TÍTULO: Dicotomía (Parte I: Perspectivas)

VIERNES 21 DE ENERO DE 2000

20:47 HRS.

GEORGETOWN, WASHINGTON D.C.

Siempre consideré de niño, que los días de invierno eran los mejores; las sobras de pavo o jamón de las cenas de Navidad y Año Nuevo eran mucho más deliciosas recalentadas servidos en sándwiches; a mamá le daba por hornear todo tipo de postres y galletas recubiertas de caramelo o chocolate; estar acurrucado frente a la chimenea viendo la T.V. envuelto en un cobertor de lana mientras bebía una taza humeante de cocoa con malvaviscos; y si el clima era magnánimo en Martha's Vineyard, hacer angelitos de nieve junto a Samantha en el centro del jardín. Podría decir que me gustaba mucho pasar el rato jugando por horas en la nieve, creando fieras batallas con bolas heladas contra mi infatigable hermana, hasta que los dedos se amorataran por el frío. Eran tiempos divertidos, tiempos inocentes… buenos tiempos. Antes de que se la llevaran, antes de que mis padres no se soportaran más debido al veneno que se guardaban por todo lo que estaba podrido debajo de la fachada de su matrimonio "feliz", conduciéndolos a la separación para finalmente divorciarse. Mucho antes de decidir irme a Inglaterra huyendo de ellos y no por los beneficios que la educación de Oxford me brindaría.

Después de esos días no volví a jugar con la nieve, y no es que considere un juego perseguir lo que parece todavía un adolescente por los callejones de Georgetown, en una noche en la que ha caído casi 35 centímetros de nieve densa por toda el área del Capitolio; logrando que sea toda una hazaña mantener la estabilidad mientras corro. Pero esto ha evocado mis mejores recuerdos invernales durante la infancia. No tendría que hacer esto, pero no. Yo, Fox William Mulder alias "El Siniestro", Agente Especial del F.B.I., prodigio de crímenes violentos, investigador consumado de fenómenos paranormales, quien lucha todos los días para desenmascarar la gran conspiración en contra de la humanidad por hombres corruptos al interior del gobierno; tenía que tratar de arrestar a un chico que robo en la tienda del Señor Wu, donde pretendía comprar leche, jugo de naranja y una botella de vino de mesa. Y como miembro activo de las fuerzas de la Ley, tengo la responsabilidad, corrijo: el deber de arrestarlo. Pero honestamente no es un delito federal y mi vida sería mucho más sencilla si simplemente llamará al 911, aunque dudo seriamente que los come-rosquillas se quieran apartar de la calefacción de sus autos o de la estación policiaca, solo por un robo a tienda y sin armas de fuego implicadas. Además las calles están intransitables por la nevada como para que las patrullas lleguen a tiempo. Considerando que el Señor y la Señora Wu siempre han sido muy amables con Scully, mi compañera, e incluso conmigo, las veces que la he acompañado a su tienda por comestibles, me sentí con la obligación moral de hacer el intento. Eso fue hace casi media hora. Las condiciones no son las óptimas para correr, no traigo precisamente el calzado idóneo; vengo cansado de un largo viaje por carretera debido a las condiciones del clima, después de investigar un caso que involucraba a chicos super veloces. Irónicamente los poderes de esos muchachos me serían de utilidad para terminar lo más rápido posible con esto. Pero lo que empezó como un acto de civilidad y buena voluntad ahora es cosa de orgullo. El muy desgraciado ladronzuelo, la última vez que volteo a verme tuvo el descaro de lanzarme una mueca de burla al ver que casi me resbalo. Ahora no me rendiré hasta atraparlo.

Sin embargo quiero terminar lo más pronto posible. Cualquier otro día disfrutaría de la cacería tomándome el tiempo para cercarlo, pero tuvo que pasar justo ahora que me están esperando para cenar. Lo que es más importante la cena la está preparando Scully; nada de pizzas o comida china, todo lo está preparando con sus propias manos y se siente maravilloso. Scully y yo por fin estamos juntos, y no me refiero a que seamos compañeros agentes, hemos empezado una relación. Tuvieron que pasar ocho años de indirectas, insinuaciones, fisgonear su mente y una petición de donación de esperma, para darnos cuenta lo que sentimos el uno por el otro. Poco a poco nos fuimos acercando después de que acepte ser el padre de su hijo, y lo admito, sin ser un gran ejemplo de ética, aproveche los poderes telepáticos que obtuve hace un tiempo para hurgar en sus pensamientos, descubriendo lo que siente por mí en verdad. Esto me dio el valor para tomar la iniciativa, dejando por fin a un lado mis sentimientos de culpa por todo lo que a ella le ha pasado, ocasionando que le dijera que es mi piedra fundamental, además de darle un tierno beso al inicio de este Año. Los muros fueron cayendo dejando atrás nuestros temores y afrontamos la verdad: Nos amamos y me he esforzado para que estemos juntos. Principalmente porque si todo sale como espero, podremos formar una familia. Ella se lo merece más que nadie. Pero, las políticas laborales del F.B.I. no ayudan mucho para mantener una relación sentimental con tu compañera. Si llegan a enterarse nos separan y no estoy dispuesto a que eso suceda.

