El automóvil perdió velocidad.
-Creo que es aquí- Dijo el hombre.
Detuvo el auto en frente de la puerta de aquel local. El viento sopló con fuerza obligándolo a él y a su acompañante abrocharse rápidamente el abrigo. El día era gris y nublado al igual que el corazón del joven.
Caminaron unos pasos y se detuvieron en la puerta, sin valor a entrar.
- Vamos debes hacerlo, entra- Le dijo su acompañante.
-Lo se- Respondió Sheldon. -Pero me da pánico con lo que me pueda encontrar, por qué todo será el resultado de mis acciones.
-Entiendo bien lo que sientes, pero debes afrontar la realidad. Todos nuestros actos tienen sus consecuencias y estas son las tuyas; afróntalas como el hombre que eres.
-Lo se Leonard, pero hubiese preferido mil veces no encontrarla en estas circunstancias.
El silencio se hizo entre ellos, no había mas que decir y las palabras sobraban.
Sheldon respiró hondo y se adentro al interior del local.
El sitio era oscuro, la poca luz que había en su interior se concentraba en la barra. Alrededor de esta habían muchos sofás con una mesita adornada únicamente con una vela. No se veía a las personas con claridad, pero si unas sombras moviéndose a un compás que Sheldon temía profundamente. No quiso mirar mucho por temor a ver algún rostro conocido y fue directo a la barra.
-Disculpe Señorita- Dijo Sheldon a la camarera.
-Hola guapo. ¿No crees que eres demasiado joven para un lugar como este?- Le contestó la mujer medio burlona al ver a Sheldon. -¡Creo que los chicos buenos deben irse a casa temprano! En cambio no me importaría pasar un buen rato con tu amigo- Dijo refiriéndose a Leonard.
-No es tan joven como aparenta- Dijo secamente Leonard. -tiene 27 años, edad suficiente para ser atendido por una de tus chicas.
-Vaya, no lo hubiera adivinado nunca- Se sorprende la mujer. -¿Dime muchacho, deseas alguna compañía en especial?- Le pregunta encendiéndo un cigarrillo. -¿Como las prefieres? Altas, bajas, morenas, rubias, delgaditas, con curvas, mucho pecho, poco...
Aquella mujer hablaba y hablaba. Sheldon la miraba atentamente, pero era incapaz de procesar la información que le estaba dando. Mas que hablarle de mujeres, parecía que le estaba nombrando una lista de supermercado. De nuevo el pánico inundó sus sentidos incapaz de pronunciar palabra.
-La chica que quiero para mi amigo se llama Shally- Leonard Interrumpió a la mujer. -Escuche que es bajita y castaña, además de ser muy buena y complaciente con todos sus clientes.
-Y escuchaste bien, querido...
-Mi nombre dudo que sea de alguna importancia en este momento. Si esa chica esta aquí, desearía que fuera con el chico.
-¡Esta bien, hombretón!- Exclamó la mujer riéndose. -Voy a ver si esta libre en este momento.
Leonard y Sheldon se quedaron solos. Nuevamente no se dijeron nada, cada uno estaba sumergido en sus pensamientos. Cada uno, a su manera sentía culpa en su interior por semejante desenlace. Las cosas no debieron salir así; una fiesta jamás debió acabar en eso.
Nuevamente imágenes de aquel horrible día aparecían a la mente de Sheldon. Jamás se borraría la imagen del rostro desencajado de ella, sacudiendo con fuerza su cabeza para intentar eliminar dichos pensamientos tormentosos, regresó a la realidad y se dirigió hacia su amigo.
-Gracias, Leonard.
-De nuevo con eso- Dice molesto. -No debes agradecerme nada, soy yo el causante de todo esto, no lo olvides.
-Te equivocas, pero de todas formas, déjame darte las gracias, en estos 4 años has estado siempre a mi lado. Sin tu apoyo no hubiese sido capaz de continuar esta búsqueda.
Leonard no contestó, simplemente se sumergió de nuevo en sus pensamientos, hasta que la camarera regresó.
-Muy bien muchacho. Shally esta disponible para ti, supongo que conoces la tarifa.
-El dinero no es problema- Dijo Leonard. -Yo pagaré.
-Muy bien, pero Shally hoy no atiende tríos, no esta de humor- Contesta maliciosamente
-¡No habrá ningún trío!- Exclama el enano comenzando a perder la calma. -Dígale al chico donde debe ir.
-Muy bien, pasa por ese pasillo y sube las escaleras hasta el tercer piso, puerta 306- Le dice a Sheldon guiñándole un ojo. -¡Que lo pases bien!
Sheldon no dijo nada, simplemente miró por última vez a Leonard y se dirigió en dirección hacia el pasillo que le conduciría, por fin, al final de una pesadilla que había sufrido por los últimos 4 años de su vida.
El pasillo era oscuro, pero no mas que las escaleras. Con el corazón en un puño por fin subió a la tercera planta y de nuevo se encontraba con otra puerta que cruzar. Pero en esta esperaba encontrar el final de una pesadilla, y con un poco se suerte, el perdón que tanto anhelaba.
El chirrido del pomo de la perta indicaba que esta había sido abierta numerosas veces anteriores a él. A medida que abría la luz del interior se hacia paso.
Sus ojos vieron una enorme cama, con sabanas de seda. Una bonita alfombra de color rosa, a juego con la cama. Las paredes eran de un blanco impoluto, y al fondo de la habitación, había un lavamanos con único adorno la figura de una mujer de espaldas.
Llevaba un camisón semitransparente rojo, con ropa interior del mismo color, que resaltaba su cabellera castaña clara.
Aquella imagen fue la mas hermosa que en años había podido ver, un sentimiento de felicidad recorrió todo su ser al reconocer a la perfección aquella maravillosa figura. Juntando todo el valor que pudo, cerró lentamente la puerta y de sus labios surgió, como si de un susurro se tratara.
-Amy...
Continurá...