Bienvenidos otra vez. Estoy muy contenta por iniciar esta historia, espero que sea mucho mejor que la anterior. La anterior aún me falta el último capítulo, que intentaré subir lo antes posible, pero ahora estamos con esta serie. Por suerte para vosotros tengo cinco capítulos escritos y los subiré cada dos días en principio. Si veo por las lecturas y por vuestros reviews, fav y esas cosas que os gustan lo subiré antes. Y ya os dejo disfrutar de la historia, "Louder". :)

P.D. DISCLAIMER, NO ME PERTENECEN NI LOS PERSONAJES DE GLEE NI LA HISTORIA DE GLEE.

Después de graduarme en Administración y Dirección de Empresas, en una de las mejores universidades de Nueva York, aquí estoy. En un bar, ahogando mis penas en alcohol. ¿Me equivoqué de carrera? ¿Simplemente, he tenido mala suerte con las empresas? Quizás, esté aquí también culpándome por la ruptura con mi novio. Derramando lágrimas por su culpa. Ese estúpido de Puck... creía que me iba a seguir engañando. A saber cuánto tiempo llevaba poniéndome los cuernos.

Se supone que había quedado aquí con Jesse hace media hora, pero no aparece. Cuando estaba a punto de irme, un chico se acercó.

-¿Por qué una chica llorando en un sitio como este?- preguntó indiscretamente.

-No es tu problema- contesté tajante, sin ni siquiera darme la vuelta para mirarle.

-Uy... tenía pensado que las chicas aquí eran más amables- pronunció con un tono que se percibía que iba pasado con el alcohol.

-Te has equivocado de chica- dije dándome la vuelta para mirarle directamente a los ojos.

-Discúlpame...- dijo apenas en un susurro.

-¿Sabes? Tienes razón, quizás no he sido muy amable. ¿Te sientas?- mostré el asiento libre que había junto a mí. Él lo hizo- No estoy de humor hoy. Mi novio me puso los cuernos con una chica en mi propia casa.

-Menudo imbécil- dijo con una sincera voz.

-¿Y tú? ¿Cuál es tu historia para estar aquí?

-Bueno, estoy de viaje de negocios.

-Eso no es una historia. Algo te tiene que ocurrir para estar aquí ahogando las penas en el alcohol e intentando propasarte conmigo- levanté una ceja y coqueteando con la mirada. Era guapo, alto y moreno.

-Finn, 26 años, propietario de una pequeña de automóviles. ¿Por qué estoy aquí? Digamos que no he tenido un buen día.

-Entiendo, entonces brindemos por eso- dije levantando mi copa y acercándole una a él para brindar.

-Por nuestro mal día- chocamos las copas.

-Por cierto, me llamo Rachel- dije estrechando su mano.

-Me encuentro algo mal...- dijo sujetándose la cabeza con las dos manos- Creo que debería coger un taxi y marcharme a mi hotel.

-Creo que si coges el taxi en estas condiciones no serás capaz ni de llegar hasta el ascensor. ¿Qué te parece si te acerco en coche? Lo tengo aquí fuera.

-¿Nunca te dijeron tus padres que no debes subir al coche a desconocidos?- bromeó aún con su cabeza entre las manos.

-Sí, pero no eres un desconocido. Te has presentado, eres Finn- reí.

-No me voy a negar.

-Vamos- dije ayudándole a levantar, haciendo que se apoyara en mi hombro. Aunque, no haría mucho, a su lado era diminuta.

Anduvimos como pudimos hasta mi coche. Fue gracioso ver como el grandullón intentaba entrar a mi pequeño coche. Ninguno de los dos podíamos parar de reír, hasta que por fin consiguió entrar. Cerré su puerta y rodeé el coche para entrar al coche. Cuando entré me lo encontré ya durmiendo. Se veía tan inocente y vulnerable así. Parece que no tenía una vida de lo más afortunada, pero al igual que yo.

-Finn...-dije sacudiendo su hombro con delicadeza- Necesito saber dónde te alojas para llevarte.

-...