Es increíble que piense en todo esto mientras persigo al chico, además de mi natural hiperactividad mental parece que entre las secuelas de la intervención quirúrgica para quitarme los poderes telepáticos, mis procesos de pensamiento son más rápido de lo normal; además de ligeras jaquecas y un pequeño zumbido que noto cuando estoy muy relajado. Sé que la base de toda relación es la honestidad, pero no quiero que la señorita "Soy-doctora-en-medicina-y-siempre-tengo-la-razón" me mande a hacer un sinnúmero de exámenes médicos que no me permitan estar más tiempo cerca de ella. Ya tengo suficiente con dormir separados los días de trabajo o cuando tenemos un caso. Decidimos, aunque no estuve muy de acuerdo, que solo los fines de semana lo pasaríamos juntos, de preferencia fuera de la ciudad para pasar incognitos, aunque claro, no es que pasemos mucho tiempo fuera del cuarto de hotel –je je je.

Parece que se le está acabando donde correr a mi contrincante, aunque parecía buena idea para él tratar de perderme por los callejones, no contaba con que me mantengo en buena condición a pesar de la nieve. Acaba de dar vuelta en un callejón que sé muy bien no tiene salida. Busco mi SIG-Sauer pero me percato para mi mala suerte que no la traigo. ¡Mierda! deje mi arma junto con mi identificación en casa de Scully. Fue porque no podía esperar más, me he vuelto adicto a ella, a sus besos, a su piel, a su cuerpo junto al mío –concéntrate Mulder –en cuanto abrió la puerta del departamento la lleve a su sofá a punta de besos y caricias –¡para ya!– Scully tampoco necesita mucho para "prenderse" le fascina estar "por encima de la situación", rápidamente se poso a horcajadas encima mío ocasionando que me encajara el arma en el riñón. Para nuestro disgusto y en un momento de piedad, se levantó permitiendo que sacara el arma y mi identificación para depositarlas en la mesita de la sala; fue cuando ella se dirigió al refrigerador y me pidió de favor buscara leche y jugo para el desayuno de mañana.

El chico no ha de superar la veintena de años, complexión delgada no más de 1.75 de estatura, tez blanca y cabello rizado, no aparenta ser del tipo pandillero, pero nunca se sabe.

–¡Fin del camino! –trato de sonar autoritario, ya lo tengo cerca. –¡Te propongo un trato! –se gira hacia mí permitiéndome mirarlo fijamente a los ojos –¡Entrégame el dinero y te dejare ir!

–¡Y te quedas con todo!, ¿no es así? –grita de manera altanera

Sinceramente lo que menos quiero es complicarme la existencia. Arrestarlo significará pasar toda la noche declarando en la estación de policía, tomando en cuenta que no tengo como identificarme, será cuento de nunca acabar. Me acerco muy lento hacia él, retrocede para refugiarse en la pared. Es un callejón apenas iluminado por las luces de la calle y en el rincón de la pared que está a su espalda hay varios botes metálicos para la basura.

–¡Escucha! –tomo mi celular para mostrárselo, estoy a menos de dos metros de él –. Dame el dinero o hablare a la policía, tú decides –entorno los ojos, estoy seguro que miedo no es exactamente es lo que está sintiendo.

Como un rayo se dirige hacia los botes de basura toma una tapa, la arroja con fuerza, logra golpearme las manos, provocando que suelte el celular. Al tomarme por sorpresa se abalanza hacia mí golpeando mi abdomen con su rodilla derecha –pufffff –, me empuja hacia la pared que me golpea la frente, pero logro ver como pisa con su bota industrial mi celular. ¡Desgraciado ahora si se te hizo! Se va corriendo por donde entro en este callejón, dejándome atrás. He quedado muy mareado, me está costando recuperarme. Oigo el chirriar de una sirena, parece que los come-rosquillas serán lo que se cubrirán de gloria esta noche.

