PROLOGO.
Sakura.
Mirando por la ventana del dormitorio, Sakura se preguntó como estaría el clima en la pequeña Konoha –de seguro soleado- se suponía que así era. Se imagino las olas rompiendo en la playa y los juegos de luces que cada noche se podían presenciar en el muelle. Recordó la gran montaña rusa desde la cual los juegos de luces se podían presenciar con todo su esplendor.
Desde su subconsciente llegó una imagen que había intentado mantener alejada, era ella junto a un joven de no más de 17 años, sentados en lo más alto de la ruleta observando los juegos de luces disfrutando de la compañía del otro. Una imagen idílica y poco alcanzable en esos momentos.
Fijo su vista en la mesita de noche junto a su cama sobre ella se hallaban una pila de fotografías, en silencio las estudió hasta que fue interrumpida por un golpe en la puerta, su madre asomó la cabeza.
-¿Quieres desayunar? Hay cereales y leche.
-No gracias, no tengo hambre.
-Sakura debes comer algo, ayer tampoco quisiste comer.
Sakura siguió mirando la pila de fotos, sin en realidad ver algo.
-Gracias –comenó sakura luego de un largo silencio.
-ah?
-fue el mejor verano de mi vida y lo viví gracias a ti.
-¿Quieres hablar sobre ello?- cuando Sakura no contesto, su madre cruzó la habitación y se sentó junto a ella- Aveces hablar sirve para desahogarse, Has estado muy callada estos últimos días
Por un instante, Sakura se sintió aplastada por recuerdos que la abrumaban: Las olas, la brisa marina, los juegos de voleibol, la música, las luces, la canción que finalmente ella había terminado. Pensó en Hinata, Naruto, ten-ten, neji y ino. Pensó en Sasuke. Ella tenía dieciséis años y recordó el verano en que había sido traicionada, el verano en que había aprendido a surfear, el verano en que se había enamorado. No había sido hace tanto tiempo, pero a veces sentía que había sido una persona totalmente distinta por aquel entonces. Entonces recordó las palabras de Sasuke "konoha es un lugar mágico" y claro que lo era.
Sakura suspiró.
En el silencio que siguió, ella sintió que su madre le recogía el ahora largo cabello y lo giraba en una cola de caballo suelta en la espalda. Su madre lo había estado haciendo desde que Sakura era una niña. De una manera extraña, ella todavía lo encontraba tranquilizador. No es que ella lo admitiría alguna vez, por supuesto.
-Me gusta así- comento su madre refiriéndose al largo de su melena rosa- tengo una idea por que no me lo cuentas mientras hacemos las maletas.
-maletas? –sakura no tenía el mejor humor para ir de vacaciones, no recordando el verano pasado.
-Iremos a konoha.- una sonrisa se dibujo en el rostro de sakura.
- no sabría ni por donde empezar.
-¿Por el inicio? Pues tu abuela comento algo del surf.
Sakura se cruzó de brazos, sabiendo que la historia no había comenzado allí. — No realmente. — Dijo — creo que el verano comenzó cuando lo conocí.
-¿A quien?
Sakura buscó entre la pila de fotografías hasta encontrar la que buscaba. Le dio la fotografía a su madre.
-este chico –Dijo.
En la fotografía se podía diferenciar la playa de konoha y un chico de no más de 17 años junto a una tabal de surf. Sus mojado cabello caía alborotadamente sobre su frente y pequeñas gotas de agua cruzaban su torso, llevaba unos pantalones de baño y una sonrisa marcaba su rostro.
Cuando su madre terminó de ver la fotografía, miró hacia arriba y se encontró con los ojos de Sakura. Sakura dudó, pero luego, con un suspiro, empezó a contar una historia que todavía veía completamente sin sentido para ella, incluso con el beneficio de la retrospección.