-De acuerdo. Entonces iremos a mi casa, no puedo dejarte en la calle.

Arranqué el coche y ni con el ruido que producía el motor de mi coche despertó. Por suerte mi casa no estaba muy lejos de allí. Tan solo unas manzanas más lejos de aquél bar estaba mi casa. Me había vuelto loca. Iba a dejar que un desconocido durmiese en mi casa. Pero él me transmitía seguridad.

Cuando llegamos, aparqué el coche en el garaje de mi casa. Vivía en un pequeño apartamento independiente que tenía tan solo un dormitorio, salón, cocina, baño y el garaje por supuesto. No me podía quejar, ya que me lo estaban pagando mis padres. Salí del coche y abrí la puerta del copiloto.

-Finn, vamos sal- le cogí de un brazo para ver si se animaba a salir. Así lo hizo- Apóyate en mí.

-¿Dónde estamos?- preguntó confuso.

-En mi casa. No me dijiste donde estaba tu hotel y no podía dejarte en la calle.

Entramos al apartamento y le ayudé a sentar en una de las sillas de la barra de la cocina. Mientras él estaba intentando mantener el equilibrio en el taburete, yo preparaba algo de café para que se le pasase un poco el dolor de cabeza.

-Ten- dije entregándole una taza con el café.

-Gracias- dijo sonriéndome con una preciosa y encantadora media sonrisa- Si no hubiera sido por ti, hubiese estado tirado en la calle.

-No lo creo. Pero no es nada. ¿Te encuentras mejor?

-Sí, ahora veo claro la razón por la que me acerqué a ti en el bar- dijo acercándose a mí.

-¿A sí?- pregunté- Sorpréndeme.

-No puede evitar fijarme lo bien que te queda ese vestidito- dijo mirándome de arriba a abajo- Y cuando te diste la vuelta para mirarme, me di cuenta que tu cuerpo acompañaba a tu belleza.

-Podría decir lo mismo de ti- dijo siguiendo su peligroso juego.

-¿Podrías?- dijo a escasos centímetros de mí, lo que me obligó a tener que mirar para arriba para toparme con sus ojos.

-Tu sonrisa, seguro que con ella seduces a todas las chicas. Tus ojos, con ellos las hipnotizas. Y bueno tu cuerpo...

-¿Quieres descubrir algo?- preguntó alzando las cejas.

-Puede- dije poniendo de puntilla para susurrarle al oído- ¿Quieres descubrir lo que hay debajo del "vestidito"?- puse voz seductora. En ese momento no me reconocía, hace una hora estaba llorando porque mi novio me había puesto los cuernos y ahora estoy coqueteando... bueno insinuándome a un completo desconocido.

-Ajá-asintió sin apenas dudarlo.

-Ven- dije con el dedo índice mientras me metía a mi cuarto rápido. Antes de que él llegó, yo ya me había quitado mi vestido y estaba tumbada en la cama con tan solo la ropa interior.

Él se quedó asombrado cuando me vio así. Hizo lo propio y se quitó su ropa. Primero su camiseta, que dejó a ver otra cualidad. Sus abdominales, pese a que era un gran hombre y parecía que no, tenía un cuerpo... No me podía concentrar mirándole. Siguió quitándose los zapatos e inmediatamente los pantalones, para quedarse en bóxers delante de mí.

Se lanzó a mi cama y comenzó acercarse poco a poco a mi cuello. Notaba como su respiración ponía mi piel de gallina. Comenzó a darme besos en el cuello. Yo solté algún gemido a causa de la excitación. El subió para dar pequeños mordiscos al lóbulo de mi oreja. Causando que no parase de reír, cosa que también le provocó la risa a él. Volvimos a la situación y el posó sus labios junto a los míos, dando primero suaves besos hasta que yo abrí más la boca en señal de que su lengua podía entrar. Así hizo. Nuestros besos empezaron a ser más apasionados y con cierta lujuria. Mientras nos besábamos él tenía sus manos en mi culo y yo en sus abdominales, que poco a poco fui bajando hasta encontrarme su erección encerrada en sus calzoncillos. Metí la mano y comenzó a acariciarle. Ahora fue él el que gimió. Yo continué acariciando su miembro.