–¡Policía! ¡Deténganse! –je je hasta aquí llegaste chico–. ¡Los dos! –uh uh, Scully me va a matar.

21:53 HRS.

CARRETERA 53, 3170 OESTE, DEPARTAMENTO 35

GEORGETOWN, WASHINGTON D.C.

RESIDENCIA DE DANA SCULLY

–¡Demonios Mulder!

Es la sexta maldición que profiero en toda la noche. ¿Cuánto puedes tardar en comprar leche y jugo? ¿No creo que hayas ido a un establo para ordeñar a las vacas? o ¿solo que hayas querido ir hasta Florida por naranjas realmente frescas para tu jugo de la mañana? Entiendo perfectamente que hayas querido ir a pie a la tienda del Señor Wu, aun cuando hay que recorrer cuatro calles, a pesar de la nevada que está cayendo. Me di cuenta que tenias bastante energía, la efusividad que mostraste al llegar a casa así me lo índico; por lo que no me extrañó que me dijeras tu intención de estirar las piernas mientras hacia la cena; totalmente comprensible ya que estuviste manejando por casi siete horas desde Pittsfield, y mucho se debió al tráfico de los viernes y al mal tiempo. Por eso durante el trayecto se me ocurrió que lo mejor era quedarnos en mi casa este fin de semana, te lo comente y que prepararía lasagna para cenar esta noche. Cuando lo mencioné un brilló en tus ojos apareció junto a esa sonrisa que usas para convencerme en acompañarte a una de tus búsquedas. Estoy muy consciente de que esta nueva etapa de nuestra relación te tiene diferente, tal vez feliz. Por mi parte no dejo de pensar en lo obvia que debí verme el día en que te pedí participar en el proceso de inseminación. Por lo regular me ponía tensa como cuerda de violín, tratando de ocultar mis sentimientos por ti cuando estaba a tu lado. Tuvo que haber una clase de bateo para darme cuenta que podía estar contigo en un momento íntimo sin necesidad de levantar mis muros. De por si ese mismo día temprano por la mañana, mientras nos retábamos con clichés, te sonreía seductoramente buscando que tomaras la iniciativa. Después de esa noche en el campo de beisbol, solo un par de días después pude armarme con el valor necesario para pedirte que me ayudaras a concebir un bebé. No existía otro en la lista de opciones, solo podías ser tú de entre cinco mil millones.

Dejo de mirar por la ventana esperando que aparezca Mulder y me desplazo al comedor observando la cena que ya está en la mesa, preparé lasagna de pollo con una ensalada verde, todo está listo, –¡¿dónde estás?! –. Reconozco que no es habitual que entre a la cocina para elaborar comida con tanta dedicación; he cenado tantas veces sola que es toda una costumbre prepararme tan solo algo ligero. Tampoco es la primera vez que cocino para Mulder, por lo que no creo que este huyendo de mi comida o al menos espero que no solo sea por eso. Este es el tercer fin de semana que lo pasaremos juntos, pero será la primera vez que pasemos los dos días en mi casa. ¿Qué pasa Mulder? ¿Te estás arrepintiendo? ¿Fue demasiado pronto? Todavía recuerdo tus palabras cuando me diste tu respuesta sobre la donación de esperma: "no quisiera que esto se interpusiera entre nosotros". En ese momento pensé que los Expedientes estaban en tu prioridad, que esto impediría el trabajo y que para ti, solo era la compañera que te ayuda a encontrar La Verdad, y que a tus ojos, no era la indicada para pedirte que fueras padre para su hijo, así que cuando dijiste "Mi respuesta es ¡Sí!", llenaste mi corazón de una alegría abrumadora. Te he amado tanto tiempo en silencio, ese día te lo quería decir, pero mis temores lo impidieron pensando que solo accedías a mi petición por nuestra amistad. Pero después, durante el proceso de exámenes con el Doctor Parenti fuiste muy considerado, esa actitud me confundía más. Todavía falta que empiece el proceso de inseminación y eso significará que será tangible mi sueño de ser Madre. ¿Acaso te está dando miedo asumir esta responsabilidad Mulder?

