Disclaimer: Glee no me pertence, al igual que Pretty Little Liars. Esto lo hago por puro entretenimiento.

Spoilers: Principalmente 'SEXY' y 'ORIGINAL SONG'.

Parejas: Eventual Brittany/Santana; Brittany/Artie; Santana/Emily Fields (crossover Little Pretty Liars); mención de Rachel/Quinn.


Abril 2011

Ninguna de las dos sabía cómo habían llegado a este punto, ninguna pudo prever el momento cuando sus bocas colisionaron salvajemente y ninguna podría explicar cómo es que sus cuerpos habían terminado desnudos, bajo las sábanas azul celeste. Sin embargo, estas interrogantes no importaban porque sus labios se fundían en un urgente y desesperado beso y sus cuerpos se movían de una manera sincrónica, sin ningún material que se interpusiera entre sus desenfrenados movimientos.

Un par de manos blancas se sujetaban con fuerza a una espalda bronceada, encontraban un erótico placer en esa piel color canela cubierta por una delgada capa de sudor, mientras que las manos de su amante se aferraban al rostro ruborizado de la rubia bajo ella, rogando porque el beso no cesara aún cuando el oxígeno fuera insuficiente, implorando porque ella la amara con la misma loca pasión.

"Oh Dios… San…" la jadeante voz de la rubia se mezclaba con numerosos gemidos de placer que se ahogaban en los labios voluptuosos de la latina.

Santana incrementó el ímpetu de sus caderas, no descansaría hasta escuchar su nombre en los labios de, la que alguna vez fue, su mejor amiga; sabía que estaba al borde del orgasmo, lo sabía a la perfección porque la misma morena estaba alcanzando su propia satisfacción, una satisfacción que no sólo se limitaba al éxtasis sexual, sino también a niveles emocionales que iban más allá del deseo carnal, un nivel emocional que no sabía que podía poseer…

'Con sentimientos es mejor.'

Las palabras que Brittany le había dicho semanas atrás se habían tatuado en su mente y, Santana odiaba admitirlo pero, cuánta razón poseían, porque esto que hacían no era simple, salvaje y animalesco sexo, ahora la morena tenía el valor de llamarlo hacer el amor.

"¿Puedes sentirme, Britt?"

El ardiente aliento de su latina amante chocó en contra de su barbilla, le quemaba de una manera agradable y la obligó a rodear la cintura de Santana con sus dos piernas, evitando que la fricción disminuyera, haciendo que sus cuerpos se adhirieran aún más. "Sí, San… te siento," susurró Brittany con emoción y con honestidad.

Podía sentirla. Podía sentir a la morena en niveles metafísicos, era como si Santana la invadiera completamente. Su mente, sus sentidos, sus músculos y cada una de sus células gritaban por ella. Podía sentir como este inmenso amor la invadía, estaba segura que podía palparlo… era como si su amor se manifestara en algo material, en algo real.

Las dos chicas alcanzaron la culminación al mismo tiempo, ahogando sus gritos entrecortados en la boca de su amante con pura desesperación, con cierta añoranza. Ambas dejaban que sus cansados cuerpos se dejaran abrazar por el sopor que les ofrecía el post-encuentro.

Brittany sonrió complacida cuando sintió los labios de Santana en su cuello, abandonando pequeños y delicados besos sobre toda su longitud, mientras que sus delgadas manos se enredaban en sus desalineados mechones.

La rubia estaba exhausta. Hacía un poco más de un mes había tomado la decisión de dejar de tener sexo, tanto con Santana como con Artie, pero nunca previó que su naturaleza sexual se frustraría, con cada día que transcurría, sus deseos se acumulaban, un cúmulo de deseos que estaban entumecidos cuando estaba con su novio, con él era correcto no hacerlo, pero cuando Santana estaba cerca, su frustración crecía, sus deseos se multiplicaban y su mente se nublaba. Habían sido semanas torturantes y extrañaba sus dulces besos y por fin había drenado toda su energía, toda su pasión.

