Disclaimer: Soul Eater no me pertenece, es propiedad de Atsushi Okhubo.
Cuando un pescado se vuelve la manzana de la discordia.
— ¡Liz! ¡¿Dónde diablos están las series en forma de "ocho"?! — se escuchó el grito del actual Shinigami-sama— Dije, específicamente ochos ¡Solo veo asimétricos foquitos normales! ¡Maka! ¡¿No puedes hacer tu pose de batalla más simétrica?! ¡No puedo presentar a la última pareja Scythe sin una pose simétrica!
Maka frunció la ceja con fastidio, nadie corregía sus posturas de batalla, ni siquiera su "jefe". Y solo había una solución para esto...
—Makaaa…
"Recuerda que es Shinigami-sama, Maka" le recordó Soul en su forma de arma, sintiendo un escalofrío al escuchar aquella exclamación siniestra.
— ¡La pose Maka! ¡La pose!— gritó el shinigami, golpeando el piso con el pie, sin saber que su tumba había sido cavada gracias a eso.
Tú te lo buscaste Kid pensó el albino, viendo venir lo inevitable. Lo dolorosamente inevitable.
— ¡Chop! — el humo que salía del libro de Maka revelaba que el golpe había sido en serio. El Shinigami yacía en el suelo con sangre brotando de su cabeza.
— ¡Es mejor que te calmes Kid! Es sólo una fiesta, relájate— Dijo Liz, poniendo sus manos en las caderas, resoplando con fastidio mientras su hermana reía como loca por el destino del pelinegro.
Era evidente que Death the kid estaba estresado… muy estresado.
Sin embargo, él mismo se había cargado la responsabilidad, decidiendo que era imprescindible hacer una reunión con las Death scythe y sus técnicos, así como algunos equipos retirados- como la madre de Maka, por ejemplo- y dar las buenas nuevas, haciendo oficial la relación amistosa con las brujas, así como el nuevo rumbo que llevaría Shibusen.
Y, por supuesto, nadie le discutía que era importante, ¿Y qué ocasión más perfecta podría haber que navidad? Tiempo de paz y alegría.
Pero, por más inteligente y buen Shinigami-sama que fuera Kid, siempre habría ese pequeño detallito que no le dejaba hacer las cosas con normalidad: Simetría, simetría ¡Simetría! Y para los pobres tres equipos de Spartoi que les tocaba adornar el salón principal era un martirio.
Maka maldecía la hora en la que había rechazado el trabajo de entregar las invitaciones- porque sí, a Kid le gustaba la formalidad, e invitar a las personas por medio de un espejo no era su estilo- para quedarse a adornar junto con sus otros cinco amigos para pasar un "momento agradable".
Se podría decir que, en ese momento, odiaba a la repartidora oficial Kim.
—Deberías tomarte las cosas con más tranquilidad Kid-kun, podrías enfermarte. — aconsejó Tsuabaki, con su usual tono amable y suave, colgando otra esfera en el árbol de navidad.
—Además ex-rayitas, no tienes que preocuparte de la simetría, porque es obvio que todos van a venir a ver a esta genialidad de hombre ¿No es así Tsubaki? — la hoja demoniaca solamente rió con vergüenza, siguiéndole el juego a su técnico.
Maka observó cómo, mágicamente, el pelinegro se reponía del golpe y empezaba a discutir con Black Star; a ese paso no terminarían nunca, y no podían pedirle ayuda al profesor Stein o Marie, ya que la última estaba a escasos meses de dar a luz, y los movimientos brucos le afectarían, y Stein-sensei… tal vez propondría adornar con animales disecados. No, así estaba bien.
Y llamar a Spirit para que los ayudara tampoco era una opción.
La Albarn indicó a su arma volver a su forma humana, para poder acercarse a Liz, quien trataba de cortar pedazos de escarcha lo más idéntico posible.
—Oye Liz, ¿No crees que sería más rápido si solo adornáramos nosotras? — susurró la de coletas en el oído de la Thompson.
— ¿Hablas de sacar a los chicos de aquí? — Maka asintió con una sonrisa. Liz dudó un momento, mirando el tamaño del lugar e imaginándose todo el trabajo que costaría arreglarlo; no era una idea emocionante, hasta que un crujido se escuchó, proveniente de varias esferas que habían sido rotas por su técnico y el mono de cabellos azules. Era el colmo— Sácalos de aquí, Maka.
Unos segundos después, los tres muchachos estaban afuera del salón, con Maka impidiéndoles la entrada de este sosteniendo en su mano derecha un mortal libro de ochocientas páginas.