–¡Ya basta! –debo de alejar esos pensamientos que solo reflejan mis inseguridades. En ocho años él ha estado ahí para apoyarme. Excepto por aquella vez que te dije que Diana, la Agente Fowley –que en paz descanse o eso espero –no estaba jugando limpio y te estaba engañando. No solo no me creíste, me descalificaste y me sentí ridiculizada; por esa razón ni por equivocación seguí tu jueguito en las Cataratas de Arcadia. Pero eso ha quedado atrás, después de que te encontré en ese laboratorio, al que el Fumador Spender te llevó, note enseguida un cambio; me mirabas diferente, como si supieras lo que sentía por ti. Tus comentarios ya no me parecían simples indirectas y cuando me besaste en Año Nuevo, estaba segura que fue una prueba para seguir avanzando hacia algo más. Quizá fue el beso tierno, o quizá el saberte herido por esas criaturas –me niego a llamarlas zombies –, decidí no llevarte a tu departamento, y te traje al mío. No era una noche para pasarlo solos. Estuvimos platicando hasta quedarnos dormidos en el sofá. Recordar todo esto no disminuye mi ansiedad, mantén la calma Dana. Le marco de nuevo a su celular y otra vez el mensaje: –El número que usted marco, no está disponible o se encuentra fuera del área de servicio, le pedimos llamar más tarde".

–¡Demonios Mulder! –

Odio cuando me haces pasar por esto, la incertidumbre de no saber donde estas. Aunque siendo sincera ya tiene un tiempo que Mulder no hace uno de sus actos acostumbrados de desaparición, De hecho busca la manera de convencerme para que lo acompañe a sus correrías en busca de aliens o monstruos. Es preferible, así puedo estar al pendiente de que no se meta en problemas. Por lo menos ya no tengo que recibir llamadas a altas horas de la madrugada, aunque eso no signifique que descanse más. En los días en que dormimos juntos, sabe muy bien cómo mantener su interés en actividades mucho más placenteras que estar revisando expedientes, pero quedo extenuada, lo bueno de estar solo los fines de semana es que tengo cinco días para recuperarme de las noches sin dormir por todo lo que Mulder es capaz de hacer, aunque es una tortura ya que quisiera estar junto a él siempre. No sé por qué tengo tantas dudas sobre lo que siente por mí.

No puedo evitar recordar todo lo que conllevo a la primera noche que hicimos el amor. Despertamos muy tarde, después de quedarnos dormidos en el sofá, ni supe cómo fue que termine acurrucada a ti. Te quitaste el cabestrillo que te pusieron en el hospital por qué no lo soportabas, pensé que te había hecho daño, insistí en llevarte al hospital de nuevo; dijiste que no, pero que si saliéramos a buscar algo de comer. Al ser el primer día del año no pensé que algún restaurante estuviera abierto, pero encontramos un pequeño comedor de veinticuatro horas. Durante todo el tiempo, sonreías, y tus ojos de color indefinido estuvieron atentos a mí en todo momento. Hablamos de trivialidades, vi un Mulder que pocas veces he visto, dulce, que sabe escuchar, pero también se da a entender. Mi corazón casi se detiene cuando dijiste que querías ir a tu departamento cuando terminamos de comer, pensé que a lo mejor me invitarías a subir. No lo hiciste. Lo que menos quería era dejarte. Todos los años de soledad me golpearon de manera súbita en el auto al verte entrar al edificio. Fue un millón de veces peor al estar sola en casa. Vi la contestadora escuche el mensaje de felicitación de mi Madre que paso el fin de año en San Diego, a su voz se unió la de Bill, Tara, y el pequeño Matthew para desearme un Feliz Año. Incluso recibí una llamada de Charlie que como siempre le toco estar en servicio en alta mar. Mis ojos llenos de lágrimas reflejaban el hondo y profundo vacio en el que se sentía mi alma. Sin saber que hacer me metí a la cama, ni siquiera me cambie. Con la luz de la lámpara prendida veía el teléfono, esperando desesperada tu llamada. Nunca llegó. El siguiente día no fue mejor, siendo domingo pude alistarme para ir a Misa del Padre McCue, carecía de significado, simplemente mi cuerpo se sentía pesado por todo el sentimiento de abatimiento ¿y todo por qué? porque no estabas a mi lado. Me di cuenta de lo mucho que te necesito, tanto como el aire que respiro. Los muros que construimos a nuestro alrededor estaban ahí sí, pero sabía que estaban cuarteados. Habías accedido al proceso de inseminación y a partir de ese momento cada vez pasábamos más tiempo juntos, y no solo haciendo nuestro trabajo; cada sonrisa tuya derretía mi corazón; cada toque tuyo me encendía ¿qué estaba esperando? Entendí que nada me impedía llamarte, ¡te había pedido ser el padre de mi hijo!, ¿por qué no podía decirte que estuvieras conmigo? Tome el teléfono, marque tu número llena de convicción y esperanza. Sin embargo mi corazón prácticamente se me sale cuando, sin que hubiese dicho una palabra, dijiste –Hola Scully –, yo solo atine a decir –¡Te Necesito! –, un silencio como abismo se poso entre los dos, estaba a punto de colgar cuando con marcado alivio pronunciaste: –¡Porque tardaste tanto! –, un ráfaga de calidez recorrió todo mi cuerpo, entonces me vi ante la perspectiva de no estar sola nunca más.

