrocedí en la tierra hasta ponerme de pie. Parecía que era el único. Saqué un cuchillo de mi cinturón y lo enterré en la parte lateral de su cráneo. Cayó doblemente muerto enfrente de mí. El olor era nauseabundo; vomité lo último que había comido.
No de nuevo.
Tomé un trago de agua y volví a guardar la botella. Me estaba quedando sin provisiones ya que nuestro campamento improvisado había sido destruido por esos monstruos. Jordan había hecho lo posible por detenerlos para que yo pudiera escapar. Lo último que pude ver antes de salir de ahí fue cómo seis de ellos mordían su cuello, brazos y piernas. Estaba perdido.
Ya había anochecido. Si no encontraba un refugio pronto, no sobreviviría la noche. No tenía linterna, comida ni municiones. Escuché pasos y voces y me puse al acecho. Los monstruos no hablaban, tenían que ser personas. Tal vez incluso tuvieran algún campamento. Me acerqué lentamente a donde provenían, para observarlos primero. No estaba dispuesta a correr el riesgo de que fueran algún grupo de maníacos. Eran cinco a seis de ellos y llevaban a alguien en una camilla. Ahora sí lo había visto todo. Vivíamos en un mundo que se había ido a carajo y ellos se tomaban el lujo de velar por sus enfermos. Eso hablaba bien de ellos, pero no podía dejarme guiar por las apariencias. Algunos de ellos cargaban armas de alto calibre, sería mejor observarlos un poco más.
Un lejano coro de silbidos hizo que su grupo se tensara. Aún no me habían visto, así que permanecí oculta. ¿Estarían en peligro? Caminaron más aprisa conforme los silbidos se intensificaban. Quise gritarles que esperaran, pero si estaban huyendo de algo o alguien, lo mejor sería no intervenir, además de que no quería que me descubrieran todavía.
Me costó trabajo no perderlos de vista y al mismo tiempo permanecer escondida entre los árboles. Estaban alejándose más y más, no quería quedarme sola. Estuve a punto de gritarles que se detuvieran y me llevaran con ellos, pero alguien encendió un montón de luces. Me quedé rezagada para ver lo que iba a ocurrir. El grupo había llegado a un claro dónde cerca de cincuenta personas y vehículos formaban un semicírculo. Todos ellos iban armados y silbaban eufóricamente. El grupo de la camilla se detuvo a observar a su alrededor. Parecían leones enjaulados.
El grupo que los rodeaba los despojó de sus armas, los otros parecían fuertes, pero no pudieron hacer nada para evitarlo, no en esa situación. Bajaron a la persona de la camilla, se veía bastante jodido. Desde la distancia no alcanzaba a distinguir si era un chico o una chica, pues llevaba el cabello bastante corto. Pusieron a todos de rodillas en una fila, ¿qué estaban tramando? Uno de ellos sacó a dos hombres y dos mujeres de una camioneta, pronto, todos ellos se unieron a los que estaban de rodillas. Seguramente se conocían.
Un hombre con chaqueta de cuero y un bate salió de una caravana y comenzó a caminar frente a ellos. Supuse que era el líder. No alcanzaba a escuchar su conversación, y eso me estaba desesperando por no saber qué demonios estaba pasando. Con todas esas personas aglomeradas en un solo lugar, los estúpidos silbidos y las luces atraerían a todos los monstruos del bosque. Volteé a mi alrededor para asegurarme de que no hubiera alguno cerca, pero sabía que era cuestión de tiempo.
El hombre del bate siguió caminando y se detuvo frente a uno de ellos. Otro chico saltó frente a él y rápidamente lo apalearon en el piso. Los iban a matar a todos ellos, estaba segura. ¿Qué habían hecho? ¿Por qué no se defendían? Sería mejor irme de ahí y no tener nada que ver con ninguno de ellos. Me arrastré en la tierra para no hacer ruido cuando escuché ramas crujiendo en mi dirección. Maldición, era uno de esos monstruos. Si me movía para matarlo, me descubrirían, pero si no hacía nada me convertiría en su alimento. ¿Qué debía hacer? Una flecha se incrustó en su ojo y el cuerpo cayó encima de mí, goteando sangre y putrefacción.
