Disclaimer: Todo pertenece a Jotaká.

Resumen: En un típica pelea que sostienen los jóvenes Malfoy y Granger, ésta última sufre un severo golpe con consecuencias realmente desastrosas.

Advertencias: OoC. Quizás una Hermione que pueda parecer Mary... pero todo es culpa del rubio, no mía (?.

Nota: Este fic es un reto. Así que simplemente lo estoy cumpliendo, no me culpen por las excentricidades que se me ocurran.


¡Oh sí! Aquello era simplemente magnifico… ¿Había algo más gratificante que eso? ¡No! Era simplemente perfecto, él necesitaba despejarse- estaba harto, harto de tener que buscar mil y un formas de matar a Dumbledore-, y aquella sangre sucia había pasado frente a sí, dándole una clara invitación.

Sonrió con arrogancia, con suficiencia y con poder… , aquello era maravilloso.

— Buenos días, sangre sucia…—susurró con voz desdeñosa.

Y allí estaba. Granger había volteado tan rápido que él estaba seguro de que sus huesos habían sonado con tan rápidos movimientos.

— Malfoy…—había dicho la castaña con tono mordaz.

Sí, debía admitirlo, adoraba aquello, aquello de verla enojada y a punto de saltarle encima y darle puñetazos por doquier.

— Qué bueno Granger, es bueno que recuerdes cómo debes dirigirte a tus superiores…—acotó el blondo.

Y la chica enfureció, aquél ser humano frente a sí no era santo de su devoción, y pensar que había estado segura de que se haberse librado de aquél mal… sí, sobre todo al percatarse que el rubio no le dirigía la palabra a nadie y sin embargo allí estaba molestándola una vez más.

— Desgraciado…—dijo con un claro enojo en su voz.

Lo odiaba, odiaba profundamente a Draco Malfoy, era su polo opuesto, su enemigo natural, era tan engreído y narcisista que era incapaz de soportarlo. Nunca en su vida había sentido odio y sin embargo aquél rubio se lo había enseñado.

— ¡Vaya! Pero qué carácter Granger. —susurró con desdén el rubio.

Hermione respiró, suspiró y bufó.

— ¿Sabes? Era preferible que te quedaras calladito como lo has estado durante todo el año… ¿Entendiste hurón? —acotó la gryffindor.

Malfoy enfureció, ahora era su turno, odiaba a aquella maldita castaña, la odiaba con todo su corazón, deseaba verla muerta acabar con ella, que dejase de humillarlo, de amedrentarlo, de cuestionarlo… ¡Odiaba a la maldita sangre sucia! La odiaba con toda su alma y quería vengarse, matarla, hacer algo para que simplemente dejase de existir.

Para que aquella mirada llena de orgullo, le dejara en silencio, para que aquellas inteligentes palabras le dejasen sin argumento alguno ¡La odiaba!

Lo hizo, sacó su varita y la apuntó, estaba dispuesto a todo, su estrés estaba en el límite y al contrario de lo que pensó el encuentro con Granger lo había estresado aún más de lo que ya estaba.

La castaña se turbó un momento y luego comenzó a reír.

— ¿Me matarás? —cuestionó cuando logró calmar su risa. — Deja de ser tan patético Malfoy, es posible que ni siquiera sepas usar una varita…—era mentira ella sabía que el rubio era capaz de utilizar con gracilidad su varita, pero era la simple idea de provocarlo o era su orgullo que no dejaba que ella simplemente cerrara su boca. —, pensándolo mejor sí, utiliza tu varita contra mí… ¡Vamos! Demuestra que lo que todos sospechan es cierto…

No, no podía detenerse, las palabras salían de su boca.

Sólo una gota más, una gota más y la castaña moriría, sí, perfectamente lo haría, Draco sostenía con fuerza su varita, su enojo hacía vibrar el objeto mágico, previniendo la tormenta, sí, el portador de aquella varita estaba enojado y era capaz de realizar un gran daño.

— Demuestra Draco Malfoy que además de un desgraciado hurón narcisista y egocéntrico, eres un vil mortífago… lamebotas de Voldermot. —acotó la castaña firmando su sentencia.

Listo, el vaso estaba lleno, fue rápido, las palabras simplemente salieron de su boca, un Depulso, eso le daría una lección a la chica, aprendería a no meterse con un Malfoy y mucho menos alzar falsos testimonios contra él.

Y no, la castaña no contó con aquél impactó que recibió, sus ojos se abrieron de par en par, mientras recibía el hechizo, ni siquiera había estado atenta como para detenerlo.

Su cabeza chocó contra la pared cercana y luego… todo fue oscuridad.

Draco se turbó, sí, el ver a la castaña tirada frente a sí, logró asustarlo un poco ¿La había matado en verdad? ¡Pero no había lanzado el Avada! ¡Maldita Granger! ¿Por qué estaba inconsciente? ¡Sólo había sido un Depulso! ¿Qué daño podía haberle causado? Era una débil aquella Gryffindor, pero ella había tenido la culpa de todo, sí, por supuesto que sí, diría que fue en defensa propia.

Miró hacía todos los lados de aquél pasillo, no había testigos: perfecto.

— Maldita sangre sucia… —comentó, mientras apuntaba a la castaña nuevamente con su varita. —¡Wingardium Leviosa! —exclamó.

El hechizo impactó en el cuerpo de la gryffindor y comenzó a elevarse, levitando eso era lo que estaba haciendo el cuerpo de Hermione Granger.

Draco bufó, mientras introducía el cuerpo de la castaña a un salón vacío, no podía llevarla a la enfermería ya que de inmediato lo culparía a él, lo mejor era asegurarse de que la chica siguiese viva.

— Sangre sucia inmunda…

¿Y si le lanzaba otro hechizo? Sí, quizás fuese lo mejor, además un Enervate ayudaría mucho en el proceso.

Lo hizo, pronunció el Enervate, y la castaña gimió, mientras comenzaba a moverse lentamente.

El rubio sonrió, sí, estaba viva, por lo menos. Se acercó a la chica con mirada evaluadora… ¿Le lanzaba un obliviate? Quizás así no lo acusaría de intento de asesinato, conocía a la chica y podía ser muy escandalosa.

La chica abrió lentamente los ojos, de pronto las sombras comenzaban a aclararse, observó una cabellera rubia frente a sí, y cuando logró acostumbrarse a la luz, se dio cuenta de que era un chico.

Tenía muchas preguntas en su mente… ¿Dónde estaba? ¿Qué era aquél lugar? ¿Cómo había llegado allí? Y sobre todo…

— ¿Quién soy? —cuestionó más para sí misma.

Se giró a ver al chico, no le conocía, sin embargo algo le decía en su interior que ya le había visto en algún lugar, le dolía la cabeza, quería ver a sus padres, un momento… ¿Tenía padres? No recordaba absolutamente nada, su mente era una estancia de sombra y de recuerdos borrosos.

— ¿Dónde estoy? —preguntó nuevamente. — Y… ¿Quién eres tú? —inquirió al rubio.