¡Qué tal! Aquí estoy con mi segunda historia, la segunda, todavía no soy buena en esto, ustedes deciden si la continuo o no, si me piden que la continúe, pues espero contar con mi querido corrector, creo que se dice así, por que escribo con unos errores ortográficos tremendos, bueno como sea, espero de verdad les guste, para los que leyeron la primera historia pues dejen les digo que Fate no es una pervertida en esta XD. Y no sé si sea buena en drama, pero tratare. Pero ya, ustedes solo quieren la historia.

MSLN: No me pertenece, si así fuese, la serie seria hentai y Yunno no existiría XD.

La cura de mi corazón.

Era casi media noche y aun no terminaba su trabajo, incluso estando en su casa tenía que estar pegada en un escritorio con lápiz y hojas, todo a su alrededor estaba hecho un chiquero, hojas arrugadas en el suelo por todas partes, reglas, ropa, incluso una taza de café se había derramado, dejo salir un largo suspiro cansado, volteó a ver su cama un momento, se veía tan cálida y acurrucada, se giró nuevamente y sacudió la cabeza para concentrarse en su trabajo, tomo el lápiz y siguió dibujando y midiendo, nadie dijo que la vida de un arquitecto era fácil, porque realmente no lo era, haciendo planos hasta tardes horas, luego tenía que vigilar la obra, que sea perfecta, si un error. Pero ella eligió esa carrera, y a pesar de estar muriendo de sueño, no se arrepentía, porque siempre era recompensada con sonrisas, cuando las obras eran terminadas. Ya no se veían herramientas por todos lados, sino una bella y bien echa construcción, así que no se arrepentía. Una sonrisa se formó en sus labios al ver que ya había terminado, se levantó, estirando su cuerpo y moviendo su cuello a los lados, se lanzó en la cama, no le dio tiempo ni de arroparse, pues apenas toco la cama ya se había quedado dormida.

Biim, biim.

-Mmm- se removió en la cama buscando aquel aparato que había interrumpido sus sueños, cuando lo encontró miro el nombre que aparecía en la pantalla, trago pesado sabiendo lo que pasaría si contestaba- h-hola-

- ¡Donde demonios estas Testarossa! – alejo un poco el teléfono por los gritos de la persona que se encontraba del otro lado del teléfono.

- E-en mi… d-depart-

- ¿¡TODAVIA ESTAS DURMIENDO!? – se sobresaltó por aquel grito, salto como rayo de la cama y se dirigió al baño aun con el teléfono.

-N-no, ya voy saliendo – mintió.

-No me vengas con eso, sé que me estas mintiendo-

-En serio – abrió la ducha y puso en altavoz el teléfono.

-Apenas te estas bañando-

-No es cierto, es que está lloviendo –

-No me mientas, no estamos en temporada de lluvia- no sabía que más inventar, se estaba quedando sin ideas- escucha bien Testarossa, te quiero aquí en veinte minutos, si no llegas en ese tiempo, yo misma iré por ti, y tú sabes que eso no te va a gustar- la llamada se cortó dejando a la chica con la palabra en la boca.

-Estoy muerta- continúo bañándose, pero con mucha velocidad, sabía que la advertencia no era mentira.

Fate Testarossa, rubia, de ojos color borgoña, piel blanca, y un poco despistada, esa era ella, quien ahora corría por su vida a su trabajo.

6:30. AM

ahí estaba esa chica, siempre tan madrugadora, era una de las primeras que llegaba a trabajar, siempre con una sonrisa en el rostro, amada por todo el personal, pues no solo su apariencia es angelical, también su personalidad, dulce con todos, tenía muchos enamorados, pero no le prestaba atención a ninguno, porque ninguno era como ella quería, quizás era muy exigente, pero es que ha tenido citas con 7 chicos, y ninguno era como ella quería, eran mal educados, groseros y algunos presumidos, solo hubo uno con quien llego a tener segunda cita, era un poco elegante de apariencia, habían ido a un restaurant, y cuando el chico se fue a sentar un niño choco con él, miro al niño con el ceño fruncido, cuando los padres del pequeño fueron a disculparse, empezó a decir cosas no muy bonitas, por lo que ella lo dejo ahí y se fue, desde esa cita, no volvió a salir con nadie más.

