*Se tapa la cara de vergüenza* ¡Hola! ¿me recuerdan? Pues, al parecer Ron y Hermione me recordaban muy poco porque descortésmente abandonaron mi inspiración y no podía escribir nada sobre ellos :( Entonces, de repente sale una noticia de que Rowling dijo no se que tantas tonterías de que se equivocó, que no deberían estar juntos, que Hermy debió estar con Harry y yo... ¿¡WTF?! y de repente recordé cuanto amo esta pareja, pero aun así en vez de llegar ellos a mi mente llegaban sus hijos y demás integrantes de la 3 generación (son bienvenidos al fic de Aurea Pergamena, por cierto)... Y un día, de repente, Ron y Hermy volvieron y se instalaron con esta idea en mi cabeza.

Espero les guste.

Harry Potter y todos sus personajes no me pertenecen, son de J.K. Rowling que por alguna razón ha decidido arrepentirse de crear a la mejor pareja en el mundo de la literatura fantástica.


Complicado.

1. Quiebre

En la vida hay cosas mucho peores que una pelea entre dos enamorados.

— ¡…me hablas como si no estuviera escuchándote! ¡No fue mi culpa que…!

— ¡…es que siempre te repito lo mismo y nunca me haces caso!

Sin embargo, parecía que ese día el mundo entero iba a acabarse y que todo el caos iba a colapsar dentro del número 12 de Grimmauld Place. Era una suerte que años atrás, el retrato de Walburga Black hubiera sido retirado del salón, porque si no hubieran sido tres las voces que gritaban histéricas dentro de la residencia escondida para los muggles.

Hermione resopló muy fuerte y se recargó en el sofá. Ron cruzó los brazos y desvió la mirada.

Había pasado más de un año desde la caótica batalla en la que ambos, desesperados y heridos, habían expresado su amor en medio de explosiones y hechizos asesinos. Después de pláticas incomodas y confesiones acompañadas de sonrojos, ambos habían entablado una relación que perduro incluso cuando Hermione regresó a Hogwarts y Ron comenzó a ayudarle a George en Sortilegios Weasley mientras estudiaba para convertirse en auror.

Durante esa época solo podían verse en las visitas que los alumnos de Hogwarts hacían a Hogsmade y era tan poco el tiempo que tenían para estar juntos que todo era maravilloso, romántico y ambos casi podían escuchar el canto de los pajaritos cada vez que se tomaban de las manos.

Con la graduación de Hermione y el ingreso de Ron en la Academia de Aurores, las cosas se habían puesto mucho más fáciles… Únicamente en cuanto al tiempo se refería, claro.

Y es que, gracias al entusiasmo de poder incluir al fin la palabra "novios" en su relación, ambos habían olvidado un detalle muy importante.

Peleaban.

Ellos dos peleaban. A cada rato. Todo el tiempo. Siempre.

Ron y Hermione eran dos personas que parecían estar diseñadas para discutir el uno con el otro, eso todo el mundo lo sabía. Eran demasiado diferentes como para llevar una relación en la que todo fuera paz y armonía, porque a ninguno se le daba bien eso de contenerse cuando algo no le parecía.

Todo lo demás estaba bien. Perfectamente bien.

La transición de "amigos" a "algo más" les había resultado sorprendentemente fácil de llevar. Resultaba gratificante conversar sobre temas que no tenían nada que ver con la seguridad de Harry Potter, y besarse o tener algún contacto físico no resultaba para nada incomodo…

De hecho esa parte era buena. Muy buena.

Así que el único problema que verdaderamente habían tenido que enfrentar era ese.

Ellos dos peleaban. A cada rato. Todo el tiempo. Siempre.

¡En especial ahora que tenían más tiempo para estar juntos! Era increíble como las discusiones cada vez se volvían más constantes y ridículas.

—No tendrías por qué estar molesta —masculló Ron entre dientes.

—Tú no tendrías por qué ponerte así —rebatió Hermione soltando un bufido.

Aquel lluvioso día de octubre, los dos habían quedado en el Callejón Diagon para almorzar muy temprano, ya que durante el resto del día estarían bastante ocupados.

Hermione había llegado con minutos de anticipación a la cita, como de costumbre, y como Ron no aparecía por ningún lado, decidió ir a Flourish y Blotts a comprar el libro "La historia detrás de la leyenda en la magia" que recién había salido al mercado y que ella se moría por tener.

Se había tardado un poco más de lo esperado, gracias a la enorme fila de brujas y magos que buscaban comprar el libro antes que nadie, y para cuando al fin pudo volver al restaurante, Ron ya estaba esperándola en la entrada.

Resultó que se había retrasado gracias al viejo Kreacher, que había prendido fuego accidentalmente en la cocina de Grimmauld Place. Entre él y Harry (ambos vivían en ese lugar desde que la guerra había terminado) habían apagado el incendio y Ron prácticamente había salido corriendo de la casa, creyendo que Hermione estaría molesta por la tardanza.

Ella le explicó el asunto del libro y ambos se disponían a entrar al restaurante para desayunar sin más complicaciones, cuando el mesero (que ya los conocía de antemano y sabía lo que seguramente iban a ordenar) les informó que los calderos de chocolate, que tanto le gustaban a Ron, se habían terminado hace pocos minutos.

Aquello fue como un balde de agua fría para el estómago del muchacho, que tomó a su novia de la mano y salió del lugar sin decir una palabra más.

Ambos recorrieron casi la mitad del callejón, de local en local, buscando los benditos calderos y no dejaron de caminar hasta que Hermione revisó su reloj. Ya no les quedaba mucho tiempo libre y todavía no habían probado bocado.