—No me interesa a donde, pero se van los tres ahora ¿Entienden? Nosotras terminaremos esto— indicó Maka, dejando al Shinigami con el ceño fruncido ante tal insolencia.
—Maka, no puedo dejarlas solas sin supervisión de simetría, ¡La simetría es una parte fundamental de…!— una mano se estampó en la cara de Kid, interrumpiéndolo en el proceso.
— ¡¿Cómo osas correr a tu futuro dios, pechos-planos?! ¡Este es un insulto a mi gran persona! ¿Estás consciente de que estás pecando?
— ¿Por qué se supone que me golpeaste…? ¡Asimétrico! — Soul solo dio un paso atrás cuando la pelea comenzó; algunas cosas nunca cambian.
Lamentablemente, para los dos técnicos, Maka se estaba irritando cada vez más, al punto que una venita en su frente palpitaba. Todos en Shibusen sabían que, la miembro de Spartoi cuyo cabello se distinguía por ser de un raro color rubio cenizo casi gris, era muy respetuosa; sabía comportarse y ser educada con sus superiores o mayores, a diferencia de su arma. Sin embargo, aun si Kid ahora era el Shinigami-sama, o sea, su jefe máximo, no le importaba en lo más mínimo… porque su paciencia ya se había agotado.
Doloroso, rápido y preciso, el libro de pasta gruesa, que sacaba humo por uno de sus lados, se alzaba victorioso al ver a aquellos dos desafortunados fuera de combate, tirando sangre a montones.
Soul dirigió su mirada aterrada a su compañera, quien parecía aun echar chispas por la molestia.
—Eh, Maka, estás poniéndote como tomate— comentario malo en momento inapropiado. Porque Soul Evans, ni siquiera después de cuatro años y medio viviendo con la muchacha, sabía callarse cuando su técnico se convertía en un campo minado. Y parecía haber pisado una mina.
La temible cazadora fijó su mirada maniática en el indefenso conejito…
— Souuul…
Ni lento ni perezoso, Soul tomó a los dos inconscientes del pie, y salió corriendo sin mirar atrás.
Maka observó al chico desaparecer entre los pasillos de Shibusen. Sonrió, tendría que recompensarlo, después de todo, él no había hecho nada en realidad, sólo ser arrastrado al problema por esos dos. En fin, ya se le ocurriría algo.
El Eater, sintiéndose libre del sufrimiento al fin, dejó a sus dos amigos aun perdidos en el mundo del dolor, y se recargó en uno de los pilares de la entrada de Shibusen.
Suspiró, observando a los caídos en batalla, cerrando los ojos para esperar a que despertaran; por experiencia propia, calculaba que tardarían alrededor de quince minutos en reaccionar. No por nada él era un veterano en la guerra contra la temible Maka Albarn.
¿Qué se supone que harían? Kid de seguro propondría hacer una revisión de la ciudad, buscando puntos asimétricos que arreglar. Privilegios de ser Shinigami-sama. Y Black Star daría la gran idea de ir a pregonar su grandeza a un bar o algo por el estilo.
Ambas ideas eran bastante aburridas para la Death scythe.
De repente, recordó aquella película de terror que había comprado hace unos días. A Maka no le gustaban, así que podrían ir a verla al apartamento. Kid se entretendría buscándoles imperfecciones a los actores y actrices, y Black Star daría una y mil maneras en la que él y su grandeza acabarían con el villano de la película en un santiamén.
—Eres cool hasta para pensar en planes, Soul Eater. — se felicitó, soltando una sonrisa ladeada y empezando a tararear una cancioncilla que le gustaba.
— ¡Adiós, Soul-kun! ¡Nya! — escuchó la vocecilla chillona de Blair, quien pasaba por el techo de un edificio cercano a la escuela, seguramente dirigiéndose a la pescadería. Él sólo alzó la mano, despidiéndose de ella, y volvió a cerrar los ojos, esforzándose para no quedarse dormido.
Por su parte, la linda gatita morada regresaba a su casa, con un paquete ultra secreto que había recogido en su tienda favorita, donde le vendían su amado pescado.
Llegó al departamento, entrando por la ventana de la cocina que Maka, amablemente, le dejaba siempre abierta. Hace dos años que vivía con la pareja de arma y técnico, y podía decir que era feliz; gracias a ellos había encontrado una familia. Además, hacerles travesuras era divertido.
La peluda felina tomó su forma humana, dejando aquel paquete en la barra de la cocina. Empezó a tararear una cancioncita que tenía algo que ver con las calabazas, y sacó de uno de los muebles de la cocina un plato y un tenedor.