Pero ahora no estaba para pensar eso, pues delante de ella tenía a un chico que estaba a punto de gritar solo por una inyección, suspiro cansada, ya tenía como media hora tratando de calmar al joven, pero este solo negaba y se movia para que la aguja no lo tacase.

-Por favor, ya quédate quieto- decía ya estresada.
- ¡N-no, va a dolerme, lo se… me va a doler! –

-No te va doler, te lo prometo - el joven seguía negándose – si no te dejas inyectar esto, te voy a poner una aguja más grande- el chico abrió los ojos como platos, para luego poner su brazo delante de ella, quien sonreía satisfecha- buen chico- tomo el brazo y puso la inyección, el joven ni cuenta se había dado.

-No dolió-

-Te lo dije – sonrió.

-Gracias doctora Takamachi– dijo para luego salir del consultorio.

Suspiro cansada, nadie dijo que ser doctora era fácil, pero a ella le encantaba salvar vidas, de pequeña siempre quiso estudiar medicina, y ahí está, es una de las mejores doctoras de la ciudad. se levantó de su asiento para dirigirse a la puerta y abrirla, aún no había desayunado, y moría de hambre, aprovecharía los diez minutos que tenia de descanso para comprar algo en el cafetín del hospital. Entrando al cafetín se encontró con dos de sus compañeras y también mejores amigas.

-Oh, Nanoha-chan, buenos días – dijo una castaña de ojos azules, acompañada de una rubia de ojos verdes.

-Buenos días chicas- saludo ya estando frente a ellas.

-Apenas empieza el día y ya te veo cansada- la castaña poso su mano en el hombro de la doctora en señal de ánimo.

-Solo un poco- sonrió.

-veo no has desayunado cierto? – hablo la rubia.

-Así es – cuando iba a decir algo más la interrumpieron.

-Doctora Nanoha, la necesitan para una cesaría- dijo un chico peli azul entrando al cafetín, el rostro de la doctora cambio a uno molesto debido a lo que había escuchado, pensaba que iba a poder desayunar sin interrupciones, pero al parecer eso no pasaría.

-Eh, pero ¿dónde está el doctor Acous? – pregunto aun molesta.

-Pues se acaba de ir, al parecer tenía algo que atender- la doctora solo suspiro, le entrego a su castaña amiga un monedero la cual la miro extrañada.

- ¿podrías comprar mi desayuno? – la castaña sonrió y asintió, mientras que la cobriza ya iba saliendo del cafetín.

Mientras que, en otro lugar, se encontraba una chica rubia sentada en su escritorio, revisando algunos planos, hasta que fue interrumpida por una chica peli rosada que había entrado sin permiso, y asustándola un poco, quizás a propósito ya que había puesto una sonrisa maliciosa al ver como la chica casi salta.

-Signum, no entres así, ¿Qué no sabes tocar la puerta? – decía con el ceño un poco fruncido.

-Si se tocar, pero es mejor ver tu reacción de miedo- dijo mientras se reía- ¿y qué haces? Porque si mal no recuerdo, tú la gran Fate, habías terminado con los planos ayer y por eso te habías quedado dormida, o ¿me equivoco?

-Claro que los termine ayer, solo estoy ordenando un poco-

-Aja-

-Oye, ¿por qué no te vas a molestar a Carim? –

-Es mejor molestarte a ti, las caras que pones dan risa- la rubia solo suspiro mientras tomaba una navaja multiuso.

-Oye recuerda que nos conocemos desde hace mucho tiempo, no hagas una locura- la oji borgoña levanto una ceja, y decidió seguirle el juego a su amiga.

-Entonces no me provoques- cuando iba a apuntar a la pelirosada con la navaja, esta toco accidentalmente su antebrazo, dejando una gran cortada y sangre que empezó a caer rápidamente.

-Maldición- soltó la navaja y cubrió la herida con su mano, mientras que la pelirosada abrió los ojos como platos y salió rápidamente de la oficina- ¿¡para dónde vas!? –

-No tolero la sangre-

- ¡No me importa, ahora trae tu trasero aquí y ayúdame ¡- la chica se acercó y busco una venda, ya tenido un trapo que encontró en las gavetas del escritorio, se la enrollo en el brazo viendo como rápidamente la venda se llenaba de sangre.