"No sé…" el susurró de la morena acariciaba la suave piel de su oreja, produciendo una serie de escalofríos en la espina dorsal de la rubia bailarina, "no sé cómo demostrarte cuánto te amo."

Brittany no respondió, su cuerpo se lo impedía, sus párpados le pesaban y la voz de Santana se escuchaba distante, pero quería responderle.

La morena se alejó al no obtener respuesta, observó con tristeza como su amiga se había quedado dormida, la rubia no podía ver cuanta tristeza había en los ojos de Santana y en ese momento su mente comprendió que esta era una aventura, Brittany tenía novio, lo eligió a él, la rechazó y la desplazó a un segundo plano. Nunca antes se sintió así… hasta ahora.

Pasaron minutos y Santana se perdía en la imagen de una dormida Brittany, la observaba desde una considerable distancia. Ya estaba vestida con sus shorts de mezclilla, su top negro y sus

Conversedel mismo color. Sentía que rompería en llanto en cualquier instante por toda la emoción que nació de su encuentro íntimo, un encuentro prohibido pero que deseó desde que le declaró su amor a esta chica, pero que no podía ocurrir de nuevo y eso no podía ser posible si permanecía en esta ciudad.

Santana tenía un propósito cuando oprimió el timbre de la casa de los Pierce dos horas atrás. Los eventos ocurridos en su vida las últimas semanas le indicaban que debía despedirse, la morena estaba en el pórtico de los Pierce para decirle a Brittany que no se preocupara, que ya no debía elegir… elegirla. Que ya no había necesidad de lastimar a Artie, porque Santana se hacía a un lado, declaraba oficialmente su rendición ante el simplón en silla de ruedas.

Estando lejos, las heridas probablemente sanarían, probablemente no pero ya no dolerían tanto. Además, todo ese drama le había enseñado dos cosas que desconocía: autorespeto y aceptación. Santana se declaraba gay, lesbiana o cualquier otra etiqueta que se refiriera a su 'condición' y estaba orgullosa de ser lo que era.

Santana se acercó a la rubia, colocando una hoja de papel en la almohada en donde se supone debería estar descansando, se inclinó para ver a Brittany más de cerca y con detenimiento memorizó sus facciones, sus felinos ojos cerrados, su nariz, sus pecas, sus labios, su aroma… con delicadeza acarició la mejilla de la chica y susurró: "Adiós Bee." Plantó un casto beso en la frente de la rubia y salió por la puerta por última vez.


9 Años Después

Las risas joviales de los niños al salir de la escuela siempre transportaban a Brittany a su propia niñez, donde podía verse a sí misma salir corriendo del edificio educativo junto con su mejor amiga, con sus meñiques siempre entrelazados, prometiéndose una eternidad de compañía.

No era usual que la mujer estuviera aquí, recargada en el costado de su Chevrolet Astra color azul mientras esperaba a que cierta pequeña saliera, pero hoy, al igual que muchos otros días desde hace dos años, se veía en la necesidad de recogerla para llegar a tiempo a su cita, escondiendo su preocupación tras una sonrisa amigable y maternal cuando su par de ojos celestes divisaron a dos niñas de nueve años – una rubia y la otra castaña.

Notando la presencia de Brittany, ambas niñas se acercaron, la rubia sonrió, "bye Sam. Hasta luego señora Abrams."

"Adiós Claire," respondió la rubia mujer mientras tomaba la mochila de su hija, Samantha, y le abría la puerta del copiloto. La pequeña castaña trepó al automóvil, abrochándose el cinturón de seguridad de inmediato. "¿Tuviste un buen día?" Preguntó Brittany cuando estuvo al lado de su hija.

"Sí, tuve una A+ en mi ensayo sobre la vida marina. La maestra dijo que fue un ensayo que no parecía haber sido hecho por un estudiante de tercer grado," la voz de la pequeña sonaba orgullosa y en su rostro se había dibujado una pequeña sonrisa pretenciosa que sería perfeccionada con el paso de los años.

"¡Wow! Mi hija es toda una nerd," dijo entre risas Brittany mientras ponía en marcha el vehículo.

