Disclaimer:
Todos los derechos de de los personajes de Hetalia pertenecen a Hidekazu Himaruya.
Todos los derechos de los personajes de Hetamerica pertenecen a nnennisita1234 (Deviantart)
Todos los derechos de los personajes de Latin Hetalia pertenecen al grupo Latin Hetalia(Deviantart)
Todos los derechos de Alicia en el país de las maravillas pertenecen a Lewis Carroll

Personajes Latin Hetalia/Hetamerica:

Chile = Manuel
Argentina = Diego
Peru = José
Mexico = Francisco
Costa Rica = Rafael / juanca
Bolivia = Rosaura
Uruguay = Sebastián

Capitulo 1

Era un día primaveral, el Sol bajaba suavemente sobre el verde campo que se extendía, a lo lejos una casona se dibujaba con armonía. Una suave brisa corría llevándose algunos copos de polen que al levantarse trataban de imitar los copos de nieve.

— No entiendo cual es la idea — reclamo un chico malhumorado cruzando los brazos — hoy es mi cumpleaños, y me pareció entretenido eso de usar disfraz pero...

Suspiro mirando su vestimenta, estaba vestido como Alicia, aquella chica del cuento del país de las maravillas, y a pesar de ser un muchacho, con esas vestimentas perfectamente podría engañar a cualquiera que lo creyera una chica. Hasta llevaba una peluca en donde un largo cabello castaño caía con gracias sobre el vestido de color azul.

— Además yo soy el idiota que se mete en problemas y se termina vistiendo así — indica más molesto —, pero ese infeliz de Antonio ya me las pagara — empuña su mano.

— Yo te lo advertí — responde con expresión fría su madre Mapu, una mujer joven, alta, de largos cabellos oscuros y mirada seria — muchas veces te he dicho que no andes jugando con esos europeos raros y tú dale con irte con ellos...

— ¡Pero si es Antonio el que me busca! — interrumpió reclamando.

— De Antonio te lo creo, pero cuando se aparece ese "huinca" cejon se te olvida todo y te vas como cordero detrás del pasto — agrega con mayor frialdad.

Manuel se sonroja, sabe que le está hablando de Arthur, un chico ingles de cabellos claros y baja estatura.

— De todas forma todo es culpa de Antonio — y cruza los brazos en ademan de salir de la casa, no vaya otra vez su madre a retarlo por el asunto del Ingles, y del té y de que aprende puras tontas costumbres europeas y cosas así.

Pero no alcanzo siquiera a salir cuando se abre la puerta repentinamente encontrándose frente a quien menos quería ver. Antonio, un joven alto de cabellos castaños, sonríe y al verlo vestir de chica se emociona de tal forma que lo abraza casi ahogándolo.

— ¡Pero qué muñeca tan preciosa! — dice sin soltarlo.

— ¡No soy muñeca! ¡Ni tampoco preciosa! ¡Ni ninguna de esas weas! — Responde molesto saliendo de sus brazos — si después todos se ríen de mi esto será tu culpa... lo mejor es que ahora mismo me vaya a cambiar de disfraz.

— ¿Quieres que les cuente a todos lo que paso anoche? — indica Antonio con un gesto malicioso tomando una manzana del canasto de frutas observándolo fijamente.

Y al acercarse se pone tan cerca de su rostro que Manuel se sonroja, aunque no deja de mirarlo molesto. Toma sus manos y le deja la manzana sin quitarle la mirada de sus ojos.

— Eres un maldito... — apreta los dientes con rabia.

— Lo sé — sonríe Antonio con inocencia —, deberías comer más frutas estas muy delgado. — dice cambiando el tema y le da una mascada a otra manzana mientras le extiende a Manuel un regalo.

El joven lo toma de mala cara y guarda la manzana en el bolsillo de su vestido. Abre el regalo y se queda fijo mirando el libro que había en él, "Alicia en el País de las maravillas". Luego mira a Antonio con gesto interrogante ¿un libro de un británico? cuando Antonio siempre le regala libro de españoles, le dice que el ingles no se compara con la elegante prosa española. O bien podía ser una burla por el disfraz de Alicia que lo había obligado a vestir.

— No me parece gracioso — indica molesto, y aunque adora los libros, titubeando se lo extiende a Antonio como si se lo estuviera devolviendo.

— La verdad es que no fue con intenciones de reírme de ti — miro al techo con gesto inocente mientras pensaba que decir — lo del disfraz y el vestido si — sonrió.