-¿Qué fue eso? –escuché.
-Un bastardo de esos, Negan está haciendo mucho ruido, y las luces los atraen. Espero que termine toda esta mierda de una buena vez –contestó otra voz.
Así que Negan era su nombre. Pues bien, estaba de acuerdo con el segundo hombre que habló. Tenía que terminar todo ese numerito de una vez o llegarían por montones y entonces la cosa se pondría muy, muy fea. El ruido del golpe me hizo girarme hacia el grupo. El hombre llamado Negan le había pegado con el bate al pelirrojo. ¡Maldición! Una, dos, tres, siete veces. Sus sesos quedaron esparcidos por el suelo y sólo pude taparme la boca para no gritar. ¿Qué carajos había pasado? No se suponía que entre supervivientes se mataran. El mundo estaba realmente muy jodido. Desde que todo esto empezó lo único que hice fue correr de los caníbales, olvidándome de lo que hacía la gente racional contra sus semejantes.
Ahora lo había comprobado, estaban locos, estaban sedientos de sangre y habían matado a un hombre sin ningún remordimiento. ¿Qué debía hacer? Las probabilidades de escapar estando en shock eran muy pocas. No alcanzaría a dar ni dos pasos antes de que me descubrieran y me hicieran lo mismo. Decidí esperar. No podían quedarse ahí para toda la vida, en algún momento tendrían que irse y entonces podría escapar.
Sus reacciones no tenían precio. Pensé que iban a tomar venganza o algo, pero permanecieron inmóviles. Uno de ellos se levantó y le dio un golpe a Negan. Creo que fue un error, lo tumbaron al suelo y le apuntaron con todo tipo de armas. Iban a matarlo también. ¿Qué clase de masacre era aquella? Negan caminó un poco más entre ellos, diciéndoles algo. Se giró de repente y le dio un batazo a otro de ellos. Su ojo izquierdo saltó de su cuenca dando un espectáculo macabro. El cráneo le quedó hundido y finalmente Negan terminó con su miseria. Afortunadamente no tenía nada más en el estómago, por lo que no pude vomitar.
Comencé a sentirme mareada, no sabía cuánto tiempo llevaba escondida, y las cosas no parecían ir más rápido. Negan se llevó al que parecía ser el líder del grupo y lo subió a la caravana. Emprendieron marcha ellos dos solos mientras los demás permanecían en la misma posición. No me sentía cansada, pero quería irme de ahí lo más pronto posible. Estaba segura que algún bastardo me encontraría tarde o temprano.
Supuse que pasaron algunas horas porque el día comenzaba a clarear. Malas noticias, si no me habían visto se debía a la negrura de la noche. El resto del grupo paseaba entre los que estaban arrodillados. Algunos se recargaban en sus camionetas y charlaban animadamente, como si no hubiera dos humanos con el cráneo deshecho justo frente a ellos. Me dio asco la situación.
En ese momento regresó la caravana y Negan sacó al otro hombre casi a rastras. Al menos seguía vivo. Tal vez los dejarían ir con una especie de advertencia.
Por favor, que termine pronto.
Un chico no mucho más joven que yo se puso de pie y se acercó a Negan. El resto de sus hombres les apuntaron a los demás con armas. Por favor no los maten, pensé. Negan le puso un cinturón al chico en el antebrazo y lo hizo tumbarse de cara al piso. No iba a cortárselo, ¿o sí?
No, era mucho peor. Iba a hacer que uno mismo de su grupo lo hiciera. ¡Vaya cobarde! Tenía que hacer algo, tenía que cambiar de opinión. Era sólo un chico, no podía hacerle aquello sin ninguna clase de remordimiento. El hombre ya había levantado el hacha y estaba a punto de cortar el brazo cuando Negan lo detuvo. Sentí que el alma volvió a mi cuerpo. Al final no pudo hacerlo. Me iba a dar un infarto si me daban otro susto como aquellos.
Extrañamente, sentía empatía por el grupo del chico. No tenía idea de por qué estaban ahí, pero no podían ser tan malas personas cuando estaban siendo torturados por animales como Negan.