"¡Claro que no!" el semblante de Samantha era de indignación. Pero de inmediato su rostro se relajó, "¿mamá?"

Brittany viró el volante hacia la izquierda en la esquina, acelerando cuando los neumáticos se enderezaron, "te escucho."

Samantha mordió su labio inferior denotando nerviosismo, pocas veces dejaba que la timidez invadiera su pequeña persona, "la maestra anunció que el próximo mes habrá una excursión a la ciudad de Nueva York… ¿puedo ir? Anda, di que sí, por favor… nunca te pido nada." Los ojos de la pequeña se iluminaron con esperanza.

"No veo por qué no. Pero debes preguntarle a tu padre primero."

La castaña desvió su mirada a la ventanilla, con un verdadero fastidio en ellos, "Artie no es mi padre."

La holandesa suspiró con frustración. Le dolía que su hija no viera a Artie, su esposo, como padre, después de todo, él había estado a su lado desde que se enteró de su embarazo.

La rebeldía de Samantha no era peculiar para una niña de nueve años, pero bueno, la pequeña presentaba una inteligencia superior a la de un niño normal de su edad, sus maestros constantemente hablaban con Brittany acerca de buscar una educación especial, una educación particular que satisficiera las necesidades intelectuales de su bebé. Sin embargo, el último año, Samantha era más agresiva con Artie, más mordaz y eso comenzaba a ser un problema para su familia.

El camino se hizo largo por la falta de conversación. Brittany de vez en cuando miraba a su hija por el rabillo del ojo, esperando alguna señal de que su humor se hubiera calmado.

"¿De verdad debemos ir?" Preguntó Samantha con tristeza.

La luz del semáforo se tornó roja, dándole la oportunidad a la rubia de admirar a su hija, el regalo más grande que había recibido. Sus ojos azules miraron con ternura a la pequeña frente a ella, aún después de casi una decena de años se seguía asombrando por el color de sus grandes e inocentes ojos, alrededor de la pupila oscura una corona azul se mezclaba con un contorno verde olivo y si uno ponía suficiente atención, rodeando al iris, había una delgada línea café. Esos peculiares ojos eran resaltados por una piel ligeramente bronceada y un contrastante cabello castaño oscuro con coquetas ondas naturales que enmarcaban sus delicadas facciones.

Con ternura, Brittany acarició el cabello sedoso de su hija, sintiendo una familiaridad heredada, deslizó su palma por la tibia mejilla y, finalmente, cubrió la barbilla de la niña. Samantha era una mezcla perfecta del amor, un milagro personal. "Es por tu bien. Verás que todo está bien, es sólo rutina ¿ok?"

La castaña miró su regazo con decepción, alejando la mano de su madre con frialdad, "siempre dices eso pero nunca es así."

Brittany se sintió herida por esa aseveración y antes de poder responder, la bocina del auto de atrás le indicó que el semáforo ya había hecho el cambio a verde.


Samantha se encontraba sentada en un pequeño sillón amarillo en la sala infantil del hospital general de Lima, rodeada de juguetes y libros para colorear, pero la castaña se limitaba a leer. Su madre la observaba desde el ventanal, pensando en que su hija era como la niña de la película de Matilda.

La mujer no despegó la vista de la pequeña y aparente débil figura de su hija, "¿y bien? Dígame que está mejorando."

El especialista encargado del caso de Samantha, Tom Johnson, invitó silenciosamente a Brittany a tomar asiento, "señora Abrams, no le voy a mentir." El médico se recargó en su silla y miró a la mujer frente a ella, "Sam no presenta mejoría, de hecho…" el hombre odiaba dar esta clase de noticias. Se quitó las gafas de armazón delgado y las colocó sobre el escritorio, "su hija ya no responde al tratamiento y su condición comienza a deteriorarse con rapidez."

Brittany apretó la mandíbula, evitando que alguna emoción se escapara tras escuchar estas horribles noticias, este diagnóstico desalentador.

"Señora Abrams, es necesario que empecemos con los trámites en el banco de donantes…"

"Nuestro seguro médico no puede cubrir un trasplante," interrumpió Brittany con una voz plana y una mirada vacía.