Generalmente, cuando comía, lo hacía en su forma gatuna, en un platito especial que Maka le había comprado sólo para ella. Sin embargo, ese plato tenía que comerlo caliente, y su lengua felina era demasiado sensible para eso.
—Veamos, ¿Cuánto tiempo le pondré? — pensó, al meter su plato en el horno de microondas. Aun cuando eran muy raras las veces que lo utilizaba, Maka se había tomado la molestia de enseñarle bien su funcionamiento. — Tal vez sólo dos minutos.
Pinchó los botoncitos del aparato, marcando el tiempo que deseaba, y se sentó a esperar con ansias, imaginándose aquel sabor tan exquisito, que sólo una vez había probado hace mucho tiempo. Jugoso, un tanto ácido. Delicioso. Empezó a salivar al recordarlo.
Había sido una proeza encontrar esa especie de pescado en particular. Pasó casi seis meses buscándolo, hasta que el vendedor de pescados le dio la espectacular noticia de que por fin había conseguido alguien que traería uno, y que lo cocinaría él mismo para ella, a cambio de que siguiera yendo a visitarlo todos los días. Blair, sin dudar, aceptó encantada.
La de cabellos morados escuchó un "Bip" procedente del horno, avisando que su trabajo había sido terminado, y que la gatita ya podía disfrutar de su muy esperado manjar. Ella se relamió los labios, sacando su plato y poniéndolo en la mesa. Empuñó su tenedor, soltando una sonrisilla felina, y alzó su cubierto con felicidad.
— ¡A comer! ¡Nya!
— ¡Yahoo! ¡Ha llegado el hombre más big del mundo! — un mueblecillo de madera salió volando ante la tremenda patada con la que había sido abierta la puerta.
Blair entró en shock. Volteó robóticamente la cabeza, observando con terror como su anhelado pescado yacía ahí, desparramado en medio del suelo de la cocina, con pedazos de cerámica rota y restos de madera encima.
Incomible.
—Hola Blair, ¿Qué era eso que está tirado?
La gatita dirigió su mirada a Soul y compañía; jamás se había sentido tan furiosa en su vida.
Un escalofrío recorrió la espada del albino al ver esa expresión en los ojos miel de la chica. La reconocía, y le daba miedo, porque era la misma mirada que ponía su adorable técnico cuando estaba molesta. Muy molesta.
— ¿B-Blair? — insistió Soul.
— ¡Nya, Soul-kun! No pasa nada. Esa cosa era solo un pescado que me habían regalado, nada importante. — El entrecejo del Death scythe se frunció, confundido, después de ese cambio expresión tan radical de la muchacha. Quizá estaba en esos días. — Estoy un poco cansada, voy a la habitación de Maka-chan.
—Ok…— murmuró el Eater, al ver a la chica convertirse en gato e irse directo al cuarto de su compañera.
— ¿Pasa algo Soul? — preguntó el Shinigami, notando el gesto confundido de su amigo.
—No, sólo que Blair me pareció un poco extraña hoy pero… ¡Olvídalo! Cosas sin importancia — respondió, encogiéndose de hombros— Y tu Black Star, espero que puedas arreglar ese mueble porque Maka te matará.
— ¡No te preocupes viejo! ¡No hay tarea imposible para este gran hombre!
Soul rodó los ojos con fastidio.
—Sí claro. Sólo, trata de no "bendecir" tanto el departamento antes de que ponga la película.
La risa histérica de Black Star resonó por el lugar. Kid resopló.
—Es un imbécil— le dijo al de ojos rojos, siendo apoyado por un asentimiento con la cabeza de este. — ¡Deja de acabar con la simetría de los sillones! ¡Te lo exijo cómo Shinigami-sama, mono!
Soul suspiró. Era mejor poner la película antes de que tuviera que llamar a Maka para controlar a esos dos.
Soul bostezó a la mitad de la película. En realidad era muy mala, y estaba empezando a golpearse mentalmente por la idea, aunque al ver a sus amigos tan entretenidos en sus propios mundos, lo hizo sentir mejor.
— ¡Soul-kun! — la voz aguda de Blair espantó al albino, haciéndolo saltar levemente en su lugar, ¿Desde cuándo estaba ahí? — voy a salir un momento, pero ten, les serví refresco para su película.
Soul recibió el vaso observando la sonrisa gatuna de la chica, preguntándose el porqué de tanta amabilidad. Generalmente sólo avisaba que se iba, se colgaba de sus hombros con solo un bikini encima y salía despavorida al escuchar los gritos de Maka.
