Alô! EB Aquí viene Marie con su segunda historia ¡Y estoy muy feliz! :D Este inicialmente era un Three-Shot, pero después salió más… así que es algo así como un mini-fic de 5, 6 o 7 caps… ya voy por el cuarto. C= La idea surgió en base a experiencia propia, mezclada con ficción… ¡Espero les guste!

*Aviso: Esto es rating M porque tiene lemmon, pero pueden leerlo, porque eso aparecerá más adelante.

Disclaimer: Ningún personaje de Twilight me pertenece, porque si Edward fuera mío… ¡No lo dejaría salir de mi casa! /Sólo pondré este disclaimer en este primer capítulo/.

T u t o r a, v a m o s a a p r e n d e r

Capítulo 1: Papel en blanco

Bueno, aquí vamos de nuevo.

Vamos, no pasa nada, es sólo un chiquillo.

Toqué la puerta.

-Hola Bella – Esme me recibió tan amable como siempre – Edward está en la sala. Voy a salir con mi esposo a cenar, y creo que vamos a llegar tarde, así que la siguiente clase te pago esta sesión ¿está bien? Es que voy un poquito apurada, y tendría que sacar dinero del banco.

-Por supuesto, no se preocupe.

-Gracias. Cuida que los amigos de Edward no vengan a raptarlo. Adiós.

Edward era un chico de 18 años, recién salido del instituto. Se prepararía para entrar a una universidad y sus padres le habían buscado una tutora para ayudarlo. ¿Y quién sería ella? Yo, por supuesto: la señorita Swan, de 25 años, titulada en literatura y ciencias de la comunicación, que aún sólo conseguía trabajo de tutora. Claro, ¿Cómo quieren que tenga experiencia si no me dan la oportunidad de intentarlo?

Subí hasta el segundo piso donde estaba la sala, y encontré a Edward dormido en el sofá con un libro abierto en su pecho.

Me acerqué intentando no hacer ruido, pero los tacones no ayudaban mucho que digamos.

-Edward – le dije suavemente y sacudí suavemente su hombro.

Su expresión era relajada, totalmente apacible. Su rostro era de por sí adorable, como el de un bebé, pero con una mezcla sensual y sexy. Inocentemente sexy.

Aunque con ese rostro parecía menor de edad.

Me dio pena despertarlo, pero teníamos que empezar las clases.

-Edward – le volví a sacudir, pero más fuerte.

-Mmm – se removió - ¿Mamá? – sonreí.

-No, soy yo, Bella.

Abrió los tiernos y hermosos ojos que tenía y sonrió, con esa carita de bebito sexy.

Aunque parezca raro, ese era el apodo que le había puesto en mi mente.

-Hola – me dijo medio adormilado.

-Hola – le contesté - ¿tu libro estaba muy aburrido? – observé la tapa. ¡Leyes de la matemática!

-Un poco. Pero creo que debemos estudiar. Eso es un placer, contigo como profesora.

Y ahí está.

Esas eran las cosas que hacían que me derritiera.

-Vamos, ¡A aprender! – se rió por mi entusiasmo.

Hoy tocaba estudiar historia.

Pasamos dos horas discutiendo sobre el renacimiento y el humanismo. Me asombraba lo maduro que parecía hablando de eso. En mente no era un chiquillo.

Ya ves, no está tan mal que salgas con él…

¡No! No podía estar con él, digo ¡nos llevamos 7 años! ¡Y soy su tutora!

Él sólo era un adolescente, y yo ya era un adulto.

Para el amor no existe edad…

Ni sabía si en realidad estaba enamorada de él. ¡Ni sé si me gusta! Son sentimientos revueltos… como dicen por ahí, no sé si quiero casarme con él o pasearlo en un cochecito de bebé.

Tal vez era ese sentido de dominación que tengo en cuanto a relaciones sentimentales. Y con Edward, con el hecho de ser mayor que él en edad, me sentía como un poquito más.

-¿Bella?

-¿Sí?

-¿Quieres cenar aquí? Había hecho lasaña – dijo orgullosamente.

-Claro – quería probar su sazón, pero principalmente quería disfrutar de su compañía - ¿Pero no vas a salir? Es decir, hoy es viernes, quizás tus amigos quieran…

-No, yo no salgo. No me gustan las fiestas de ahora, porque van a discotecas y eso no me gusta.

-¿No bailas?

