Nada que decir solo:

¡AL BARDO!


Era una noche tranquila pasado de las dos de la madrugada en Royal Woods, los autos apenas apareciendo ocasionalmente por las solitarias calles, la gran mayoría de los locales estaban cerrados, siendo solo algunos bares los que se mantenían abiertos a esas horas. El parque de la ciudad iluminado tenuemente por el alumbrado público, recibía mayor luz de la preciosa luna llena que había esa noche, mostrando que había una persona, una chica, recargada en el puente que cruzaba el estanque mientras observaba hacia el cielo, metida en sus pensamientos.

Era una chica no mayor de veinte años, rubia con un mechón pintado de color celeste, tenía varias perforaciones en las orejas y en la ceja, pero aun así era bastante linda, a decir verdad; vestía una chamarra de mezclilla para guardarse del fresco de la noche, debajo una blusa negra sencilla, unos vaqueros oscuros y unos botines. Se llevo la mano izquierda a la boca para darle otra calada al cigarrillo que tenía, manteniendo la respiración, dejando que el humo inundara sus pulmones y la nicotina recorriera su sistema, y finalmente dejarlo salir lentamente, tratando de que se llevara sus preocupaciones y sus pensamientos negativos.

Se toco la mejilla donde había recibido la bofetada, hacia mas de un mes desde ese día, pero le seguía escociendo como si hubiera sucedido hace apenas unas horas. Jamás olvidaría la cara de abatimiento y tristeza de Luna, y el rostro de profundo odio, pero igual de tristeza de Luan. Siempre supieron que ese final era uno de los posibles escenarios que iban a ocurrir si eran descubiertas, pero ya fuera por ingenuidad e inocencia o un gran optimismo, no creyeron que fuera realmente a suceder. Fue por eso que ver a la rockera llorando y a su hermana bromista furiosa y lanzando improperios contra ellas la tomo verdaderamente por sorpresa y no pudo evitar el golpe que le dio la última, su compañera había sido mas rápida y había detenido su mano cuando quiso hacer lo mismo con ella.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el ligero movimiento del puente y el suave rechinido de las tablas le avisaron que alguien lo estaba cruzando y se estaba acercando a ella. Por instinto llevo su mano al bolsillo de su chamarra donde llevaba una navaja, la cual había tomado para defenderse de ser necesario durante su paseo nocturno. Giro su cabeza para tratar de ver quien era la persona que se acercaba, la luz de la luna le permitió distinguir quien era esa persona, por lo que se relajó y volvió la vista hacia el firmamento.

"Hablando del Diablo." Pensó.

- ¿No es muy noche para que una chica este sola en un parque? – Era la voz de una chica. - Creí que te gustaba vivir princesa, así pareciera que quieres que te maten.

- Tengo dieciocho, hija de Satán, además se defenderme. – Le respondió sin regresar a verla. Le dio otra calada a su cigarro para luego girar su cabeza y mirarla. – Tú tienes dieciséis y tu cuerpo atrae muchas más miradas lascivas que el mío.

La emo llevaba una sudadera negra con la capucha blanca puesta sobre su cabeza, una falda a cuadros negra, unos leggins azul marino y sus botas.

- ¿No estarás celosa, o si Sammy? – Le pregunto con burla.

- Vete a la mierda Maggs. – Le contesto con un tono bajo.

En vez de ofenderse o si quiera molestarse un poco, Maggie simplemente soltó una pequeña risita. No importaba cuanto pareciera que estuvieran peleando u ofendiéndose la una a la otra, esa era la forma en la que se trataban entre ellas y no la iban a cambiar. Camino el tramo que le faltaba hasta quedar al lado de la rockera, donde tomo la misma posición que ella recargándose en el puente y mirando hacia el frente, en ningún punto en particular. En un momento en el que Sam le dio otra probada a su cigarro, el viento cambio de dirección cuando exhalaba, provocando que el humo le diera en el rostro, pero en vez de molestarse, inhalo profundamente para después exhalar lentamente.

- ¿Tienes otro? – Le pregunto.

Sam busco entre los bolsillos de su chamarra hasta que dio con la cajetilla y se la tendió, a lo que Maggie saco uno, viendo por el empaque que era uno de los fuertes, eso le agrado; luego le regreso la caja.

- Mi encendedor se quedo sin jugo, por lo que tendrás que usar el mío para encenderlo. – Le paso su cigarro casi a terminar.

