Ahí estaban.
Tomados de la mano y riendo con mis amigos.
No sé cómo volver hacia allá si ya saben que los he mirado.
Se van fuera de mi campo de visión.
O tal vez él solo se la llevo.
Él sabía mis sentimientos pero nunca importó. A nadie realmente. Ni a mí.
A mis amigos parecía importarles pero se aburrieron de mi indecisión.
Ahora no puedo ni articular una palabra.
Yo estuve mucho tiempo detrás de él sin confesar mis sentimientos en realidad.
Pero…
No creí que fuera necesario perder mi dignidad. A él no le gustaba ni le gusto o gustaré nunca.
Mi cara está congestionada entre el sentimiento de impotencia y las ganas de llorar.
Mis amigos no me han visto pero la pareja si lo ha hecho.
Y mejor que mis amigos aun no me vean. No quiero que me obliguen a salir de este saloncito.
Alguien jala la silla en la que estoy sentada y ahora vuelven a estar en mi campo de visión.
Jaspe.
Posa de lleno sus manos en mis hombros sintiendo mi piel y los tirantes de mi vestido.
—Se ven bien juntos, eh? –Puedo sentir su sonrisa en mi oreja.
Sigo sin decir nada aun cuando acaricia mi mejilla y levanta mi mentón.
Está detrás de mí pero acerca mi rostro peligrosamente al suyo aun sosteniendo mi mentón.
Ahora si volteo el rostro hacía otro lado y entierra su cara en mi cuello y olisquea.
Quiero levantarme e irme pero no puedo. Aun quiero llorar y gritar. Necesito calmarme.
Pero Jaspe no lo está haciendo fácil.
Empieza a resbalar un tirante por mi hombro e introduce su mano en mi escote.
Reacciono y lo alejo de inmediato, me levanto y acomodo mi tirante. Ya un par de lágrimas se me escaparon.
Ahora lo tengo de frente, parados no evita nada que él empiece a acercarse.
Por el rabillo de mi ojo puedo verlo a él mirando nuestra escena. Pero no se acerca, solo mira. No veo la silueta de su novia.
No me di cuenta por concentrarme en él cuando Jaspe me aprieta contra él.
Comienzo a lloriquear sin emitir sonido alguno y me atrevo a levantar el rostro y verlo a la cara.
La cercanía es en extremo peligrosa pero aun así lo reto.
Termino empujándolo y trato de alejarme pero no puedo.
Él tiene más fuerza que yo.
Es inútil.
Empieza a besar la comisura de mis labios mientras agarra mis muñecas.
Las cuales aprisiono contra mí.
Su aliento está en toda mi cara y susurra más cosas hirientes.
"—Tú no eres ella." Sisea. "—Ya ríndete" gruñe.
Sorpresivamente para él eso me desactiva y dejo de aferrarme.
Él también afloja su agarre y yo aprovecho y me alejo al menos 5 pasos y toco el borde de la cama.
Nos miramos directamente y él posiblemente entiende que ya no pienso hacer nada por defenderme.
Siempre supe que no cedería.
Me tiró inerte sobre la cama y empezó a desabrocharse el pantalón…