-No mucho, cuando lo hago sólo es en grupo, o cuando mi amiga (casi hermana) Alice me jala y me dice que parezco un abuelito ahí sentado dando pena. Pero mayormente no bailo, sino que me siento a hablar con Emmett y Jasper, o con otros amigos. Pero Emmett cuando le entra al baile… Un día estaba borracho y se paró a bailar en una mesa, haciendo de conejito, y disque intentaba ser sexy. Yo creo que parecía que le picaba el trasero por cómo lo movía.

Me reí.

-Entonces… ¿tú tomas?

-No. Una vez Tyler me dio a probar no sé qué trago, pero ahora sabe que no me debe dar cosas así, porque esa vez le escupí lo que me dio, y ya verás cómo quedó su 'preciada camisa de Paris'. Lloraba por su camisa como gay. Pero he de admitir que ciertos tragos son ricos; y algunos saludables, como el vino.

Calentó la lasaña y me la sirvió.

-A ver, vamos a probar qué tal cocinas – me metí un pedazo a la boca – Umm, ¡Esto está delicioso! Por lo menos no te tendré que dar clases de esto – soltó unas adorables risitas, mostrando sus hoyuelos – ¿Tu mamá te enseñó?

-Sí, dice que tengo que aprender, porque se vería raro que ella vaya a cocinarme a mi departamento cuando vaya a la universidad.

-Supongo que sí. Eres un excelente cocinero.

-Gracias. Deberías quedarte a comer más seguido. Si quieres desde el desayuno… - susurró lo último, pero lo alcancé a oír.

Le daba clases de repaso los lunes, miércoles y viernes a las 4.Y la verdad lo extrañaba los demás días. Ya llevaba casi un mes viniendo. Sus padres me trataban muy bien, aunque Edward no tenía hermanos.

-Bella, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Claro.

-¿Tienes novio?

Mi cara cayó un poco y me sonrojé.

Cuando comencé a venir a la casa de Edward, sí tenía un novio, Demetri. Estaba, más que enamorada de él, enamorada de la idea de que sea mi pareja, como se dice, enamorada del amor.

Era muy bueno en la cama, no lo voy a negar, y también muy bueno conmigo. Pero, simplemente, me aburrí de él. Lo quería, mas ya no era como antes. Ese era mi problema, que los hombres eran para mí muy interesantes cuando no estaba con ellos, pero una vez que éramos pareja o habíamos tenido sexo, me aburría, y en algunos casos, su presencia me daba sensación de vómito.

No me considero de esas que se acuestan con todos. No. En realidad sólo me había acostado con dos, pero había tenido un par de enamorados sin llegar al sexo.

Tampoco era una mala con los hombres; los quería hasta cierto tiempo, pero los quería.

Con Demetri había durado más tiempo, por eso me dio pena dejarlo. Su expresión del día que le terminé, hace ya tres semanas, seguía grabada en mi mente, y esa lagrimilla que soltó. A veces le extrañaba, sobre todo cuando veía una película por televisión en la noche, sola en mi cama.

Cuando conocí a Edward, me sentí rara. Salió esa chispita de atracción, pero a la vez la prohibición. Eso lo hacía excitantemente interesante. Pero con él era diferente. Había algo como dulzura, temor que le ocurra algo, tenía una especie de 'protección maternal'. Y eso me encantaba.

-Perdón, no debí preguntar eso, no es de mi incumbencia ¿no? – dijo algo avergonzado.

-No, no pasa nada. Y, contestando a tu pregunta, no, no, no lo tengo.

-Son muchos 'no' en una oración – sonrió.

-Creo que sí. Y tú ¿tienes novia, Edward?

-No, no se me da muy bien eso de las mujeres.

-¿Entonces eres virgen? – se me dio por hacerme la chistosa, pero yo bien sabía que alguien así, hombre y a esta edad, habría perdido su virtud hace muuuucho.

No me esperé que se sonrojara, bajara la mirada y contestara muy bajito "Sí".

-Ah – sólo contesté, apenada de haberle hecho pasar un mal rato. Sin embargo, en el fondo me daba gusto que nadie lo hubiera visto así, que fuera como una hoja en blanco en la que escribir.

Y yo, más que nadie, quería dejar una historia con tinta indeleble en ese papel.

Bueno, esto fue algo así como una introducción, pero los próximos caps serán más largos.

¿Les gustó? Háganmelo saber… ¡Regalándome un chiki-review!

Si ésta es la primera historia mía que leen, las invito a pasarse por mi otro fic "Para conseguirla lo haré", si quieren pasar un rato riéndose.

Well, ya me despido.

Ciao…

MarieCamiCullen

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