La emo lo tomo y encendió el suyo usando la pequeña brasa, esa sensación rasposa del tabaco fuerte pasando por su garganta y vías respiratorias le gusto. Le agradeció con una seña y le regreso el suyo; la rubia saco uno nuevo y lo encendió, arrojando al estanque al que ya le faltaba poco para que se consumiera. Estuvieron así un rato, fumando sin decir nada, solo observando hacia el horizonte, hasta que Sam rompió el silencio.

- ¿Cómo supiste que estaba aquí?

- Honestamente, no lo sabía. – Le contesto después de un momento de pensarlo. La rubia la miro con la ceja levantada, por lo que continuo con su explicación. – Trataba de dormir, pero no podía. Algo dentro de mí me decía que, si no venía a este lugar me iba a volver loca, que aquí encontraría una solución a mí extraña inquietud. Realmente no esperaba encontrarte aquí, ahora ya sé que era lo que me molestaba.

- Ya veo. – Fue lo único que le respondió.

La rockera no sabía cómo sentirse, no la veía desde ese fatídico día, ella no había tratado de hablar con Maggie desde hace un mes, ni la emo se había comunicado con ella. Suponía, o al menos así quería creer, que también estaba reflexionando sobre lo sucedido en la casa Loud.

- ¿Por qué no me dijiste que te ibas al rato? – Le pregunto después de soltar un suspiro.

- ¿Perdón? – Se giro para verla, no entendiendo de que hablaba.

- En unas horas te marcharas a la Universidad, a otro estado. – También se volteo para ver a la rubia de frente. – Te ibas a ir sin decirme nada, sin que habláramos.

Maggie hablaba aparentemente sin ninguna expresión, pero pareciera que en realidad no era mas que una fachada que la emo usaba para evitar algún sentimiento negativo que pudiera hacerla actuar indebidamente. Ante sus palabras, la rubia solo pudo sentarse en el puente y recargarse en una de las barras del mismo, la pelinegra hizo lo mismo que ella, colocándose enfrente de ella.

- Siempre te he dicho que somos tercas, obstinadas y orgullosas, una mala combinación si me lo preguntas. – Volvió a arrojar su cigarrillo al agua, dejando solo la colilla. Acción que fue imitada por su compañera. – Si tuviera que dar una excusa, debo admitir que bastante patética, diría que tanto tu como yo esperábamos que la otra hiciera el primer movimiento. Y no sabes cuánto lo lamento.

Maggie soltó un suspiro de derrota, esa era exactamente la razón por la que no le había hablado a la rubia. Y ahora al escuchar que esa también había sido la excusa de ella la hizo sentir más mal.

- ¿Cómo esta tu mejilla? – Le pregunto mientras miraba fijamente su rostro. – Te vi tocándola cuando llegaba.

- Física y visualmente a los tres días ya no tenia nada de nada. – Fue su respuesta mientras se encogía de hombros. – Aunque admito que a veces siento como si Luan me hubiera golpeado hace poco.

- Lamento no haberla detenido, me tomo por sorpresa.

- Pff, si a ti te tomo por sorpresa peor a mí. – Hizo un gesto restándole importancia. – Pero siendo honesta, yo hubiera hecho lo mismo si hubiera encontrado su cara entre las piernas de Luna… No espera, eso se oyó terriblemente mal. – Sus mejillas se encendieron apenas notablemente para la emo, cuando se dio cuenta de lo que había dicho.

La risa de Maggie no se hizo esperar y lleno todo el parque, aunque no era muy difícil viendo la hora y, que aparte de ellas dos, no había nadie mas ahí. Aunque le molesto un momento que se estuviera riendo de ella, después la acompaño en su coro de carcajadas.

- Oh por Lucifer ¿incesto? – La emo estaba que no cabía con la risa. – ¿Y me llamas a mi siniestra y enferma?

- Vale, esta bien, me equivoque. – La rubia trataba de que la otra parase de reírse, pero ni ella podría controlarse.

Ese momento de diversión había servido para que las cosas se aligeraran un poco entre ellas. Maggie se levanto y se acerco a Sam hasta quedar enfrente de ella. La rubia se quedó observándola con una ceja levantada.

- ¿Puedo? – Pregunto señalando sus piernas con algo de pena. Con la luz de la luna noto que sus mejillas estaban un poco coloradas.