Ron estaba enfurruñado, pero seguramente Hermione habría podido mantener la calma, sino hubiera sido por un pequeño detalle… La bolsa de plástico en donde había guardado "La historia detrás de la leyenda en la magia" había desaparecido, olvidada en alguno de los tantos locales que habían visitado.

Y gracias a esa serie de acontecimientos, ambos habían terminado envueltos en una batalla campal a la mitad del salón del número 12 de Grimmauld Place, retrasados, hambrientos, sin libro nuevo y sin calderos de chocolate, gritándose y rebatiendo argumentos, como si su vida dependiera de ello.

—Ya debo irme —dijo Hermione tomando su bolso.

—Yo también debo irme —Ron entrecerró los ojos—. Y sin embargo, aquí estoy, ¿no? Siempre haces lo mismo…

— ¿Y qué quieres que haga? —exclamó Hermione volviéndose—. ¿Quieres que me quede aquí discutiendo contigo? De todos modos, no vas a aceptar que…

— ¡No fue mi culpa que el dichoso libro se te perdiera!

— ¡Por supuesto que no! ¡Nunca es tu culpa! Pero, no fui yo la que insistió en recorrer todo el callejón para encontrar…

— ¡No tendríamos que haber buscado los calderos si no me hubieras dejado esperándote, en primer lugar!

— ¡Si tu hubieras llegado a la hora que se suponía, yo no habría tenido que ir a buscar el libro que…!

— ¡Llegaste más temprano de lo que acordamos! ¡Siempre haces lo mismo! ¿Cómo voy a saber yo que…?

— ¡Llegue temprano porque quería aprovechar el tiempo! ¡No fui yo la que…!

— ¡No fue mi intención! ¡No puedes culparme de…!

— ¿Sabes qué? Estoy verdaderamente cansada, Ronald.

—Pues, yo igual.

Tal vez fue porque ella lo llamó por su nombre completo. Tal vez fue por la frialdad con la que él había pronunciado esas palabras. No importaba. El ambiente se había vuelto mucho más tenso que antes. Los dos habían dejado de gritar y eso solo podía significar una cosa: Estaban furiosos el uno con el otro.

Estaban cansados.

— ¿Por qué siempre es lo mismo? —preguntó Hermione mordiéndose el labio. Ron la miró sin comprender—. ¡Esto! Nuestras discusiones se han vuelto… No lo sé… Estas últimas semanas han sido tan… Cada vez discutimos más y más, y yo ya no quiero… Tal vez…

— ¿Tal vez qué? —preguntó Ron a la defensiva.

— ¡No lo sé! —Hermione se frotó las sienes—. ¿Qué estamos haciendo?

— ¿Con qué…?

— ¡Con nosotros! ¿Qué estamos haciendo tú y yo? Esto no está…

— ¿Qué? ¿No está funcionando? ¿Es eso lo que intentas decirme? —Ron se pasó una mano por el cabello, frustrado—. Si te es tan insoportable estar conmigo…

—Yo no dije eso —Hermione volvió a morderse el labio. La voz le tembló un poco.

—Pues, nunca te escucho quejarte de otras personas, pero de mí…

—Tal vez lo mismo que tú te quejas de mí.

Silencio.

—Necesito pensar —dijo Hermione acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Tu siempre necesitas pensar —comentó Ron sentándose en el sofá.

Silencio.

—Bueno, uno de nosotros debe hacerlo —dijo Hermione desviando la vista.

Silencio.

—Entonces, avísame cuando termines —Ron agachó la cabeza—. Tal vez sea bueno que mientras tanto… Tal vez deberíamos… Deberíamos tomarnos un tiempo para…

—Bien, estoy completamente de acuerdo —dijo Hermione con firmeza. Rápidamente se dio la vuelta, para que él no viera que sus ojos se habían puesto vidriosos—. Ya es tarde. Debo irme.

—S-si… —balbuceó Ron, impresionado por el poco efecto que sus palabras habían causado en ella—. Te acompaño a la puerta.

—Conozco el camino, gracias.

Hermione salió del salón a paso firme y en cuanto cruzó la puerta de entrada, se limpió dos lágrimas que imprudentemente habían escapado de sus ojos. Cruzó la calle y al no ver a ningún muggle cerca, agitó su varita y desapareció rumbo al Ministerio de Magia.

Ron se quedó sentado en el sofá, pálido y con la cabeza gacha. Pasados unos minutos se dirigió a la cocina y tomó un pedazo de tarta que estaba en la mesa, pero entonces se dio cuenta de que ya no tenía nada de hambre. Dejó el bocadillo, entró en la chimenea y lanzó los polvos flú que lo llevarían a la Academia de Aurores.

Y en ese momento, ambos pensaron que tal vez, el tomarse un tiempo era la mejor decisión que podían haber tomado. Las cosas estaban poniéndose difíciles. Muy difíciles. Tal vez lo que ellos tenían era una de esas relaciones que simplemente no podían funcionar. No porque ellos no lo quisieran, sino porque no estaban hechos el uno para el otro.

Así de simple.

Después de todo, ellos dos peleaban. A cada rato. Todo el tiempo. Siempre.

Y eso no iba a cambiar nunca.

Porque Ron era todo lo que Hermione no era y viceversa. Y aunque pusieran todo su empeño en arreglar las cosas, siempre iban a terminar igual. No podía ser de otra manera. Eran demasiado diferentes, demasiado opuestos como para llevar una relación normal, tranquila y estable.

Tal vez, solo tal vez… Deberían estar con otras personas más afines a ellos. Tal vez, así todo dejaría de ser tan complicado.


No, tranquilos. No termina aquí. Será algo así como un mini-fic :) Mis dedos están algo torpes con Ron y Hermione por ahora, así que no sean duros... ¿Terapia de pareja? ¿seriously Rowling? Aun no lo supero!

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