-Edward basta –grito aquella joven bañada en un mar de sangre.

-¿Por qué lo aria? –dijo aquel hombre con tal furia en la voz, que ni el sabia que sentía.

-Me estas matando –dijo la joven tirada en el suelo, con tantos golpes en su cuerpo y en su cara, la respiración le faltaba y hablaba apenas en un susurro.

-Eso pasa cuando me hacen enojar –le dijo a su mujer quien ahora lloraba. Y gemía de dolor, un dolor que no se puede describir con palabras es algo tan horrible.

-Lo amo –se recordó la joven cuando trato de levantarse pero su cuerpo lleno de moretones, y heridas ensangrentadas se lo impidieron.

-Adiós tengo que ir al trabajo –dijo el hombre poniéndose su saco y saliendo de aquella mansión del sufrimiento, donde las paredes han presenciado su violencia donde las manchas de sangre siempre siguen frescas, y el suelo a visto como aquella mujer llora de dolor, y donde ah estado durante seis años tirada a causa de los golpes de sus marido y cada vez que intenta ponerse de pie él llega y la tira de nuevo.

-Mami –se escucho la voz de una niña dulce y tierna de apenas seis años de edad.

La niña al ver a su madre de nuevo tirada en el suelo y sangre por todos lados se asusto. Jamás había visto a su madre así.

-Princesa a tu cuarto –ordeno la mujer tratando de ponerse en pie.

-Mami ¿Quién te hizo esto? –dijo la niña tan inocente.

-no te asustes no es nada grave –dijo la mujer levantándose sentía un dolor inmenso pero no lo demostraría con su hija presente.

-Mami –dijo llorando por ver a su madre llena de dolor.

-te amo mi niña –dijo la mujer casi como una despedida como un adiós a su hija, la niña al ver a su madre corrió a sus brazos pero la mujer callo desmayada, al haber perdido tanta sangre en tan solo minutos de que su esposo la había golpeado.

-Mami, no te mueras llamare a mi papi –la mujer, recupero la conciencia, y escucho lo que su hija le había dicho y rio con ironía, y una lagrima se desprendió de sus ojos. Y perdió la conciencia justo cuando su esposo llego.