- Nunca necesitas pedirlo. – Le respondió con una sonrisa mientras abría las piernas.

La emo se sentó en medio de la rubia, recargando su espalda en el cuerpo de la otra, Sam por su parte la abrazo, colocando y descansando sus manos en el vientre de Maggie. Estuvieron así un buen rato, cada una sumida en sus propios pensamientos y luchando contra sus propios demonios, cuando la rockera interrumpió el silencio.

- ¿Te arrepientes? – Aunque no podía verla directamente, por cómo se sentía su cuerpo, la pelinegra podía decir que estaba mirando hacia el cielo.

- Me siento horrible de haber lastimado a Luan, a ambas. Realmente no lo merecían, son buenas personas. – Le contesto después de acomodar sus ideas un momento. – Pero arrepentirme de lo nuestro, eso no, jamás. – Dijo con total seguridad.

La emo solo escucho como la otra solo soltaba un suspiro y un "yo igual" en un susurro que aun con esa cercanía que tenían la una de la otra apenas había podido oír. También pudo sentir como la rubia la abrazaba mas fuerte. Si se sentía mal por haberle hecho eso a las Loud, aun con su "coraza fría"; no quería ni imaginarse por lo que ella estaba pasando. Supo que las cosas estaban realmente mal cuando sintió algo húmedo sobre su cabeza y la escucho gimotear tenuemente.

- ¿Hace cuanto que te lo estas guardando? – Le pregunto Maggie seriamente después de soltar un suspiro.

- Lo siento. – Le respondió, mientras la soltaba para limpiarse y trataba de recomponerse. – Debes creer que soy una patética llorona.

- Te hice una pregunta Samantha. Respóndela.

A la rockera le sorprendió la dureza con la que se lo dijo; no es que fuera la primera vez que le hablara con ese tono de voz, de hecho, desde que la vio suponía que terminaría usándolo contra ella en un momento u otro, pero aun así fue una sorpresa. Se sorbio la nariz e hizo varias respiraciones para calmar su voz.

- Desde el primer día. – Le contesto despacio y con pena.

Maggie se palmeo tan fuerte la frente que le dolió, tuvo que morderse el interior de la boca, jalar su cabello tan fuerte que hasta Sam creía que se lo iba a arrancar y apretar sus puños de una manera tan fuerte que hasta se le entumieron. Tuvo que respirar profundamente varias veces para poder tranquilizarse.

"Tranquila Maggie, tranquilízate, respira. Tienes todo el derecho de enojarte y de querer estrangular a esta idiota. Pero ya lastimaste a una persona que era importante para ti y no puedes permitirte volver a hacerlo con otra."

La rubia estaba bastante nerviosa al ver a la pelinegra actuar así, creía que en cualquier momento se voltearía para golpearla.

"Me va a golpear hasta matarme, me tirara a un pozo y me echara cal para que no apeste; o quizás me amarrare a una piedra y me arroje al estanque para que cuando mi cadáver flote no salga a la superficie. Aunque si desaparezco y mi familia se entera de lo que paso entre Luna, Luan, Maggie y yo, comenzaran a sospechar de los Louds, y los investigaran y…"

Sus locos pensamientos fueron interrumpidos por un leve zape que sacudió un poco su cabeza, cuando volvió en sí, vio a la pelinegra parada enfrente de ella.

- ¿Qué? – Fue lo único que pudo decir.

- No se que hubieras estado pensando, pero algo me dice que era malo. – Le contesto, haciendo que las mejillas de Sam se calentaran de la vergüenza. – Y aunque si me gustaría estrangularte, no lo hare. – La tendió la mano para ayudarla a levantarse.

La rockera le tomo la mano y se levanto con su ayuda. La emo volvió a recargarse en el barandal del puente como cuando estaban hace un rato; Sam la imito, estar sentada la hacia sentirse vulnerable de alguna manera.

- Yo creo que ya basta de orgullos y otras mierdas. – Hablo Maggie después de soltar un suspiro. – Tú te vas en unas horas y no sé hasta cuando te volveré a ver; ¿qué tal si nos dejamos de pendejadas y hablamos lo que tenemos que hablar? – Le puso la mano en el hombro transmitiéndole seguridad.

Sam sonrió un poco pero sinceramente mientras cerraba los ojos y asentía.

- Si, tienes razón.


Solo algo pequeño para agrandar el universo de mis headcannons, esperen el próximo capitulo. Nos vemos.