No sé cómo pero en menos de 30 minutos él estaba en casa, ni si quiera tocó a la puerta, abrió con su llave, estaba sentada en la sala, al verlo de pie en el umbral se detuvo como esperando mi aprobación. Me levante para extenderle mis brazos, corrió hacia mí, me rodeo completamente con su abrazo; me besó reflejando su hambre por mis labios; de lejos quedo ese tierno primer beso de hace unas horas. Mordí ese labio inferior marcando posesión de él, mientras que su lengua buscaba entrar en mi boca para encontrarse con la mía; mis manos le revolvieron su cabello; las suyas buscaron por debajo de mi blusa para recorrer toda mi espalda, quemándome por dentro al contacto con su piel; sentía su palpitante virilidad presionando mi vientre. Con un gran esfuerzo me separe de él para verle a los ojos, tenía que hacerlo, encontrar en su mirada la confirmación de lo que siente por mí; sin embargo me ofreció otro tipo de prueba: dijo en un susurro, cargado de erotismo: ¡Te Amo! Provocó que mis piernas se volvieran de gelatina, pero sentí su fortaleza sostenerme para no caer, por lo que tomándolo de la mano lo lleve a la recamara para consumar la gran pasión que por ocho años fue creciendo hasta llegar aquí. Él fue todo lo que esperaba y más, cada fantasía que tuve en mis noches solitarias, no me prepararon para toda lo apasionado que puede ser Fox Mulder. Con cada caricia y beso, que me brindaba me iba demostrando que yo también le soy indispensable. Me hizo suya y yo me entregue por completo a él –¡Dios!

Realmente no nos hemos puesto a hablar de lo que vendrá después, solo disfrutamos cada momento, día a día, sin mirar al ayer, sin recriminarnos por todo el tiempo perdido; ni tampoco nos hemos preocupado por el mañana. Tengo miedo; ¿hasta dónde llegaremos?; además de todo lo nos rodea, los riesgos que afrontamos en nuestro trabajo, el cual es su cruzada y que nunca le pediría abandonarla, ya que es lo más importante para él: encontrar a Samantha. Como compañeros en el F.B.I. las normas impedirían formar una familia, y no sé si este lista. Quiero ser madre, es una de las cosas que más anhelo en este momento, pero he tenido muy malas experiencias en mi vida sentimental y aunque Mulder es totalmente distinto a todo lo que he vivido, no sé si podremos estar juntos... no sé si eso es lo que él quiere, y esto que está pasando en este mismo instante puede ser una señal; que esta repentina desaparición signifique algo. Miro su arma e identificación, las dejo aquí, pero tengo como media hora hablándole y no contesta. No me preocupe antes porque todavía estaba cocinando pero ya es muy tarde. – ¡¿Dónde demonios estás?¡ –preocupación y enfado se mezclan, pero en este momento está ganando el enfado por sentirme ridícula por haber actuado tan solo como un ama de casa que espera a su marido, y sin idea si vendrá o no. Si ahora te disparara no tendría ningún cargo de conciencia. ¡Dios mío! ¿Y si algo malo le paso? ¿Estará herido? ¿Lo habrá capturado de nuevo el maldito Fumador? y yo proyectando todos mis temores. Me cambiare de ropa más apropiada para este clima. Iré a buscarlo.

Me calzo las botas para el invierno y tomo mi abrigo cuando escucho la puerta, alguien está tocando ¿quién podrá ser?, él trae llaves. Abro la puerta y quedo totalmente confundida con lo que tengo frente a mí.

23:26 HRS.

CARRETERA 53, 3170 OESTE, DEPARTAMENTO 35

GEORGETOWN, WASHINGTON D.C.

RESIDENCIA DE DANA SCULLY

Dana Scully está mirando con ojos incrédulos a las tres personas que tiene frente a ella del otro lado del umbral, en la entrada de su departamento.

