Caminaban juntas, a oscuras, llovía, débiles faroles iluminaban el sendero débilmente con una luz amarillenta, pero eso no importaba, mientras estuvieran juntas. De pronto, el paraguas que las cubría se inclinó para cubrir bien a una de las muchachas, lo cual la extraño y le preguntó a la responsable de la acción el por qué de su extraño actuar.
-Qué ocurre Kouya? – preguntó mientras la miraba algo confundida.
-No quiero que pases frío – fue lo que consiguió como respuesta
-Pero puedes enfermarte – alegó al ver como el agua fría caía sobre el cabello de su compañera.
-No te preocupes – continuó, yo no siento frío como tú, y lo que no quiero es que te sientas mal, dicen que el frío sobrecoge a las personas.
-Kouya... – murmuró dudando.
-No te preocupes, estoy bien – dijo, pero su cuerpo no la apoyaba ya que un pequeño y fugaz escalofrío recorrió su espalda, zamarreándola suavemente.
Yamato frunció el entrecejo, pero luego suavizó la mirada, entendía que Kouya quisiera protegerla, pero se exponía demasiado. No tener sentido del tacto no significaba que estuviera protegida, al contrario. Decidió por usar algo de fuerza, su Fighter podía ser muy preocupada, pero eso la hacía más terca que una mula, por lo que paso su brazo izquierdo por atrás de Kouya rodeando su cintura y la atrajo hacia sí lo que produjo que la pelinegra se sonrojara y se pusiera algo tensa.
-Qué haces Yamato...no puedes...
Fue interrumpida por los labios de Yamato que se posaron sobre los de la Zero, un calor profundo e íntimo le recorrió el cuerpo¿por qué? Ella no sentía¿por qué le ocurría esto¿esto era el amor?
La Sacrifice se separó de su Fighter, y sin decir nada, se dirigieron al hotel en donde se estaban alojando. Todo pasaría esta noche, y a su vez, todo quedaría como estaba. Todo y nada. Todo es nada. Zero.
Llegaron a la habitación y se cambiaron sus ropas alistándose para...dormir.
Se sentaron en la "cama matrimonial", menuda cara que puso el recepcionista cuando se la pidieron: "Una cama matrimonial por favor" "disculpe?" "que no entiende? Le pedí una cama matrimonial!". Se miraron, Yamato sonrió y apagó la luz, pero no se acostó en la cama, se quedó inmóvil. Kouya se quedó estática, respirando tan suavemente que parecía que estuviera en un estado letárgico, pero no pudo evitar sobresaltarse al notar la mano de Yamato retirando los anteojos que le permitían ver a la perfección, después de todo¿ver qué? Estaba completamente oscuro.
Finalmente Yamato se inclino hacia delante y la besó, apoyando su cuerpo en el de su pareja, haciendo que ambas cayeran en la cama, cada vez más profundo; cualquiera diría que Yamato es la única que podría disfrutar algo así, pero se equivocan, se equivocan.
¿Fin?