-Tenemos que ir a un hospital, vamos- saco unas llaves de auto y salió siendo seguida por la rubia, quien estaba aguantando mucho dolor. Ya en el estacionamiento, entraron a un auto rojo, este rápidamente arranco en marcha al hospital.

Por fin tenía un descanso, se lo merecía después de tanto esfuerzo, así que ya en su consultorio, con una sonrisa se acercó a su asiento y cuando su trasero estuvo a solo unos centímetros de la acolchonada silla…

-Doctora, disculpe que la moleste, pero tenemos una pequeña emergencia- la mirada que tenía la cobriza claramente decía "piedad por favor" – está sangrando mucho – agrego la enfermera, a la cobriza no le quedo de otra más que asentir con la cabeza y soltar muchos suspiros.

-Está bien que pase- la enfermera le sonrió para luego salir y dejar pasar a una chica, que la doctora aun no avía visto, pues su cabeza apuntaba al suelo, pero la levanto cuando escucho su voz.

-Disculpe- cuando escucho su vos le pareció muy bonita, un poco ronca, baja y también sonaba tímida, pero cuando vio a la portadora de esa voz "¡vaya!" pensó, la miro de arriba abajo, alta, rubia, con una piel blanca, luego se detuvo en sus ojos quedarse mirándolos fijamente, jamás había visto a alguien con ese color de ojos, no siempre te encuentras a alguien con ojos rojos.

Por otro lado, la chica también miraba de manera un poco intensa a la doctora, ya la había visto de arriba abajo cuando esta se encontraba con la cabeza gacha, así que cuando levanto el rostro solo de dedico a ver sus ojos, hasta que recordó que su brazo no estaba en buenas condiciones, y la doctora también se dio cuenta por lo que se levantó rápidamente.

-Por favor siéntate en la camilla- le pidió señalando con la mano la cama cubierta por una sabana azul que estaba en la esquina, la chica solo asintió para luego sentarse siendo seguida por la doctora- déjame ver – dijo mientras se ponía unos guantes. La chica se quitó el trapo que cubría su antebrazo, para dejar ver una herida abierta con sangre seca alrededor- ¿cómo te hiciste eso? – pregunto mirando fijamente la herida.

-Digamos que por jugar y no trabajar- respondió la rubia, para luego mostrar una mueca al ver el alcohol, la doctora se dio cuenta y no pudo ocultar una pequeña sonrisa que se asomó de sus labios, le parecía muy tierna esa reacción, la chica luego de ver esa pequeña pero hermosa sonrisa también termino sonriendo, no sabía porque también termino riendo, seguro la doctora tenía una risa contagiosa. Había olvidado que la cobriza tenía un algodón en su mano, y en la otra un frasco de alcohol, mojo el algodón con el líquido, y luego lo poso en el antebrazo de la chica, esta solo abrió los ojos como platos ahogando un grito.

-Nyaha- rio la doctora, le parecía muy tierna la reacción de la rubia – te ves fuerte, pero veo que las apariencias engañan- la rubia no pudo evitar sonreír también.

-Y yo veo que tienes un muy bonita sonrisa emm, Takamachi-san – leyó el nombre que se encontraba bordado en la bata blanca, mientras que la doctora se sonrojo y sorprendió al escuchar lo que había dicho la paciente, y por alguna razón le gusto lo que le dijo, pero solo continuo con su trabajo como si nada, después de limpiar y desinfectar la herida, vio que definitivamente llevaría puntos, fue hacia un estante bajo la mirada de la rubia, que sin querer no pudo evitar ver su trasero, por lo que se sonrojo y volteo el rostro, "¿qué te pasa Fate? tú no eres así" se reprendió mentalmente, vio que la doctora se acercó a su escritorio con algunas cosas en la mano, tomo una hoja que tenía escritas algunas cosas y un bolígrafo, empezó a escribir en la hoja con una bonita letra, lo que no es muy común en los doctores- es la primera vez que veo una letra de doctor tan bonita- la cobriza solo sonrió.

- ¿Me puedes decir tu nombre y edad? – pregunto la doctora.

-Fate Testarossa, 21 años – luego de escuchar, escribió en el papel nuevamente, dejo el bolígrafo y volvió a la rubia.