-Me voy a... si no paras- advirtió.

Entonces me bajé mis bragas, que era la única prenda que me quedaba y le ayudé a bajarse sus calzoncillos para que pudiese entrar dentro de mí. Su gran miembro salió y al instante desapareció en mi interior, provocando ahora un gemido mutuo. Me provocó algo de dolor al principio, pero tras introducirse varias veces en mí, me acostumbré al tamaño y logré disfrutarlo sin dolor. Noté cuando estaba a punto de irme y con un gran gemido lo hice sonar, con mis uñas arañando su espalda. Al poco el también acabó y salió de mí.

Los dos nos quedamos mirándonos durante unos minutos hasta que nos quedamos dormidos prácticamente a la vez.

A la mañana siguiente, me despertó el sonido de algo que no reconocí. Sin embargo, cuando desperté me di cuenta de porqué. Anoche traje a casa a un desconocido y me acosté con él. Y el sonido era de su teléfono. Él despertó segundos después que yo. Parece que supo de quién podría ser esa llamada y se levantó de la cama para buscarlo. Lo encontró en sus pantalones y lo cogió, inmediatamente después se metió al baño.

-Estaba durmiendo perdón...- fue lo único que pude escuchar de su parte.

Yo mientras él estaba en el baño decidí coger mi móvil. Me encontré que tenía varias llamadas perdidas y mensajes de Jesse.

"¿Dónde estás?".

"Me quedaré esperándote un rato más, aunque pensé que llegaba tarde yo".

"Rachel, mándame un mensaje en cuanto veas los otros mensajes, me tienes muy preocupado. El tío del bar me dijo que te vio aquí salir con un chico. ¡Contesta a mis llamadas o mensajes!".

Yo en vez de preocuparme por cómo se podía haber sentido esperándome y enterándose que me fui del bar con alguien, solo pude reírme. Parecía mi padre. Pero tenía razón, me marché del bar olvidándome por completo de él. Aunque tengo excusa de que llegó tarde y se me presentó una oportunidad mejor. Finn por fin salió del baño.

-Menos mal, pensé que no saldrías nunca.

-Perdón, tenía que atender la llamada.

-¿Trabajo?-pregunté cogiendo algo de ropa.

-No, familia más bien...

-Está bien. Me voy a dar una ducha. Si quieres puedes ir a desayunar algo. Te acercaré a tu hotel después de ducharme- entré al baño para darme una ducha rápida y vestirme.

Al cabo de media hora salí perfectamente vestida con una falda y una camisa, mi pelo perfectamente ondulado y con algo de maquillaje.

Me encontré a Finn ya vestido con la ropa de ayer y desayunando.

-Buenos días- me dijo.

-¿Quieres algo de ropa? Tengo de mi ex, a lo mejor algo te queda bien.

-No te preocupes, tengo que ir a mi hotel y allí tengo ropa.

-De acuerdo. Desayuno algo y nos marchamos.

-¿Puedo preguntarte algo?- asentí- ¿Te marchas a algún sitio?- dijo señalando las cajas en las que estaban guardadas parte de mis cosas.

-Sí. Con mis padres. Acabé mi carrera e intenté buscar empleo aquí pero nada... y mis padres se cansaron de pagarme el alquiler de mi piso.

-Así que niña mimada- asintió él.

-Oye- golpeé su hombro- Estaba estudiando, no podía trabajar al mismo tiempo.

-Auch- se quejó- ¿Qué son esas confianzas?- dijo riendo.

-Perdona, pensaba que después de acostarnos no te quejarías por un simple golpecito, perdona.

-Respecto a eso, estuvo genial pero...

-Lo sé- dije antes de que el me dijese nada- Tranquilo, fue solo sexo.

-Tenía miedo de que te enamorases de mí.

-¿Por qué haría eso?

-Por mis ojos, mis abdominales, mi sonrisa...- bromeó recordando mis palabras de aquella misma noche.

