Todo a George R. R. Martin.

Este fic pertenece al reto #29 "Viñetas" del foro Alas Negras, Palabras Negras.


LEALTAD

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La reina llevaba en proceso de parto desde aquella mañana. Las parteras se aglomeraban en la habitación principal secándole el sudor y mandando a las demás sirvientas a buscar más agua caliente o alguna hierba. A Ser Willem no se le tenía permitido la entrada por no ser ni esposo o familiar de la reina, pero aun así se mantenía cerca de su puerta a la espera de algo… cualquier cosa que le diese significado a su cometido.

Un trueno retumbó en el cielo, iluminando todo el pasillo por apenas un segundo. Casi al mismo tiempo, la reina gimió de dolor. Ser Willem miró por la ventana, hacia donde el mar chocaba violentamente contra las orillas de la isla; Rocadragón no era una isla que elegiría para vivir, siempre oscura y fría y con aquella lluviecita molesta que adornaba todas las mañanas (junto con el cielo gris plomo y el susurro de las olas). En cambio, Darry, su hogar, siempre estaba soleada y el olor de la hierba fresca hacía de sus días casi un sueño.

Otro trueno hizo sobresaltarlo. ¿Dónde estaría el príncipe Viserys? «No, ahora es rey, el pequeño Viserys es rey». Cuervos con la noticia de que Tywin Lannister había saqueado Desembarco del Rey mientras el rey era atravesado por la espada dorada de su hijo, se hicieron dar a conocer muy rápidamente en todo el reino, incluso en aquella pequeña isla. Viserys estaría en su cuarto haciendo pucheros porque él no lo había dejado ir al pueblo aquel día, probablemente no supiese que su madre estaría dando a luz a un hermano o hermana en aquel momento.

Una partera salió de las habitaciones e hizo contacto con él.

― La reina Rhaella está a punto de dar a luz, necesito que evites el paso, no podemos tener a nadie entrando e interrumpiendo el ambiente, ¿entendido? ―Ser Willem asintió y logró murmurar algo.

Con el rey y Rhaegar muertos, el número total de Targaryen se reducían a dos, posiblemente tres si el nuevo heredero nacía vivo. «¿A quién serviré ahora? La reina estará muy debilitada y Viserys es apenas un niño». Jugueteó nerviosamente con un hilillo de su túnica, ¿qué pasaría si los rebeldes decidían tomar Rocadragón? El antiguo asentamiento de los dragones no estaba lo suficientemente fortificado ni preparado para un asedio por mar de los Redwyne… y los Velaryon se encontraba muy lejos y ocupados asediando Bastión de las Tormentas.

Tenía que planear un plan de escape en caso… en caso que lo peor llegase a pasar. Era el último caballero leal a los dragones y era su deber hacer todo lo posible para protegerlos. Mandó a una de las sirvientas a vigilar a Viserys mientras él montaba guardia en frente de los aposentos de la reina. «Jon se sentiría orgulloso de mí». Su hermano Jonothor, uno de los Guardias del rey Aerys, había ganado las espuelas antes que él y de forma mucho más vistosa en la guerra de los Reyes de Nuevepeniques ya por esto, el rey tuvo que aceptarlo dentro de su guardia.

Willem recordaba estar tan celoso de él. Su hermano mayor se había reído de él y dicho que al menos él sería capaz de casarse y tener una mujer. «Pero Jon ahora está enterrado en el Tridente y a mí me toca seguir con su deber». De nuevo, otro rayo iluminó el pasillo, pero esta vez todo estaba en silencio; se acercó a la habitación y solo escuchó los pasos de las parteras y un bebé hipeando.

Sin importarle nada, entró a la habitación. La reina Rhaella amamantaba al bebé con una sonrisa cansada en la cara.

― Se llama Daenerys ―dijo, con la voz ronca y gastada. Aun sonreía.

La reina Rhaella no vivió más de un mes, el maestre de Rocadragón murmuraba algo sobre fiebres y las parteras sobre demonios, pero lo que a Willem le interesaba oír era a qué tiempo llegaría Stannis Baratheon con su flota. «Los rebelde están ganando, Robert Baratheon se sienta en el trono y su hermano viene a capturar los últimos obstáculos». La pequeña Daenerys presentaba todos los rasgos típicos Targaryen y compartía con su hermano la misma mirada. El pobre Viserys no se había recuperado de la muerte de su madre, gritaba y destrozaba la habitación todas las noches; algunas veces se escuchaban sus sollozos en las piedras del castillo y otras, era la bebé que chillaba más duro aún. Él era el único que quedaba para cuidarlos, pero no podía soportarlos tenerlos cerca a ninguno de los dos.

A Daenerys le llevó una ama de cría y a Viserys una espada y la corona de su madre. Sí, estaba todavía pequeño, pero la reliquia familiar le tranquilizaría al menos por un rato.

Con uno de los botes de los Velaryon que escaparon y fueron a la isla a llorar a su reina, hizo todo lo posible para equiparlo con todas las comodidades dignas de la casa real. El barco no era mucho, sin embargo, bastaría para llevarlos hasta Braavos y de allí conseguirían el favor de algún arcón. Ser Willem se lo imaginaba a la perfección: dentro de unos meses, las Casas de Poniente se darían cuenta que el Usurpador no era digno de gobernar y vendrían pidiendo de rodillas a que Viserys fuese su rey. Hasta entonces, Ser Willem cuidaría a su princesita y a su legítimo rey.