–Buenas noches, ¿Es usted la Doctora Dana Scully? –dijo en tono solemne pero sin llegar a ser frío, el oficial de policía de origen asiático –Soy el Oficial James Wong y mi compañero es el Oficial Glen Morgan – Scully asintió, pero no pudo evitar levantar las ceja hasta el infinito al escuchar al oficial, clavando su mirada en Fox Mulder. Se encontraba en mal estado, las manos se le veían raspadas, sujetaba lo que al parecer era una bolsa de hielo sobre su ceja derecha, mientras que el otro oficial, un joven de apariencia bisoña, sujetaba a Mulder del brazo izquierdo dando el mensaje de que estaba siendo custodiado y a la vez ayudándolo a sostenerse. Mulder respondió a la inquisidora mirada de Scully con ojos suplicantes, a manera de disculpa.

–Buenas noches Oficial, sí, soy la Doctora Scully, en que puedo ayudarlos –trato de parecer cordial al hablar, no tenía ni idea de lo que estaba pasando ¿en qué demonios se había involucrado Mulder esta vez?

–Disculpe, ¿podría por favor identificar al señor que nos acompaña? –cuestiono el oficial Wong.

–Es el Agente Especial Fox Mulder del F.B.I. –los oficiales relajaron el semblante, Scully empezaba a entender de qué se trataba y fue por la identificación de Mulder que se encontraba en la mesita de la sala, regresando inmediatamente con ellos, para entregársela al Oficial Wong –¿Qué sucedió oficial? –preguntó con marcada ansiedad.

Wong la tomo para verificar los datos y no pudo evitar contrastar la foto de la identificación con el maltrecho agente a su lado. –Hubo un asalto en la tienda del Señor Henri Wu ubicada en la esquina de las calles Oeste y Manners –comenzó a detallar el oficial –el Agente Mulder que se encontraba ahí para comprar quiso detener al asaltante, persiguiéndole por los callejones –. Mulder bajo la mirada sintiendo el escrutinio de Scully. –Recibimos la llamada de la despachadora justamente cuando pasábamos y los detuvimos a él y al sospechoso mientras peleaban –. Ella no podía reprimir la angustia que se le atoraba en el pecho ante la idea de que en verdad le hubiese ocurrido algo más grave que solo los pequeños raspones que a Mulder se le veían. –Sin embargo el sospechoso dijo que estaban peleando por el botín, implicando que el también participo en el asalto, el Señor Mulder trato de desmentirlo y nos dijo quien es, pero sin su identificación no le creímos, por lo que fuimos al establecimiento para aclararlo con el Señor Wu –. Mulder curvo ligeramente los labios, de verdad que corrió con suerte, parece que si había logrado convencer a la pareja de patrulleros, ya que el procedimiento estándar hubiera consistido en llevarlos a la estación para hacer las aclaraciones pertinentes. –En cuanto llegamos otra patrulla estaba en el lugar de los hechos y el Señor Wu nos dijo que el Agente es un cliente regular junto con su esposa, ¿qué supongo es usted?, y que tienen su residencia en este barrio –. Scully abrió los ojos como platos ante el comentario; buscaba en su mente las veces que había ido a la tienda, en particular cuando iba con Mulder; nunca hicieron algo que pudiera a llegar a interpretarse de que ellos fueran un matrimonio, o los Señores Wu hicieran un comentario al respecto, simplemente eran muy cordiales cada vez que visitaba la tienda ya sea sola o acompañada. Mulder a su vez tenía su inexpresivo rostro, signo inequívoco que estaba entrando en pánico. Temió la reacción de Scully, ya que no era un tema que se hubiese planteado, en las últimas semanas de hecho siempre creyó que ella lo evitaba. Scully no pudo evitar notar el gesto de él, comenzó a sentir algo de decepción ante la reacción de Mulder, "no me ves como tu esposa" fue la la idea que se apoderó de su mente, aunque pareciera que el resto del mundo si lo hacía ya que no era la primera vez que alguien lo comentaba.

El Oficial Wong le entregó la identificación a Mulder, e inclino su cabeza a manera de disculpa; por su parte el Oficial Morgan se relajo un poco pero seguía ayudando a Mulder a sostenerse, situación que no pasaba desapercibida para Scully, que ni por un momento se había calmado, al contrario independientemente de lo que acababa de escuchar, notaba que Mulder no estaba bien.

–Este –, dudo en continuar Wong, –ya que nos aclaro la situación el Señor Wu… sucedió que su esposo… tuvo un ligero desvanecimiento –, noto lo alarmada que se puso la pequeña mujer pelirroja, así que aclaro rápidamente –, pero no perdió la conciencia –. Todas las alarmas internas de Scully sonaron, por esa razón sabía que algo no andaba bien, definitivamente no era usual que la policía se tomara la molestia de dejarlo en casa. Inmediatamente se hizo a un lado para dejarlos pasar, para que Mulder fuese llevado al sofá y se recostara en el.