Luego de un momento el grupo volvió a sus camionetas y se llevaron a otro hombre de pelo largo enmarañado. Aparte de todo, un secuestro. Seguro se lo llevaron como garantía. Todos se treparon a sus vehículos y los dejaron ahí con sus amigos muertos.
Maldición.
Me levanté lentamente y me acerqué a ellos en silencio. Al parecer no notaron mi presencia.
-Hola, yo…
El hombre del hacha me tomó del cuello y me estampó contra un árbol.
-¿Vienes por alguien más?
-No, yo sólo…
-Papá, no creo que sea una de ellos –habló el chico.
-No estoy con nadie, lo juro –repliqué.
-¿Qué mierda haces aquí, entonces?
-También perdí a alguien querido.
Paseé la mirada por el grupo. Sin contar al pelirrojo, al chico de pelo negro y al que se llevaron, eran ocho de ellos. El chico tenía una venda que le cubría el ojo.
-¿Ellos te hicieron eso?
Negó con la cabeza.
-¿Quién eres? –preguntó una mujer de piel negra con rastas.
-Soy Sara. Vi todo lo que sucedió. Los seguí desde que iban por el bosque cargando a alguien en una camilla.
-Así que eres una espía.
-No, no soy una maldita espía. Mi novio y yo teníamos un campamento. Pero fuimos atacados por los monstruos y…
-¿Monstruos? ¿Te refieres a los caminantes? –preguntó el hombre del hacha.
Pensándolo bien, "caminantes" era un mejor nombre para definirlos. Decir "monstruos" sonaba bastante infantil y estúpido.
-Sí, caminantes. Jordan no sobrevivió y escapé. Después los encontré y los seguí en silencio. El hombre del bate…Negan…él…
-¿Lo conoces? –afianzó el agarre del hacha. Le aparté la mano enfadada.
-Ya te dije que no. Jamás lo había visto en mi vida.
-Michonne, revísala.
La mujer de rastas me quitó el cuchillo y mi mochila, esparciendo luego mis cosas por el suelo.
-Tiene un arma –dijo.
-Me quedé sin municiones desde hace semanas.
-No tiene la marca de las armas de Negan.
Sacó mi botella de agua, un poco de comida enlatada que habíamos encontrado Jordan y yo, vendas y una fotografía de mis padres.
-¿Tienen un campamento? Lo único que teníamos era una tienda y un cobertor. Vivíamos al día. Jordan no era muy buen cazador, pero de vez en cuando comíamos conejos o ardillas que se quedaban atrapadas en alguna trampa. Por lo demás, vivíamos de bayas, raíces y nueces.
-Será mejor que te vayas por donde viniste -sentenció.
-¿Qué? No, espera. Llévenme con ustedes, por favor.
-Largo de aquí, niña. Busca tu propio campamento –exclamó la otra mujer de piel oscura.
-No hay nada ahí afuera para mí. Son mi única esperanza.
El chico me entregó mi mochila y los demás se levantaron en silencio.
-Puedo ayudarlos a enterrarlos. Jordan y yo jamás quemamos a nuestros seres queridos. Sólo a los caminantes.
-Nosotros hacemos lo mismo –respondió el chico.
Recogieron a sus muertos y los metieron a la caravana. Todo había sido inútil. No los culpaba por no confiar en mí, pero me dolía que no me dieran ni siquiera una oportunidad.
La caravana se alejó lentamente y me quedé de pie en el claro, con mis pensamientos y el recuerdo de Jordan y los dos hombres muriendo espantosamente.
Ellos culpaban a Negan, ¿pero yo? ¿A quién podía culpar?
La caravana se detuvo a unos metros y el chico de la venda en el ojo salió corriendo.
-¡Hey! ¿Todavía quieres venir con nosotros?
Sonreí y me eché a correr hacia ellos. Entré en la caravana y emprendimos camino hacia su campamento. No sabía por qué estaba confiando en ellos cuando no tenía idea del conflicto en el que estaban metidos, pero tenía un buen presentimiento. Y rara vez mi sexto sentido me había traicionado.
Continuará…
Bien, es todo por hoy. El capítulo estuvo cortito, pero espero que les haya gustado jaja. Gracias por leer, el próximo será un poco más largo. ¡Bye bye!