El joven volteo el rostro aun más molesto y tomando el libro entre sus brazos hizo el ademan de salir de la habitación. Antonio había sido sincero, él tampoco entendía el porqué al pasar junto al estante de libros, de aquella vieja librería, sintió que ese libro lo estuviera llamando. Y lo compro casi sin pensar demasiado en esa sensación.

— No te vayas a desaparecer y luego que nadie te encuentre durante la fiesta — indicó el español al verlo alejarse.— Sino todos sabrán lo que paso anoche entre los dos — sonríe con malicia viendo como Manuel se voltea sonrojado y trata de reclamar sin poder articular palabras claras.

Y sale del lugar sintiendo su rostro arder.
— Maldito Antonio — camina con las manos empuñadas mientras apreta los dientes tirando mil maldiciones contra el español.

Se sienta bajo un árbol y se queda mirando el suave movimiento de sus hojas. Esto parece tranquilizarlo porque la dura expresión de su rostro comienza a borrarse. Manuel adora la primavera, no solo porque es el mes en que cumple años, sino que le encanta como todo se rodea de colores, de sonidos, como si fuera un nuevo renacer. La suave brisa toca su rostro haciendo recordar el libro que tiene entre sus brazos. Su mirada se detiene en las letras doradas del libro, tal vez el leer un poco lo distraiga de las amenazas de Antonio, de los retos de su madre, de cómo se irán a burlar los demás al verlo vestido de esta forma.

Las letras danzan frente a sus ojos, en una prosa entendible y clara, llevándolo a recorrer lugares desconocidos. Por un momento olvida en donde se encuentra y se pierde junto a Alicia en sus aventuras en aquel extraño mundo, y las letras se difuminan en sus ojos adormecidos. Sin notarlo cae en un sueño profundo.

— ¡Voy atrasado!

Despierta sobresaltado al escuchar a alguien hablar con un tono tan desesperado. Sorprendido ve a José vestido con traje de mayordomo, pero con pantalones cortos y orejas de conejo. La expresión de José es de mucha preocupación y constantemente está viendo la hora de un reloj de bolsillo con larga cadena dorada que saca de su bolsillo.

— ¿Atrasado? pero si eres el primero en llegar... ¿o me he quedado dormido por muchas horas? — le pregunta Manuel levantándose del suelo.

Pero José ni siquiera lo mira y sigue corriendo en dirección al bosque en vez de ir a la casa de Manuel.

— O bien no me reconoció con estas ropa o piensa ignorarme — murmuró Manuel molesto — además ¿a dónde va? se va a perder si se va hacia el bosque.

Y salió detrás tratando de avisarle que iba por mal camino, pero José lo sigue ignorando, en eso salta sobre unos arbustos y desaparece. Manuel se detiene sorprendido. Salta también sobre los arbustos pero no ve al joven en ningún lugar.

— ¿En donde se metió? — dice mientras camina a su alrededor.

En eso da un paso y siente su cuerpo inclinarse hacia adelante cayendo al vacio sin poder afirmarse de nada. Da un grito y se pierde en una fosa oscura oculta bajo el follaje del bosque. No sabe cuánto tiempo estuvo cayendo o si perdió el conocimiento una y otra vez porque la caída parecía ser eterna, tenía miedo, miedo a morir ahí y sin que nadie lo encuentre. ¿José habrá caído en esta misma trampa? se preguntaba.

No sintió la caída, estaba seguro que había perdido el conocimiento antes de caer, porque cuando se despertó se encontraba en un bosque. Tal vez la caída solo había sido parte de su imaginación y al saltar sobre los arbustos a lo mejor había perdido el equilibrio cayendo de cabeza y esto produjo esa alucinación de estar cayendo al vacio. Se levantó, le dolía demasiado la cabeza, y camino sin fijarse demasiado a donde se dirigía, solo sabía que quería ir a casa y tomarse algún remedio. Pero no noto que abajo de él el camino se acababa, cayo cuesta abajo por la colina, maldiciendo su mala suerte.

Antes de caer algo contuvo su caída. Al abrir los ojos vio en el suelo bajo suyo a un joven de cabellos claros y vestido de una forma extravagante, parecía llevar un traje pero con extraños ropajes como si hubiera extraído de otras ropas las piezas para arma lo que vestía, en su mano sostenía un sombrero. Y mirándolo bien se dio cuenta de inmediato quien era, retrocedió moviendo la cabeza, como podía tener tal suerte de encontrarse justo con quien no quería ver.

— ¿Que fue lo que paso? — señalo el joven de cabellos claros levantándose del suelo — ¡¿Quien fue el boludo que me cayó encima?! — preguntó muy molesto volteándose y encontrarse frente a Manuel quien sonrió con sorpresa ante la molesta expresión del rubio.