–Como se golpeo la cabeza en el altercado con el detenido, lo íbamos a llevar al hospital, mientras nuestros compañeros se llevaron al asaltante a la estación –dijo Wong. Un golpe en la cabeza, pudiera traer como consecuencia muchas cosas, pensó Scully, habían pasado varios meses de su intervención, hasta donde sabía él estaba bien, no había dado señales de algún problema, aparentemente, –él insistió en que no; mencionó su nombre, que es médico y que usted se encargaría; que lo trajéramos con usted, pero no le entendíamos muy bien su dirección en ese momento, el Señor Wu nos comento que le ha mandado comestible con el mandadero en algunas ocasiones, y nos dio la dirección.

–De verdad oficiales, les agradezco mucho que lo hayan traído –dijo Scully después de acomodar unas almohadas para que Mulder estuviera más cómodo –, lo valorare y de ser necesario lo llevare al hospital –. Encaminó a los oficiales a la puerta y nuevamente les agradeció.

Una vez que Scully cerró la puerta, Mulder temió lo peor, estaba demasiado seria. Desde el sofá buscaba su mirada, realmente le dolía la cabeza, así que ni siquiera intento ponerse de pie, pero ella no lo volteo a ver, fue directamente al baño. Mulder no podía más que lamentarse, se sentía responsable de haber arruinado la velada, además de haber revelado demasiado con el tendero y los policías. Entendía que Scully no quería que nadie supiera de su relación, pues insistía en no quedarse en ninguno de los departamentos de cualquiera de los dos los fines de semana, por lo que supuso que no le agrado lo consideraran su marido.

Scully busco el botiquín en su baño, ya una vez que lo tuvo quedo frente al espejo; su rostro se descompuso, muchas emociones la embargaban. Alivio por supuesto, al saber que las razones de su tardanza no eran sobre las que estaba pensando unos momentos antes de que lo trajeran. Había miedo, temor a perderlo, Mulder nuevamente dando muestras de su impulsividad; eso provocaba paralelamente su enojo con él y también para con ella misma, principalmente porque no tenía control de sus sentimientos respecto a todo lo que vivía con Mulder a nivel personal. Verlo arriesgarse no es algo por lo que desee vivir todos los días. Ella se enamoro de este terco rebelde e impulsivo hombre, pero una cosa era fantasear con él y otra vivir con la constante aflicción de que un día simplemente no regresaría. Muchas veces vio esa misma mirada en los ojos de su madre, y la incertidumbre que significaba saber si su padre regresaría de sus misiones en la Armada. Dudas, malditas dudas respecto a su futuro como pareja, pues Mulder parecía que no estaba muy conforme con que otros hallan supuesto que era su esposa.

Scully limpio aquel esbozo de lágrimas que amenazaban con derramarse por su rostro, asumió la máscara de la eficiente Doctora Scully, y fue a revisar los raspones de Mulder. Él la vio salir del baño, el conocía bien ese gesto, era el que ella mostraba cuando estaba absolutamente concentrada en un caso, por lo que sabía perfectamente que no estaba para bromas. Scully se acomodo en el sofá sentándose a lado de él mientras seguía recostado para tener acceso fácil a su rostro, y examinar su frente. Del botiquín que dejo en la mesita, tomo desinfectante para aplicarlo en el raspón de la cabeza. Ni una palabra salía de los labios de Scully.

–Scully… yo… –debía ser muy cuidadoso, ya que las palabras equivocadas o en una mala entonación provocarían un problema mayor al que se estaba enfrentado. –Lo siento.

Scully se detuvo dejo la botellita de desinfectante en la mesita y se quedo quieta con las manos juntas entre sus piernas mirando el piso concentrándose en este como si tuviera todas las respuestas que necesitaba para poder entender a Mulder.

–Sentir exactamente qué Mulder –dijo casi con desgano y mucha resignación.

–Siento mucho arruinar la velada, realmente no pensé… –los ojos azul intenso de Scully pasaron de la decepción a la ira en milésimas de segundo.

–Esa no es ninguna novedad –usando el tono más hiriente que podía, –así eres todo el tiempo dejándote llevar por los impulsos, ni siquiera traías tu arma, ¿cómo pretendías hacer un arresto? –Scully se levanto caminando impacientemente por la sala, sin mirarlo. Realmente estaba furiosa con él.