"Su hija lo necesita con urgencia, debemos empezar los trámites o buscar un donante. Le recomiendo que se haga los análisis para ver si usted es candidata y, tal vez, quiera sugerirle al padre de Sam que haga lo mismo."

"Artie no es su padre," respondió Brittany de inmediato, de la misma forma que Samantha le respondió hace unas horas.

"Me refiero a su padre biológico."

Brittany se sentía en una clase de limbo, todo esto era terrible, no era justo que esto le ocurriera a su hija, no era justo que todo tuviera un precio en esta vida… en los últimos años, en su cabeza sólo había cuentas y más cuentas, un seguro médico que agradecía compartir con Artie pero que no era suficiente para cubrir la leucemia de Samantha y menos un trasplante.

"Sam… su…" su mente se paralizó en una silueta distante, en una distintiva risa que hacía eco en el tiempo, "no sé dónde está."


Tras el trágico diagnóstico, Brittany se vio obligada a tragarse toda su tormenta de sentimientos, no quería preocupar a su hija. Con todo el pesar de su corazón, esbozó una sonrisa antes de entrar al área infantil.

La rubia se acuclilló, apoyó su antebrazo en uno de los soportes del pequeño sillón y, sobre éste, su mejilla, mirando a su hija con adoración "¿Qué haces duckling?"

"Leyendo," dijo la niña sin darle importancia a su actividad por lo que en seguida cerró el libro de 'Las Crónicas de Narnia'"¿podemos irnos ya? Estoy cansada."

"Claro," Brittany se puso de pie, tomando en seguida la delgada mano de Samantha, aferrándose a ella con su vida.

Ambas caminaron hacia la salida del hospital mientras la rubia pensaba en una manera de obtener el dinero para la operación. Su mente estaba tan inmersa en diversas soluciones que no prestaba atención al mundo que la rodeaba. Así fue hasta que chocó con una figura fornida.

"Oh, lo siento."

"No se preocupe," la voz del hombre era profunda y, por alguna razón, le resultaba familiar a la despistada mujer.

Brittany miró al hombre frente a ella, fijó su mirada en el rostro del hombre, un rostro que parecía no envejecer, había ligeros cambios, algunas arrugas alrededor de sus ojos y una franja de canas en los costados de su cabello… "¿señor López?" susurró la rubia con timidez.

Los ojos oscuros del hombre la miraron sin emoción alguna y sin más, se alejó. Esa mirada fue la misma que le ofreció nueve años atrás, una mirada que la desconocía.

"¿Mamá?"

La voz de Samantha exigía su atención, por lo que Brittany la miró en seguida, "¿qué pasa cariño?"

"¿Quién es él?"

La mirada azul de la rubia miró hacia la misma dirección que el hombre había tomado. Ahí estaba él, con un joven casi idéntico, Brittany lo reconoció. Carlos López miró a la mujer para luego inclinar la cabeza cortésmente y, finalmente, desaparecer junto con su padre.

"Nadie," respondió Brittany, reiniciando su caminar hacia la salida, "¿te parece que antes de ir a casa nos escapemos para comer un helado?"

Samantha tenía nueve años y su intelecto superaba al de sus compañeros. Esa misma inteligencia le permitía entender el lenguaje silencioso de su madre quien pensaba, a sus veintiséis años, que el helado podía resolver las crisis personales. Samantha Pierce-López tenía nueve años y sabía, incluso a esta edad, que su don podía ser también una maldición. Supuso que ese hombre era un 'alguien' y podía jurar que de labios de su madre escuchó las palabras señor López… López como ella.

"Se me antoja uno de choco-chips."

Parejas: Eventual Brittany/Santana; Brittany/Artie; Santana/Emily Fields (crossover Little Pretty Liars); mención de Rachel/Quinn.
Rating: PG-13
Disclaimer: Glee no me pertence, al igual que Little Pretty Liars. Esto lo hago por puro entretenimiento.
Spoilers: Principalmente 'SEXY' y 'ORIGINAL SONG'.