Hubo un silencio mientras Diego no dejaba de mirarlo seriamente y Manuel paralizado no sabía qué hacer, esperaba escucharlo reírse a carcajadas viendo su disfraz, pero nada de eso paso. El joven sacudió su sombrero colocándolo sobre su cabeza sin alejar su atención de Manuel.

— Oye no vayas a...

— ¿Quién eres? — le preguntó Diego con seriedad.

—"Aun no me ha reconocido" — pensó con sorpresa — "creo que eso es bueno..."

— ¿No tienes nombre? — indicó ante el silencio de Manuel.

— Soy... este... ¡Alicia! — respondió con el primer nombre que se le vino a la mente.

Pero no se esperaba la expresión de Diego, como si una especie de sonrisa tranquila se dibujo en su rostro.

— Alicia... — y su mirada pareció perderse en sus pensamientos —, si eres Alicia vuelve por donde entraste.

Manuel lo miro sin entenderlo ¿Acaso estaba jugando? ¿Qué le pasaba? ¿Y porque esa sonrisa no típica de él?

— Todas las Alicia que he conocido solo han venido a buscar un final fatídico — se acercó tomando el rostro del joven y mirándolo fijamente —. Y no me gustaría que una chica tan linda como tú terminara de la misma forma.

Manuel se sonrojó aunque se sintió raro con que lo llamara "Chica". ¡¿Qué demonios acaso tenía cara de mujer? y su rostro macho y varonil ¿donde quedaba?. Le dio un golpe a Diego obligándolo quitar la mano de su rostro.

— Vaya, linda y salvaje — sonrió levemente —. Tal vez es porque no me he presentado, me llamo Diego pero todos me dicen el sombrerero loco.

— ¿Sombrerero loco? ¿Qué clase de broma es esa? — miró a su alrededor esperando que todos salieran de su escondite riéndose de la broma de Diego pero nada de eso paso.

— No es broma, pero si no te acomoda puedes llamarme Diego no más — se quito el sombrero e hizo una reverencia.

Manuel se quedo estupefacto ¿Que estaba pasando aquí? Diego se estaba portando demasiado extraño, además si esta era una broma ya se estaba alargando demasiado.

— Y es mejor que te vayas, vuelve de dónde has venido — indicó seriamente.

— Quien te crees para darme ordenes Die... sombrerero ¡Ah, maldición! — gritó confundido agarrándose la cabeza sin saber si seguía en su inconsciencia imaginando cosas, o le estaban jugando una broma.

Diego no pudo evitar reírse al ver como Manu hacia tanto escándalo, aquella chica era muy extraña nunca había visto a una maldecir de esa forma ni gritar así.
Cerró los ojos sonriendo.

— Esta bien, yo te cuidare hasta que logres volver a tu hogar.

Manuel lo miró sorprendido.

— No necesito que me cuiden — reclamó colocándose los brazos detrás de su nuca con gesto indiferente — soy lo suficientemente fuerte para cuidarme yo solo, no le temo a nada hasta me llaman Jaguar porque soy muy valiente y...

Una araña bajo justo frente a los ojos de Manuel, su rostro se puso azul.

— CTM ¡Una araña! — grito retrocediendo espantado.

Diego comenzó a reírse con una leve mueca burlesca.
— Que graciosa, dices no temer nada y vez una arañita y sales despavorida — Y siguió riéndose

— ¿una arañita? ¡Esa wea mínimo mide 3 metros! — gritó enojado, no entendía como podía reírse de su miedo si cualquier persona normal ve una araña de ese tamaño y saldría huyendo.

Diego se acerco tranquilamente con las manos en los bolsillos, se acercó a la araña y de una sola patada la mando a volar lejos. Manu lo miro con sorpresa y susto ¿de donde había sacado esa fuerza?, ¿de dónde salió esa arañota? ¿Estaba soñando? En eso sintió que este lo levanta en sus brazos y con expresión seria agregaba.

— Ahora dejaras que te cuide, quiéralo o no, sabes que me necesitas.

Como respuesta Manu se mordió el labio, tenía razón pero no quería decírselo.

— Sin embargo no es necesario que me lleves en tus brazos — murmuró molesto y sonrojado mirando hacia otro lado

— Desde ahora yo soy el amo y tu obedeces no mas — respondió sonriendo.

— ¿Que mierda? — lo miró estupefacto.

Como respuesta el sombrerero se puso a reír, y Manu se tragó su rabia, ya vería después, se había ganado un golpe, pero por ahora era mejor guardar fuerzas y descubrir si todo esto estaba pasando o era un sueño o algo peor. Y si es que era una broma ya estaba durando demasiado.