–Dije que lo siento –Mulder no tenía las fuerzas para discutir, le dolía la cabeza, y mucho menos tenía ánimo de buscar argumentos para defenderse, un zumbido agudo e intenso le taladraba al interior del cráneo. Scully al darse cuenta de que Mulder adoptaba la derrota de la batalla que ella inicio, se detuvo, cruzó los brazos y lo miro directamente a los ojos con la ceja derecha totalmente levantada, su lengua humedeció su labio superior, gesto que indicaba la tensión que estaba sintiendo.

–¿Te das cuenta de que pudo haberte pasado algo mucho peor? –buscaba que Mulder comprendiera toda la angustia que sintió no solo esta vez, sino todas las veces que se quedaba sin saber de él temiendo perderlo. –¿Por qué no me llamaste o contestaste mis llamadas, nunca te despegas de tu maldito celular?

–Lo sé… lo sé… yo quería en verdad ayudar al Señor Wu –se notaba agitado con cada palabra que pronunciaba, se dio cuenta que mientras no se alterase el zumbido disminuía en su intensidad, por lo que no podía prolongar la discusión, y tampoco le diría a Scully, no quería que tuviera más elementos para recriminarle sus acciones de la noche. –En el altercado mi celular se cayó y el ladrón lo rompió –. Mulder bajo su mirada se sentía muy culpable de lo que estaba provocando en Scully, se había prometido que no volvería a hacerla infeliz por sus acciones. –…¡Perdóname! –. Scully llevo sus manos al rostro en un signo de resignación.

–Así es como eres Mulder… tengo… –se detuvo, estaba a punto de decirle sobre su miedo a perderlo, pero no quería que interpretara una dependencia hacia él. –… tengo que terminar de curarte.

Como pudo Mulder se levanto, se dirigió a ella. Fue notorio que algo se guardo para sí. Tal vez su enojo no tenía nada que ver con una cena perdida, o con la percepción de la gente hacia ellos; tal vez estaba usando su furia para ocultar sus temores respecto a que algo malo le hubiese pasado, tal vez. De pie frente a ella tomo ambas manos con las suyas, delicadamente depositó pequeños y delicados besos empezando por sus nudillos y dedos. Scully se dejo hacer aun cuando mostraba renuencia, pero no se apartaba

–Mulder, solo pido que reflexiones antes de hacer cualquier cosa –. Retiro su mano derecha solo para acariciarle la mejilla deslizando su pulgar por su labio inferior, él lo beso tiernamente, la rodeo por completo con su abrazo, incluso levantándola ligeramente un momento.

–No te vas a librar de mí tan fácilmente –le susurro al oído, mientras ella emitía pequeños sollozos al escucharlo. Así se quedaron un buen rato que bien pudo ser para el resto de sus vidas. Scully se acomodo dejando su mejilla izquierda en su pecho, veía la mesa del comedor, la lasagna estaba fría, era lo de menos, Mulder estaba ahí con ella lo demás poco importaba.

–Mulder… olvidaste traer la leche y el jugo –no pudo evitar recriminarle, pero también era una forma de ir disminuyendo la tensión que acababan de vivir.

–Voy a la tienda del Señor Wu, por ellos –. Scully se separo, lo miro con la ceja levantada, lo golpeo en el hombro que una noche le hirió para salvarlo de sí mismo.

–¡Auch!, cuando hace frío duele –se llevo la mano al hombro exagerando su dolor.

–De eso se trata –dijo airadamente Scully. Se separo de él y fue por el teléfono. –Hablaré al servicio de información, debe de haber algún mini mart en D.C. con servicio a domicilio, siéntate y en un momento termino de curar esa frente, te aplico ungüento desinflamatorio en las manos, para que después nos pongamos por fin a cenar.

–No me había dado cuenta que tengo una esposa muy mandona –. Scully lo fulminó con la mirada.

–Te recuerdo Mulder que sé dónde vives, donde trabajas y que soy mejor tiradora que tú – sentenció Scully dando entender que el tema estaba cerrado. Le dio la espalda para dirigirse a la recamara, sonrió a sus anchas, ante la idea de que tenía un marido que difícilmente iba a cambiar, pero bien valía el esfuerzo.

Mulder recostado en el sofá noto el zumbido en su cabeza, decidió que lo mejor sería hacerse revisar con algún médico para terminar con eso. Volvió a recordar esos días de invierno en su lejana infancia; se daba cuenta de que ya no los extrañaba como antes, pues ante la perspectiva, nada en el mundo podría impedirle forjar nuevos recuerdos felices con Scully de ahora en adelante.

Gilberto González González

Domingo, 12 de mayo de 2013

Minatitlán, Veracruz.