-Espero que no te den miedo las agujas – la chica abrió los ojos con pánico.

-N-no, ¿c-como cre-es? – la cobriza de nuevo volvió a reír.

-vamos a conversar mientras suturo, para distraerte, ¿bien? – la rubia suspiro y asintió, la cobriza empezó con su trabajo.

- ¿Y dónde o de que trabajas? – pregunto para distraerla.

-Arquitecto, licenciada – dijo con orgullo.

-mm, pues yo también soy licenciada, y voy por la maestría – dijo con más orgullo que la paciente.

-Creo que eres un poco presumida – sonrió.

-Lo dice quién me provoco- dijo sonriendo y levantando una ceja.

-Aja, yo solo quise compartir un poco de mi información – la cobriza ya había terminado, y la rubia ni cuenta se dio, realmente se estaba distrayendo con la doctora, esta volteo a verla a los ojos.

-Aja, tu solo quisiste presumir-

-Tú fuiste quien me pidió que te contara sobre mi – a la cobriza le sorprendió un poco que la chica le hablara de tu, pero no le molestaba, de echo le gustaba.

-Exacto, no te pedí que presumieras-

-No tengo culpa – sonrió y acerco su rostro al de la doctora por impulso.

-Claro que la tienes – esta se acercó también, les gustaba la cercanía, pero la rubia se alejó, le daba algo de miedo, jamás en su vida había tenido tanta confianza con alguien que apenas conoce, y la doctora pensaba igual- ya estas lista – se acercó a el escritorio donde estaba el papel en el que antes estaba escribiendo, lo tomo y se volvió a acercar a la rubia, y se lo entrego- ten, te voy a dar un reposo, y estoy segura de que no te vas a quedar tranquila, tienes cara de ser inquieta, así que te anote mi número de teléfono por si algo sucede-

- ¿Y si sucede que te quiero ver? – pregunto sin darse cuenta de sus palabras, provocando un pequeño sonrojo en la doctora que le pareció lindo "¿lo dije o lo pensé?" luego de darse cuenta de sus palabras un notable sonrojo llego a sus mejillas.

-Utilízalo solo para emergencias-

- ¿y si eso es una emergencia? – volvió a habla sin darse cuenta de sus palabras "ya cállate, Fate ¿Por qué dices eso?, ¿qué me pasa? Esta chica me hace decir cosas de más".

-Solo úsalo para emergencias, y si eso te parece una emergencia, está bien – dijo sonrojada, la paciente se levantó, se acercó a la doctora y le tendió su mano.

-Gracias, espero verte de nuevo- la cobriza sonrió y tomo su mano, sintiendo una pequeña corriente que decidió ignorar.

-Tienes que volver para que te quite los puntos- dijo como respuesta. La rubia sonrió para luego dirigirse a la puerta, le dedico una última mirada a la doctora en forma de despedida 'y se retiró.

Por alguna razón la cobriza no dejaba de sonreír, solo con recordar a la rubia, terminaba riendo. "no sé qué me está pasando, pero, amo mi trabajo".

...

- ¿por cuantos días tienes descanso? – pregunto una pelirosada, mientras conducía hacia el departamento de la rubia.

- siete días – respondió un poco perdida mirando por la ventana, empezó a recordar a la doctora, su sonrisa, sus manos suaves, sus ojos, empezó a reírse de ella misma, "¿y si sucede que te quiero ver?" jamás le había dicho cosas así a alguien que apenas conocía, suspiro perdida.

-Me estas escuchando? – pregunto la amiga sacándola de sus pensamientos.

- ¿Eh?, lo siente- su compañera suspiro.

- ¿Quieres que te acompañe, cuando vayas a quitarte los puntos? – la chica se quedó pensando un momento, mientras que una sonrisa se asomó a sus labios.

Tenía que volver, para retirarse los puntos, si volvía, vería de nuevo a la doctora. su sonrisa creció más y le respondió a su amiga con mucho ánimo.

-Pero claro –

"no sé qué me está pasando, pero, jamás había deseado tanto ir al hospital".

Bueno, ustedes deciden, ¿la continuo? La palabra de los lectores es la más importante. Espero les haya gustado. Bye bye.