—Gracias Blair, aunque no te hubieras molesta…
— ¡Por fin! Estaba muriéndome de sed, ¡Serás bendecida por esto, Blair! — gritó Black Star, tomando el vaso y vaciándolo completamente en unos segundos.
—Gracias Blair— agradeció Kid educadamente, agarrando la bebida, dándole unos sorbos.
El arma suspiró, viendo a su amiga salir por la ventana, y tomó un trago del líquido naranja, reprendiéndose por ser tan desconfiado. Blair jamás le haría algo malo.
De repente, sus párpados comenzaron a pesarle. Dio un vistazo a sus acompañantes, notando que parecían estar en la misma situación. Era extraño, hace unos minutos no tenía nada de sueño, sin embargo ya no podía mantener sus ojos abiertos.
Unos segundos después, todo se había nublado, y Soul, Kid y Black Star habían cedido al mundo de los sueños, dejando a película correr sin detenerse, y a una gatita morada observar desde la cocina con una sonrisa de satisfacción.
Pagarían por su pescado, y lo pagarían caro…
Unos peculiares ojos rojos empezaron a abrirse con lentitud. Soul, un poco adormilado, miró al frente sin saber muy bien que había sucedido. Algo extraño estaba pasando; su cabeza y su pecho le pesaban un poco más que antes y, podía sonar raro, pero sentía su cuerpo más ligero.
Decidió ir al baño a lavarse la cara, aun con la vista un tanto borrosa, sin despegar su mirada del frente. De seguro los otros dos debían de seguir echados en los sillones.
Bostezó, oyendo que de su boca salía un sonido un tanto agudo, pero lo asoció con el hecho de que se acababa de despertar. Llegó a su destino, abriendo la llave del lavabo y empezando a lavar su rostro. Vaya, parecía que había adelgazado, porque su cara al tacto parecía más delgada.
Levantó el rostro, mirándose en el espejo que había evitado al entrar al lugar.
El rostro que reflejaba el espejo se contorsionó… porque no era su rostro.
Lo que mostraba el espejo era una cara que sólo había visto en el libro de Eibon; cabello largo, rostro fino y, bajó la mirada… senos ¡Senos!
—¡ ¿Qué?!
Exaltado, salió corriendo del baño, casi tropezándose con la misma puerta, encontrándose con dos personas completamente diferentes a las que había hace unas horas. Y conocía a una de ellas.
—¿B-Black Star y K-Kid?
La extraña pelinegra, con tres rayas blancas cruzándole la cabeza, abrió un ojo ante el escándalo que él albino tenía. Estaba un poco mareada.
— ¿Porqué el escándalo? — se tocó la garganta al oír su voz tan aguda. Juraría que hace unas horas era grave.
— ¡Quién osa despertar al hombre más big del mundo de su siesta! — aquella chica voluptuosa de cabello azul despertó, estirándose ruidosamente. Bajó la mirada levemente y levantó una ceja; esas cosas no estaban ahí antes.
Soul no tuvo una mejor idea más que quitar el espejo del baño y correr frente a los que, suponía, eran los dos técnicos.
Kid y Black Star fijaron su vista al frente, topándose con el reflejo que mostraba el espejo; desviaron su vista a la delgada albina que los miraba con un gesto de horror, y volvieron sus ojos al espejo.
Tres pares de ojos se toparon en una mirada de terror, confusión y shock.
— ¿Estamos en el libro de Eibon de nuevo? — pregunto la de cabello azulado. Albina y pelinegra negaron con la cabeza.
…
—¡ ¿Qué pasó aquí?!
El grito unísono sacó volando a los pajarillos que se posaban al rededor de toda la cuadra. La linda gatita de nombre Blair entró al apartamento, sonriendo con complacencia, moviendo su cola de un lado a otro para irse a echar a la cama de Maka.
Las tres mujeres, antes hombres, pálidas y confusas, no se dieron cuenta de que la manija de la puerta estaba girando.
Y Maka Albarn no estaba preparada para lo que le esperaba.
Esta vez, todos aprenderían que, con los pescados de Blair, nadie se metía.
¡Hola! si han llegado hasta aquí, les agradezco mucho por leer.
Espero les haya gustado, porque, sinceramente, estoy disfrutando mucho al escribirlo. Ya saben, si les gustó, y quieren dejarme un bonito comentario, ahí abajito está la cajita en donde pueden dejarlo.
Sin más, nos leemos en otra ocasión, espero poder dejar la continuación muy pronto. Así que...
¡Bye bye!