-¿Y tú?- pregunté intentando hacerme la ofendida- Te encantaba como me quedaba mi vestidito y que mi cuerpo acompañaba a mi belleza.

-Está bien, los dos dijimos muchas cosas por la noche.

Acabamos de desayunar y le llevé hasta su hotel. El Palace nada más y nada menos. Parece que tenía dinero. Se subestimo cuando me contó que tenía una pequeña empresa. Tendría más que una pequeña empresa como para permitirse andar acostándose con chicas y mientras estar pagando una habitación en el Hotel Palace. Aparqué justo en la entrada y nos quedamos sin hablar allí parados.

-Esto es una despedida- dijo intentando evitar aquél silencio incómodo.

-Sí...

-Me encantaría haberte conocido antes, de verdad- me limité a sonreír- Espero que el destino nos vuelva a juntar alguna otra vez- sonrió y salió del coche después de darme dos besos, ahora más fríos y en la mejilla.

-Bienvenido Sr. Hudson- saludó el portero del hotel.

¿Sr. Hudson? Así que era hasta conocido y yo no me había enterado. Da igual, sería mejor que no pensase más en él. Fue un chico de una noche. Llamé a Jesse, que supongo que seguiría preocupado y quería reunirse con él para contarle lo de Puck. Aunque, a esas horas Jesse estaba en el trabajo. Así que me puse a pensar y llamé a otro de mis mejores amigos de la ciudad y compañero de piso. Sí, compañero de piso. Compartíamos cama, es gay, no me importa.

-¿Kurt?- pregunté a través del teléfono.

-Hola Rach- me saludó con su habitual alegría.

-¿Dónde estuviste esta noche?

-Cierto, te tengo que contar algo increíble que me sucedió ayer.

-No creo que supere a mi historia...

-¿Qué te ocurrió? Resumen, luego entras en detalles.

-Vale. Salí de correos de coger mis billetes para volver a Ohio, dónde por cierto también tengo los tuyos, llegué a casa y me encontré a Puck liándose con una chica.

-¿En nuestra casa? ¿En nuestra cama?- dijo indignado.

-Sí. Bueno, yo me derrumbé y quedé con Jesse en un bar cerca de casa para hablar con él, pero tardó mucho en aparecer y un chico se me acercó y se puso a hablarme. Iba algo borracho y me ofrecí a llevarlo a su hotel, era muy majo la verdad, cuando subió al coche se quedó dormido y no me dijo donde se hospedaba. Así que le llevé a casa, le di un café y... nos acostamos.

-Perdón Rach, ¿puedes repetir?

-¿Qué parte?

-La de que te has acostado con un desconocido.

-Estuvimos hablando en el bar, y fue muy agradable y era guapísimo Kurt.

-No digo nada, pero no te reconozco, acostándote con un tío que acabas de conocer.

-Él era diferente, además dame un respiro, me han puesto los cuernos.

-Bueno, piensa que no tendrás que ver más a Puckerman. Te marchas a Lima y yo voy contigo. Parece que Nueva York era demasiado para nosotros.

Volví a mi apartamento para acabar de empaquetar las cosas que me faltaban. Dentro de dos días volvería a Lima, Ohio. Volver a casa de mis padres era un paso atrás, pero al menos podré trabajar en la empresa de mis padres. No era muy divertido trabajar en una oficina de abogados, pero no tengo otra opción. Al menos volveré a ver a sus antiguos amigos. Muchos de ellos se quedaron en Lima cuando Kurt y yo nos marchamos a Nueva York, aunque no estoy muy segura de que ellos sigan viviendo allí. Hace mucho tiempo que no hablo con algunos. Tendré tiempo para reencontrarme con todos y cada uno de ellos...

Y hasta aquí. Van a suceder unas cuantas cosillas interesantes en el próximo capítulo, así que si queréis verlo cuanto antes ya sabéis que tenéis que darle a fav y esas cosas y lo subiré lo antes posible. Espero que os haya gustado, a mí en particular me encantó escribirlo. Nos vemos pronto, adiós.